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Capítulo 8

Vulnerable.

El infierno entero se había enterado de la reciente polémica que invadía a la familia Morning Star.
Pues, gracias a Vox, todos en el infierno se habían enterado de la reciente relación entre el Demonio de la Radio y el Rey del infierno.

Algunos curiosos iban a hospedarse al hotel con tal de ver a la pareja de enamorados y otros tantos trataban de espiarlos para ver sí podían revelar algunos secretos.
Lo único bueno de todo eso, es que el hotel había conseguido promoción sin pagar gracias a los Vees, aunque precisamente por esto, Velvet y Valentino estaban furiosos con Vox, quién tuvo que dejar de transmitir la gran noticia sí quería seguir durmiendo en una cama cómoda.

Al que más le molestaba era a Alastor, todo ese problemita ya se le estaba saliendo mucho de las manos, y eso no se lo podía permitir. Había sido un descuido cuando en un arranque de celos, tomo al Rey y lo beso frente a toda la plaza del barrio caníbal. Eso fue estúpido.
Ahora tenía a fanáticos estúpidos que parecían esperarlo fuera de su torre y otros tantos que esperaban a Lucifer. Pero Lucifer solo podía ser suyo, no permitiría que nadie más se lo arrebatará.

-Con esto, daré por concluida la clase sobre confianza al grupo -dijo Charlie mientras guardaba sus cosas-, pueden retirarse. Los veré a las tres para la clase sobre límites.

-Vaya que les hace falta -murmuró Alastor con cierta molestia.

-Vamos Alastor, ya aprenderán a no meterse en tú vida privada.
¿Has visto a mi papá?

-¿Crees que sé dónde está todo el tiempo?

-Sí -continuó guardando notas-, por algo le diste un...pato protector. Lo he notado, tú vigilas a mi papá a cada paso que da, es imposible que no lo sepas.

El demonio rodo los ojos-. Está en su habitación.

-¡Genial!, ¿Lo ves?, sí sabías.
A todo esto, ya que estás aquí, quería hablar contigo sobre un tema que quedó inconcluso.

-¿De qué se trata?

-Los ángeles espías. Dijiste hace unos meses que había angeles que se cortaron las alas para matarnos, ¿Qué sabes de eso?

-Me parece que te ofrecí un trato a cambio de la información. Eso sigue en pie.

-Bien. ¿Qué es lo quieres?

Alastor entonces notó que Charlie parecía dispuesta a todo, pero si le pedía su libertad o si alma a cambio, significaba dejar de tratar a Lucifer...

-Ya se me ocurrirá lo que debo pedirte, pero me debes un favor -estiro la mano-, ¿Tenemos un trato?

-De acuerdo -tomó la mano de Alastor, envolviendo al hotel en la típica luz verde que lo distinguía.

Lucifer se encontraba tendido en su cama cuando sintió el peso de Alastor justo a su lado, una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro, y se hizo más grande después de recibir un corto beso en los labios.

-Buenas tardes para ti también-saludo el Rey con entusiasmo-, ¿Cómo van las cosas con los acosadores?

-Horribles -se acostó a su lado, y Lucifer se acercó un poco buscando acurrucarse, aunque nunca lo hacía, debido a las palabras que Alastor había mencionado en aquella ocasión.

-¿Tan mal está? -el de tono rojo asintió-, ya veo. Supongo que ni desayunar has podido.

-En realidad, eso sí pude hacer.
Charlie se encargo de entretenerlos, te traje el desayuno, querido.

-Que rico -se incorporó, mirando con atención a Alastor.

-Ven aquí -estiró sus brazos y el rubio lo abrazo con fuerza, acurrucandose en el pecho del soberano-, ¿Sabes que lamento lo que dije, no?

-Eso creo... -su tono era melancólico y algo inseguro-, es...es que no me gusta que me digas esas cosas...
O bueno, no de esa manera...

-Lo siento manzanita -beso su cabeza-. No tenía razones para desquitarme contigo... tú qué eres tan bueno...

-Esta bien.. -no quería reclamar nada, sentía que si lo hacía, terminaría siendo abandonado de nuevo.

-Hey -le tomo la barbilla, un acto que se le había hecho costumbre últimamente-, prometo no volver a hablarte así.

-Esta bien.. -una ligera sonrisa se formó en sus labios.

Alastor lo beso de nuevo y Lucifer se dejó llevar un poco.
Primero fue un beso dulce, lleno de amor que paso rápidamente a uno de pasión. El Rey pronto termino sobre el soberano, quién a su vez se incorporó un poco para tener un mejor agarre de su contrario.
Alastor lo beso con pasión, mordió sus labios y sus manos comenzaron a buscar la orilla de la camisa de Lucifer para levantarla.
El rubio se aferraba al cabello de Alastor, jadeaba desesperado ante la falta de contacto, se sentía como estar en el edén por segunda vez.

Un par de toques los interrumpieron.

-¿Señor? -la voz de Vaggie se hizo presente-, Charlie me mandó, dice que si puede ir a nuestra habitación un momento.

-Carajo -se quejo Lucifer en voz baja.
-¡Claro Maggie, ya voy!

-Se llama Vaggie, no Maggie -corrigió Alastor mientras sus dientes se clavaban un poco en el cuello del gobernante.

-Ah... -Lucifer tuvo que apartarse antes de no poder mantener el control-. Lo siento, debí ir.

-¿Es muy necesario? -sus orejas se agacharon.

-Ay... -acarició la cabeza de Alastor-, te juro que trataré de venir rápido... aunque, eso depende de Charlie..

-Lo sé, lo sé -le plantó otro beso-, iré a ver a Rossie, a ver sí ella me da consejos de como no ser interrumpidos en cada maldita oportunidad que se nos presenta.

El Rey soltó una risa nerviosa.

-Solo ve con cuidado, ¿Sí?
Me enteré que ha habido muertes y heridos por esos... ángeles infiltrados.

-No te preocupes -beso el dorso de la mano del Rey-, estaré bien, el acero angelical no podrá conmigo.

-Nunca digas nunca...
Aquella vez tuviste suerte de que no fuera tan profunda, sí una de esas cosas te atraviesa, podrías morir...
Y... Ahora que todos saben que eres mi pareja, querrán hacerte daño...

-Qué lo intenten.

-Te veré por la noche -beso los labios de su pareja y se alejó rápidamente, sabía que si Alastor lo atrapaba, no lo dejaría ir tan fácil.

-Creo que por eso deberíamos tener cuidado -Charlie parecía molesta-, no todos los ángeles se parecen.

-Los exorcistas comparten una característica -mencionó Vaggie-, todas tienen mí estatura o un poco más altas.

Lucifer asintió poniendo un poco de atención.

-Deberemos estar atentos -habló el Rey por fin-, pondré en alerta a todo el infierno, el cielo no va a detenerse hasta ver a todos muertos.

-¿Crees eso papá?

-Charlie, no se detendrán hasta vernos muertos. Para el cielo somos un peligro, aunque los verdaderos monstruos son ellos -se encogió de hombros-. Hablaré personalmente con Carmilla, para que brinde armas y seguridad en este hotel.

-De momento es importante que todos estemos atentos.
Con la noticia reciente sobre...su relación con Alastor, me temo que lo hace un blanco muy llamativo.

-Vaggie tiene razón papá..

-Él estará bien -sonrió nervioso-, sabe cuidarse por sí mismo -acarició a su pato guardián.
-Además, dijo que iría al barrio caníbal. Sí no te conocen ahí, difícilmente sales con vida.

-Aún así, debemos tener cuidado.
Los exorcistas son despiadados y atacan cuando uno menos lo espera.

-¡Alastor! -saludó Rossie con una gran sonrisa, abrazando a su viejo amigo e invitándolo a pasar-, ¿Qué te trae por aquí?

-Solo venía a ver cómo estabas, querida. Hacía unos meses que no te miraba.

-Bueno, con eso de que te has hecho el futuro Rey consorte, no me sorprende.

-¡Ja! -negó-, eso nunca va a pasar.

-Oh, vamos Alastor, te conozco bien. Esa miradita que traes no es de alguien que no desee despertar todas las mañanas junto a su pareja.

-¿Pero qué cosas dices?

Rossie soltó una risa y le ofreció unos dedos como aperitivo, los cuales Alastor acepto con gusto.

-Bueno, ahora dime querido, ¿Por qué te acercaste al Rey?

-No sé de qué hablas.

-¡Vamos Alastor!, te conozco muy bien, se que no te acercas a nadie sí no tienes otro tipo de intenciones.
A mí no me engañas, querido.

Entonces Alastor le contó a Rossie absolutamente todo. Desde la idea de que Lucifer le diera su alma, hasta los sentimientos que ahora tenía por él.
En algunas ocasiones, incluso olvidaba que quería su alma de vuelta y solo disfrutaba del tiempo con su pareja.

-No sé que hacer -suspiró y finalmente quitó esa sonrisa que le mostraba a todos los que no eran Lucifer.

-Bueno -Rossie le sirvió un poco de té-, está claro que la cagaste, ¡Sí!, pero todo tiene solución querido.

-No planeo atarme a otra correa.

-No tienes que hacerlo Alastor. Pero el Rey tampoco merece ser utilizado por ti.
Cómo tú amiga, te recomiendo hablar con la verdad. ¿Se va a molestar?, ¡Por supuesto!, pero ambos se aman y nadie es perfecto.
Apuesto a qué sí le pides tú alma de vuelta, Lucifer no te dirá que no.
Piénsalo, por qué sí se lo ocultas, probablemente lo pierdas para siempre.

Alastor asintió sin poder emitir una palabra, ¿Realmente estaba dispuesto a perder a Lucifer por su propio egoísmo? No, no lo estaba. No importaba sí terminaba preso de Lilith para siempre, prefería tener una correa al cuello antes que perder a Lucifer para siempre.

Camino al hotel, Alastor venía pensando en como decirle a su pareja que todo había iniciado por un estúpido deseo egoísta, pero que ahora estaba dispuesto a ser esclavo de su ex esposa antes que perderlo.
Tan inmerso iba en sus pensamientos que no prestaba atención a su alrededor, no lo hizo hasta que una lanza angélical le atravesó el abdomen, haciéndolo escupir algo de sangre antes de notar a su verdugo. Un estúpido ángel.

Con algo de esfuerzo logro esquivar los ataques de dicho intruso y utilizando más fuerza de la debida, se hizo sombra, para ir más rápido al hotel y buscar ayuda. Sería una pena que muriera a manos de un estúpido ángel a causa de sus descuidos.
No le tomó mucho llegar al hotel, donde al entrar pudo notar a Lucifer hablar con Carmilla, y en el instante en qué sus miradas se cruzaron, notó el dolor y preocupación de su contrario.

-¡Alastor! -fue lo último que escucho antes de caer al suelo.

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