Capítulo 6
Patos
Cuando la madrugada estaba sobre todo el pentagrama, Lucifer y Alastor caminaban con tranquilidad hacia el hotel.
Después de aquel beso y una extraña confesión de sentimientos, ambos comieron un poco en una especie de picnic que preparo el demonio Radio para el rey.
Pero ahora caminaban en silencio, en realidad no hacían falta las palabras.
Lucifer se sentía como en una nube, donde el amor se convertía en una especie de droga que le atontaba cualquier pensamiento racional. Sonreía de manera ocasional, de esas sonrisas estúpidas que solo tienen los enamorados.
Ahora Alastor ocupaba un lugar importante en su mente y en su corazón. Esa simple idea hacia que las ganas de querer abrazarlo y besarlo de nuevo fueran más grandes. Sin embargo, sería ir demasiado rápido, de hecho lo fue al asegurar que lo amaba. Pero en verdad lo amaba, más de lo que llegó a amar a Lilith, más de lo que amaba a los patos.
Alastor por su parte, tenía un par de pensamientos inundando su cabeza.
Por una parte tenía a Lucifer, quién con su personalidad única y esa extraña obsesión por los patos había logrado instalarse en un rincón de su mente y corazón. Como un nuevo inquilino que adorno su espacio a su antojo, impidiendo que tuviera malos pensamientos sobre su ser, solo podía ver todo lo bueno que aquel ángel tenía.
Por otra parte, estaba su misión, que quería cumplir a como diera lugar, aunque eso lastimara al Rey que tenía a su lado, porque no sería esclavo de nadie más y su libertad lo era todo para él. No importaba nada, ni siquiera si Lucifer terminaba herido de la misma manera o peor de lo que Lilith lo lastimó.
—Estaba pensando —la voz del Rey lo sacó de sus pensamientos egoístas—, debemos decirle a Charlie sobre esto.
—¿Sobre que?
—Nosotros —jugueteó con sus dedos, un acto que hacía cuando se ponía inusualmente nervioso—, quiero decir...no somos pareja...pero tampoco somos enemigos, y sinceramente creo que sobrepasamos la barrera de amigos.
Alastor no entendía nada de lo que Lucifer acababa de decir.
—Olvida lo que dije —agitó la mano—, se me da por decir o pensar pendejadas cuando no duermo.
El demonio soltó una risa algo baja y se detuvo, tomando la mano de Lucifer para parar su andar—. Bueno, no sé bien que “somos”, pero enemigos, definitivamente no —se inclino, sintiendo la respiración agitada del Rey—, ¿Qué crees que seamos?
—Ah... —odiaba no poder pensar con claridad en ese momento para poder ponerle un nombre a lo que sea que hacían.
—¿Y bien? —nuevamente la estática en su voz se había ido. Desde la primera cita, notó que el gobernante parecía particularmente satisfecho con su voz real.
—Mierda —musitó con dificultad—, ¿Tienes que hacer eso? —jadeo cuando la mano de Alastor se posó en su cintura para acercarlo aún más.
—¿Hacer que?
—Esa estúpida voz tuya —ya no podía soportarlo, moría por besarlo y Alastor lo sabía bien.
—Que linda manera de decirle a la voz que lo tiene temblando en este momento —sus labios finalmente se posaron sobre los de su contrario, y Lucifer rodeo el cuello de Alastor con sus brazos, profundizando el contacto.
Tras unos momentos llenos de besos que parecían subir de tono, Alastor se separó y lamió sus labios, notando entonces que había mordido los labios del Rey en algún punto, dejando un delicado hilo dorado en los labios de Lucifer y el sabor de su sangre en la boca de él.
—Auch —logró decir ante el ardor—, hacía años que nadie hacía eso —soltó una carcajada—, ¿Y bien, te gusta mi sangre?
—Es..
—¿Dulce, adictiva, maravillosa? —el demonio asintió—. Ya lo sabía, así suele saber la sangre de un buen ángel. Es como los vinos, entre más viejo más bueno.
Ahora fue el turno de Alastor de soltar una risa.
—Debemos ir al hotel —sugirió.
—Ni pienses que voy a acostarme contigo —notó la cara confundía de su contrario—, para llegar a ese punto necesitas más que citas y besos con tus dientes de por medio.
—Yo jamás sugerí una habitación, solo dije que debíamos ir al hotel.
—No te creo —guiñó el ojo—, ¿Qué no quieres de este fruto prohibido?
Alastor gruño en respuesta, porque claro que quería, solo que por otras intenciones.
—Tomo mi derecho de callar cuando mejor me conviene —se encogió de hombros y cargo al más bajo, llevándolo al hotel sobre uno de sus hombros, como sí fuera un costal.
En la habitación de Lucifer, yacía el Rey sobre su cama comiendo uvas, mientras Alastor tenía mala cara por todo el desastre que lo habían puesto a acomodar.
—Cuando dijiste que fuéramos a tú habitación, no me imaginaba precisamente esto —tomo a un pato y lo acomodó en la repisa.
—Te dije que no me acostaría contigo y no tengo televisión. Esas cosas te fríen el cerebro.
—¿Y qué prefieres? —le arrojó un pato que se parecía a Husk—, ¿En serio?
—¡Oye! —tomo al pato y lo arrojó de vuelta—, no los maltrates —una carcajada se escapó.
En cuanto a tú pregunta, no sé, ¿Hacer patos?
—Me siento claramente ofendido. Creí que dirías que la Radio.
—Nah, ¿Para que me controles?, no gracias.
—Bueno, aquí hace falta un pato como yo —levantó el de Charlie—, ¿No lo crees?
—Supongo —tomó el pato que se parecía a él—, ¿Sabes por qué me gustan?
—Me temo que no —invocó a sus sombras para que acomodaran por él.
—Bueno —se sentó en la cama con las piernas cruzadas, como un niño emocionado, dio un par de palmadas a su lado, indicando al demonio de rojo que podía sentarse a su lado.
Alastor asintió y se sentó junto al Rey, quién soltó un suspiro antes de hablar.
—Bueno...
En realidad a Charlie le gustaban los patos, quiero decir, cuando ella era muy pequeña la lleve al mundo mortal a ver a las personas, creí que sería una buena manera de...educarla sobre el porque las personas venían a parar aquí.
—Veo que nunca lo comprendió.
—¡Oh no!, claro que lo hizo, solo...Charlie ve lo bueno en todos, es capaz de ver la bondad hasta en las almas más despiadadas, como la tuya.
—¿Gracias? —se recostó, poniendo sus brazos sobre su cabeza—, supongo que eso lo heredó de ti.
—Es un ser de luz pura.
Yo la pari, pero fue creada con el más puro de mi poder... —un suspiro se coló—. En fin...
Los patos llamaron su atención en aquella salida y desde ese momento empecé a crear patos de todos los tamaños y formas...
Cuando Lilith se la llevó, no me dejaba verla... así que hice muchos patos, ¡Cientos de ellos para cuándo Charlie volviera a mí vida! —unas lágrimas cayeron y Alastor se incorporó de manera rápida—, pero ella no volvió...
Con el tiempo...fueron mi única manera de sentirla a mí lado...
Alastor torció un poco la boca, desde que había iniciado con su plan, sonreír cuando estaba a solas con Lucifer no era un requerimiento obligatorio.
Solo con él podía permitirse ser él mismo.
—A ver Luci.. —limpió las lágrimas de su contrario con la yema de sus dedos, después hizo que levantará el rostro—. Se que todo eso fue muy difícil para ti...no solo han sido siete años, se que han pasado muchos más de lo que me contarás en algún momento...
Pero todo eso, debes dejarlo en el pasado... Tienes a Charlie aquí, contigo y me tienes a mí.
—¿En serio te tengo a ti..?
—Sí —tomó las manos del Rey—, porque te amo Lucifer Morning Star, te amo como jamás creí que podría hacerlo...
Tú, estúpido Rey enano... —sus orejas se agacharon—, te robaste mi podrido corazón.
Y sí, aquello era verdad, no se lo iba a ocultar, pero desgraciadamente tendría que elegir entre el amor o su libertad, pero por mucho que doliera, Alastor prefería su libertad antes que el amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro