Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Una noche de baile.

Por la noche, cuando los residentes comenzaban a entrar en sus respectivas habitaciones para dormir, Alastor caminaba a paso lento hasta la habitación del Rey.
Llevaba puesto un traje rojo diferente, más ajustado de lo normal, dejando a la imaginación más de lo normal, incluso un par de demonios le dedicaron miradas con intenciones de pasar una buena noche, pero ninguno de ellos era precisamente la persona que necesitaba en ese momento.

Había convencido a Charlie de que la seguridad del hotel estaría en buenas manos sin la presencia de ambos demonios, incluso tuvo que dejarle unas cuantas almas endemoniadas para que los dejara salir. Su idea era ausentarse toda la noche, y su micrófono se transformó en un bastón, quitando la estática en su voz demoníaca.
Tocó un par de veces a la puerta del soberano y espero pacientemente. Le escucho mover algunas cosas dentro de su habitación al igual que soltar un par de maldiciones tras no poder encontrar lo que sea que buscará.

—Lo siento —fue lo primero que dijo cuando abrió la puerta de su habitación—, es que...no encontraba mí anillo.

—¿Es que nunca sale sin él? —soltó una risa ligera—, no sabía que nuestro Rey seguía casado.

Lucifer no puso atención desde la primer palabra que salió del demonio de la radio, su voz no tenía estática y era simplemente...
«Carajo», se limitó a pensar para sí mismo.

—¿Qué pasa alteza, le comió la lengua el gato? —se inclinó un poco, recargando su peso en el bastón, quedando a la altura de su cara.

—Jodete —lo alejó con una sola mano—, solo no sé que responder.

—¿Qué le parece sí mejor nos vamos? —ofreció si brazo para que lo tomara.

El Rey miró con curiosidad todo.

—¿No crees que todos piensen que somos pareja? —tomo el brazo de Alastor sin muchas dudas.

—Somos solo buenos colegas, podría incluso decir que somos buenos amigos.

—Estamos lejos de ser amigos.

—Tal vez eso cambie el día de hoy. Me enteré por medio de su hija, que adora bailar Jazz, y eso es una ventaja para mí —camino con el Rey a su lado—, yo también adoro el Jazz.

—¿De verdad? —su mirada se fijo en el demonio de mayor tamaño.

—Claro. En mí época, era lo que más sonaba.

—En mis épocas sonaban las arpas —soltó una risa junto con el demonio a su lado—. Sí, no era la música más perfecta ni la más entretenida. Honestamente, prefiero el Jazz o el Swing, incluso el Rock and roll.

—Bueno, solo se bailar Jazz —continuo caminando, notando las miradas de algunos curiosos dentro del hotel—, ¿Se les ofrece algo?

Todos los presentes corrieron a esconderse en sus respectivas habitaciones.

—Te dije que seríamos el objeto de las miradas.

—A mí no me molesta, en lo absoluto.

—¿Alguna vez has ido a un club humano? —Alastor puso una expresión confundida—, no me mires así, tuviste que ir a uno alguna vez.

—Sí, un par de veces. Ahí conoces a las mejores presas para asesinar.

—¿Qué?

Alastor sonrió ampliamente—. Que ahí conoces a las mejores víctimas, en especial a las jovencitas desesperadas por un hombre con quién compartir su vida.

—Ya veo —Lucifer sonrió con malicia—, así que ese es tú pecado. Asesinato.

—Es uno de los muchos que tengo, sí.

—¿No me quieres contar más?

—Antes de eso, ¿Desea ir a un club humano de Jazz o uno dentro del pentagrama? —inclino ligeramente la cabeza.

El Rey lo pensó por unos breves segundos—. Un club humano. Pero no luciendo así, iremos al plano terrenal con un ligero conjuro, pero de tu apariencia me encargo yo.

—Por todo lo profano —sonrió con un poco de alegría—, me veré patético.

Cuando la luz roja desapareció por completo, Alastor finalmente abrió los ojos.
Se encontraban en un callejón un tanto oscuro, y le costó un poco poder adaptar su vista ante la oscuridad, lo cual le pareció extraño, pues se suponía que su visión debía estar preparada para eso, era un demonio después de todo.

—No te ves nada mal —le escucho decir, entonces notó que Lucifer estaba justo frente a él, solo que más bajito de lo que recordaba.

—¿Majestad?

—¿Qué pasa cervatillo, te asusta la oscuridad?

El demonio soltó una carcajada y Lucifer contuvo el aire ante el escalofrío que le recorrió la espina dorsal.

—No, solo trato de entender porque mi visión está tan jodida.

—La visión humana no está hecha para distinguir figuras en la oscuridad.
En realidad, esa es la principal desventaja que tienen como seres mortales.
Los animales, en su mayoría, poseen de visión nocturna, lo cuál les da una ventaja sobre los humanos —camino con sigilo, sus pasos eran tan suaves que no se escuchaban.

Caminó unos cuantos pasos, hasta que Alastor le tomo la mano y lo apego a él.

—¿Qué te pasa?

—Shh.. —tapo la boca del soberano, quién comenzó a quejarse—, solo quédese callado... —habló en un susurro.

Lucifer no entendía nada, estaba dispuesto a alejarse hasta que notó un sonido tenue dentro del callejón, los pasos de alguien más que se hacía presente.

Alastor aparto su mano de la boca del soberano y lo pego a la pared, moviéndose con lentitud mientras de su propio traje sacaba una daga.
Entonces lo vio, como el demonio en carne humana le arrebataba la vida a un ser mortal que deambulaba por el lugar. No hubo gritos, solo un sonido seco de cuando el cuerpo cayó sin vida.

—¿Qué mierda Alastor? —susurro con algo de fuerza.

—Silencio —pidio agachándose, tomando el cuchillo y cortando un poco de piel y músculo del brazo, haciendo que la sangre fluyera y despertara el instinto asesino de Alastor.

—Se acabo —tomo del brazo al hombre y lo arrastró fuera del callejón.

—¡Suelteme! —pidio a gritos, llamando la atención de una pareja que pasaba.

—Lo siento —se disculpo el Rey—, mi colega bebió un poco de más...

Cuando ambos se fueron, le puso mala cara al demonio.

—¿Qué carajas fue eso?

—Le dije que lo iba a proteger —chupo la sangre de sus dedos y Lucifer se sonrojo—, ¿Qué pasa majestad, no le gustan mis métodos?

—No...no es... —dio una vuelta para tratar de calmarse—, ese hombre no me hizo nada.

—Escucho nuestras voces, su sigilo indicaba que deseaba hacer daño a cualquiera de los dos.
Me temo que por sí proximidad, usted sería quien terminaría lastimado.

—¿Cómo puedes saberlo?

—Soy un asesino, es mi trabajo entender a los de mí clase.
Sí cometiera errores, jamás podría llegar a ser reconocido.

—¿Te conocen en todos lados? —lo ayudo a ponerse de pie.

—En algunos, pero más en Nueva Orleans.

Lucifer soltó una risa.

—Pues te traje al lugar indicado —camino un poco, entrando a una calle principal que dejaba ver el carnaval—, bienvenido a Nuevo Orleans, pero...noventa años en el futuro.

Alastor arrugó la nariz al ver a su antiguo mundo con toques coloridos y dejando atrás el ambiente grisáceo que lo rodeaba.

—¿No se ve lindo?, en el infierno solo vemos colores opacos —los ojos del Rey brillaban de emoción y Alastor sonrió un poco de manera inconciente.

—Cuando vivía aquí, el ambiente se veía grisáceo, no había tantos colores y la gente era...más decente.

—¿Más decente? —Alastor asintió—, ¿Hablas de decencia viviendo en el infierno? —soltó una carcajada—. Vaya, si que eres todo un caso.
Vamos, conozco un lugar a dónde ir sin que te sientas incómodo.

—¿Es prudente sí le ofrezco mi brazo?, no sé si después de noventa años siga siendo demasiado gay que un hombre tome del brazo a otro.

—Que no te preocupe eso. Vienes con el diablo, cervatillo. Nadie podría hacerte nada sí estoy para evitarlo.

—Creí que su seguridad corría por mi cuenta

—Bien —la sonrisa de Alastor humano realmente era bella—, esto sí que me trae viejos recuerdos.

Y realmente lo hacía. Lucifer lo había llevado hasta un bar ambientado en los años 30.
Dónde la gente entraba vestido de traje o vestidos lindos y elaborados. El ambiente y la luces le daban el toque de Nueva Orleans de hace tan solo noventa años atrás. Sinceramente, esa había sido la mejor elección.

—¿Solo venías a pasar el rato?, ya sabes, a escoger una víctima y planear su muerte.

—Mi madre solía traerme a uno de estos cuando era niño.. —tomo asiento junto a la barra, ofreciendo un asiento a su lado para el Rey.
—Ella venía aquí conmigo cuando mi padre se quedaba a cubrir turnos, fue ella quien me enseñó a bailar Jazz.

—¿De verdad? —se inclinó un poco más.

—Sí —notó entonces que estaba contando cosas que habían muerto junto con su vida en la tierra—, ¿Usted no hacía esas cosas con su madre? —ordeno un par de Whisky

Lucifer torció la boca.

—Yo no tuve una...madre... —se encogió de hombros— Más bien... Dios, nos creo a todos al mismo tiempo.
Pero de todos, Gabriel era su favorito, probablemente aún lo sea.
Apuesto a qué sí hubiera sido él quien cometiera los pecados y corrompiera su paz, le habría perdonado y lo seguiría teniendo a su lado...

—Creí que Dios no tenía favoritos.

—Los tiene —tomo el Whisky y bebió un trago—. Adán y Eva eran el claro ejemplo.
Los dejo vivir en su paraíso cuando son los portadores de mí pecado original.

—Eres tú el fruto prohibido —una gran sonrisa se posó en sus labios.

—Ja, Ja, Ja.
Eso es una estupidez.

—Dejemos eso de lado —se levantó cuando la música Jazz comenzó a sonar—, ¿Me concede este baile, su majestad?

—No veo porque no.

Ambos comenzaron a bailar en el centro de la pista, la gente los miraba, algunos con asombro, otros con burla, algunos tantos con orgullo y en algunos pocos se notaba el asco en sus miradas.
Pero al par no le importaba nada en lo abrazo, al contrario, ambos eran grandes pecadores, sin miedos o ataduras al mundo de los vivos en la tierra. Esa sería siempre si gran ventaja.

Lucifer se dejaba guiar por Alastor, sonreía de manera casi boba cuando sus miradas se cruzaban, y por todo lo que duro la canción, no pensó en Lilith o en lo solo que se sentía. Por primera vez en mucho tiempo, volvió a sentirse vivo, aunque solo durará un par de minutos.

Al terminar aquel baile, todos aplaudieron y ambos solo pudieron hacer una leve reverencia antes de sentarse y seguir bebiendo para después bailar un poco más.

—Carajo —se quejo el Ángel saliendo junto con Alastor.

—Me parece que está un poco ebrio —lo sostuvo con fuerza para evitar que cayera.

—No digas estupideces —gruñó sin poder caminar adecuadamente—. ¡Estoy como nuevo!
¡Soy el puto diablo!

La gente que caminaba para ir al carnaval los miro con incredulidad.

—Disculpenlo, solo está ebrio.

—¡No es verdad! —soltó una carcajada—, ¡Todos irán a parar al pentagrama!

—Majestad, ¿Qué tal sí guarda silencio?

—Obligame —le retó con un aire de superioridad—, soy tú Rey —se aparto del demonio y con esfuerzo quedó de frente a él—. Yo soy quien manda.

—No dije lo contrario.

—Lo insinuste...

Y entonces el pobre angel borracho cayó hacia enfrente, derribando a Alastor cuando un par de bromistas lo empujaron, haciendo que la pareja terminase en el suelo.
Alastor tenía ambas manos en el suelo para evitar un golpe, y Lucifer tenía sus manos sobre el pecho del demonio bajo él.

—¿Nos vemos muy gays? —fue lo primero que el soberano logro decir.

—Probablemente. ¿Le molesta?

—Nah, soy el padre de los pecados y las blasfemias, ¿Crees que verme algo gay es un problema?

Alastor soltó una carcajada y Lucifer no pudo hacer más que reír.

—Ven, te mostraré mi actividad favorita en el mundo terrenal.

—No sabía que acostumbraba a pasar tiempo aquí.

—Casi no lo hago, tengo gente que lo hace por mí.
Pero, sí me acompañas, te dejare matar gente.

—Borracho es más divertido —beso la mejilla del Rey, quién se sonrojo un poco.

—Tal vez sí hubiera tomado alcohol más seguido, Lilith no me habría dejado —nuevamente el aire de melancolía lo invadió, lo cual lo llevo a mirar su propio anillo de matrimonio.

—¿Qué tal sí me lo da? —Lucifer negó de inmediato—. Escuché mi propuesta.
Me lo quedaré y sí este anillo es lo que le da felicidad, entonces se lo daré.

—¿Dónde está el truco?

—No lo hay. Será un trato sin que pueda recibir algo a cambio.

—Hmm... —se levantó con cuidado, se quitó el anillo y lo arrojó a Alastor—. Ahora soy un hombre soltero..

—Menos mal.

Bueno, entre tantas cosas, Alastor jamás espero verse en un cerro en medio de la madrugada.
Lucifer, aún borracho hasta el tope, parecía genuinamente emocionado por algo que aún no podía comprender.

—Shhh —pidió el soberano haciendo demasiado ruido, lo que divirtió a Alastor—, no...hagas ruido... —arrastro las palabras dando un paso tambaleante.

—¿No le parece que deberíamos ir al hotel?

—No... —sonrió dando un pequeño salto—, aquí vienen..

Alastor se sentó en la tierra y admiro al Rey, quien dejó salir sus cuernos, sus ojos se pusieron rojos, su cola salió moviéndose un poco y sus alas se hicieron presentes.

—¿Qué está haciendo?

—Me voy a divertir un poquito —froto sus manos—, ¡YO SOY EL PUTO DIABLO!

Alastor no comprendió por completo todo lo que ocurría, hasta que vio a Lucifer alzarse por los aires y a un grupo de personas gritar llenas de terror.

—Esto sí que será algo digno de ver —se acomodó mejor—. Vamos mi Rey, estoy ansioso de verlo pelear.

Lucifer comenzó a reír mientras los humanos tomaban un par de armas y le disparaban o daban golpes al aire tratando de darle.

—¿Qué haces ahí? —preguntó uno de los humanos con preocupación a Alastor—, ¡Debes huir de él!

—¿Por qué?

—¡¿No ves que es el puto diablo?!

Alastor soltó una ligera carcajada—. Pero que tontería, sí mi colega solo está borracho.

Entonces, en un imprevisto giro de las cosas, una de las balas impacto en una de las alas de Lucifer, haciéndolo caer de inmediato.

—¡Lo tengo! —gritó el más viejo de todos—, ¡Atrapé al puto diablo, cabron!

El demonio de la radio puso mala cara, se levantó con cuidado y entonces una luz roja lo invadió de nuevo, dejando al descubierto su verdadera apariencia.
Sus tentáculos negros se hicieron presentes, su estatura se hizo más grande y delgada, sus astas crecieron significativamente, dándole la apariencia similar a la de los wendigos, dando el miedo que solo una buena pesadilla causaba.

—Alejense de él —ordenó, pero todos los presentes estaban demasiado consternados para seguir sus órdenes.

Mientras Lucifer trataba de orientarse ante el dolor y el alcohol en su sistema, observo de reojo como Allastor destrozaba a esos humanos y los comía sin ningún tipo de problemas, haciendo que su risa resonara en todo el lugar, generando un ambiente hostil y tenebroso.

—Creo de debemos irnos —menciono Alastor cuando volvió a su forma demoníaca habitual—, su ala no está particularmente bien.

—No te fijes en eso —aún arrastraba las palabras y en su mirada se reflejaba el dolor—, gracias.

—Creí que su actividad favorita no lo pondría en riesgo.

—Esta bien —sonrió con cansancio—, ¿Podemos ir a casa? —inclino un poco la cabeza—, tengo algo de sueño.

—Claro, después de usted.

El Rey asintió e invoco un portal por dónde pasaron sin muchas prisas.
Para cuando aparecieron en el hotel, Charlie se encontraba en la recepción esperándolos y le dedico una mala cara a Alastor tras ver a su padre sangrar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro