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Capítulo 22

Una mañana, mientras todos los huéspedes se preparaban para desayunar antes de sus clases, se pudo escuchar a Lucifer gritar adolorido desde la torre de Alastor.
Algunos se miraron entre sí y otros pocos decidieron ignorarlo.

Habían pasado ya unos meses desde todos los últimos incidentes con respecto a la relación de Alastor y Lucifer. Las cosas parecían ir mejor que nunca.
El hotel había prosperado y logrado que otros pecadores llegarán al cielo, Husk y Angel habían estado disfrutando de sus libertades, Niffty por otra parte le ofreció voluntariamente su alma a Alastor, quién la acepto sin reproches.

El embarazo de Lucifer estaba siendo complicado para ambos en muchos sentidos, pero los dos se esforzaban mucho en aprender juntos y superar las pruebas. Alastor había dejado de lado todos esos juegos bizarros de adquirir almas e intimidar sin que fuera necesario, desde que había regresado a la vida con un nuevo cambio de apariencia, parecía otro sujeto, uno que conservaba la esencia del Alastor pasado, pero que no requería el engaño y los tratos para resolver sus problemas.

Esa mañana en particular, el Rey del infierno gritaba de dolor por las falsas contracciones que sentía.

—Respira —pidio Alastor con tranquilidad, haciendo enojar a Lucifer.

—¡Ojalá fueras tú quien sintiera lo que me pasa ahora mismo!

—Claro —le acaricio el cabello con ternura—, pero eso lo veremos luego, ahora, solo concéntrate en respirar.

—Hazlo tú —jadeo—, estás no pueden ser contracciones falsas, ya es la segunda vez en esta semana, te juro que ahora sí pasará

—No has roto fuente —tomo el libro que descansaba en la mesa de noche—, estuve leyendo, dicen que son normales las falsas contracciones y no debes asustarte por eso. 

—Normales mis pelotas —se quejó—, ¿No hay manera de que me quites el dolor con tú magia rara?

Las orejas de Alastor se movieron un poco.

—No es magia rara, no sirve para eso y existe otra manera de quitarte el dolor, pero podría adelantar el parto para hoy.

—Pues no veo la diferencia, según Charlie y tú qué se dan por ser mis médicos dicen que ya debería nacer en estos días.

—No exageres —recibió un golpe por parte de Lucifer—, estoy jugando, querido.

El rubio río bajito antes de llevar una mano a su vientre, acariciando un poco mientras soltaba leves suspiros.

—Tengo tantas ganas de poder cargarlo —miró a su pareja—, ¿Qué sientes de ser papá?

Alastor lo miro con una sonrisa, el Rey sabía lo difícil que era para el soberano poder expresar sus emociones, así que una sonrisa le bastaba para saber que le gustaba estar presente en las etapas de su embarazo.

—Mi madre llamo cuando aún dormías, nos ha invitado a desayunar y te quiere dar algunas cosas que hizo para el bebé —sonrió un poco más, acariciando su vientre—, ¿Quieres ir o le digo que venga?

—Mejor ve por ella, yo camino y siento que la niña se me va a salir.

—El niño —corrigió—, estoy seguro de que será un varón.

—Idiota —soltó una carcajada.

En el cielo, Sera miraba Eva, quién en esos meses se había alistado y convertido en la nueva líder de los exterminadores. Había logrado que se aplazara el juicio, y aunque sabía que todo aquello lo hacía lejos de las órdenes de su creador, todo lo hacía con la excusa de proteger el reino.

—Ya hemos demorado bastante —Gabriel se posó a su lado, con las manos en la espalda—, ese niño está por nacer y ustedes siguen perdiendo el tiempo.

—¡Oh claro! —Eva lo miró mal—, ¡Entonces baja y hazlo tú si eres tan hombre!

—Bien sabes que podría, pero a diferencia de ti, mi ausencia sí sería notoria.

—Suficiente —pidió la Serafín.

Gabriel camino hasta Eva.

—Apresurate, no podemos dejar que ese engendro viva.

—¿Y por qué no? —se cruzó de brazos—. Lucifer tuvo a Charlie, ¿pero el pecado ahora es su hijo con el imbécil de Alastor?
Cuando les dije de su embarazo, no creí que de verdad pensaran matar a un inocente.

—No es un inocente.

—¿Qué lo hace diferente de la princesita Morningstar?

—Charlie Morningstar es un ser de luz pura. Lucifer la creo con su magia y le dio a su hija la vida que Lilith no podía concebir.
En cambio, el hijo de Alastor y Lucifer es pecado puro, la llegada de un anticristo no podría ser más catastrófico, y no solo para la tierra o el infierno, ese engendro no puede vivir para derrotarnos.

—¿Y tú padre sabe lo que estamos haciendo?

—Soy el encargado de llevarle todos los informes que me dan los angeles, pero jamás le voy a comentar de los actos ilícitos que cometemos en su nombre.

Sera miró a Eva.

—Esto debe ser puta broma —se quejo la primera esposa de Adán.

—El cielo ha logrado prosperar por hacer las cosas incorrectas por las razones correctas en nombre de nuestro señor. Así es como seguiremos operando.

Eva desvío la mirada, notando que los exorcistas entrenaban con muñecos caracterizados de demonio, además de portar ahora una armadura que los protegería un poco de los ataques demoníacos.

—Bien... —habló insegura—, bajaremos cuando la luna roja se encuentre sobre la tierra.

—¿Por qué hasta dentro de una semana? —Gabriel la miraba con indiferencia y Eva solo le dedico una sonrisa.

—Por que me gusta el color de la sangre.

En el infierno, los gritos de dolor se habían hecho más fuertes, resultaba que Lucifer si sufría de contracciones, y Alastor se quedó en shock cuando lo vio romper fuente.
Charlie y Vaggie ayudaron al Rey a recostarse y tuvieron que pedir ayuda de la madre de Alastor para el parto, porque Alastor estaba quieto y petrificado ante todo lo nuevo que sucedía.

Charlie solo le dijo que tomara la mano de su padre, y así lo hizo, espero con una sonrisa, la cual fue borrada cuando el rubio apretó su mano con tanta fuerza que él mismo soltó una maldición.

—¡No hagas eso! —le gritó adolorido.

—¡Cállate, cállate que todo esto es tú culpa! —apretó más fuerte y Alastor gruño un poco—, ¡Tú no puedes quejarte por el dolor de un apretón sí no estás en mi posición! —ahogo un grito.

—Pues yo no te obligue —desvio la mirada—, yo recuerdo muy bien que lo disfrutabas y pedías a gritos más —murmuro más alto de lo que quería.

Todos los presentes lo miraron y Lucifer estaba totalmente rojo, pronto le dio otro apretón a Alastor.

—Tranquilo, su majestad, solo siga pujando —habló la madre de Alastor con tranquilidad—, todo va bien.

—¿De verdad? —las orejas de Alastor se hicieron hacía atrás en un acto que demostraba el miedo que sentía.

—Sí —la mujer miro a su hijo—, todo va a ir bien Al, no te desesperes, y no pongas más nervioso al Rey, créeme cuando digo que esto no es precisamente lo más bello que le puede pasar.

—Es una bendición de Dios —se burló Ángel mientras miraba Husk—, hablando de bendiciones.
¿No nos puede dar un hechizo para que Husk y yo...?

—¡No! —gruño el gobernante, sacando sus cuernos y cola ante la furia que el dolor le causaba—, ¡Solo cállate, todos cierren la puta boca!

La habitación se quedó en silencio, hasta que los gritos de dolor del Rey se hicieron presentes.
Alastor perdió la sensación en la mano izquierda y pronto perdió la noción del tiempo, solo se dedicaba a acariciar la cabeza de su pareja y limpiar el sudor. Jamás pensó que un parto sería tan doloroso y menos verlo en persona.

Cuando el llanto de un bebé inundó la habitación, todos soltaron un suspiro de alivió, pronto dentro del campo de visión de Alastor apareció la pequeña figura de un bebé.
A pesar de estar lleno de sangre por el parto, pudo apreciar que tenía orejas al igual que el, su cabellera era rubia con mechones rojos y era tan pequeño que temía que lo rompieran sí lo tocaban.

La madre de Alastor corto el cordón y limpio al pequeño, pronto se lo paso a Lucifer, quién comenzó a llorar sin poder controlarse por su pequeño.

—Es un niño —le dijo el Rey a su pareja mientras sonreía, abrazando al pequeño.

—Tiene tú cabello —atinó a decir, mientras los miraba, sintiendo que el abrazo entre Lucifer y el niño era tan íntimo que no encajaba.

—Ven aquí —extendió su mano. Alastor la tomo y fue jalado hasta su pequeña familia—, mira esto —le acaricio una mejilla, dejando ver qué tenía los mismos círculos rojos de su padre.

—Vamos a darles privacidad —miro a su hijo con una sonrisa y luego al Rey—, felicidades.

Cuando la pareja se quedó a solas, ambos fijaron su vista en el pequeño niño que tenían entre ellos, era tan pequeño y tan lindo a su vista que deseaban ponerlo en donde nadie pudiera lastimarlo.

—Debemos pensar en un nombre —finalmente dijo Alastor—, ¿Has pensado en uno?

—¡Charles!

Alastor lo miro con una sonrisa—. ¿En serio, Charlotte y Charles?
No creí que el Rey del infierno tuviera tanta creatividad.

—¿Tienes un mejor nombre? —respondió mientras entrecerraba los ojos.

—Luzbel. Dicen que los nombres son importantes, ya que infligen en la personalidad del niño.

—¿Y quieres llamarlo como solían llamarme a mí? —alzó una ceja.

—Aunque no lo creas, sigues siendo el portador de luz, y apuesto a que él también lo será.

—Charles significa hombre libre —miró a su hijo—, y a diferencia de ti y de mí, el podrá elegir que quiere hacer con su vida desde el inicio.
Además, yo lo parí, yo le pongo el nombre.

Alastor le puso mala cara.

—Pues sí ese es tú argumento, yo puse el esperma y es por mí que existe.

—¡Mi cuerpo hizo todo el trabajo!

—Aún así, fue mi esperma lo que permitió que esté pequeño ser perfecto existiera.

Hubo un ligero silencio.

—¿Y sí lo nombramos Charles Luzbel?
Suena como al hombre libre que porta la luz.

Alastor asintió mientras acariciaba con cuidado el cabello de su hijo—. Me gusta como suena. Charles Luzbel.

Eva estaba frente a las puertas que daban directamente a la residencia de Dios.
Estaba consciente de que comentarle al creador todos los actos ilícitos que han hecho sus ángeles y ella en el infierno desataría la furia de su padre. Trago con dificultad antes de tocar las puertas.

Espero pacientemente hasta que estás se abrieron, permitiendo el libre acceso de la mujer. Camino por el amplio jardín, lleno en su totalidad de flores. Todas eran hermosas, cada una de esas flores representaba una vida humana en la tierra, así que era normal que hubiese miles de millones al día.

Eva encontró a su creador sentado frente a un estanque, donde miraba a los patos nadar. Con cuidado se acercó, sabiendo que su Dios podía sentir su presencia.

—Eva, que gusto es que vengas a visitar —una sonrisa se formó en sus labios, aún sabiendo que la mujer no podría verla—. ¿En qué puedo ayudarte, hija mía?

—Mí señor... —tomó un largo respiro—, vengo a informarle de los actos ilícitos que se han cometido en el infierno por un prolongado periodo de tiempo...

—¿Ilícitos dices?

—Con todo respeto su divinidad, me parece que no ha estado muy al pendiente de lo que sus hijos, los angeles han estado haciendo en el reino de Lucifer.

—Luzbel —corrigió—. Sí, desde el destierro de mi hijo he preferido no intervenir directamente con la humanidad.
Él día que envié a Jesús para ayudarles, me lo han regresado muerto y en una cruz —suspiró—. Así que deje de prestar atención y toda la confianza se la he depositado a Gabriel.

—Esta en un error.

—¿Cómo dices? —finalmente sus ojos se posaron sobre ella—, ¿Un error?

—Su hijo Gabriel desea exterminar a Lucifer y a su hijo, el príncipe del infierno.

—Azrael me había comentado que era una niña —su vista volvió al estanque.

—Ella es Charlie...su nieta —se acercó un poco más.
—Lucifer ha concebido un hijo con el demonio de la radio, llamado Alastor. Tuvieron un varón que nació hace pocas horas.

La divinidad sonrió.

—Gabriel lo ha apodado...

—Un anticristo —se levantó de su asiento—. Ese niño tiene el poder de destruir el mundo sí así lo desea.
Sin embargo, en la crianza correcta no representa algún daño. Un alma inocente jamás debe pagar por los pecados de sus padres.

—Gabriel y Sera desean exterminarlo, junto a su hijo, su pareja y su nieta.
Ambos quieren destruir a la familia Morningstar para después aniquilar al infierno entero.

Dios le dedico una mirada, a pesar de su semblante relajado, era obvio que el creador estaba bastante molesto.

—Reune a la corte celestial, deja de lado a cualquier involucrado en el tema.
Mandaré a Azrael y Miguel a advertirle a mi hijo y a su familia. Esta es una guerra que Gabriel y Sera no podrán ganar.

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