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Capítulo 21

En el pasado, Azrael solía ser un ángel demasiado curioso, en algunas ocasiones interponía sus intereses ante la decisión de su padre con respecto a las personas que morían.
Siempre fue un ángel demasiado sensible ante el tema de la muerte, creía ciegamente en qué todos podían cambiar y en qué absolutamente todos tenían la capacidad de reformar sus vidas para entrar al cielo.

Hacía muchos años atrás, Azrael había sido convocado a una reunión dentro del consejo angelical, donde por primera vez en muchos años se topo con casi todos y cada uno de sus hermanos, pues faltaba Lucifer, quién por castigo de su padre, no podía pisar el cielo por el resto de su eternidad.

En aquella ocasión, parecía ser el único que no estaba del todo informado con respecto a las actividades que un humano estaba llevando.
Se encontró entonces perplejo ante lo que decían de ese hombre.

—Vive en Nueva Orleans —Sera llevo una de sus manos al puente de su nariz—, a simple vista lo podrán encontrar inofensivo, pero sus pecados son demasiado grandes para este mundo.

Azrael alzó la mano, llevándose la mirada de todos los presentes, lo que lo hizo sentir vergüenza.

—¿Qué sucede Azrael?

—Lamento interrumpir —carraspeo nervioso—, pero personalmente no tengo conocimiento basto sobre las actividades ilícitas que comete este humano en la tierra.

Sera entonces recordó que Azrael había sido alejado de todas las cosas que tenían que ver con las desiciones angelicales.

—Perfecto, te asignare una tarea con respecto a ese humano.
En cuanto la junta termine, re lo explicaré todo.

Despues de una larga platica, Azrael descubrió que aquel humano practicaba la magia negra y era un perfecto asesino en serie que se ocultaba bajo el rostro amable y pulcro de un locutor de radio.

—Debes bajar y matarlo —ordenó Sera—, no sabemos de qué más es capaz de hacer, en una de esas invitaría a Lucifer.

—Luzbel —corrigió apenado—, ¿No hay otra manera de que ese ser humano pueda vivir?

—Azrael —sus manos se pusieron en los hombros del arcángel—, debes hacer lo mejor para el cielo, para tú padre.
Abre los ojos, la humanidad no es tan buena como piensas, ¿Por qué crees que van a parar al infierno?

El ángel de la muerte agachó la mirada.

—Los humanos son crueles, se matan entre ellos, cada uno de ellos miente para salvar su integridad. No hay más almas puras como en la antigüedad —los ojos de la serafín lo miraban con insistencia—, debes hacer lo mejor para tú padre, él se sentirá orgulloso de ti sí lo haces.

Azrael solo asintió, no podía decir que no, menos sí eso lo regresaba a la posición que tenía antes del destierro de su hermano menor.
Cuando el número de almas aumento y él debía llevar el registro de cuántas iban al infierno y cuántas al cielo, empezó a divagar. Oía voces en su cabeza.
Los demonios pedían piedad mientras los angeles exigían su fin.

—Tú padre estará muy orgulloso.

Nueva Orleans, octubre de 1929.

El joven arcángel se encontraba caminando por las calles de la ciudad, había tenido que usar su magia angélical para parecer un humano cualquiera. ¿Dónde daría con ese tal Alastor?
Camino por un rato, vio la ciudad, compro comida y acaricio a los animales, sintiendo cuando una persona moría a cada latido de su corazón.

—¿Está perdido, joven? —una mujer de tez morena, con el cabello chino y un porte muy elegante le sonrió.

—Un poco —rasco su cabeza con pena—, estoy buscando la estación de radio.

—¿Eres locutor?

—No, no, no —negó rápido y con insistencia—, busco a un joven llamado Alastor, ¿Sabe dónde queda?

La mujer sonrió ampliamente.

—Sí, es mí hijo, ¿Eres algún tipo de periodista o fanático?
Ay, mi Alastor es tan conocido en estos días, usted ha de imaginarse el orgullo que tengo de que sea mí hijo.

Azrael sonrió con ternura.

—Sí, un fanático que viajo de un poco lejos para conocerlo.

—¿Pues qué estamos esperando? —tomó el brazo del chico, comenzando a caminar—, ¡Vamos al estudio!
Tienes suerte, justo iba para allá a preguntarle que desea cenar está noche. Viera usted lo tercos que son los jóvenes, y más mi Al.

El estudio de radio era pequeño en compará de los demás edificios que lo rodeaban, Azrael incluso miro con extrañeza el lugar, después de todo, no esperaba que un lugar tan modesto albergará a un gran asesino en serie que practicaba la magia negra en gran medida.

—Mi hijo termina su turno a las seis en punto, dudo que te dejen entrar antes de esa hora, pero puedes intentar, una vez que salga, le dices que venga a casa corriendo, he hecho su comida favorita.

—¿Confía en un desconocido así de fácil?

La mujer río un poco negando.

—No eres un desconocido —acomodo bien su bolso, donde llevaba la comida de Alastor para aguantar hasta las seis—, digo, sí Dios envía a sus ángeles por mi bebé, debe ser para encaminarlo a dónde debe ir.

Azrael tardo en procesar todo lo que pasaba, ¿Ella lo sabía?

—Ay cariño, ¿De quien crees que mi precioso hijo ha aprendido tanto? —guiño un ojo antes de entrar al edificio.

Azrael se sentó frente al edificio y espero. Espero tanto tiempo que la gente empezaba a mirarlo raro e incluso un par de oficiales se acercaron a él.
Finalmente, cuando las campanadas de una iglesia sonaron seis veces, supo que su tiempo de espera había terminado. Se preparó mentalmente para lo que venía. No debería ser tan difícil, después de todo, él era el ángel de la muerte, ¿Qué tan difícil sería matar a un humano?

Entonces lo vió. Alastor era moreno, alto, delgado y tenía un porte como si perteneciera a la clase más alta de Nueva Orleans. Se acercó con naturalidad hasta aquel hombre que llevaba en su rostro una gran y encantadora sonrisa.

—Buenas tardes —saludo el ángel—, disculpe mi imprudencia, pero su madre me ha dicho que podía encontrarlo después de las seis y...

—Tranquilo —Alastor se giro para dedicarle una sonrisa y Azrael no pudo evitar sonrojarse un poco—, mi madre me comentó que usted me esperaría, una especie de fan, ¿No es así?

—Ah...sí, ¡Sí, justo eso!

—Bueno —sus manos se posaron tras su espalda—, ¿Desde qué parte me sintonizas?

Azrael no podía quitar la mirada de esos ojos color cafe, ¿Ese era el hombre que asustaba a Sera?

—Yo... —carraspeo un poco—, de aquí mismo, soy nuevo en la ciudad.

—¡Qué maravillosa noticia! —ladeo un poco la cabeza—, bueno, fue un enorme placer conocerlo, pero debo retirarme, mi madre me espera para la cena, y a las damas jamás se les hace esperar.

El ángel asintió.

—Sí... —miró a otro lado—, ¿Cree que podamos tomar un café otro día?
Realmente me gustaría saber que lo motivo a esto.

—Claro caballero, lo veré mañana temprano. Corrió con la suerte de que mañana es mí día de descanso —asintió antes de dar media vuelta—, lo veré justo aquí.

Azrael lo vio marcharse, y aunque sabía que debía matarlo justo en ese momento, su corazón no pudo, algo dentro de él le decía que Alastor no era tan malo como el cielo pensaba.

Azrael caminaba junto con Alastor rumbo al hotel, los demonios ni siquiera se inmutan de su presencia, como sí él fuera uno más del montón, mientras Alastor era inexistente para ellos.

—¿Realmente nadie puede verme? —cuestiono el demonio Radio.

—Sí, nadie puede verte —se detuvo para mirar el camino frente a él.
Una vez que le regresará a Alastor su cuerpo, él debía irse y no volver a interferir con su vida, como lo había estado haciendo desde que lo dejo en las puertas del anillo del orgullo.

Alastor asintió sin más que decir, trataba de recordar su llegada al infierno y el porque Azrael parecía molesto de no poder recordarlo. Pero nada venía a su mente, era como sí todo eso le hubiera sido arrebatado sin la capacidad de que volviera a él.

—Ya casi llegamos, una vez te regrese a tú cuerpo, podrás volver a ser tú.

—¿Y las almas a mi disposición?

—Las has perdido casi en su totalidad —se giro para mirarlo—, pero eres el gran demonio de la radio, apuesto que conseguir buenos tratos es tú especialidad.

—Lo es.

—¡Ahí está!, no debes preocuparte entonces —volvió a girar para caminar en dirección al hotel—, además, sí se lo pides a mi hermano, no dudo que te lo de.

—A todo esto, no había notado que Miguel y Lucifer eran prácticamente iguales —comentó de la nada—, ¿Y tú por qué no?

—Ellos son gemelos —se encogió de hombros—, por eso son rubios, tienen esas cosas en las mejillas, vestían igual y son igual de idiotas —bostezó—, no es que sean los angeles más hermosos.

—Lucifer lo es.

Azrael apretó los puños.

—Hace años no creías eso —murmuró con molestia—, Luzbel no es tan lindo como crees.

—Pues para mí es el ángel más hermoso.
Sí no mal recuerdo, hasta Dios indicó que era el más bello de todos.

El pelinegro apretó sus puños con más fuerza, debía mantener la compostura ante todo, no podía permitirse explotar por un estúpido demonio que en vida había sido casi su pareja.

—Pues no lo es —reprocho—, por su culpa estás aquí.

—Bueno —sonrió mirando el hotel—, yo lo agradezco, porque al menos cometí toda clase de horrores allá arriba y tuve que morir para poder conocer a quien me ha cautivado, cosas que en mi vida pasada, seguramente nadie logro.

Finalmente el ángel de la muerte se detuvo, haciendo que Alastor hiciera lo mismo.

—¿Estás seguro de eso? —sonaba furioso, y Alastor lo notó por como las alas negras de Azrael salían.

—Sí, y no logro comprender porque te molesta tanto —continuo caminando al hotel, pero la mano del pelinegro lo detuvo de manera abrupta.

El ángel de la muerte lo miro, en sus ojos, más allá de la tristeza, se reflejaba la más pura de las tristezas.
Una tristeza contenida que en cualquier momento lo iba a romper, Azrael lo sabía, y ese punto de quiebre había llegado.

—Sueltame —pidió Alastor en un tono medianamente amable.

—¿Cómo puedes decir que nadie más te hizo sentir como Luzbel lo hace..? —una lágrima salió y Alastor se incómodo por ello—, ¿Cómo puedes decirme eso a mí?

—No se de qué me hablas —trato de zafarse del agarre.

El pelinegro negó, tuvo que usar todas sus fuerzas para no besarlo, por qué su padre sabía cuanto deseaba hacerlo.
En cambio, dio un beso en su mejilla y antes de que Alastor pudiera reclamar, la mente del demonio se quedó en blanco por unos breves momentos, antes de ver toda su vida pasada pasar por sus ojos. Todos esos momentos que olvidó al entrar al infierno volvieron como una ráfaga violenta, incluidos los recuerdos de sus meses en convivencia con Azrael.

Cuando recobró la conciencia, se encontró a sí mismo con su cuerpo físico. Su aspecto era un poco diferente, tenía el cabello un tanto largo y ahora era quebrado. Dio un largo respiro antes de mirar a Azrael con asombro.

—Tú —lo señaló desconcertado—, tú fuiste...

—No lo digas —pidió mientras miraba hacia arriba, tratando de que sus lágrimas no se notarán.

—Pero..

—Shh —dio un gran respiro—, te debía la verdad después de salvarte y regresar tú alma junto a mi hermano, y yo me debía la despedida que mis hermanos y Sera no me permitieron.

Finalmente, la mirada de Azrael se posó sobre la de Alastor. Por un momento, su mente lo regreso a los años de 1930, dónde el joven moreno lo miraba y le sonreía solo a él. Se quedó con eso en mente, con un vago recuerdo de lo que había sido y ya no podía ser.

—Entra, mi hermano seguramente te está esperando, hice algo de tiempo para que estuviera aquí cuando te trajera de vuelta.

—¿Dónde estaba?

—Con tú madre —tomo una de las manos de Alastor—, cuídate, no tengo permitido decirte las cosas que pasan arriba, pero no deseo que tú, Luzbel o mis sobrinos sufran.
Debes estar preparado para lo que viene.

—¿De qué hablas?

Azrael sonrió y abrió las alas, captando la atención de algunos curiosos.

—Nos vemos Alastor, gracias por todo.

Y sin más, alzó el vuelo, perdiéndose con rapidez en el cielo.

Lucifer estaba en la recepción con Husk y Angel, quienes platicaban animadamente sobre el como Husk había ganado la libertad de Anthony.
El rubio río un poco y felicito al par, quienes se ofrecieron posteriormente a ayudarle con la limpieza de su habitación y arreglarla para él y el futuro bebé.

—Hablo en serio, apuesto a que será niño —dijo Angel mirando a Husk.

—Ojala sea niña, tiene más probabilidades de ser como el Rey o Charlie. Sí fuera un niño, no tengo dudas de que será igual a Alastor.

Lucifer río un poco y acaricio su vientre.

—Pues, yo solo quiero que nazca, no importa que sea, solo quiero tener al pedacito de Alastor conmigo...

Los tres se giraron en dirección a la puerta cuando la escucharon abrirse, la mirada de Husk se quedó petrificada ante la imagen del demonio que aparecía, Angel alterno la mirada entre Husk, Lucifer y Alastor.

Lucifer se aparto de la pareja incrédulo ante la aparición de Alastor, parecía tan irreal que temió fuera un sueño, incluso se pellizco un par de veces en los brazos mientras sus ojos soltaban lágrimas y una gran sonrisa se formó en sus labios.

—Hola cariño —habló sin la estática en su voz—, he vuelto a casa.

Y así, Lucifer corrió a los brazos de aquel demonio, quién lo rodeo con sus brazos, formando un abrazo tan íntimo que hizo a Lucifer llorar de felicidad y a Alastor estar al borde del llanto.

En el cielo, dentro del complejo de ángeles se encontraba Eva, quién mantenía la mirada agachad
a por la expresión de Sera.

—Fuiste tan imprudente, que Miguel se ha dado cuenta de tus visitas al infierno.

—Ellos me provocaron...

—¡No es excusa! —respiró—, quieren que te llevemos a juicio por irrumpir en el infierno y acabar con la vida de un pecador sin permiso.

Eva rodó los ojos.

—¿Y qué castigo le darán a Lucifer?

—¿A Lucifer?

—¡Claro! —la miró con enojo—, ¡Ese estúpido ángel ha concebido un hijo con ese estúpido demonio de la radio!

—¿Qué dices? —Sera la miro sorprendida.

—Lo que oíste —se cruzó de brazos—, Lucifer dará a luz a un engendro con Alastor. Dios sabe lo que ese engendro será capaz de hacer.

Sera asintió.

—Hablare con el consejo, no podemos permitir que ese niño viva lo suficiente para ser una amenaza.

Y así damos por concluido el capítulo 22 de este fic.

Algunos querían saber porque carajos Azrael se enamoró de Alastor, así que les dí un poquito de todo eso. Ahora sí, Lucí y Al están juntitos ❤️

Y pues, yo creo que deberían rezar por la vida del pequeño engendro de Lucifer y Alastor.

Hasta la próxima actualización mis amados pecadores ❤️.

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