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Capítulo 10

La calma antes de la tormenta

A la mañana siguiente, cuando Alastor abrió los ojos, notó que Lucifer descansaba a su lado, tenía esa expresión relajada que solo le había visto cuando se quedaban a dormir juntos.
Le costó un poco asimilar que una noche antes había tratado al mismo diablo como una vil ramera. Vaya que Lucifer era sumiso.

Otra cosa que recordó, es que por fin era libre, ¿Qué lo había hecho libre, la sangre del Rey o el sexo con él?, no importaba, por fin lo había conseguido y le generaba una sensación de satisfacción enorme.
Pero no dejaría al Rey, vaya, había hecho de todo por obtener su libertad, como para dejarlo después de tremenda cogida que le dio. Eso sería cruel. Además, estaba enamorado de él, y sí antes habría preferido seguir atado antes que dejarlo, con mayor razón ahora que era libre.

—Buenos días —murmuró somnoliento el gobernante.

—Buenos días manzanita —beso su cabeza—, ¿Qué tal la noche?

—Bien —sonrió satisfecho—, eres muy calientito.

—Aun estás medio dormido, no sabes lo que dices.

—Claro que sí —se aferró al contrario—, hay que quedarnos así para siempre.

—No sé sí sea prudente pasar la eternidad de este modo.
Además, le debemos una disculpa a tú hija —acarició el brazo de su amado—, mi querida Charlie tuvo que escuchar como le daba una lección a su padre.

—Idiota —se estiró e incorporó un poco, jadeando ante la punzada en entre sus piernas—, maldito animal —le regañó—, te pasaste de salvaje.

—No te ví quejarte mucho mientras te estaba cogiendo —miró con burla al Rey, quién tomo su almohada y se la aventó—, hey.

—Iré a bañarme —salió de la cama y Alastor río bajo antes de seguirlo—, ¿A dónde piensas ir?

—Al lugar entre tus piernas, no me costará mucho si te soy sincero.

Lucifer se sonrojo y desvío la mirada con una sonrisa, después le mostró el dedo medio y entro al baño de la habitación del demonio.
Alastor lo siguió con una gran sonrisa y cerro la puerta tras él.

En la cocina se encontraban casi todos presentes —a excepción de Cherry y Niffty—, todos desayunaban animadamente hasta que apareció la pareja con sonrisas cómplices.

—¡Buenos días! —saludó el rubio con más felicidad de la habitual—, ¿Qué tal él desayuno?

—Esta..¿Bien? —respondió Vaggie confundida por la actitud.

—Miralos —susurro Angel a Husk—, al Rey del dieron hasta para llevar.
Sí ese señor de voz satánica coge tan bien, hasta yo tendría buena cara —soltó una carcajada al ver la cara de Husk—, así me haces sentir.

—Hola Char —sonrió nervioso—, ¿Podemos hablar?

—Hola papá —saludó incómoda—, ¿Es muy necesario?

—Tú padre y yo te debemos una disculpa —habló Alastor sin la estática en su voz, generando rostros sorprendidos entre los presentes—, pero que descuidado he sido —puso su bastón en el suelo y una luz verde lo invadió— cómo nuevo —aquella estática había vuelto.

—No hace falta que se disculpen —agitó la mano—, prefiero olvidarlo, ¿Podemos?

—¡Claro querida! —Alastor mostró una gran sonrisa—, dejemos todo ese asunto en el olvido.
Ahora, ¿Quién quiere Jambalaya?

Todos se quedaron en silencio mientras Lucifer levantaba la mano emocionado. El demonio Radio camino a la cocina y tras de él iba el Rey, tan contento como un niño con juguete nuevo.
Husk y Vaggie se dedicaron una mirada, era obvio que todo en ese cuentito terminaría mal.

En el cielo el aire se respiraba tranquilo, el olor a algodón de azúcar y flores inundaba el lugar, dando un toque de ensueño.
Los ángeles caminaban por ahí, las almas buenas paseaban por todos lados con sonrisas en sus rostros. La vida era...perfecta.

En una de las casas más lujosas, se hospedaba la madre de la humanidad, una mujer de cabellera rubia tan lacia que parecía irreal. El amarillo resaltaba entre su pálida piel y sus ojos verdes resaltaban la belleza que poseía.
Vestía de negro, ganando la mirada de todos los que habitaban en el cielo, era un color que nadie vestía, eso era algo que hacían solo en el infierno, pero ella estaba de luto.

Adán había muerto, su esposo, con quién vivió en la tierra y compartía la supuesta eternidad había dejado todos los planos existentes. Aunque guardar el luto era solo un pedimento por Sera, la serafín mayor. Bien sabía que su querido esposo tenía de amante a su querida y preciosa Lute, que esperaba un hijo de su marido, pero la muerte de Adán no podía hacerle más feliz.

—Eva —llamó Sera tras ella.

—Dime —en sus manos, una cadena lila rota se encontraba.

—Ya ha pasado bastante tiempo, el luto ya no es necesario.

—Nunca lo fue. No soy yo quien debía guardarle luto a Adán. Después de todo, Lilith y yo nos parecemos en eso —una risa escapó de sus labios—, debería ser Lute quien le guarde este...luto.
A mí no me interesa en lo más mínimo.

—¿Qué tienes entre las manos?

Eva apretó la cadena rota, sonriendo con cinismo.

—Debo hacer una visita al infierno, hay un par de cosas que necesito arreglar.

—Sabes bien que solo los exterminadores pueden bajar. Más ahora que están de infiltrados.
Desde que esa alma redimida apareció, no me quedo otra opción que acabar con el plan de la hija descarriada de Lucifer.

—Yo también puedo ir disfrazada —con un chasquido, su ropa cambio rápidamente.
Su vestido negro cambio a uno morado, su cabello se ondulo, en su cabeza apareció un sombrero y sus ojos cambiaron a morado.
—No sería la primera vez.

—Sabes bien que Lilith no podrá permanecer oculta por más tiempo.

—Olvida eso. Ella y yo tenemos un trato.
Ella puede quedarse aquí y yo no lastimó a su familia, pero no es su familia quien rompió mi contrato, y ahora debo bajar a matar a un maldito pecador.

—Estaba pensando —Lucifer se encontraba acostado en la cama con Alastor a su lado—, que deberíamos decidir en qué torre vamos a pasar las noches.

—Una y una —propuso el más alto—, no creo que una remodelación sea lo adecuado para el impacto que está teniendo el hotel en estos días.

—En eso te daré la razón, pero no me gusta escaparme por las noches cuando nadie me ve.

—Bueno, sí te casarás conmigo tendrías que dormir en mi habitación —murmuro Alastor.

—Touche —se levantó para besar sus labios—, ¿Puedo tocar tus orejas?

—No —se incorporó para tomar el libro de la mesa de noche.

—Oh vamos, solo un momento —puso una cara que enternecio al contrario.

—Bien, una vez —se rindió ante los encantos del Rey—, pero te advierto, será la única vez que... —su cabeza quedo en blanco ante las caricias que recibían sus orejas.
Recargo la cabeza en el pecho de su pareja y a los pocos minutos se había quedado dormido.

—¿Al? —susurro Lucifer con una sonrisa—, pero mírate, que tierno eres cuando duermes —seguía acariciando con cuidado y ternura, notando que la respiración de su pareja se relajaba—. Vaya, ya encontré como hacerte callar, tú, estúpido bambie.

Se quedó así un buen rato, pese a que la posición era incómoda, no cambiaría por nada del mundo estar así con su amado.
Conocer a Alastor había sido lo mejor que pudo pasarle en tanto tiempo, deseaba con todas sus fuerzas poder rehacer su vida de la mejor manera. El abandono y la traición de Lilith lo habían marcado, pero aquellas marcas de la batalla habían sido limpiadas y curadas gracias al soberano que tenía dormido sobre él. No había cosa que no hiciera por él y por su hija, y tal vez, en un futuro, algún fruto de su amor podría llegar a nacer.
Recargó su cabeza sobre la de Alastor y cerro los ojos, sintiendo la calidez en su pecho y suspirando con alegría cuando notó que era amado como hacia mucho tiempo no lo hacía.

—¿Qué pasó? —le escucho murmurar.

—Encontre la forma de hacerte dormir —se apartó un poco—, ya sé que hacer ahora que solo tienes ganas de sexo.

Bostezo antes de poder hablar—. No es mí culpa que tengas un lindo trasero —su mano recorrió la espalda del Rey hasta llegar a la parte mencionada, dando un ligero apretón que le arrebató la respiración a ambos.

—Ya, a este paso querrás sobrepoblar el infierno tú solo.

—No me molestaría, ¿Sabes?

Lucifer negó antes de acomodarse entre las piernas del más alto.

—Deberias reinar conmigo —tomó su mano y la midió—, serías un magnífico Rey.

—Un Rey consorte. Esos solo sirven de adorno.

—Te convertirás en el soberano más odiado sí te hace sentir mejor. Diría el más poderoso, pero ese soy yo.

—¿Y qué hay de Charlie?, ¿No lo vas a consultar con ella?

—Charlie estará feliz por nosotros. Además, tenemos que hacer otro heredero para la corona.
Hoy tuve una plática con mí hija sobre eso.

—¿Qué tal salió?

—Mal. Las cosas...se pusieron algo tensas. No mentiré, me sentí algo mal de que Char no quiera el trono y prefiera un hotel.
Bueno, es su sueño, y yo necesito dejar otro heredero.

—Bueno —besó su mano—, siempre se puede intentar, el proceso es muy satisfactorio.

—En realidad, los arcangeles tienen un proceso de embarazo diferente.
Suele ser más rápido que un embarazo humano, pero más riesgoso y complicado.
Por lo general los síntomas se presentan en los primeros cuatro días y son alrededor de seis a siete meses que tardamos gestando. Es un proceso complicado.

—Bueno —besó su cuello—, sí en tres días no tienes síntomas, te encerrare en este cuarto y te voy a coger hasta que los presentes.

Ambos soltaron una risa y los toques en la puerta llamaron la atención de ambos.

—¡Pasa! —pidió Lucifer, mirando a Charlie entrar—. Hola Char, ¿Qué pasa?

—Papá... —desvió la mirada—, mí mamá ha vuelto, te está esperando en la sala de juntas...

—¿Qué? —fue Alastor quién emitió la pregunta.

—Tambien...me pidió que fueras.
Creo que tendremos una reunión familiar...

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