30.
Liam.
—...estrellita, estrellita, ¿dónde estás? Me pregunto quién serás.
La dulce voz infantil llegó a mis oídos mientras me revolvía sobre mí mismo intentando quitarme las ataduras. Mi cuerpo se congelo y todas las malditas películas de terror que había visto en mi vida volvieron a mi mente en un milisegundo. ¿Por qué rayos siempre insistía en ver películas de fantasmas asesinos? Jesús, si salía de esa habitación vivo no volvería a ver una película de terror en mi vida.
La melodía pareció hacerse más fuerte en cada segundo que pasaba y mi mirada se disparó a la puerta cuando el sonido metálico de la cerradura hizo eco sobre la pequeña voz. La perilla giro y mi ceño se frunció cuando unos brillantes rizos rubios aparecieron en el hueco. Ojos oscuros le siguieron junto con una naricita llena de pequeñas pecas. La niña me observó con cuidado por unos segundos antes de finalmente abrir la puerta y adentrarse en la habitación.
Su brillante pijama rosa con un gato al frente me trajo la imagen de Harry a la mente y por un segundo me pregunte que rayos había sucedido con el chico. Lo único que esperaba era que no lo hubiesen atrapado también. El chico era raro, pero le tenía cariño.
—Mi papi te atrapo, ¿verdad? —la niña preguntó mientras se arrodillaba frente a mí, su manito acaricio mi mejilla suavemente—. Él es malo, pero no te preocupes, te sacaré de aquí antes de que te haga daño.
Dejando un pequeño beso en mi mejilla, acomodó un osito marrón sobre la alfombra, asegurándose que estuviese sentado antes de rodear mi cuerpo y tirar de la cuerda con sus pequeñas manitos. No sabía que estaba sucediendo, pero esta infante podía ser mi salvación y pretendía aferrarme a ella.
—¿Cómo te llamas, pequeña? —susurré cuando al fin encontré mi voz.
—Nicky —respondió—. ¿Y tú?
—Liam.
Sus manos se detuvieron—. ¿Eres el Liam de Zayn?
Dude, pero vamos, era una niña, ¿qué daño podía hacer?
—Si, supongo que soy yo —acepte—. ¿Cómo conoces a Zayn?
Sus manos volvieron a jalar la cuerda—. Él vino aquí antes —comentó—. Es mi amigo.
Esa declaración me sorprendió por un segundo, pero luego recordé la verdadera personalidad tierna de Zayn y me di cuenta de que seguramente, el chico realmente se había hecho amigo de la pequeña.
Los jalones comenzaron a ser más y más animados pero la cuerda aún seguía aferrada a mis manos. Poniéndose de pie, Nicky le dio una mirada disgustada a la misma antes de mirarme con un puchero.
—No se sale. —declaró. Sus ojitos observaron la habitación con cuidado antes de que una sonrisa apareciera en su rostro—. Ya sé.
Apresurándose, rodeo el escritorio y escuche el característico sonido de cajones abriéndose. Luego de unos segundos de arrojar cosas alrededor un pequeño gritito de felicidad escapo de los labios de la niña. No me costó mucho averiguar a qué se debía cuando la misma apareció a un lado del mueble aferrando una navaja con mango de cuero en sus manitos.
—Esto lo cortara. —aseguró.
—Ten cuidado con eso, dulzura. —no pude detenerme de decir.
Lo único que esperaba era que Nicky tuviese más manualidad que yo a su edad porque de no ser así tendría un par de dedos menos cuando saliese de ese lugar. Para mi total sorpresa, la niña engancho la cuerda por el centro, alejándola de mi piel y sentí el frío de la navaja cuando la paso por abajo, el corte fue limpio y rápido.
Una vez que tuve las muñecas libres, me froté la piel enrojecida con suavidad. Eso dejaría marcas, maldición.
—Deberías cuidar esto —Nicky me tendió la navaja—. Danna no me deja jugar con cuchillos.
—Creo que es una buena idea. —tomando el instrumento, corté la cuerda de mis pies y miré nuevamente a mi pequeña salvadora—. ¿Ahora qué?
Se encogió de hombros y parecía a punto de decir algo cuando las luces del lugar se apagaron de pronto. Los brazos de Nicky rodearon mi cuello al tiempo que la niña soltaba un grito asustado que pareció romper mi tímpano.
El silencio se hizo presente y eso me asusto aún más que la oscuridad en sí misma. El aire se respiraba pesado y mi piel estaba tan erizada como un maldito pollo desplumado. La sensación de que algo sucedería de un momento a otro parecía flotar en el aire tan gruesa que supe que hasta Nicky lo había sentido cuando se inclinó a mi oído y susurro asustada: —Debemos escondernos.
Asentí. Estaba de acuerdo con eso, debíamos encontrar un refugio para lo que fuese a suceder. Aferrando la navaja en mi mano, me puse de pie con cuidado con Nicky aun colgada de mi espalda y me dirigí a la puerta, abriéndola solo un poco para poder escuchar lo que sucedía fuera.
Nada.
Solo el maldito silencio ensordecedor. Esto era malo en muchos niveles, las cosas no se pueden poner tan silenciosas de repente. A menos que se esté esperando por algo.
No tuvimos que esperar demasiado a saber lo que se estaba por suceder cuando un gran estruendo se escuchó por toda la casa. Nicky grito y creo que yo también, aunque jamás iba a admitirlo en voz alta.
—¡Escritorio! —chilló la niña, saltando de mi espalda y corriendo hacia el mismo.
Saliendo detrás de ella, me metí debajo del mueble a su lado. Que me tildaran de miedoso, pero luego de escuchar a un tipo decir que iba a matarme mi ego podía soportar cualquier cosa. Nicky se acurrucó a mi lado y ambos nos mantuvimos quietos mientras escuchábamos el gran tumulto que parecía estar ocurriendo fuera. Los disparos no tardaron en llegar y ambos nos cubrimos los oídos cuando comenzaron.
Zayn.
Manteniendo el arma afirmada en mi mano, me agache en el pasillo que iba al despacho de Holmes en un intento de tener una visión, al menos mental, de mi entorno. El frío del metal en mi mano parecía estar calándome la piel de la mala manera. Personalmente, odiaba utilizar armas. Solo tocaba una si era totalmente necesario. Niall era la puta de las pistolas y no, no estoy hablando con doble sentido. Aunque también corre en esa línea.
El sonido de pasos apresurados logró que levantara la mirada y estrechara mis ojos, mirando sobre la pequeña mesa donde me había ocultado. La figura difusa de una persona, apareció como una ráfaga. Era un tipo grande, seguramente más grande que yo, pero ser delgado y vestir siempre de negro ayudaba bastante. Apoyando mi espalda en la pared detrás de mí, me deslicé sobre mis pies hasta que estuve erguido.
La oscuridad del pasillo me permitía pasar desapercibido o el tipo era un estúpido porqué cuando paso a mi lado, no me costó mucho levantar el arma y golpearlo en la nuca con la culata de la misma. El cuerpo más grande se desplomo como un peso muerto y no pude resistir el impulso infantil de darle una patada. Si, seguramente es deshonroso, pero vamos, jamás he tenido de eso.
Una vez que tuve el pasillo libre, corrí la corta distancia que me faltaba para llegar a el despacho. La puerta del mismo cedió bajo mi mano en cuanto giré el pestillo. Con una mirada cautelosa a mi alrededor, me escurrí dentro de la habitación. Mi mirada se disparó en cada pequeño rincón del lugar, en busca de peligro, pero el lugar estaba vacío.
—Maldición. —susurré.
Había estado totalmente seguro de que Liam estaría allí. Holmes era un imbécil pero también era un jodido pomposo. Seguro quería lucirse, mostrándome como lastimaba a mi pequeño sobre su cara alfombra hindú. Yo tampoco entendía su mente enferma, pero podía anticipar sus ideas estúpidas. Menos lo del secuestro, eso se me había pasado.
Estaba a punto de darme la vuelta para salir a buscar a Kaled cuando un pequeño sonido me detuvo. Era pequeño, una respiración contenida, pero eso logró que girara sobre mis talones y volviera a evaluar la habitación.
—¿Liam? —murmuré—. ¿Piccolo?
—¿Zy? —la voz fue pequeña y débil, pero logré ubicarla cerca del escritorio.
—Bebé, ¿dónde estás? —me acerque lentamente—. Sal para que pueda verte, piccolo.
Una cabeza de cabellos disparatados se asomó por el borde del escritorio. La poca iluminación que la luna brindaba por los grandes ventanales que cubrían la pared del fondo de la habitación, me permitió visualizar el color castaño del cabello y los dulces rasgos de Liam. Sus ojos eran cautelosos mientras me evaluaba por lo que di un paso más, esperando que la luz de fuera lograra iluminarme lo suficiente para que el chico pudiera reconocerme.
—Zy. —gimoteo.
—Hola, piccolo. —susurré mientras lo veía salir de debajo del escritorio y correr a mis brazos.
—Tenía tanto miedo —sollozo contra mi pecho en cuanto pude envolver mis brazos a su alrededor. Un suspiro de alivio escapo de mis labios al sentirlo allí, mi pequeño estaba donde pertenecía y no permitirá que nadie más lo alejara—. Dijeron que me matarían, Zy.
—Nadie va a tocarte un pelo... nunca más. —aseguré.
Comencé a jalarlo hacia la puerta, pero se resistió, lo miré esperando una explicación, pero el solo apunto hacia el escritorio donde unos brillantes rizos rubios sobresalían, mirándonos fijamente. Sonreí a pesar de la situación.
—Hola, Nicky. —saludé.
—Hola, Zayn —devolvió mientras salía de su escondite—. Yo mantuve a tu Liam a salvo. —se jacto.
Miré a Liam quien asintió efusivamente, le sonreí a la pequeña—. Gracias, cariño. Prometo compensarte por esto.
Ella sonrió brillantemente mientras cruzaba la habitación y tomaba un peluche del suelo antes de volver a nosotros, parándose frente a mi—. ¿Me llevas con Danna?
Miré hacia la puerta donde el escandalo parecía hacerse mayor a cada segundo, hice una mueca—. Lo intentaré. —soltando un suspiro, tome a la niña del suelo y se la pase a Liam—. ¿Puedes cargarla?
—Si —aseguró el castaño mientras la sostenía.
Me acerque y tome su barbilla para que me mirara—. Si las cosas se complican, quiero que corras con Nicky a la salida más cercana y no mires atrás, ¿entendido?
—¿Que? —parpadeo—. No voy a dejarte atrás, Zayn.
—Lo harás. —aseguré mientras abría la puerta y sondeaba el pasillo en busca de cualquier amenaza.
—No, no lo haré.
Rodé los ojos. A veces olvidaba que la carita bonita de Liam ocultaba un temperamento muy parecido al mío. Soltando un suspiro, me giré hacia él—. Debes proteger a Nicky y debes mantenerte a salvo, piccolo.
—Zayn, no...
—Iré detrás de ustedes —aseguré—. Pero no podré hacer nada si siento que pueden estar en peligro, ¿entiendes? Necesito saber que ambos están a salvo.
Liam no parecía complacido, pero asintió a regañadientes. Volteándome, oculte la sonrisa de triunfo del chico mientras abría la puerta y me deslizaba por la pared, colocando un brazo frente a Liam para que siguiera mi ejemplo. El niño lo captó rápidamente y los tres nos deslizamos por el lugar.
Mi mirada captó movimiento en la sala y pude distinguir la figura de Kaled mientras intentaba sacarse a un tipo de encima. Me voltee hacia Liam y Nicky.
—Sal por la puerta principal y corre hasta la calle —indique—. Louis y Suri están en la camioneta fuera, quédense con ellos.
Dándole un beso rápido y un pequeño empujón en esa dirección, corrí hacia donde se encontraba mi hermano. Otro tipo me intercepto antes de que pudiese llegar a ellos y me lleve un puñetazo que me mareo por un segundo. La poca iluminación me mareo aún más, pero logré esquivar el segundo puñetazo y golpear al tipo en el estómago.
Kaled grito algo y me di cuenta de que tenía más compañía por detrás. Sin más remedio, levante el arma y disparé a la pierna de uno de los tipos, logrando que cayera en un montón desordenado. El otro se abalanzo sobre mí, logrando que el arma resbalara de mi mano. Intenté alcanzarla, pero una patada en el estómago me lo impidió. Girándome sobre mí mismo, lance una patada hacia las piernas del tipo logrando desequilibrarlo.
Una vez estuvo en el suelo, me trepé sobre él y comencé a golpear su estúpido rostro hasta que me cansé. Mis nudillos dolían para cuando decidí que el tipo estaba lo suficientemente golpeado. Levantándome, limpié mis manos en mis jeans y miré a mi alrededor, encontrando que Kaled se había logrado deshacer de su atacante.
—Vámonos de aquí antes de que esta mierda se complique más. —ordenó.
Asintiendo, rebusqué mi arma en el suelo y la metí en mi bolsillo en cuanto la encontré—. ¿Dónde están Dacel y Niall?
Ni siquiera había podido terminar la pregunta cuando vi una sombra parada en el umbral de la puerta. Girándome hacia ese punto, me congele cuando visualice el brillo del metal de un arma bajo la luz de la luna.
—Sorpresa. —musito Holmes, afirmando el arma en la sien de Liam—. Apuesto que no te esperabas esto.
—Hijo de perra... —avance hacia él, pero el gemido de dolor del castaño me detuvo.
—Mh-hm —negó, quitándole el seguro al arma—. Muévete y disparo.
—Zy. —la voz de Liam era aún más temblorosa que antes, sus ojos aterrados mirándome a través de la oscuridad.
Holmes se rio como un jodido demente—. ¿Quién diría que la pequeña perra fuera a volver por su amado? Solo consigues a estúpidos, Zayn. Si se hubiese ido, no lo habría atrapado.
Pude ver a Kaled afirmando su arma en su mano, pero ambos sabíamos que Holmes tenía la ventaja ahora. Si le disparábamos, siempre podía apretar el gatillo antes de morir y se llevaría a mi pequeño con él. Eso era algo que no iba a permitir.
—Suéltalo. —gruñí.
—¿O qué? —sonrió brillantemente—. ¿Qué vas a hacer, Zayn? Sabes de sobra que un movimiento de mi dedo y tu juguetito pasara a mejor vida.
—¿Qué mierda quieres?
—Hacerte daño —se encogió de hombros antes de mirar a Liam—. Y al parecer di en el punto exacto, ¿eh?
—Tenemos a tu hija —solté, en un intento desesperado—. Le haces daño a él y ella lo paga.
Eso me gano otra risa—. Has lo que quieras con la mocosa —se encogió de hombros—. Es solo una pequeña molestia en mi camino, me harías un favor.
—¡Hijo de puta! —grito Liam. El brillo de la hoja fue como una estrella fugaz en el aire antes de que el castaño clavara la cuchilla con un movimiento fluido en la pierna de Holmes.
El tipo grito con cuando su pierna se vio atravesada y Liam aprovecho ese momento para zafarse de su agarre y correr en mi dirección. Holmes maldijo en voz baja antes de levantar el arma hacia Liam nuevamente. En un intento desesperado de cubrirlo, tomé la mano que Liam extendía hacia mí y lo cubrí con mi cuerpo.
El disparo resonó en toda la habitación.
Volteándome, observé con los ojos enormes como Holmes caía al suelo con un sonido seco. Detrás de él, la figura desgarbada de Niall sosteniendo un arma en su dirección nos sonrió.
—Maldición, solo pude darle en una pierna —soltó el rubio con un mohín antes de que una sonrisa se extendiera en su rostro—. Pero fue jodidamente genial.
Sacudiendo la cabeza, apreté a Liam en mis brazos y di gracias al cielo de tener una familia tan desequilibrada.
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