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Capítulo Cinco

JAKE

Cuando la vi... Joder...

No pude pensar en nada más que en quitarle ese hermoso vestido rojo de lentejuelas, ponerle las piernas en mis hombros y dejarle puestos esos hermosos tacones negros.

Y vaya que no me contuve, pero necesitaba al menos sentirla un poco.

Cuando aceptó mi mano para bailar mi corazón se aceleró. Me había acostumbrado a que Annie estuviera alejada de mí, a que no me quisiera cerca sin razón alguna.

Estaba tomando sus caderas, mientras ella restregaba su trasero contra mi erección, según yo no se había enterado de que mi miembro estaba parado. Ni siquiera sabía que bailaba tan bien, en las fiestas donde congeniabamos nunca antes habíamos quedado para bailar, sus padres y mis padres siempre han querido ver eso, pero en esos momentos solamente somos ella y yo, en medio de un montón de gente desconocida, con la única conocida a metros sentada en un sofá con un chico, comiéndose  la boca. Y eso me gustaba más, saber que estábamos haciendo esto por gusto y no por ver a nuestros padres felices.

—Vaya... —se giró quedando cara a cara conmigo, fue como a chocar frente a frente con un ángel, entreabrí mis labios, mirando los suyos—, que feo lidiar con dos cabezas.

Eso me hizo sonrojar un poco, pasé saliva.

—No lo es tanto —susurré a su oído.

Tenía las mejillas sonrojadas, los labios rojos carmesí y el vestido se le subía a medida que bailaba.

—Estoy deseando quitarme este vestido —ahora fue ella la que susurró. Una sensación extraña me pasó por el cuerpo.

Estaba tan loco pero tan loco por ella que no me importaba en estos momentos las amenazas de mi madre, ni los llamados de atención de mi padre. Solo pensaba en ella, en su hermosa cara en su lindo cuerpo y en su extraordinaria sonrisa, era perfecta para mí, hecha a mi medida.

El único problema era que estaba tan seguro que con mi personalidad indecisa le terminaría rompiendo el corazón y en realidad no quiero eso para ella, también sabía que me ganaría muchos problemas si lo hacía por eso mamá no quería que estuviera asociado con Annie románticamente porque me conoce y no quiere tener problemas con su mejor amiga por mi culpa.

Al final volví a mirar sus ojos, sonreía con ellos; se veían incluso más claros bajo la luz roja del local, gritaban tanto el porqué de todo, ella se pegó un poco más y olvidé todas las advertencias, así que respondí:

—¿Quieres que te ayude? —bajé mis manos con los dedos hormigueandome, estaba ansioso.

—Eso lo deseo mucho más —dijo tras sentir mis manos en su trasero.

Y justo cuando acercó su cara a la mía y supuse que me besaría su amiga nos interrumpió.

—Jake, yo creo que lo mejor es que no hagan esto. Annie no está del todo consiente, y no me gustaría que mañana se arrepintiera de lo que sea que hará tomada, así que si la quieres y la respetas tendré en cuenta que no harás caso a sus peticiones —me habló cerca, ya que la música era fuerte.

Tenía razón, tenía tanta razón.

—La llevaré a su casa —prometí —, no me pasaré.

—Agradezco tu ayuda, pero prefiero yo misma llevarla, no es que no confíe en ti. Sino que yo salí con ella y yo debo volver con ella.

—Las puedo llevar a ambas —sugerí, quería pasar más tiempo con ella así. Se destapaba de verdad.

—En realidad, traje mi auto, no es necesario. Pero muchas gracias por ser un caballero —me sonrió.

Observé como ella giraba a mirar al chico con el que se estaba echando mano hace rato.

—Si estás con tu novio es mejor que disfrutes y me dejes llevarla, debe estar cansada.

Annie seguía pegada a mí, hasta supuse que estaba dormida parada.

—Tranquilo, él se irá a su apartamento. Sabe que nunca vuelvo sin Annie, así que ya está acostumbrado.

Que buena amiga es.

—Bien —me rendí —, me iré entonces...

—Quédate —escuché susurrar a la rubia.

—Annie, linda. Estás un poco borracha —su amiga intentó despegarla —, mañana te dará vergüenza acordarte de esto, así que vamos nena.

Me parecía gracioso ver que le hablaba como si fuera una bebé. Yo nunca le hablaría así a mis amigos.

—Tú sabes que no me arrepentiré de eso, Andrea —dijo Annie.

—Mira, yo sé que estás confundida, pero lo mejor es que dejes que yo te lleve ¿si?.

Al final Annie suspiró y se separó lentamente de mí.

—Eso es, vamos. Te llevaré a casa —la tomó del brazo —, pero si puedes ayudarme a llevarla al auto, es un poco difícil tenerla ebria, se entretiene hasta con una mosca.

Asentí con la cabeza.

La chica que conozco más que a mi mismo se colgó de nuevo de mis hombros, yo me puse su bolso negro en el hombro y la levanté por las piernas como si no pesara nada.

Sus ojos se encontraron con los míos casi al instante, haciéndome reaccionar. Sigue pareciendome hermosa.

—Jake. ¿Puedo hacerte una pregunta?.

—Las que quieras —sonreí con ternura.

—¿Tú me quieres?.

Y allí estaba, Annie en su faceta de hacer preguntas ridículas donde ya sabía las respuestas, pero aún así las hacía por comprobar.

—Joder Annie, claro que te quiero.

—No, no digo en forma de hermanos, digo ya sabes, como se quieren los enamorados, los que se aman más que a nada.

Andrea me miraba de reojo, tenía que tener cuidado con lo que diría.

—Te quiero tanto como quiere mi padre a mi madre— confesé a su oído, ella se acurrucó en mi pecho, sabía que a la mañana siguiente olvidaría todo, así que ¿qué más daba?.

Al llegar al carro ayudé a subir a solecito, era un apodo que le decía mucho de niños, por su color de cabello.

—Si pasa algo, no dudes en llamarme —le pasé mi contacto a la chica.

—Lo haré —confesó —, gracias por todo.

Y sin decir absolutamente nada más se subió en su carro amarillo, estuve parado como un estúpido esperando a que el auto desapareciera de mi vista, quería muchas más aventuras esta noche, pero sin duda eso había sido suficiente, le había dicho que la amaba con una indirecta camuflada.

—Oye Jake —me llamó una chica de la cual ya conocía su voz —¿Podemos hablar?.

La observé mientras jugaba con sus dedos. Sasha no entendía que no, era no.

Y tras un largo suspiro asentí con la cabeza.

...

ANNIE

Que me lleve el diablo.

La maldita resaca no pasaba, llevaba apenas media hora despierta y el día caluroso no ayudaba mucho.

Por lo que supuse mamá aún no se había levantado, pues no había entrado aún a mi habitación.

Después del tercer trago no estuve muy segura de lo que hacía, después del quinto perdí el conocimiento. Así que supuse que Andrea me había traído a mi cama, nunca dejaría que me fuera con otro estando ebria.

—¡Annie, tienes instituto! —gritaron desde abajo.

—¡Ya sé! —grité de vuelta con la cabeza palpitante.

Una vez más, mamá no se había enterado de que había salido, solo debía fingir que estaba genial.

Caminé hasta el baño dispuesta a arreglar el desastre que era.

Me sorprendí al no verme muy despeinada. Después de las fiestas terminaba con un montón de nudos en mi cabello.

Me cepillo mientras me miro, también me doy una ducha y me visto con un vestido de flores rosa.

Al peinarme recogí mi cabello en una moña alta y puse un broche de girasol en la parte derecha de mi cabello.

Me puse un poco de brillo en los labios, me encrespé y apliqué rímel en las pestañas, también puse un poco de sombras brillantes en mis ojos.

Como siempre me veo preciosa.

—Buenos días a todos —hablé cuando bajé.

Papá estaba ayudando a mi mamá en la cocina, Olivia estaba en la mesa esperando su dichoso desayuno.

—Hola amor —dijo mi madre con un tono suave.

Papá me miró como si sospechara algo, pero al final me sonrió y me guiñó un ojo.

Él sabía.

—Tengo que irme rápido o llegaré tarde. Más tarde desayuno —dije mientras tomaba mi mochila.

—No me gusta que te vayas sin desayunar. Al menos lleva el dinero que te dí ayer.

El. Maldito. Dinero.

Papá me miró de nuevo con complicidad, por inercia me requisé pero el dinero debía estar en el bolso de anoche...

Mamá miró mi cara de susto, así que comenzó a sospechar.

—¿Perdiste el dinero? Annie, era demasiado...

Y lo era, con el compraría hasta algunos atuendos en el centro comercial. Pues mi madre me daba mi recreo un día antes y como teníamos dinero podía permitirse darme más de la cuenta.

—Espera yo lo busco.

Y corriendo rápido fui a mi habitación, busqué por todas partes, pero no encontré mi bolso negro por ningún lado, tenía que ser una broma.

Sin decir nada, bajé y abrí la puerta.

—Toma —dijo papá a mis espaldas. Me giré, tenía un fajo de dinero en su mano derecha extendiéndomelo, le sonreí con ternura. Papá siempre había hecho estas cosas por mí.

—Gracias papi. Te amo —le dí un beso en la mejilla y tomé el dinero que estaba ofreciendo, pues en realidad si tenía bastante hambre y no quería decirle a mamá que había perdido mí dinero en una fiesta a la cual no me habían dado permiso de ir.

—Gastalo bien —se dió la vuelta. No podía pedir un mejor padre.

Sin más que decir salí de casa, uno de los choferes ya me estaba esperando afuera, así que subí al carro. Cuando empezó a conducir sentí que me faltaba algo y caí en cuenta que era mi teléfono, el cual estaba en el maldito bolso negro.

Ahora ya no tenía mi dinero sino también mi teléfono, descarté todo cuando llegué al instituto, tal vez Andrea sabía algo.

Bajé del auto y comencé a caminar hasta la entrada, después de haber ingresado fui a mi casillero, saqué los cuadernos de las primeras clases y llendo a mi clase de sociales, me topé con Marco era el tipo con el que menos me quería topar.

—¿Ya tomaste una decisión preciosa? —dijo cruzándose de brazos, yo por mi lado ya había pensado exactamente el caso sobre la fiesta. Si iría.

—Luego lo hablamos, tengo clase —intenté rodearlo, pero me tomó del brazo.

—Sería un gran honor que de verdad fueras —dijo con un tono más serio —, me gustas de verdad, solo quiero un chance, saber si tengo una oportunidad.

—Lo siento, pero estoy enamorada de otra persona.

—Si es de Jake solamente dímelo y te dejaré en paz.

—En realidad prefiero dejar eso en privado, no vaya ser que te pongas a gritarlo a los cuatro vientos.

—Sabes que no haría eso —me sonrió con sus dientes perfectos.

—Como digas. Nos vemos luego —pasé por su lado, no iba a llegar tarde a clase por su culpa.

Andrea me pasó un brazo por encima de los hombros y se dirigió conmigo al aula.

—¿No sabes si anoche le dí mi bolso a alguien?.

—Dios...

—¿Qué?.

—Pensé que te acordarías...

—¿De qué? —me exasperé.

—Annie, ayer te emborrachaste y bailaste con...

—Llegan tarde y tras de eso tienen la mala educación de no pedir permiso al entrar, no lo esperaba de ti Walston —habló la profesora María Cristina, una mujer joven, bonita y bajita. A la cual todos temíamos.

—Lo siento mucho profe, yo la retardé —dijo mi amiga apenada.

—Voy a iniciar la clase —informó abriendo su cuaderno, con el que duraba toda la hora dictando.

Preparé mi mano, pues la clase iba para largo.

¿Con quién había estado bailando? Esa pregunta circulaba mi mente, ahora tenía que esperar hasta la salida para preguntarle a mi amiga.

Solamente esperaba no toparme con el chico, pues yo estando ebria no era la misma persona y de seguro me apenaria saber que me restregué contra él sin piedad.

Sé como soy en las fiestas. Me sorprende que Andrea no me hubiera dicho nada en el camino, tal vez pensaba que sabiendo las cosas que había hecho, me volvería loca.

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