Aplico la última capa de gloss en mis labios y luego retrocedo un poco para observarme en el espejo. Estuve muy tentada a vestirme de negro para representar la muerte de Comerica pero pensé que iba a ser muy tonto hacer eso, así que decidí colocarme un vestido azul cielo y unos zapatos plateados en conjunto. Me veo bien, bastante bien, no es por presumir. No puedo esperar ver a Logan con su traje, si es caliente vestido informalmente, con corbata y americana debe ser un orgasmo con pies.

Salgo de mi habitación y con cuidado bajo las escaleras, George quien se encuentra sentado en el sofá escribiendo en su teléfono levanta su mirada al escuchar mis pasos, su mandíbula cae abierta haciendo que mis mejillas se sonrojen.

—Oh... mierda.

—Espero que eso signifique algo bueno.

—Yo si... osea... mierda... y bonita... wow.

—Mi ego está muy inflado en estos momentos. Gracias, hermanito.

—Voy a matar a Logan Ray.

—No vas a tocar ni un solo pelo de su cabeza, George.

—Tal vez debería perseguirlo como lo hice unos años atrás.

—George—advierto.

—Está bien, está bien, pero no vas a evitar que le da la charla del hermano mayor.

—¿No deberías estar ya en la iglesia?—George será uno de los hombres que acompañe a Connor en el altar.

En ese momento el timbre retumba en la sala, la sonrisa malvada de George me pone los nervios de punta. Mi hermano se aproxima hasta la puerta principal para abrirla.

—Vaya, vaya, que sorpresa. Logan Ray en la puerta de mi casa.

—Hola, cuñado—escucho decir a Logan.

—No me agradas.

—Pues... sigues siendo mi cuñado y por norma de cortesía tenía que saludarte ya que yo no dormí contigo anoche.

—No te hagas el listillo conmigo. Escúchame bien pequeño demonio, mantendré un ojo en ti durante toda la noche, no quiero que te propases con mi hermanita porque si no me vas a conocer. Mantén tus manos donde yo pueda verlas y...

—Largo, George—digo a sus espaldas interrumpiendo sus amenazas.

—Pero Mer...

—Vete para la iglesia, estás tarde.

—De acurdo—Él frunce el ceño a Logan mirándolo con advertencia y luego le pasa por un lado para aproximarse a su auto.

Cuando ambos nos quedamos solos, le sonrío y él no deja de mirarme embelesado.

—Estás... wow.

—El segundo wow de la noche, ¿eso es algo bueno?

—Te ves preciosa, señorita continente.

—Y usted está muy guapo, señor Ray.

—¿No crees que me veo ridículo con un traje?

—De hecho, creo que te ves caliente.