Capitulo 5: El rey y la reina, y el mar que los separa.
Capitulo 5: El rey y la reina, y el mar que los separa.
Quince meses después de irse.
No aceptar ir con Francisco a esa cita ese sábado ya sería un insulto desagradable para él. Después de todo, llevaban más de dos meses yendo a desayunar juntos y comer después de las clases en la universidad. Además, él había sido demasiado simpático, sin contar lo divertido que era.
Valeria sabía de más que toda esa pantalla de Francisco era con el solo propósito de allegarse a ella y romper el hielo de la amistad que hasta ahora llevaban.
Iris ya se había encargado de ponerle las cosas claras a Valeria: el muchacho estaba loco por ella y no iba a parar hasta conquistarla, así que, mejor que no se acostumbrara a los almuerzos amistosos y los abrazos largos y cariñosos, al final estaba esperando el momento indicado para robarle un beso y pedirle que fuera su novia.
Valeria nunca había tenido un novio. Esa era la información que tenían Iris, Francisco, y otros cercanos a su círculo. ¿Cómo supieron esa información? Ella misma se los dijo. Pero de ninguna forma estaba negando a Ben. Sino todo lo contrario, lo estaba recordando, Ben nunca fue su novio de verdad, era, de hecho, su no-novio.
Cada vez que recordaba ese detalle quería golpearse a sí misma por tan semejante pensamiento. Ben seguro pensaba que era igual de estúpido.
El "no-novio" no existía. Era una fantasía de su cabeza a la que Ben le había seguido el juego. Ellos realmente fueron novios. Así que, de hecho, Valeria si había tenido un novio, y eso lo tenía de secreto.
Con su rostro de niña que aún conservaba entonces, podía dar a entender que también era virgen. Ojalá no pensara eso, pensó Valeria, mientras entraba al club con la mano de Francisco en su espalda.
El club era privado, pertenecía a una asociación turística de la que el padre de Francisco era socio. Por lo que su hijo gozaba de una membresía para disfrutar de los privilegios del complejo, que incluían desde campos de golf y piscinas privadas hasta playas, casinos, bares, clubes y restaurantes.
Nunca en su vida Valeria había visitado un complejo turístico a pesar de vivir en un país así. La razón era más porque era para los turistas, y la gente que se pudiera costear semejantes lujos pagando a dólar.
Sin embargo, Valeria era muy simple como para dejar que eso la cegara a tal punto de ser como otras; fingir amor por interés. La verdad es que no le interesaba el dinero; aún vivía en su mundo donde lo más valioso era el amor, por el que eres capaz de todo.
Con veinte años, un vestido de lentejas plateado, unos tacos de aguja y maquillaje profesional hecho por Iris, Valeria estaba preciosa. Con su altura que tantos problemas, críticas y burlas causó en su molesta adolescencia y que ahora la hacía relucir y llamar la atención, haciendo que su llegada a un lugar fuera confundida con la de una modelo de alta costura.
Más que, con Francisco a su lado, parecían salidos de una revista Vogue.
Aunque al conversar con ella fácilmente se podían dar cuenta la sencillez que emanaba en su hablar; esa chica estaba perdida allí y no pertenecía a ese lugar. Pero su pareja en la ocasión sí, conocía a muchas personas, y a todas les presentaba Valeria. Era muy bueno socializando, y además, bebiendo. Se había tomado varios tragos y seguía igual de normal como si no hubiese tomado ninguno.
Valeria en cambio solo había tomado dos y ya sus ojos estaban más achinados que de costumbre. Su cabeza hacia abajo y constantemente agarrada del brazo derecho de Francisco.
—¿No me digas que nunca habías bebido? —Le preguntó al oído sobre la música de fondo luego de que un par de personas se hubiesen alejado de ellos después de conversar un rato.
Valeria negó mirándolo a los ojos, no en un lugar así.
—Pero se siente bien. —respondió.
Francisco asintió, dándose cuenta que ella no le había ido tan bien su primera vez.
—¿Quieres tomar aire fresco?
Valeria asintió. Salieron a la azotea del club. Un lugar al aire libre donde iban los más tranquilos a ver las luces desde arriba.
Valeria se recostó de la barandilla de espaldas, y echó la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados. Alguien la trajo de vuelta en sí, en realidad, se estaba balanceando hacia atrás, y Francisco la sostuvo evitando un accidente.
Ella abrió los ojos.
—No te sientes bien. —le dijo él, al ver sus ojos rojos.
Ella sonrió, doblando la cabeza.
—Estoy mareada, pero te quiero besar. —Se puso seria. Francisco miró sus labios, bonitos, deseables, labios sin dueño y sedientos.
La besó suavemente, un beso de película, con calma. Se alejó y le levantó la quijada. Valeria sintió unos escalofríos.
—Me gustas un montón mi reina.
En ese momento, su respiración era fría, y estaba un poco desenfocada, pero si entendía, claramente entendía que seguía a continuación:
—¿Quieres ser mi novia?
♦
Tan solo en los mozos se había gastado más de diez mil dólares. Si esa cantidad de dinero se había gastado tan solo en el servicio de esa magnífica fiesta de bienvenida al nuevo jefe, entonces Ben no quería imaginarse que había costado los licores y el pago de todas esas prostitutas animando la fiesta, las luces, el sonido, y los suvenires carísimos que exhibían los invitados.
Claudio en serio había mandado a derrochar dinero para su bienvenida a los Estados Unidos. Esa fiesta estaba llena de mujeres hermosas por montón, de todos los países y con los cuerpos que cualquier hombre en la tierra pudiera desear.
Las personas lo saludaban como si fuera una realeza, un rey, sin reina... solo con vasallas hermosas que le aseguraban pasar una buena, magnifica, noche mientras su verdadera reina descansaba con algún don Juan del otro lado del mar que los dividía ahora.
♦
—Me llamó su reina. —Canturreó Valeria desde la habitación de Iris.
Obviamente, su papá creía que estaba en casa de Iris desde la tarde, como en los viejos tiempos cuando decía a su mamá que se iba a la casa de Nina pero en realidad iba a la casa de su novio.
Ahora con veinte años lo seguía haciendo, con papá. Sí, tenía veinte, pero aún vivía bajo el techo de su papá y no quería explicar tanto. Además seguro no la hubiese dejado ir.
Iris llegó con un vaso de una bebida para la resaca.
—¿Y después?
—Me pidió que fuera su novia.
—¿Y qué le respondiste?
Suspiró ruidosamente.
—Nos besamos.
Ambas gritaron de emoción; en ese momento, Valeria estaba realmente alegre, porque cuando Francisco la besó, sintió mariposas en su estómago... y tenía tanto tiempo sin sentirlo.
—¿Y después? —repitió lo mismo.
—Nos fuimos de la fiesta a su casa.
—Uy, ¡uy! —Adelantó Iris con entusiasmo—. ¡No me digas que te acostaste con él borracha!
—Ay no muchacha, fuimos a su casa y me cubrió con una manta en su cama mientras el preparaba un té raro como ese que traes. No sé, dormí un rato hasta que me despertó para traerme acá. No se aprovechó de mi embriaguez, es un caballero. —Lo decía sonriendo.
—Me hace tan feliz que encontrarás a alguien. Te hacía falta esa chispa en tu sonrisa. Mírate, estas mal de una resaca y aun así tu sonrisa es radiante.
Pero Valeria solía tener sonrisas más radiantes, esa solo era un espejismo.
—Nada podría matar esas maripositas —dijo lo que pensó en voz alta, se le devolvió como un boomerang. Golpeándola fuerte, en la cara.
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*El nombre es bonito, del capitulo digo, ilyall.
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