Capitulo 21: Reflejo.
Capitulo 21: Reflejo.
Al tercer día, Rebecca decidió que acabaría con el absurdo de estar viviendo ambas en el mismo departamento sin hablarse.
Entró a la habitación donde Valeria estaba, sentada en un pequeño mueble de la habitación.
Valeria tenía una bandeja con bocadillos de comida chatarra. Lo había sacado de la nevera, y lo calentó en el microondas.
La verdad era que no esperaba la visita de Rebecca en ese momento, por lo que estaba sorprendida y extrañada.
Rebecca se acercó a ella. Se cruzó de brazos y la observó muy de cerca. Le examinaba el rostro, todas sus facciones, los labios delgados, los ojos pequeños y oscuros, la piel se le veía tersa desde allí, era seguro que se cuidaba el rostro.
Valeria se sentía un poco incómoda, pero tenía todavía la meta de mantener la ley del hielo con esa mujer.
—Tienes que estar muy enojada como para aceptar venir conmigo. —Rebecca le dijo a Valeria después de tomar un bocadillo de la bandeja de Valeria—. También estas muerta de hambre.
—No he comido bien en estos días. Extraño a mi mamá, nadie me da mi teléfono celular... —respondió Valeria. Extrañaba el emitir palabra. Pues tenía mucho tiempo sin hablar, casi no reconocía su propia voz.
—Yo tampoco tengo mi celular. Ben está un poco paranoico con lo que sucedió. No quiere que tengamos contacto con el mundo exterior hasta saber quién lo sabotea. Personalmente, creo que es una exageración.
Valeria siguió comiendo, ¿Qué le hacía pensar que a ella le interesaba hablar? Tomó su bandeja y salió de la habitación. Rebecca le siguió.
—Quiero que te vistas. Saldremos esta noche a despejar la mente. Estaremos a salvo, él es dueño de donde iremos.
—No tengo deseos de salir. —Valeria comentó, dejando la bandeja en el comedor.
—Descuida, no es que tengas opción.
Valeria dejó el bocadillo a medio camino de la boca. Rodó los ojos, pero decidió que no dejaría que eso la molestara. Terminó de llevarse el bocadillo a la boca.
○
Ambas salieron escoltadas por unos hombres que desaparecieron cuando ellas entraron al club. Rebecca disfrutaba los buenos tratos y la atención de los comensales. Valeria, no tanto. Porque estaba asustada de pronto. Se sentía como carne a la venta, ese vestido que prestó Rebecca provocaba mucho y ese no era su ambiente.
Estaban en una zona privilegiada. El piso era de cristal. A diferencia de la otra parte no había humo. Valeria se levantó porque ya estaba cansada y Rebecca la volvió a halar para que se sentara junto a ella.
Valeria se molestó, pero no lo dio a demostrar.
—¿A dónde vas, pequeña? —le preguntó a Valeria, y ella sintió una arcada por el olor a alcohol.
—Vuelvo enseguida.
—No iras a ninguna parte si no es conmigo.
Valeria se molestó dentro de sí otra vez, pero insistía en no darlo a demostrar. Su plan era simple: ir al baño y buscar alguna forma de escapar.
¿Por qué tenía que compartir con esa mujer de todas formas?, ¿Cuál era la necesidad de estar ahí?
Ya, listo. Ben podía tener a la mujer que quisiese, y ahora que él le tenía encerrada y asegurada, podía volver a sus andadas. Es un patán. Valeria apoyó su mentón de su puño.
—Me voy a hacer pis encima, Rebecca —le dijo después de unos segundos, con la intención de que la persona con quien hablaba la escuchara.
Rebecca volteó a mirar a Valeria. Asintió con una sonrisa. Se levantó junto con Valeria para llevarla al baño. Allí dentro, Rebecca se miraba al espejo mientras Valeria fingía utilizar la caseta del baño. Su reflejo era el de una señora que fácilmente podía aparentar todavía los treinta, se hizo mimos frente al espejo.
Después de dos minutos, todas las personas que habían estado en el baño salieron y Valeria aun no salía. Solas allí, Rebecca sonrió a su propio reflejo de nuevo.
—¿Te duele?
Valeria no respondió. Estaba allí esperando que esa bruja se fuera y la dejara escapar.
—Ben es un imbécil. Recuerdo cuando mandó a unos matones a que te dieran una golpiza. Decidió meterte en sus asuntos mafiosos.
Valeria sintió una sensación regarse por su pecho, su ritmo cardiaco aceleró. Sabía de qué hablaba. Unos meses atrás unos hombres irrumpieron en su apartamento, la amarraron de pies y manos a una silla y a base de amenazas le hicieron jurar que dejaría el trabajo.
Todavía tenía pesadillas de ese hecho. Todavía estaba allí, y no entendía porqué le sucedió a ella.
Desde ese momento, su vida empezó a desmoronarse. Perdió el empleo y estaba sola. No tenía a nadie más.
Valeria salió de la caseta del baño, agarrándose el vestido mientras caminaba hacia donde Rebecca.
La mujer de las pesadillas de Valeria, seguía mirando su reflejo con una sonrisa sin mostrar los dientes.
—¿Por qué Ben me hizo eso? —Lo de no demostrar lo que sentía, se fue, porque en su voz y su rostro se veía que se acababa de rendir, que estaba destruida.
—Para molestarte. ¿No crees que él sabía que siendo exitosa no le harías caso? Con traumas de seguro sí.
—Es una mentira —escupió, no lo podía creer. Sintió mareos y debilidad. Era una verdad difícil de tragar, sintió que debía haber una explicación... ¿pero qué tipo de explicación había para eso?
—¿Piensas que es una mentira? Ben es así. No posee sentimientos. Aprendió de Claudio, me parece.
Respiró profundo, bajando la mirada. Pensó en Ben, en el Ben de antes, el de su adolescencia, el que ella amó con todas sus fuerzas. No lo podía creer.
—Él nunca me haría eso —negó.
—Eres la mujer más manipulable del mundo, Valeria. No hay necesidad de golpearte para que entiendas.
Alzó la mirada hacia ella de nuevo cuando le mencionó su nombre.
—Yo conozco a Ben, Rebecca, él no es como dices. —Lo defendía, aun sabiendo que podía ser verdad.
—¡Niña, despierta! ¡Mandó a que te hicieran renunciar de tu trabajo por el divino placer de hacerte sufrir! Ben lo planea todo, echa a un lado tu buen corazón.
Valeria dejó de mirar a Rebecca. Y miró al piso del baño de nuevo, sintió otro mareo y se agarró de una pared, se sentía con las defensas bajas, aun en su otra mano agarraba su vestido.
—Yo quiero hablar con Ben. ¿Dónde está él?
Rebecca rodó los ojos y dejó de mirarse al espejo para mirar a Valeria.
—Lo voy a llamar y le diré que quieres hablar con él. Ahora vámonos adentro.
○
Ben estaba vestido de saco y corbata con una camisa amarillo tierno. En el borde de su pantalón, junto a su correa se podía ver el mango de una pistola color negra. Al lado de él estaba su hombre de confianza cuidándole la espalda, y se acababa de subir adelante otro hombre.
—Hemos encontrado algo —le comunicó a Ben.
—¿Qué es?
—En la casa estaba un vestido negro. —Le pasó una fotografía—. Dentro de la etiqueta del vestido, había un chip de rastreo. Daba coordenadas geográficas.
—¿Alguien vendió nuestra ubicación?, ¿Quién fue?
—Preguntamos a todas las mujeres de la finca. Ninguna conocía el vestido, a excepción de Santa, que dijo que el vestido era de la más reciente empleada. Una nana de los niños. Seguimos excavando información y nos dijeron que esa muchacha fue llevada por Alejandro.
—Alejandro. —Ben tanteó el nombre.
—Sí señor. Él tiene unas conexiones peligrosas con Claudio. Por ahora, podemos asegurar que la muchacha trabaja para él. Justo ahora está en el bar. Le dijo a Rebecca que lo quería ver a usted. Tememos que se trate de una emboscada. Podemos intersectarlas hasta enterarnos qué es lo que busca. Usted no se tiene que ensuciar las manos.
Ben entendió que le hablaban de Valeria. Y entonces, recordó su visita a Alejandro y su negativa a ayudarlo a encontrar a Valeria. Él había sido quien la había llevado allí. Ahora bien, el planteamiento de que era una espía, era ridículo.
—Esa muchacha no es una espía. No me vuelvas a plantear algo así.
El hombre alzó ambas manos.
—Está bien. Cuando sea tarde no pregunte. Piénselo: ¿no es acaso muy raro que fuera introducida por Alejandro? ¿Y que en su vestido hubiese un chip de rastreo? A ninguna mujer se le pone un chip de rastreo sin que se dé cuenta.
○
Valeria salía con Rebecca del baño. Ella le agarraba la mano y Valeria se dejaba llevar como una niña. Pensaba lejos, pero al mismo tiempo estaba buscando donde estaba la salida más cercana, el lugar donde podía correr y nadie la podía retener. Miró al centro, cruzó miradas con una chica pelirroja, esa mujer le sonrió y Valeria decidió sonreírle también. Se distrajo, y alguien le topó el hombro a propósito.
—¿Valeria? —dijo la voz de un hombre. Valeria miró al frente y abrió los ojos de sorpresa.
—Francisco.
—Valeria. —Volvió él a decir, ahora con una sonrisa—. Tenía tanto tiempo que no sabía de ti. ¿Cómo estás?
Rebecca se detuvo a observar quien había reconocido a Valeria, miró a Valeria con una ceja alzada. Tal vez le preguntaba si ella realmente lo conocía. Quizá era su oportunidad para irse de allí.
—Yo igual. —Valeria medio sonrió—. ¿Quieres bailar? —Se le ocurrió.
Él, sorprendido, tendió su mano.
—Nunca te lo negaría, mi reina.
Mi reina, Valeria sintió escalofríos.
Ese era el mismo patán que la había jodido en la universidad. Pero sea como sea, si debía utilizarlo para salir de las manos de Rebecca, de Benjamín y sus líos, entonces lo usaría, tal vez así volvería a su casa, donde al menos alguien debía empezar a extrañarla.
¿Era muy tarde para volver al punto donde estaba antes de que Benjamín se apareciera en su apartamento?
Rebecca no tuvo más opción que dejarla ir a bailar.
Alguien se le acercó. Un hombre cuarentón con una calva, se inclinó y le susurró—: El jefe no cree que ella sea una espía.
Rebecca endureció el rostro.
—Benjamín no es tan tonto. Debemos dejar de insistir.
El hombre asintió, buscando a Valeria entre las personas que bailaban.
—¿Dónde está? —preguntó de pronto el hombre.
—Está allí, bailando, ¿no te enteraste? Ahora soy la niñera, Benjamín piensa que le pueden hacer daño, no sé porque no puede pensar que por ella su situación empeoró.
—No sé dónde diablos dices que está, no veo a nadie. —El hombre se desesperó.
Rebecca se puso a buscar con la mirada.
—¿Qué... demonios?
Afuera, Francisco y Valeria caminaban por la acera, casi corriendo, pero no llegando a hacerlo. A Valeria le faltaba el aire de pronto, y le pidió que se detuviera.
—Bien, bien.
—Gracias por sacarme de allí —dijo entre el aliento.
—De nada preciosa, ¿pido un taxi? Me estoy quedando en un hotel, tengo un vehículo allá, es solo que salí con amigos.
Valeria le vio sus intenciones por encima de la ropa. No estaba dispuesta a acostarse con él.
—No quiero pasar la noche contigo.
—Oh, vamos reina. Me lo debes —le respondió coqueto.
Valeria no le prestó atención a sus exigencias. Estaba enfocada en sus objetivos.
—Necesito dinero en efectivo e irme a la capital.
—¿Cómo diablos llegaste aquí? —él preguntó confundido.
—Es un lío todo, entiendes. —Valeria miró a una cuadra a Rebecca afuera con unos hombres, miraban a todos los lados.
—Vamos, te entendería. Solo explícame —decía él, confundido y solo a una gota de molestarse con Valeria.
—No... —Valeria sonrió—. Los malos caminos te absorben, te persiguen, ven todo lo que haces. ¡Para el taxi! —le gritó cuando vio pasar a uno. Francisco fue detrás del taxi, pero no lo pudo parar.
—Perdón, será otro. —Volvió respirando bocanadas de aire al exaltarse por correr detrás del auto rojo con símbolo de taxi en el parabrisas.
Valeria miró atrás, se abrazó a sí misma por el frío. Qué estoy haciendo, Ben viene para acá. Se dijo, se devolvió hacia el bar, Francisco fue caminando detrás de ella.
—Hey, ¿a dónde vas?
—Suéltame. —Sacudió su brazo.
—Hey, Valeria, mi amor. —La agarró de la cintura, Valeria se zafó de nuevo.
—¡Suéltame te dije! Cambié de opinión —le gritó, molesta.
—¿Pero cómo vas a hacerme eso?
—Fue una locura, no estaba pensando bien. —Valeria movió las manos y siguió caminando.
Francisco le agarró la muñeca y no la dejó seguir caminando.
—Estoy harto de que me veas como un juguete, como cuando me engañaste y me dejaste, después de que pagué tanto por ti.
—¿Pagaste tanto por mí? —Valeria frunció el ceño. Lo miró sin dar merito a lo que escuchaba—. ¿Y es que yo estaba a la venta? Eres un imbécil, se me olvidaba porque te dejé. —Valeria trataba de zafar su mano. Estaban a unos diez pasos del club, como estaban peleando, se distinguían entre las personas que estaban afuera atendiendo a lo suyo.
Rebecca los alcanzó a ver, dio órdenes a los hombres de que se queden ahí, y caminó hacia ellos dos ella sola.
—Valeria, ven —ordenó. Valeria la miró, pero aun Francisco la agarraba de la mano.
—Señora, no se acerque. No son sus asuntos. Esta es mujer mía —aseguró Francisco. No la soltó. Le abrió bien los ojos y puso la mano abierta para que se detuviese.
—¿Estás loco? ¿Quién eres tú? —Rebecca sí se acercó. Lo empujó, y él no soltó a Valeria, sino que la haló más junto con el impulso de la agresión de Rebecca.
Al ver el acto de violencia, la gente curiosa observaba, como buenos espectadores, no querían intervenir. La seguridad de la puerta se le acercó, a la defensiva.
—Deje a las damas caballero —advirtió la seguridad.
Francisco alzó las manos, soltando a Valeria quien se alejó de inmediato de él, dándose cuenta del error que estuvo a punto de cometer al tratar de irse con él.
—Ya, ya —sonrió dando pasos hacia atrás—. Ustedes no entienden, este tipo de mujeres no tienen hartos a todos, son infieles, vividoras. Te cogen el dinero y te engañan... —Señaló a Valeria, quien se alejaba del lugar con Rebecca—. Esta zorra, ¡ya le pagué! Ahora ella me debe a mí.
En ese instante, a unos escasos metros, Ben llegaba al lugar. Se dio cuenta de que pasaba algo porque había al menos cinco personas rodeando a alguien que vituperaba.
—¿Qué sucedió?
—Un baboso, haciendo un alboroto por nada —comentó una muy menuda chica que se marchaba hacia dentro del club, después de ver de que el "alboroto" no pasaría a mayores.
Ben se acercó al lugar, la seguridad que parecía aconsejar a un hombre, después de terminar de hablar, volvió a su puesto.
—Hey amigo, ¿Qué sucedió? —preguntó Ben al muchacho que ya había dejado atrás sus tres minutos de fama, pues todos se marchaban al ver que ya nada sucedía.
—La gente se alborota de nada, estaba tratando de llevarme una puta a mi hotel, y ahora soy un villano.
—¿A la fuerza? No relajes. —Ben le sonrió, se dio cuenta de que sus facciones le traían un vago recuerdo. Pero no recordaba de qué o dónde—. Das lastima, no causes alborotos en mi club —le advirtió.
Francisco, ahora con confianza de que hablaba con el dueño, pasó su mano por encima del hombro de Ben y señaló a Valeria, que estaba de espaldas junto a Rebecca.
No la había visto desde hace más de tres días, pero la reconoció en seguida.
—¿Ves aquella, del vestido azul? No deberías dejar que putas como ella estén aquí. De aquí soy fiel cliente desde años. Cada vez que vengo a...
Ben no entendía claro que había sucedido, pero que hablara así de ella le convino en una rabia increíble, y se le antojó darle un solo puñetazo, que hizo tambalear a Francisco quien se tocaba la barbilla adolorido.
—Espero que no vuelvas a pisar este lugar, hijo de puta.
La gente no vio las acciones, solo cuando ya estaba golpeado y Ben se alejaba. Si Francisco iba detrás de él a buscar represalias, Benjamín ni siquiera se dio cuenta porque la seguridad lo retuvo.
Ben se tocó la muñeca y después caminó hacia donde Valeria. Suavemente, agarró su mano y se la llevó consigo dentro del club, por los pasillos, a otra salida con un garaje, huyendo de la escena.
Ella se dejó llevar por él. En esos tres días se quería engañar a sí misma, pero solo quería volverlo a ver.
Valeria estaba segura que el pasado volvía, más fuerte que nunca.
.
***
gaby: Espero que entiendan la razón de porqué Val actúa de esa forma... Traje cap nuevo y Pronto sabrán más. Caps finales.
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