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Capitulo 19: Problemas en el paraíso.


Capítulo 19: problemas en el paraíso.


Ben regresó una semana después a la finca. Eso a Valeria le pareció extraño, pero le puso a pensar que tal vez era momento de decirle la verdad.

Había muchas cosas que todavía estaban en incógnitas, como la verdadera razón de irse, o por qué aparecer de la nada cuando ya estaba tarde, según él, y no quedarse a resolver las cosas.

Cuando se dirigía a su habitación se estaba haciendo esas preguntas, y un desanimo en general le llegó. Tal vez no se armaba de valor suficiente, no en ese momento de malestar.

—Me dijeron que me llamaste. —Valeria dijo después de entrar a esa habitación y cerrando la puerta detrás de ella. Ben estaba sentado sin camisa en la cama, apoyándose de sus manos y con una botella vacía a sus pies. La escena estaba extraña, como si estuviera muy arreglada, muy hecha a propósito.

—Me alegra que no te hayas ido como dijiste —comentó—. Y me gusta que uses tu mascara. Acércate.

Valeria se acercó y Ben se levantó. Frente a frente, miró sus ojos a través de la máscara. La agarró de la cintura y junto sus labios con lo de ella unos segundos.

—Quítatela —susurró deteniéndose, a pocos centímetros de su boca.

Había algo distinto. En la habitación olía a alcohol, pero él no había bebido nada, era fácil de distinguir por el sabor de su boca.

Ben falseó que le iba a quitar la máscara y ella se alejó, caminando a la puerta.

—Espera... —le dijo. Él se quedó en el mismo lugar. Valeria subió sus manos hasta su cara, y se quitó la máscara con lentitud.

—Valeria, ¿Qué haces aquí? —Le preguntó, a lo que Valeria se quedó de piedra—. ¿A qué juegas?

Valeria frunció el ceño.

—¿Me preguntas eso? —Sonrió de lado, se mordió el labio.

Ben caminó hacia ella y la abrazó, fuerte. Ella podía sentir su cuerpo caliente envolverla y sintió alivio por su reacción.

Devolvió el abrazo. Las palabras no iban a explicar tanto... se extrañaban. Antes, habían pasado años largos sin verse, pero luego de volver a encontrarse, esos meses en que se habían vuelto a alejar habían sido un calvario.

Valeria suspiró pesadamente.

—Quería decirte que yo tampoco te dejé de querer. Si creo que fue injusta la manera en que te fuiste, pero siempre te quise.

Ben deshizo el abrazo para tomar su rostro con sus manos, la miró a los ojos.

—¿Pero cómo llegaste aquí?

La puerta sonó y Ben miró la puerta. Sintió molestia de que alguien estuviera interrumpiéndole en ese momento, cuando ellos iban a hablar.

Luego, instintivamente, puso a Valeria detrás de sí y preguntó quién era.

Quien estaba detrás de la puerta era un tipo llamado Oliver, la abrió sin volver a tocar.

—Hay unas personas que lo andan buscando. Santa los ha recibido en el comedor de los empleados. Es que no lucen de fiar.

—¿Andan solos? —preguntó él.

—Las cámaras perimetrales muestran un par de vehículos a unos metros de la entrada. Necesitamos sacarlo de aquí.

—¡Maldita sea! —Ben buscó su camisa y se la puso—. Reúnan a los niños en el patio trasero, que permanezcan quietos con sus niñeras, preparen la Van para que se vayan por la otra salida ¿de acuerdo?, preparen los autos, y que los guardias estén atentos.

Oliver asintió y se fue a acatar las órdenes.

—¿Ben que pasó? —preguntó Valeria, en medio de todo ese frenesí por unas simples visitas.

—Parece una emboscada.

—¿Una emboscada Ben? Pero yo pensé que habías dejado ese tipo de vida.

Ben se puso las manos en la cabeza y miró a Valeria de arriba abajo.

—No puedes salir con ese vestido tan corto, ¿no tienes algún otro?

—En mi cabaña. Tendría que pasar por el frente de tus comensales —le respondió alzándose de hombros, un poco liberada, de que su reacción a que ella estuviera ahí fuera tan... normal.

Ben se metió al armario, como si fuera más profundo de lo que se veía, y sacó dos pistolas de allí, y se las puso en la cintura. Valeria observó su acción.

—No, demonios, no vas a pasar ni cerca. Camina. —Le tomó la mano mientras salían de la habitación.

Bajando por otras escaleras, Valeria y Ben llegaron a un patio secreto, con una carretera cuyo final era unirse con la que daba a salida a la finca a unos quinientos metros.

Allí, en una Van camuflada, que ya estaba encendida, los niños estaban siendo subidos por Jessi, y Oriana parecía mirar de una forma resentida a Valeria que en ese momento llevaba el vestido corto y le sostenía la mano al jefe.

—Entra allí, Valeria. —Ben le pidió.

—¿Qué? —ella preguntó, habiendo escuchado, pero no queriendo acotar esas órdenes.

—Entra allí. Hey, chofer, —dijo, hizo un gesto a quien conducía la Van—. Llévela donde ella le indique, por favor.

—¡No!, ¡no me iré, escúchame bien! —Se le acercó al oído y le comunicó con fuerza—. No me iré a ninguna parte si no es contigo. ¡No conozco a esta gente! —Se alejó de su oído y le observó eufórica. Tenía toda la cara caliente, pero las manos frías.

Ben miró a Valeria apretando la mandíbula, si tenía que meterla allí a rastras lo haría.

—La Van se tiene que ir ahora, mi señor. —Comunicó un muchacho que trabajaba para Ben.

—Lo hago por tu bien, Valeria. —dijo. Bajó el tono de voz, diciéndole seriamente.

Valeria le tomó del brazo.

—Ya no decidas más por mí.

Ben hizo una seña, con Santa adentro cerraron la puerta de la Van que se marchó.

Ben llevó a Valeria a un garaje. Era uno bastante grande, donde había unos cinco carros parqueados, pero solo tres ya encendidos, tan modernos, que casi no sonaba su motor. Él se acercó a hablar con los hombres que estaban allí.

Valeria se cruzaba de brazos y los veía trazar lo que parecía ser un plan.

Detrás de la puerta del garaje estaba el camino a la salida.

—Nos unimos en Q, en veinte minutos. —Fue lo más claro que escuchó decir a Ben, antes de que este se le acercara de nuevo y le tomara la mano.

Valeria se subió en el vehículo con Ben. Él le pidió que se agachara por la simple razón de evitar una bala perdida, si llegaban a existir.

El corazón le latía a mil. Sintió cuando se abría la puerta del garaje y el vehículo empezaba a moverse. Estaba esperando que abrieran fuego, pero no sucedió.

El vehículo iba de prisa. Tanto que Valeria sentía vértigos. Dentro del vehículo iban en silencio, contando a ellos dos, había seis pasajeros. Después, se escuchó un disparo muy a los lejos, a los que le siguieron una ráfaga de disparos más. Tenía sus manos tapando sus orejas para ver si podía detener el sonido. Todo era tan irreal, pero daba miedo.

Hasta que cesó.

Estaban muy lejos del lugar del tiroteo. Al menos así lo percibió.

Diez minutos después de estar en esa incómoda posición, el carro se detuvo, y Ben la ayudó a levantarse de ahí.

Afuera ya, le temblaban las rodillas y hacia un poco de frío.

Casi oscurecía, el sol cálidamente reposaba por el oeste. La carrocería del auto no sufrió daños y lo único que hacían esos tipos ahí era darse la mano. Al parecer a ellos no les habían disparado. El plan de hacer parecer que en el otro vehículo andaba Ben parecía haber funcionado.

—Ben, ¿puedo ir a casa? —Valeria susurró en una pávida voz.

Ben se acercó a Valeria, quien estaba pegada al auto y se abrazaba a sí misma. La miró con su vestido corto y su cabello un poco desarreglado por la posición en que estaba en el auto. Le tocó el mentón y lo alzó un poco para que ella lo mirara a los ojos, pero antes de hablarle, sonó un celular. Todos voltearon a ver el celular.

—Apaga esa mierda —ordenó uno de los tipos. Ben caminó hacia quien tenía el celular y le observó la pantalla, colgando la llamada de inmediato.

Después sacó otro celular de su bolsillo y marcó unos números, y esperó que contestaran.

Valeria todavía temblaba, y se quejaba en voz baja. Ben se alejó y empezó a murmurar en el teléfono, parecía enojado, no se escuchaba qué decía.

Uno de los tipos, molesto por el lloro de Valeria, se acercó a ella.

—Deja de lloriquear, nadie te ha metido una pistola en la boca.

A Valeria se le fue el aliento. Estaba en un estado alterado y nervioso. Que le dirigiera la palabra le asustó demasiado. No entendiendo claro porque ese hombre se le había acercado en primer lugar.

Los recuerdos de aquella noche traumática en que había sido amordazada por los desconocidos del banco vinieron a su memoria y le provocaron una sensación desagradable, Ben estaba a unos metros pero se sintió desprotegida, vulnerable y terriblemente sola.

Ben volteó a mirar Lexter que era empujado por Juan. Él lo alejaba de una Valeria que lucía aterrorizada. Colgó la llamada y camino rápidamente hacia donde estaban.

Lexter se alejaba levantando las manos.

—Oye Ben, son gallinas.

Ben le quitó el cabello de la cara a Valeria, y viendo sus pequeños ojos oscuros pudo ver el terror en sus ojos, sus labios blancos. ¿Qué le había dicho? Puso su mano en la nuca de Valeria y la acercó a su pecho, tapándole la vista, luego escuchó dos disparos y Valeria tembló, y trató de ver qué ocurría.

Ben quitó la mano de su cabeza para ponerla en su cintura. Valeria alzó la mirada lentamente: nadie estaba herido, había lanzado al aire los disparos.

Ahora le temblaban los labios. Todo estaba en un silencio sepulcral.

—La próxima vez que alguien le hable, los disparos no irán al aire.

—No me hizo nada —murmuró con dificultad ella, sin despegarse de él—. No me hizo nada, ¿por qué haces esto?

—Escuché lo que dijo —Le respondió—. No es la forma de tratar a una chica, Lexter, ¿entendido? —Se dirigió entonces al muchacho, que era joven igual que Ben, pero quería actuar como más maduro.

—Entendido —respondió al ras, con la cara seria—. Solo trataba de calmarla. Lo siento, señorita.

Valeria le rehuyó la mirada. Ese tipo había sido muy grosero. Ella no se sentía cómoda allí. El silencio que le sucedió le seguía molestando. Pero después se escuchaba un vehículo acercarse.

Valeria esperaba ver el siguiente movimiento. El vehículo llegó y se bajaron otros dos hombres de el. Ben se le despegó dos minutos y no sabía a donde moverse o si siquiera si podía moverse.

Uno de los tipos con gorra puso una bolsa negra en el asiento del copiloto del vehículo en el que se habían transportado. Estaban creando una escena para los investigadores si encontraban ese auto.

Ben guio a Valeria al vehículo que había llegado. Era uno blanco con vidrios transparentes y los del baúl estaban tintados de negro. Levantaron el asiento, para que pudieran pasar a los asientos de atrás. Valeria no tenía cara de querer entrar. Todavía estaba frisada y no hablaba. Así que Ben entró y después le hizo señas para que entrara.

Ella entró, porque aunque todavía estaba en shock, estaba segura de que no quería quedarse con esos tipos. Cuando se sentó, el tipo de la gorra cerró el compartimiento, y ya no pudo ver más hacia adelante, y lo demás ocupantes no los podían ver a ellos. Valeria sintió cuando el aire frio del vehículo empezó a circular, y más aún cuando la camioneta empezó a moverse. En otro escenario hubiese preguntado cómo era posible, pero estaba paralizada.

Se sintió la ropa húmeda del sudor frío. Estaba incomoda.

Ben se quitó la camisa que tenía, quedándose con el torso desnudo, y sacó unas franelas que estaban en un compartimiento frente a sus pies.

—Toma, ponte una de estas, —le pasó una Valeria, un recuerdo le llegó a la mente y sonrió—. ¿Recuerdas cuando nos vestíamos iguales?

—¿A dónde vamos? —Valeria cambió el tema.

—Quítate esa ropa, por favor. —Le pidió. Siguiendo su juego de cambiar temas.

Valeria lo miró y después tomó la franela. Dejó de mirarlo y miró al frente, que era solo una pared rustica sintética que dividía su cabina de los otros asientos. ¿Cuántos hombres habían sentados delante? ¿Y cuántas veces Ben se había subido en ese compartimiento secreto?

Se quitó el vestido, y rápidamente se puso la franela, como se podía ver a través de ella, se puso la camisa de Ben encima.

Le quedaba por los muslos, incluso cubría más que el vestido que ahora yacía a un lado de sus pies. Después con sus dedos se peinó el cabello y entonces se recostó de una pequeña ventanita que no le dejaba ver nada.

Cerró los ojos.

Al despertar, su cabeza se apoyaba del pecho de Ben y el medio la abrazaba. Él estaba despierto y le tocaba el hombro con suavidad.

—Despierta, que llegamos.

Valeria terminó de abrir los ojos, y vio que ahora la puerta para salir estaba abierta. Salio rápidamente, para encontrarse a sí misma en un muelle privado, unos vehículos parqueados, unas lanchas y yates anclados a unos metros en el muelle. Olía a la sal marina.

Una muchacha la saludaba. Valeria volteó a mirar a Ben, quien salía ahora del vehículo, ahora, observándolo bien, notó que el mismo estaba construido para que no se tuviera ni la más mínima idea del compartimiento secreto en el que ella y Ben viajaron.

—Hola señorita, ¿me acompaña? Debo darles algunas direcciones. Venga conmigo. —La muchacha que la saludó le siguió hablando. La guio cerca de la lancha. Mientras le daba un salvavidas y le conversaban cosas sobre la seguridad en alta mar.

Ben movía el cuello para desestresarse, mientras Juno se le acercaba con cara de malas noticias.

—¿Qué diablos fue eso? —Ben preguntó.

—Alguien intento hacernos caer en una trampa.

—¿De la nada? Ellos incluso sabían que yo estaba allí. ¿Cómo conocían la existencia de ese lugar?

—Alguien quiere deshacerse de ti o jugarte una broma. Es todo lo que sabemos.

Rebecca se bajó de un vehículo blanco, moderno, y se apresuró a abrazar a Ben. Cosa que no pasó inadvertida ante los ojos de una Valeria que vigilaba a Ben con el rabillo del ojo desde lejos en todo momento.

Ben dejó que lo abrazara, y después se miraron frente a frente.

—¡Que horrible! ¡Madison está nerviosa! ¡Tenia los labios blanquísimos!

—¿Pero están bien todos?, ¿Dónde pasaran la noche?

—Sí, ella está bien. La dejé en mi casa. Santa se llevó a los demás. —Ella puso rostro de compasión—. Necesitaba verte, Ben. ¿Qué es lo que pasó?

Ben se puso las manos en la nuca.

—¿Qué dicen las noticias? —preguntó, ya que sabía de más que ella ya sabía mucho de la situación, y solo esperaba que él le completara el rompecabezas.

—Hablan de un tiroteo, un enfrentamiento, ajuste de cuentas. Encontraron un auto y en el copiloto tenía un saco con dinero —comentó rápidamente.

—¿Qué opinas de eso? —Ben preguntó ya tranquilo.

—No lo sé. ¿Ben, quien quiere hacerte daño? Tú y yo sabemos bien que hace mucho tiempo no tocas dinero blanco. Hace años no te ensucias las manos. No lo entiendo. ¿Esto es alguien solo tratando de joderte?

—No lo sé, Rebecca. —Ben dejó de mirar a Rebecca y fijó su mirada en Valeria, quien también lo miraba con el rostro confundido, y como si estuviera herida, pero desconocía la razón completa, tal vez seguía asustada por la forma en que el hombre le había dirigido la palabra.

—Desde que ella llegó las cosas cambiaron, ¿no lo crees? —Rebecca siseó—. Solo mírala Benjamín, date cuenta, la pobre está... ¿y que es esa ropa tuya que lleva puesta?, ¿no te da vergüenza?, ¿no te da pena en lo absoluto?

—No dejes que los celos te dominen.

—Ni tuve celos de ella antes ni ahora. No es sobre mí, es mi instinto materno. Ella no debería estar aquí así. ¿No es universitaria, profesional? Entonces dime qué rayos hace detrás de ti. Ella no pertenece a este tipo de mundo, haz querido forzarlo pero ya viste que no es posible.

—Mira, yo no la traje, vino sola. —Ben dejó de mirar a Valeria, quien se mordía la uña del dedo anular con frenesí mientras miraba las olas chocar con el muelle.

—¡Entonces mándala a casa! ¡Si quieres hasta la llevo!

—No te la confiaría. —Ben se rio—. Tienes una hija a la que responder y no le gustaría verte en la cárcel.

—¿Piensas que le voy a hacer daño a esa muchachita? Benjamín, por Dios, tienes una década conociéndome, yo no sería capaz. Si quieres protegerla del daño, por una vez en tu vida deja de pensar con la cabeza que está dentro de tus pantalones y piensa con la cabeza de aquí. —Se señaló su propia sien—. Mándala a casa.

—¿Cuál es el afán? No lo mandaré. Dijiste que todo empezó a cambiar cuando ella llegó. Si se va sola, pueden hacerle daño para hacerme daño a mí. Se va a quedar conmigo hasta que todos entendamos que demonios está pasando. —Benjamín se movió que se iba, y volvió—. Vuelve a casa Rebecca, cuida a tu niña por una maldita semana hasta que Santa pueda atenderla de nuevo, en eso debes fijarte, no en la vida de adultos. Ya no tiene diecisiete, déjanos en paz.

Ben caminó hacia donde Valeria, quien le huyó la mirada y el afecto cuando este le agarraba la cara para besarle la frente. Ante la sequedad de ella solo le pasó las manos por los hombros.

Rebecca observaba la acción obstinada. Se devolvió a su vehículo en busca de su cartera, aprovechó y abrió el baúl y tomó un vestido de las prendas de vestir que guardaba allí. Le dio la llave a uno de los tipos que estaban en el lugar y se subió al yate junto con Valeria y Ben.

Ella no habló con ellos.

A Valeria le pusieron un salvavidas porque nunca se había subido en un yate. Rebecca y Ben no llevaban el suyo puesto.

Mientras Valeria estaba sentada en una esquina con los ojos en la cabina de control del yate, en su mente los pensamientos iban rápido, pero no podía analizar nada. Le molestaba la presencia de esa mujer con la copa en la mano. Ben estaba sentado a unos metros de Valeria, con los ojos cerrados.

Debo ir a casa. Se le repetía en la cabeza.




*****

gaby: Hey, perdonen mil por la tardanza. 

Pretty much se entiende que pasó aquí. Problemas. Unas personas encontraron la finca de Ben y no tenían buena pinta, ¿pero como llegaron allí? Y... ¿por qué Rebecca siempre tiene que arruinar las cosas entre Ben y Val? Es como un fantasma que aparece, y aparece. 

Ben no reaccionó mal con Vale porque ya sabía hace semanas que ella estaba allí, y como había estado buscándola se sentía bien de que ella estuviera allí. Claro que todo iba a "solucionarse" pero que Rebecca volviera a aparecer y ese atentado aprieta un poco las cosas. Valeria pensaba que Ben había dejado sus andanzas. Y realmente está, no solo asustada, sino... decepcionada, tanto que quiere ir a casa.

Este n/a es super long porque quiero, necesito, que tomen en cuenta esto que digo porque uds leen el cap super rápido y no ven pistas y quiero que se fijen bien para poder entender los demás capis que vienen y que estoy muy emocionada porque lean. 

En mi defensa por mi n/a kilometrico, el cap tiene más de 3k de palabras. So yes. Bye.

Mil gracias por leer.

ILY♥

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