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Capitulo 18: Alivio momentáneo.



Capitulo 18: Alivio momentáneo.


Sonaban los pajaritos en el balcón de la habitación. Las puertas permanecieron abiertas toda la noche.

Era aún muy temprano. Al Ben abrir los ojos, sintió que alguien más compartía la cama con él. Se sentó en la cama y la observó; ella en pijamas, con la máscara mal puesta en el rostro.

Le martillaba la cabeza y se sentía cansado.

¿Dónde diablos estaba Santa con su pastilla para la resaca?

Se pasó la mano por la frente mientras la seguía mirando. Le dieron ganas de besarla de pronto, al menos abrazarla.

No estaba enojado, ni furioso. Solo se sentía aliviado. No tenía idea de cuáles eran sus planes, pero mientras estuviese debajo de ese techo, no le importaba a qué rayos jugaba.

Se levantó sin tocarla, y se metió al baño para probar si el agua fría le mejoraba como se sentía.

Al salir, ella ya no estaba allí.

Ben estaba sentado encima de su cama, mirando al suelo, cuando Santa entró sin avisar.

—¿Y?

Ben señaló hacia atrás, sin despegar la mirada del suelo.

—No puedo creer que estuve buscándola todo este tiempo y siempre estuvo bajo mi techo, no puedo creer todas las cosas que descubrió aquí y aún se quedó... no puedo creer lo hermosa que luce durmiendo en mi cama... me siento aliviado de que esté aquí. —Respiró hondo—. No tengo idea de cómo llegó, ni sé cuál es su plan con esa estúpida mascara, pero sea lo que sea, prefiero que se quede aquí.

Santa le observó atenta, asintiendo al ver que su plan había funcionado. Cuando llamó a Ben y le contó todo lo que estaba pasando; que en la finca estaba una chica y que ella se iría al otro día, que si no quería perder lo que andaba buscando, debía volver.

—¿Desea algo? —preguntó satisfecha.

—¿Me haces un favor? Que ella no se vaya de aquí. Está más segura. Tengo que averiguar qué pasó cuando me fui.

Santa le pasó una pastilla para la resaca y una copa de agua, se iba por la puerta. Antes de salir se dio la vuelta. Ben se metía la pastilla a la boca.

—¿Sigue ella pensando que la engañabas con Rebecca?

—No lo sé, pero me lo preguntó, piensa que yo no sé quién es.

—Bueno... —afirmó dubitativa.

—¿Tú no me crees?

Ella se quedó callada un tiempo más, sus líneas de expresión se le marcaban en el rostro. Era una señora ya entrada en edad, con la sabiduría que daban los años.

—Yo solo administro la finca.

—Antes de empezar a salir con Valeria, Rebecca huyó con Madison. No la volví a ver un buen tiempo, Valeria ni siquiera seguía conmigo cuando la vi de nuevo. Es solo una vieja amiga.

—¿Ella conoce a Valeria desde antes?

—Claro que la conoce. Los rumores corren rápido. Absolutamente todos conocían a Valeria hasta que aquel siniestro nos separó.

Valeria se peinaba frente al espejo del cuarto del baño. Todo el cabello se lo recogió hacia atrás. Tenía ojeras pues no había dormido bien y la mente la tenía hecha un revoltijo. Ben le dijo a "Samy" que no había engañado a nadie, y no sabía si creerlo o no.

—La estoy dejando ganar. —Se dijo, como realizándolo todo—. Esa mujer solo quiere destruirme. —Se dijo refiriéndose a Rebecca. Le dio pena ver su rostro, los meses allí adentro no le habían sentado bien.

Sin embargo, no se fue con Santa a la ciudad ese día.

Salió de la habitación minutos después. Jessi estaba afuera, trayendo ropas recién lavadas y secas para llevarlas a sus habitaciones. Le saludó con una sonrisa de victoria sin emitir palabra, Valeria le sonrío por cortesía.

Tati alcanzó a Valeria de pronto cuando esta se aproximaba a la cocina de la casa de los niños.

—¿Qué haces? —Le preguntó a Valeria.

—¿Yo? Ahora mismo, no sé... —Se alzó de hombros, quizá buscaría comida, o ayudar con alguno de los niños—. ¿Por?

—¿Qué tal si montamos caballo?

Valeria sonrió ante la idea precipitada. ¿Montar a un caballo?

—¿En serio?

—Sí. Mira, Oriana no quiere hacerlo conmigo, está con los niños. Tengo la mañana libre hoy, y no tienes que preocuparte por Madison, se ha pasado desde temprano con el jefe. Pienso que podrías acompañarme. El jefe tiene unos caballos para los empleados.

Valería miró el rostro de Tati, le daba apuro decirle que no.

—No lo sé, el barro y los animales, no son muy mi estilo. Digo, me gustaba jugar, y ver los juegos de básquet, pero no meterme en deportes. —Valeria negó haciendo una mueca.

Tati se rio emocionada, como si estuviese nerviosa.

—¿En serio? Anda, ve, desayuna, y te espero unos segundos. ¿Vale? —Preguntó con la cabeza abriendo los ojos. Parecía una mirada maniática. Valeria no tuvo más que asentir.

En la casa de los niños preparaban el desayuno todas las mañanas. Valeria siempre iba para tomar un puñado de cereal mixto que siempre había. Santa lo había comprado, pero a los niños no le gustaba, por lo que esa gran caja estaba allí, y las niñeras de los niños podían comer del mismo hasta agotarlo.

Valeria entró a la casa y buscó en los gabinetes, tomó la caja y la abrió. Escuchó la voz de Madison y luego la de Ben acercarse. Abrió los ojos espantada, y se puso detrás de una pared que dividía la cocina de una terraza a techo cerrado. Asomó la cabeza y observó a Madison mirar a Ben con una sonrisa en la boca.

—Entonces, dime, ¿sí o no? Y piénsalo bien, me lo debes Benjamín.

Ben buscaba algo en el gabinete, tenía una franela blanca, y su brazo tatuado le llamó la atención de nuevo. Había ganado más músculos que antes, y le llamó la atención lo bien que se veía para haber estado con resaca. Él sacó una copa de cristal.

—Solo observa todos esos platos sucios del desayuno, —señaló los restos de los niños—, ayuda un poco a Santa y tal vez lo considere.

Madison rodó los ojos y lo siguió observando.

—No. Creo que eso lo puede hacer Samy, porque yo tenía semanas, casi un mes, que no te veía. Y me prometiste que cuando volvieras íbamos a ir a la alberca, me ibas a enseñar a nadar, te quedaste en la lección dos, no es justo.

—Eres una niña, no me vas a sobornar. —Ben le contestó divertido.

—¡Ni siquiera te soborno! —Le sonrió ampliamente—. Solo te exijo. —Y quitó la sonrisa.

—No sé si habrás notado Madison, que me siento rezagado, y no creo que podré dar clases hoy, pero entraré a la alberca unos minutos.

Valeria salió por la otra salida y les dejó en su privacidad. Después se puso a pensar, le dio cierta nostalgia ver a Madison, ese brillo en los ojos, ese tono de voz. Después asuntos como que nunca la llama papá o su mal humor cuando no lo ve, a todo le dio sentido, y se detuvo, con una sonrisa de lado en la boca, que le pareció tierno e ilusivo.

Madison no veía a Benjamín como un padre, más bien, le gustaba, de alguna forma sana e inocente, como solo una niña puede sentirlo. Madison sabía que no era su papá. Y Ben era joven y tal vez ella se lo encontraba bonito.

Valeria se mordió el labio.

Tati ya se había puesto casco. Le pasó uno a Valeria, y Valeria se metió lo último que le quedaba del cereal en la boca, con la boca llena se puso su casco, y caminaron ambas hasta donde estaba el señor que las iba a montar en los caballos.

—Este es el mejor trabajo del mundo, es como si no fuéramos empleadas de verdad. A veces se me olvida. —Tati decía caminando con una sonrisa en la boca.

—Ajá.

—¿Y entonces, estás disfrutando?

—Más o menos, —seguía pensando en Madison—, oye Tati, una pregunta, ¿no te parece que a Madison le gusta Benjamín?

—Sí, cosa de niñas, tiene trece y las hormonas alborotadas. Supongo que se le pasará —respondió Tati, como si no fuera gran cosa—. El jefe ve a esa niña como una hija, le da mucho cariño y le da de su tiempo cada vez que viene. —Comentó pensativa—. Lástima que ella no lo vea igual. Vino a los nueve años, ya era muy grande, ¿ves?

—Ay Dios, debí haberlo notado antes. Es muy dulce que se haga esas historias en la cabeza.

—Lo es. —Tati le sonrió a Valeria de nuevo—. Ella se controla a sí misma. Cuando crezca más y madure dirá: no puedo creer que él me gustaba.

—Supongo que no lo pudo evitar. —Valeria afirmó, alzándose de hombros.

—Viene de un hogar destruido, y una mamá loca, aquí esa niña es feliz al menos. Necesitaba un pequeño oasis dentro de tanto caos. —Se puso seria—. Lo que hizo Ben al traerla aquí, fue salvarla, donde estaba, ella seguro pudiera estar en las calles y en el vicio, ese ambiente de donde proviene era uno en el que ya estuviera metida en bares y con novios, el tipo de ambiente donde las niñas se prostituyen para obtener cosas de valor. Aquí se desarrolla en un ambiente sano, y va un colegio privado de gente muy lejos del bajo mundo. ¿Sabes? Sea como sea, ya la vida le cambió, está creciendo ahora rodeada de un ambiente y con compañeros que ven la vida distinta.

—Me alegro de que sea así, no me imagino la inocencia de Madison corrompida de esa forma. —Valeria se puso el cabello detrás de las orejas. Pensó en el ambiente de su barrio, y de sus compañías, todas las muchachas no tenían ese tipo de perfil.

Era muy diferente, porque eran obligadas a madurar muy rápido, perdiendo sus mejores años.

Ella era un pez fuera del agua allí, y lo fue durante un buen tiempo. Que Madison fuera rescatada de un ambiente así antes de que fuera tarde, le hacía sentir bien por dentro.

—Ella usa sus gafas y su pintalabios rosa, pero se puede ver que no está corrompida, cree en las hadas aún. —Tati afirmó—. Tal vez no le gusta Benjamín de una forma indecorosa. Quizás solo lo adora porque lo ve como un héroe, le ha dado de todo.

—Tiene sentido para mí. –Valeria le respondió.

Tati se alzó de hombros.

—Es diferente a cualquier empleada que le tenga ganas al jefe, solo funciona el deseo sexual. —Tati se rio tocando el hombro de Valeria.

Valeria sonrió incomoda. Era algo un poco extraño, pensó que Tati era extraña, pero no se lo dijo. El sabor del cereal le dio unas ganas de vomitar a Valeria, pero se contuvo.

—Sabes que, súbete tú al caballo, no me siento bien como para subirme.

—Quisiera comer como una pizza con doble queso y mucho jamón y maíz, tal vez unas ruedas de piña y pollo. —Valeria fantaseó en la sala de estar de los niños, quienes veían televisión. Había mucha comida saludable en esos días en el arca de la casa de los niños. Era sábado por la noche. Tenían permiso de dormir tarde y ver un maratón de películas.

Jessi le sonrió a Valeria y Madison le miró alzando una ceja.

—Hasta que tienes una buena idea, Samy. —Madison afirmo—. Si sigues así, me caerás de maravilla.

Pronto los niños querían pizza también, dejando de ver la televisión y rogándole a Jessi que aceptara la propuesta.

—¡Qué suerte tienes! —Jessi le dijo cuándo se levantaba, ir a comprar pizza implicaba conducir casi una hora hasta el lugar más cercano—. Tus antojos son órdenes.

Valeria se rio.

—No tienes idea cuanto deseo la pizza. Tengo una semana completa comiendo solo verduras y carne sin sazón. En casa, Dios mío, comía al menos pizza todos los viernes —dijo seriamente frunciendo el ceño.

El pensamiento de su antigua vida en la capital le asomó, sus hábitos alimenticios eran desordenados. Ahora en la finca su dieta había cambiado y quizás por eso había bajado de peso. Se sentía débil sin los carbohidratos que tanto acostumbraba a devorar.

—No puedo creer que Ben haya durado aquí solo dos días. —Madison se quejó—. Es increíble.

—Sí, increíble. —Valeria estuvo de acuerdo.

—Samy, Tati me dijo que estabas mareada antes de ayer y que no subiste a los caballos. —Oriana comentó sin despegar los ojos del televisor, interrumpiendo la conversación de Valeria y Madison.

—Un poco. Pero solo fue ese día. Parece que el cereal mixto me hizo daño. Estoy cansada de las fibras.

—¡Ese cereal es maldito! ¡Se los dije! —Madison comentó energética, tocándole la rodilla a Valeria—. Deja de comerlo, te consumirá el alma su sabor dietético. —Le abrió los ojos a Valeria.

—Tomaré tu opinión Madison. En serio.

—Malas noticias niños, y Samy, —Jessi volvió a la sala—, Santa dice que está muy tarde para salir a comprar pizza, pero, Tati nos hará unas caseras. Necesita dos ayudantes. Hay masa, hay salsa, queso, un poco de jamón. Ella les espera en la cocina.

Madison se levantó, con su vestido marrón por encima de las rodillas que le quedaba adorable. Le tendió la mano a Valeria.

—Ven, vamos Samy. No hay piña, pero al menos es pizza.

Valeria miró a Madison, extrañada de su cambio de humor hacia ella. Le sonrió, y tomó su mano.

Las cosas se ponían más fáciles.

—Vamos. 




***

Gaby: Hola!! En este cap, podemos ver, que la noche pasada Ben sabía que estaba hablando con Valeria, pero prefirió no encararla en ese momento, si no ver hasta donde ella seguía con ese plan o juego, o lo que sea. Por eso se levanta y la ve allí, y siente alivio de saber que no es un espejismo. Ejem, hay mucha calma, por ahora, y las cosas parecen estabilizarse. Ahora viene asdfghjk (?) 

Cada vez que leo le arreglo cosas ♥ Mil gracias por leer y comentar, al menos pueden pasar una semana más sin preguntarse cuando se van a reconocer y preguntar ahora cuando Valeria le va a decir a Ben que ella es Valeria, pongamoslo así. Igual, me emociona lo que viene. ♥

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