Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

UN TRATO; Cerremos mentiras [F]

El peliengro no se pudo concentrar en toda la mañana pensando en lo que ocurriría aquel día por la tarde.

Había aceptado el trato que el rubio le había presentado en bandeja de oro el otro día, pero no se encontraba lo suficientemente seguro como para confiar en aquella persona que sin siquiera conocerlo, ya le había propuesto riquezas de grandes magnitudes, o tal vez el simple hecho de haber hecho aquella propuesta sin vergüenza alguna era lo que lo hacia desconfiar a grandes escalas de él, o tal vez simplemente eran los nervios del momento.

Veía pasar lentamente los minutos en aquel gran reloj que colgaba en la pared de la cafetería, solo esperando el momento justo para ver al rubio nuevamente cruzar aquella puerta.

-Fred, tengo hambre- llamó su atención el castaño, quien desde hace un buen rato veía las ansias de el pelinegro saliendo de sus ojos

-Eh, si, voy a prepararte algo, ya vuelvo- Fred entró a la cocina y trató de tranquilizarse, sentía su pulso latir a una gran velocidad.

Sin pensarlo mucho, sacó los ingredientes para prepararle un emparedado al menor, después de todo, era lo más barato que había en el menú de la cafetería que, a pesar de no ser de lujo, tenía unos precios un poco altos a comparación de un establecimiento del mismo nivel de esta.

Fred colocó todo en la bandeja y se dispuso a salir, no sin antes mirarse al espejo que por alguna extraña razón se encontraba a lado de la puerta de la cocina, sin duda era algo que había colocado la dueña por algún capricho o por alguna razón que en estos momentos el pelinegro desconocía.

Este se acomodó el uniforme y la coleta que sostenía todo su cabello, salió del lugar y se dirigió a la mesa en la que se encontraba su hermano.

Poco a poco comenzó a caminar lentamente y un tanto extrañado, ya que desde donde se encontraba podía distinguir a una persona sentada en frente del castaño, alguien que no podía diferenciar.

Este estaba extrañado, Fred sabía que su hermano no hablaría con un desconocido por ningún motivo, estaba seguro de que le había dejado completamente en claro lo peligroso y riesgoso que podría ser para este esa clase de acciones.

Tomó un fuerte bocado de aire y, con paso seguro, se dirigió al castaño, quien tenía sus ojos puestos en sus libreta.

-entonces, ¿X es igual a 12 y Y es 7? ¿es así?- preguntó el castaño algo dudoso

-si, exactamente, bien hecho- contestó el contrario, Freddy dio una gran sonrisa y volvió a clavar sus ojos en la libreta.

Fred estaba un tanto confundido, pero a pesar de eso, colocó la charola en la mesa fijando la mirada en sus hermano.

-¿que estas haciendo enano?- preguntó este mientras fruncía el ceño

-nada, tu amigo me estaba explicando un problema que no entendía- Freddy miró al contrario con una sonrisa y Fred siguió su acción.

Al darse cuenta de que no era nada más y nada menos que el rubio que estaba esperando desde hace ratos se aclaró la garganta y se dirigió nuevamente a su hermano.

-Freddy, vete a sentar a otra mesa, mi amigo y yo tenemos que discutir ciertas cosas- Freddy solo asintió, tomó la charola y se dirigió a una mesa que se encontraba completamente vacía.

Fred tomó aire y con seguridad se sentó frente al rubio que, como siempre, tenía una mirada seria y confusa.

-Se parecen mucho tu y tu hermano- soltó el rubio, Fred se aclaró la garganta

-gracias, pero no viniste para que habláramos de mi hermano- Gold se acomodó en el asiento

-siendo sinceros, no me sorprendió para nada tu llamada el día de ayer, tal vez solo la hora, tardaste tanto que estaba considerando conseguir a alguien más- soltó este sin dejar de mirar el molesto gesto del pelinegro.

-Como sea, como te dije, acepto tu propuesta o lo que sea que haya sido eso- Gold sacó unos documentos de su mochila y se los extendió al pelinegro, el cual lo miró confundido -¿que es esto?- Preguntó este mientras revisaba el documento

-es un contrato- Fred miró rápidamente al contrario -como te comenté, "Fred", yo voy en serio, esto no es un simple negocio o un juego para mi- dijo este mientras le extendía un bolígrafo.

Fred ojeo las páginas de aquel contrato aún un tanto confundido, en algún sentido estaba completamente sorprendido de la seriedad que le estaba tomando el rubio a algo tan trivial y extraño como fingir tener una relación, esto lo puso a dudar a grandes escalas de los beneficios que el contrario obtendría con todo esto, no sueltas grandes cifras tan fácilmente a nadie.

El rubio comenzó percatarse de las dudas que el contrario se estaba formando, este se limitó a suspirar.

-como sabrás, aquí vienen los términos y de lo que ya te había comentado la ultima vez que hablamos, la cifra que recibirás, la duración de tus servicios y otras cosas que no tiene tanta relevancia remarcar- el pelinegro miró dudoso al contrario

-a que te refieres con "términos"- Gold alzó una mano y ordenó dos cafés para el y el contrario

-¿tu hermano no querrá algo más?- Fred negó rápidamente la cabeza y Gold pidió al mesero retirarse.

Fred miró por unos segundos el documento que el rubio tenía en la mano, dejándole por entendido a este que aun tenía muchas preguntas que hacer.

-como sabrás, cada trato cuenta con términos o reglas, si lo quieres tomar así, y es muy importante que sean cumplidas como cualquier otra, y, al igual que toda regla, al no ser cumplidas tendrá una consecuencia- el pelinegro asintió

-y dime, cuales son estos "términos"- el mesero llegó y colocó los cafés frente a estos, quienes los tomaron y el pelinegro dio un sorbo de esta.

-en total son 25, pero podemos tomar solo 13 como las más importantes- el rubio le dio un sorbo a su taza de café

-¿25? ¿que demonios planeas que haga o que no haga?- el rubio dio caso omiso a las palabras del pelinegro

-comencemos con el hecho de no mentir en cosas tan básicas como un nombre FRED- dijo el rubio haciendo énfasis en el nombre del contrario, este solo alzó los hombros

-no era del todo mentira, mi segundo nombre es Emas, además no tenia la seguridad como para darte algo tan importante- Gold lanzó un suspiro al aire y se limitó a continuar

-como sea, no puedes ocultar cosas tan importantes como estas de mi, al igual que yo intentaré decirte lo que más podría importar ante cualquier situación- el pelinegro viró los ojos

-¿y que hay de las demás?- Gold le extendió el contrato al contrario justo en una pagina donde estaban resaltados los términos que antes había mencionado

-la primera era la que ya te había mencionado antes- Fred suspiró al comenzar a leer el documento

-"2.- horarios estipulados para la interacción ante los demás"- dijo el pelinegro en tono de broma, el rubio tomó otro sorbo de su bebida

-esto no podría ser ni parecer verídico ante la sociedad si no malgastamos nuestro tiempo entre los dos- Fred miró incrédulo al rubio para después seguir leyendo el documento.

Jamás había sentido tanta incomodidad al entablar una conversación o realizar algún negocio con alguien.

La mirada del rubio tan encima de él, las dudas que surgían de su cabeza y las grandes ideas para rechazar un negocio como ese no dejaban de perturbarlo en su cabeza.

-bien, ahora lo único que debes hacer, es firmar este documento y listo, nuestros problemas estarán a solo un paso de distancia en resolverse- el rubio le extendió un bolígrafo con apariencia un tanto cara para el pelinegro.

Este miró por un momento el documento con desconfianza, al mismo tiempo que sujetaba aquel un tanto pesado bolígrafo que amenazaba con caer de su mano semitemblorosa, temía por si mismo al mismo tiempo que las dudas y curiosidad lo carcomían por dentro, se estaba encadenando a un futuro incierto lleno de incertidumbre pisándole los talones, sentía que no podía continuar de esa forma, que debía darse la vuelta y rechazar todo esto mientras pudiera, pero, algo dentro de si, lo obligó a mirar hacia atrás, a mirar a su pequeño hermano que sin replicar obedecía cada orden que se le indicara, todo con tal de no ser una carga para el pelinegro, y este lo sabía bien.

En ese pequeño segundo, comenzó a dejar de pensar en si mismo y comenzó a pensar en el castaño, en lo que tuvo que vivir a su lado, lo que sería de su futuro si tan solo este firmara aquel contrato, su vida se resolvería, sus vidas se resolverían.

Sin pensarlo nuevamente, este firmó aquel contrato, para después entregárselo al rubio, quien tenía una sonrisa victoriosa dibujada en su rostro.

-excelente, a partir de hoy, Fred Emas Fazbear, oficialmente eres mi pareja- el pelinegro sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar la voz del rubio

-¿y ahora que sucederá?- preguntó este intentando ocultar su nerviosismo.

El rubio sacó un pequeño sobre el cual el pelinegro abrió en seguida y se encontró con una tarjeta de crédito completamente nueva con un pequeño papelito con el código de esta.

-en esta tarjeta, cada día 11, te depositaré tu pago, así que ten mucho cuidado con ella- dijo este mientras le daba un sorbo a su taza de café por ultima vez.

-¿algo más que arreglar?, tengo que trabajar- dijo el pelinegro mientras sacaba su billetera y la guardaba junto con el papelito

-si, hay algo más- este le extendió una bolsa un poco más pesada, Fred la tomó y espió dentro de esta- es un teléfono nuevo, puedes usarlo para lo que quieras, pero tu prioridad ahí deben ser mis llamadas y mis mensajes ¿de acuerdo?- Gold alzó la mano en señal de haber terminado.

Fred sacó la caja de la bolsa, era un teléfono completamente nuevo, más caro que cualquier teléfono que el pudo tener o usado alguna vez.

Este miró un poco extrañado al contrario, pero aguantó las ganas de contradecirlo o cuestionarlo así que se limitó a solo inspeccionar el teléfono.

-bien, ya todo aclarado desde aquí, me retiro, tengo compromisos que atender- Gold sacó su billetera y pagó la cuenta y se levantó de la mesa, acción que Fred siguió

-entonces, ¿nos veremos mañana o que?- Gold terminó de recoger sus cosas

-claro, podemos hablarlo durante el descanso- dijo el rubio sin mirar a este.

Sin nada más que discutir, el rubio se dió media vuelta y salió por la puerta, mientras el pelinegro lo miraba marcharse.

Fred miró una vez más aquellos documentos, los cuales sabia que significaban algo más que un simple trato, revolvió aquellos documentos con su mano, mientras leía entre palabras.

-¿es amigo tuyo de la escuela?- preguntó el castaño, quien tomó nuevamente asiento en la mesa

-más bien, somos socios- dijo este mientras miraba atentamente al castaño, quien le dedicó una pequeña sonrisa

-es simpático, y es muy inteligente además- Fred revolvió los cabellos de el menor, para después acomodar los documentos nuevamente en la carpeta.

-mejor concéntrate en tu tarea, no falta mucho para que termine mi turno, así que avanza lo que puedas- el castaño asintió.

El pelinegro trató de despejar su mente el resto de su turno, pero, por más que lo intentara, solo malas ideas venían a su cabeza, lamentos al mismo tiempo que razones por las cuales continuar con semejante atrocidad en la que se había metido, solo quería olvidar por un segundo la pena por la que podría comenzar a pasar a partir de ese momento.

.—.—.—.—.—.—.—.

-a dormir Freddy, no quiero verte estudiando hasta tarde- dijo el pelinegro al cruzar la puerta de su hogar.

Freddy con un bostezo asintió y con lentitud subió las escaleras de la casa, para seguidamente entrar a su habitación.

Fred agotado se lanzó al sofa que rechino al momento del impacto, el pelinegro lanzó un suspiro rezando por no haber roto una pata nuevamente de aquel viejo mueble.

El pelinegro miró con detenimiento el techo por un par de segundos, imaginando lo que podría ser de su vida al día siguiente, ¿el rubio lo ignoraría? ¿le pediría que hicieran algún contacto? ¿un abrazo? ¿tomarse de las manos?

 Quizás... ¿un beso?...

El pelinegro hizo una mueca ante la idea de que algo así ocurriera con aquel chico, jamás había sentido tanto desagrado con la idea de besar a un desconocido como el que sentía en esos momentos.

Después de todo si tendría que marca sus propias reglas comenzando con las muestras de afecto, aunque en realidad se preguntaba cual tipo de muestra era la que prefería evitar el rubio, por muchos sentidos se notaba que no era una persona que gustara de ese tipo de cosas así que en algún sentido se aliviaba de ese hecho y al mismo tiempo dudas que incrementaban a un paso acelerado llegaban.

El pelinegro suspiró, no valía la pena pasar la noche en vela por algo como aquello, era mejor esperar a lo que se viniera y acomodarse o quitarse a su paso, después tendría más tiempo de pensar en algo.

Sin más por decir, el pelinegro con las pocas ganas que le quedaban, se levantó del sofá y se dirigió a su habitación, en la cual al llegar y tocar la cama, en cuestión de segundos quedo completamente dormido.


-.-.-.-.-


Fred miró con nerviosismo esa pequeña distancia que separaba la calle con la entrada de la universidad, no sabia si el rubio estaría allí adentro esperándolo o si debía siquiera esperar el más mínimo contacto con este, o tal vez el rubio esperaba que él lo buscara, o tal vez simplemente solo tendría que esperar la "señal" para comenzar esa farsa de una buena vez en frente de todos.

-¿que esperas para entrar Fred?,¡vamos!- le dijo Anette sacándolo de su trance al mismo tiempo que lo empujaba por la espalda para que entrara.

Al estar a ahí, no podía evitar mirar a los lados en su paranoia de toparse con el rubio, pero por más que lo buscaba no lograba encontrarlo por ningún lado, cosa que lo relajo un poco puesto que no sabia como hablarle o actuar.

La pelimorada no podía evitar mirarlo y notar su preocupación, lo cual la alarmó un poco, pero evitó hacer algún tipo de pregunta para no molestarlo

-y dime Fred, ¿que ocurrió ayer?- el pelinegro se alarmó y miró a la pelimorada

-¿a-a que te refieres?- esta rió suavemente

-bueno, ayer me dijiste que no fuera a recoger a Freddy- este suspiró con tranquilidad

-bueno, ya no quería cargarte la mano con cuidar a Freddy, en si es mi responsabilidad, así que no te preocupes- la chica solo sonrió ocultando la verdadera preocupación que las expresiones del pelinegro le daba.

-¡Oye! No olvides que hoy es día de pudín en la cafetería- Fred suspiró

-¿me recuerdas por que tengo que hacer cola en esa cafetería inmunda por algo que ni siquiera me gusta?- Anette rió y tomó el brazo de este con ternura

-por que eres mi mejor amigo y me amas- este rodó los ojos con una sonrisa.

Se despidió de la chica y se dirigió a su salón y al entrar apoyo su cabeza en su pupitre, intentaba arreglar el desastre que era por dentro pero no podía pensar en otra cosa que no fuera comida, había caído tan rendido que tuvo que ser despertado esa mañana por su hermano quien le lanzó agua sobre su rostro para que este reaccionara, no tuvo tiempo de nada más que para calentar un pequeño plato de comida que quedaba de hace 2 días y cambiarse para después salir disparado de su hogar a dejar a su hermano a la secundaria que por suerte llegó antes de que las puertas cerrarán.

En el momento que este intentó cerrar sus ojos, el profesor entró por la puerta como de costumbre y las clases comenzaron.

.—.—.—.—.—.—.—.

El descanso había comenzado, el pelinegro salió del salón y se estiró hacia el aire, acción que fue irrumpido por el timbre de su celular.

"En la fila de la café, hay más gente de la que recuerdo😗, así que yo que tu corro"

Fred suspiró y con pereza se dirigió hacia la cafetería intentando evitar chocar con el embotellamiento de gente que había en el pasillo.

Tantas emociones y olores diferentes se sentía en ese pasillo, gente que intentaba evitar contacto con los del área deportiva, chicos del área de derecho que miraba con desagrado como los de el área filosofía y letras chocaban contra otros disculpándose o sin poner algo tipo de reacción, simplemente podías notar a la distancia la rivalidad y la división que había por parte de ciertas personas de diversas áreas, cosa que no entendía del todo el pelinegro puesto que para el eran todos iguales, personas con aspiraciones ambiciosas y con solo preocupaciones propias, algo que le importaba poco en demasiados sentidos, el tenía cosas que enfrentar al igual que otros, la única diferencia era como las vivían o las tomaban, nada más.

De pronto, un fuerte jalón lo sacó d sus pensamientos y de ese embotellamiento de gente chocando contra el pecho de la otra persona, Fred lo miró confundido y molesto, sentimientos que se disiparon y fueron cambiados por un suspiro pesado al momento de ver al rubio frente a él.

-¿donde haz estado?- preguntó Gold sin más, Fred se apartó de este.

-ammm... ¿en clases?- Gold suspiro y miró su reloj.

-en fin, tenemos aproximadamente 26 minutos restantes para fingir, ¿puedes aguantarlo?- Fred no podía creer la frialdad y la inexpresividad del rubio, quien lo miraba con los mismos ojos del primer día.

-estaba a punto de ir a la cafetería con una amiga, así que creo que podemos posponerlo para- el rubio lo interrumpió

-lo acabas de decir, estabas, verbo conjugado en tiempo pasado, ahora vendrás conmigo a el centro de convivencia- el rubio se acomodó su atuendo y miró al pelinegro que nuevamente estaba confundido y molesto

-primero que nada, ¿que diablos es un centro de convivencia? Y segundo, no tienes derecho en decidir que puedo y no hacer- el peligro se cruzó de brazos

-en realidad, puedo hacerlo, no se si recuerdes, pero tú y yo firmamos un acuerdo el día de ayer en el que tu aceptabas ser mi empleado- Fred rió con ironía

-¿empleado? Si mal no recuerdo esto es algo que nos beneficia a ambos de maneras diferentes, ¿sabes a lo que se le llama a eso? Se le llama ser socios- Golden se aclaró la garganta

-Los socios reciben recompensas en pagos iguales, ambos ganan lo mismo y en lo que a mi concierne, el único que esta recibiendo los beneficios económicos aquí eres tú, lo cual me convierte en tu jefe y tú en mi empleado, ¿o me equivoco?- en la voz del rubio no podía evitarse escuchar un tono de superioridad y de victoria, cosa que hizo explotar al pelinegro.

Era demasiado su soberbia y sus aires de grandeza, era una persona engreída e insoportable, el pelinegro simplemente no podía entender como había terminado ahí con ese sujeto o que cosa tan mala tendría que haber hecho como para que el destino le estuviera cobrando tan caro, simplemente el hecho de ver su frío e inexpresivo rostro, su orgullo y arrogancia en cada una de sus palabras lo hacía enfadar cada vez más.

Antes de que este pudiera explotar y desvelar todo sus pensamientos al rubio, una voz lo interrumpió y relajó en seguida

-¡FRED! ¡LO CONSEGUÍ!- gritaba Anette mientras llegaba corriendo con dos piezas de pudín en ambas manos -estas observando los dos últimos pudines que quedaban en la cafetería, y son toooodos míos- dijo la pelimorada con una sonrisa, cosa que fue borrada al ver que los ojos del pelinegro se encontraban viendo a alguien detrás de ella.

Esta miró a donde su amigo miraba y se sorprendió al ver a aquel rubio que había ido a buscarla no hacia muchos días, esta sonrió

-buenas tardes...¿Gold, verdad?- el rubio sonrió y asintió, dejando confundido a el pelinegro

-espera,¿Anette, lo conoces?- esta asintió con una sonrisa

-no diría conocer, más bien, intercambiamos palabras una vez, pero fue muy agradable-el pelinegro suspiró.

Era lo ultimo que necesitaba, que sus amistades se relacionaran con alguien como el molesto rubio que tenía en frente.

-es un gusto volver a verte Anette- dijo el rubio con una cálida sonrisa, cosa que el pelinegro notó completamente falsa

-puedo decir lo mismo, pero...- la rubia miro a ambos chicos -¿no estaré interrumpiéndolos? Parece que estaban hablando de algo importante y que me metí de mal tercio- la pelimorada rió con nerviosismo.

El pelinegro miró al rubio un tanto preocupado, lo último que necesitaba era que su mejor amiga conociera en lo que se estaba metiendo y más cuando de por si esta jamás estuvo tan contenta con todas las cosas anteriores que el había hecho. La sonrisa del rubio y sus ojos clavados en este solo lo ponía más tenso, quería gritar que se callara o parar ese mismo instante.

-Nada importante en realidad, solo lo encontré en el pasillo y lo distraje, lamento que por eso no haya llegado contigo- La pelimorada sonrió mientras Fred se destentaba

-a no, claro que no, no hay problema, hablen lo que tengan que hablar, Fred- Anette lo miro mientras le guiñaba el ojo con complicidad -nos vemos después- dijo para después irse caminando entre la gente.

Fred suspiró y miró al rubio para agradecerle el no decir ni una palabra, pero antes que este pudiera comenzar, este lo interrumpió.

-no me mal interpretes, es claro que no quiero que las personas se enteren que tengo una relación con alguien, es mejor mantener una mirada baja en la universidad por un tiempo- dijo el rubio mientras cambiaba la sonrisa de hace un momento por su fría mirada rutinaria.

-como sea, ¿para que querías hablarme?- el pelinegro se cruzó de brazos, el rubio sacó una tarjeta pequeña y se la entregó a este, quien estaba un tanto confundido.

-mi número de teléfono, me di cuenta que yo tengo tu número pero tu no tienes el mío, lo cual puede llegar a ser un problema después- Fred la tomó con desagrado y confusión

-pero ya tengo tu número- Gold negó la cabeza

-ese es mi número para negocios, este es mi teléfono personal si quieres llamarle a si- Fred bufó mientras que el rubio miraba la hora una vez más.

No era de sorprenderse que este tuviera más de dos números, es más, apostaría a que tenía una cantidad incontable de objetos de tecnología avanzada en su cuarto, que su puerta o que su auto fueran manipulados por comando de voz, o más bien, que en esos teléfonos no tuviera más de 5 números registrados y menos de 3 chats con un mínimo "buenos días".

-en fin, me tengo que ir, nos veremos después en la salida- el rubio se despidió y sin más dio media vuelta para perderse en el embotellamiento de gente.

Al pelinegro le era insoportable la idea de verlo nuevamente, con su voz tan irritante y su arrogancia desbordando en todos lados, simplemente no sentía poder tolerarlo en el momento que sus exigencias aumentaran, quien sabría que fuera de "eso" que tenían cuando pasara un mes, si es que llegaba a soportar tanto tiempo.

Sintió su bolsillo vibrar y sacó su teléfono para leer el mensaje que Anette le había mandado, cosa que lo hizo rodar los ojos

"¿te gusta? Por que a mi me gusta, ¿nos lo quedamos? ;D"

Este no tardo en responder

"nada, ni siquiera lo pienses 🙄"

"¿entonces por que estabas con él en vez de tu mejor amiga? 😏"

"arreglamos cosas, deja tu cizaña de una buena vez"

"🤭👨‍❤️‍💋‍👨🔥"

Fred guardó su teléfono mientras lanzaba un fuerte suspiro. Si tan solo la peli morada supiera en lo que se había metido no estaría tan contenta y mucho menos imaginando cosas que ni en un millón de años serían.

La campana sonó y el pelinegro se vio obligado a entrar en el embotellamiento de gente para dirigirse nuevamente a su salón.

.—.—.—.—.—.—.—.

Después de un largo día, el ultimo maestro se apiado de ellos y los dejó salir en la hora justa que la campana marcaba la salida, no extensiones de clases, no sermones interminables, simplemente un "tengan un excelente día", cosa que sorprendió a todo el salón y los dejó sin nada más que hacer que salir corriendo del lugar antes que este se arrepintiera y empezara a hablar sin censura como siempre.

El pelinegro tomó un gran bocado de aire y con calma se dirigió a su casillero del cual sacó su maleta de ropa y revisó ahí mismo su teléfono para enviarle un mensaje a la pelimorada y avisarle del gran milagro que había ocurrido.

Al cerrar la puerta del casillero, el pelinegro se llevó un fuerte susto que en el peor de los casos lo hubiera hecho brincar, al ver a aquel castaño causante de que un grupo inmenso de chicas lo persiguieran, lanzó un gran suspiro

-Ho-Hola Fred, solo... quería disculparme contigo por lo que mis amigas te hicieron el otro día, estuvo mal y y-ya hablé con ellas para que jamás vuelva a ocurrir- dijo el castaño con un gran nerviosismo de lo más notorio

-gracias...-el pelimorado intento recordar su nombre pero como siempre, lo había olvidado -no debiste molestarte, de cualquier forma no es que me importara- Fred intentó caminar, pero el castaño se le atravesó en el camino

-se que no quieres nada de nada en estos momentos, pero... ¿q-que tal si nos conocemos? ¡Te puedo invitar a comer! ¿que te parece?- insistió el castaño, Fred negó la cabeza

-lo lamento, no eres tu, es mi tiempo reducido- Fred levantó un poco la bolsa y se hizo a un lado para pasar, pero nuevamente el contrario se atravesó

-¡puedes faltar un día! O tal vez ¿otro día?, tu dime que día y puedo hasta pasar por ti, ¡por mi no hay ningún problema!- Fred lanzó un gran suspiró y tomó al chico del hombro

-escucha, no me interesa salir contigo, ni siquiera recuerdo tu nombre, así que, hazte un favor y deja esto, no te convengo y tu no me interesas, ¿de acuerdo?- la sonrisa del castaño no se borraba lo cual dejaba confundido al pelinegro.

Fred no podía esperar más y se fue por el otro lado para evitar ser detenido nuevamente por aquel niño que a la distancia, escuchó como este le gritaba su nombre como si eso fuera a cambiar algo de lo que pensaba de aquel niñato con el que tuvo el error de involucrarse.

Unas suaves manos de pronto bloquearon su visión, cosa que borro las amarguras del pelinegro por una gran sonrisa.

-Anette, ¿que haces? Ya no estamos en preparatoria, además, puedo identificar estas manos con tan solo un roce- detrás de su oreja pudo escuchar la tierna risa de la pelimorada, cosa que amaba escuchar en todos los sentidos.

Fred apartó las manos de la chica y se dio la vuelta para ser recibido con una cálida sonrisa de la menor, que como siempre, era el remedio para sus males, cosa que se le paso en cuestión de segundos al ver al acompañante de la chica, que no era nada más y nada menos que Gold con su sonrisa actuada

-¡sorpresa! Gold y yo te estuvimos buscando- dijo la pelimorada con una sonrisa, Fred miró a esta con una tierna sonrisa

-¿y que hace Gold aquí contigo?- Anette rió

-fue toda una coincidencia, resulta que cuando me mandaste el mensaje fui a buscarte, y en el camino me encontré a Gold que también había salido temprano de clases y te estaba buscando, así que decidí que lo hiciéramos juntos- Fred miró al rubio por unos momentos, dudaba completamente de aquella gran coincidencia, pero no era momento ni lugar como para interrogarlo.

-genial entonces- se limitó a decir el pelinegro

-bien, ya que te e visto, me parece que es hora de que me vaya- dijo el rubio con una sonrisa, la pelimorada volteó a ver al rubio rápidamente

-¿tan pronto? ¿no quieres quedarte un rato con nosotros?- el rubio negó la cabeza

-lo lamento, tengo cosas que hacer el día de hoy, solo quería ver a Fred antes de irme, además no quisiera interrumpirlos de nuevo- dijo el rubio sin quitarle la vista al pelinegro.

Fred no podía evitar sorprenderse, aquel rubio podía llegar a ser un gran mentiroso, convencía sin duda alguna con sus sonrisa y sus ojos profundos.

-¡tengo una idea! ¿que te parece si mañana pasas el día con nosotros?- el pelinegro se exaltó y tomó del hombro de la chica

-Anette- susurró este, pero la pelimorada lo ignoró

-¿Y?- preguntó esta emocionada, se le podía notar en sus mirada

-bueno... si a Fred le parece bien...- dijo este intercambiando miradas con el pelinegro, cosa a la cual se unió la chica

-¡Fred, por favor!- el pelinegro tragó saliva.

No podía evitar mirar a su amiga y nuevamente al rubio, el cual tenía una expresión de duda y de felicidad en su rostro.

Lo último que necesitaba era esto, un paso al precipicio antes que la pelimorada se diera cuenta de todo y lo odiara para siempre, y más que eso, parecía más emocionada pasar el tiempo con el rubio que con los tres juntos.

Fred no iba a dejar a su amiga con las ganas y que sus ojos se desilusionaran a pesar de que fuera lo último que este quisiera.

-por mi esta bien- musitó el pelinegro, lo cual tuvo como respuesta la sonrisa de la contraria

-¡todo arreglado entonces! ¡Gold, nos vemos mañana en las mesas de la escuela!- Gold sonrío

-no puedo esperar a que sea mañana- de pronto el celular de este comenzó a vibrar, y sin más miró a los contrarios- bien, entonces nos veremos mañana- La pelimorada asintió mientras el pelinegro solo se limitaba a mirarlo.

Gold se despidió, dió media vuelta y se encamino a la salida, el pelinegro no quitaba los ojos de aquel rubio por más que se alejara, tantas cosas pasaban por su cabeza, unas más terribles que otras, miedos a ser descubierto, y más que nada, la reacción y la forma en la que tomaría todo esto que estaba haciendo su mejor amiga, le dolía solo el hecho de imaginarla molesta o con aquella expresión de decepción que jamás le había tocado ver, cosa que jamás intentaría mirar en su rostro y sin importar que, evitaría a toda costa, sin importar que tuviera que fingir o si quiera mentirle a esta más de lo que alguna vez hubiera imaginado.

Mientras el terror se apoderaba de este y los planes para evitar una catástrofe surgían, la pelimorada no podía evitar pensar en el amor, en el olor y en los rubios cabellos de aquel chico, de lo hermoso y compatible que serían si tan solo se tuviera la oportunidad, si tan solo ellos se dieran la oportunidad, esto tal vez era ese amor que necesitaba, una oportunidad, y no la desperdiciaría en ningún sentido, no dejaría pasar la oportunidad de ver algo tan hermoso fluir entre ellos, después de todo, el amor no llega sin un pequeño pero gran empujoncito.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro