05 | Como imanes que se atraen
Cada vez que abro el armario, mis ojos se desvían hacia la pequeña caja de madera. Aunque intento por todos los medios no pensar en las cartas, es como si el recuerdo de lo que escribí hace años se colara una y otra vez en mi mente, torturándome. Me pregunto si algún día tendré el valor de enfrentar ese pasado. Las cartas son un reflejo de quien fui, de lo que sentí, y quizás también de lo que perdí.
Niego con la cabeza antes de pillar un pantalón jogger y una camiseta de manga corta.
Deslizo lentamente mi mirada hacia el espejo y observo por varios segundos mi reflejo en él. Una lágrima cae por mi mejilla cuando percibo la pequeña cicatriz que se asoma en mi piel, justo por la zona de las costillas. Un recordatorio de un momento que preferiría olvidar.
Con un suspiro, limpio la lágrima con el dorso de la mano y me visto con rapidez, tratando de enfocar mi mente en otras cosas.
―No dejes que pueda contigo, Hazel. Tú eres mucho más fuerte ―hablo en voz alta.
Es como un mantra que me repito cuando su recuerdo se cuela en mi cabeza. Supongo que, si me digo muchas veces que soy fuerte, tal vez algún día me lo termine por creer.
Tras atarme el pelo en una coleta alta, me dirijo a la cocina dispuesta a prepararme un café y alejar todos los pensamientos negativos que tengan que ver con ella.
Observo la cafetera y sonrío levemente. Aún no me creo que después de tantos años, todavía funcione. Convencí a mi abuela para comprarla cuando vivía en esta casa, después de ver cientos de vídeos en Instagram de personas usando una cafetera de cápsulas.
Me preparo un café latte y, con la taza humeante en la mano, me siento en la mesa y miro por la ventana. La luz del sol se filtra a través de las hojas de los árboles, y un sentimiento de nostalgia se instala en mi pecho. Mi vida en Londres es muy diferente a estar aquí, en Oakville. Aquí, el tiempo parece fluir de manera diferente, más pausado, como si el mundo se tomara un respiro. Recuerdo las calles londinenses llenas de gente, los taxis amarillos y el sonido constante de las sirenas.
Coloco la taza sobre la mesa y miro hacia el jardín. El árbol que se halla junto a la puerta de casa está comenzando a cambiar sus hojas de color, tornándose a colores amarillentos y anaranjados, anunciando la llegada inminente del otoño. Y no puedo evitar pensar en cómo, al igual que el árbol, también estoy en un proceso de cambio.
Aparto la mirada levemente del jardín y observo la hora en mi móvil, considerando que es buen momento para llamar a Gwen. En Londres son casi las dos de la tarde, así que supongo que pillaré a mi amiga terminando de comer.
Da varios tonos antes de escuchar su voz al otro lado.
―¡Hazel! ¿Cómo estás? —suena alegre, como siempre―. ¿Cómo van las cosas con ya sabes quién?
No menciona su nombre, pero de inmediato sé que está hablando de Caleb. Su imagen se cuela en mi cabeza por un segundo y suelto un leve suspiro, que mi amiga escucha al otro lado de la línea. Gwen no tiene idea de que ahora ambos somos socios igualitarios de la floristería de mi abuela. Tampoco que, por desgracia, me tendré que quedar en Oakville más tiempo del que imaginaba.
—Eh... bueno, la verdad es complicado —respondo, tratando de encontrar las palabras adecuadas. No quiero preocuparla, pero tampoco puedo ignorar lo que siento―. Digamos que no puedo volver a Londres por un tiempo...
Decir esas palabras en voz alta me duele. Escapé de Oakville para dejar todos los malos recuerdos atrás y luchar por mis sueños en un sitio totalmente diferente, donde el pasado no estuviera a la vuelta de cada esquina, pero la vida me ha traído de nuevo a este lugar.
—¿Por qué no puedes volver? —pregunta Gwen con cierto tono de sorpresa.
Cierro los ojos por un momento, luchando con la verdad que pesa en mi pecho.
—Resulta que me he convertido en socia de la floristería de mi abuela. Caleb y yo vamos a trabajar juntos.
—¿Caleb? —suena sorprendida—. ¿El mismo que...?
—Sí, ese mismo. Es un poco complicado —respondo, sintiendo que la frustración me envuelve—. Nunca imaginé que acabaríamos en esta situación.
—Eso es un gran cambio, Hazel... ―Por el tono de su voz, sé que no se esperaba algo por el estilo. Además, mi nuevo trabajo implica dejar mi apartamento en Londres―. Pero, ¿estás segura de que es solo eso lo que te afecta? ―añade.
Su pregunta me hace reflexionar.
—No lo sé. Parte de mí siente que volver aquí significa enfrentar todo lo que pasó. Lo que más me asusta es que, a pesar de todo, siento que este lugar aún tiene poder sobre mí —confieso, dejando escapar un suspiro—. Me fui de aquí para escapar, y ahora estoy atrapada de nuevo.
—No estás atrapada, solo en un momento de transición. Tienes el control, Hazel. Esta vez, puedes elegir cómo enfrentar el pasado —me anima.
La conversación fluye, y mientras hablamos, siento una mezcla de nostalgia y alivio. Gwen siempre ha sido una de las personas que me ha visto en mis momentos más vulnerables, y su apoyo me reconforta.
—Quizás deberías hablar con Caleb, aclarar las cosas. Es un buen primer paso para dejar el pasado atrás —sugiere.
La idea me provoca un nudo en el estómago. Hablar con él implica abrir viejas heridas, y no sé si me siento preparada para ello.
—Tienes razón. Tal vez no sea tan fácil, pero debo intentarlo —admito.
—Eso es, un paso a la vez. Y recuerda, estoy aquí si necesitas hablar.
—Gracias, Gwen. Siempre sabes qué decir —le respondo, sintiendo un poco de alivio.
Terminamos la llamada y, me quedo en silencio, contemplando el jardín nuevamente. Tal vez debería salir a andar un rato y despejar la mente. No creo que estar encerrada en casa durante todo el día me ayude a aclarar las ideas. Creo que, todo lo contrario, la angustia en mi pecho se hará más latente. Así que me encamino hacia mi habitación, saco una sudadera del armario, y guardo mis cosas imprescindibles en una riñonera, no sin antes colocarme los earpods y seleccionar una playlist en Spotify.
Tras cerrar la puerta de casa, el aire fresco me golpea suavemente en la cara. La melodía de mi playlist se mezcla con los sonidos de la naturaleza: el canto de los pájaros, el susurro del viento entre las hojas. Son de las pocas cosas que me gustan de Oakville. Bueno, eso y su faro. Siempre que algo en mi vida se torcía, iba allí. Simplemente me sentaba cerca del pier, sacaba mi libreta y me ponía a escribir todo lo que pasaba por mi cabeza.
Al llegar al parque, me detengo un momento para observar a las personas que disfrutan del día. Algunos pasean con sus perros, otros juegan con sus hijos, y un grupo de amigos ríe mientras comparten un picnic mañanero. Todo parece tan ligero, tan lleno de vida, y me pregunto si algún día volveré a sentir esa ligereza.
Decido que no quiero perderme esa sensación, así que sigo caminando hacia el faro. Cada paso me acerca a un lugar que ha sido mi refugio, un sitio donde las olas rompen con fuerza contra las rocas y el viento parece llevarse mis preocupaciones.
Al llegar, me siento en el borde del pier, me saco las deportivas y los calcetines, dejando que mis pies cuelguen sobre el agua. El sonido de las olas me envuelve y, por un momento, cierro los ojos para dejar que la música y la naturaleza se mezclen.
―Relajante, ¿verdad?
Una voz rompe mi momento de paz. Giro la cabeza hacia mi derecha y me topo con una cara bastante familiar. A pesar de que su pelo ahora es rubio y bastante más corto de cuando íbamos al instituto, sus facciones apenas han cambiado mucho con el paso de los años.
―¿Riley?
A quien menos esperaba encontrarme era a ella. Recuerdo que cuando éramos pequeñas, Riley siempre me decía que quería salir de Oakville y mudarse a Australia. Era su mayor sueño. Estudiar veterinaria y labrarse un futuro en tierras australianas. Pero después de todo, sigue aquí. Me pregunto qué habrá pasado para que su vida siga anclada en Canadá.
—Este lugar siempre ha sido especial para mí también —dice Riley, acercándose un poco más, mientras ocupa un sitio junto a mí—. Me encanta venir a escuchar el mar y pensar.
—Sí, es un buen refugio. A veces, simplemente estar aquí ayuda a aclarar la mente. ―Me alegra toparme con una cara conocida―. Pensé que estarías en Australia.
Riley ríe suavemente, su risa llena de familiaridad y calidez.
―Digamos que la vida tenía sus propios planes para mí —responde, encogiéndose de hombros.
Quiero preguntar, pero tampoco me gustaría sonar cotilla, ni que parezca que invado su espacio. Aunque en su momento fuimos muy buenas amigas, los años han pasado y cada una ha tomado su camino. Los kilómetros que nos separaban han hecho mella y nuestra relación se ha ido enfriando con el tiempo.
Ella me observa, atenta, como si pudiera leer mis pensamientos.
―Conocí a alguien ―dice, dándome esa respuesta a la pregunta que ronda por mi cabeza―. Se llama Theo ― añade con una sonrisa, y no puedo evitar sentir curiosidad.
Hago un repaso en mi mente intentando recordar si alguna vez mencionó a un "Theo" antes. No me suena nada el nombre, así que asumo que es alguien que apareció en su vida después de irme a Londres.
—¿Y cómo es él? —pregunto, tratando de captar más detalles sin parecer demasiado curiosa.
—Es increíble, tiene una energía contagiosa. Nos conocimos en la universidad en segundo año, cuando los estudios se me estaban haciendo cuesta arriba. Lo que más me gusta de él es que siempre me anima a ser la mejor versión de mí misma. Creo que eso es lo que más valoro —dice, su voz llena de entusiasmo y sus ojos brillando con sinceridad―. Además, no te vas a creer con quién vive.
Algo se agita en mi pecho.
—¿Con quién? —pregunto, sintiendo que la curiosidad se mezcla con un leve nerviosismo.
—Con Caleb —responde Riley, su expresión llena de entusiasmo.
Un escalofrío recorre mi espalda. La mención de Caleb provoca que el corazón se me acelere. Es como si no pudiera alejarme de él en ningún momento. Hay un imán que le atrae continuamente a mi vida.
🐚
¡Hola!
Ups, casi un mes sin actualizar... Siento haber tardado tanto, pero he tenido la cabeza en mil cosas y la inspiración tampoco ha estado de mi parte.
Espero que os haya gustado el capítulo 🤗
Parece que da igual a donde vaya Hazel que Caleb siempre está presente, de una forma u otra.
¿Qué les deparará a estos dos su aventura en la floristería?
Nos leemos pronto con más. Os adoro 🤍
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