Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

04 | La habilidad de alterar mi mundo

Miro por segunda vez el vaso de chupito y suspiro antes de beberme todo el líquido de una. El licor desciende por mi garganta, cálido, apagando momentáneamente el caos en mi cabeza. Es el tercero que me bebo en lo que va de noche y siento que debería parar antes de que las cosas se compliquen. A pesar de que mañana no trabajo, no quiero despertarme con una resaca, pero algo en mí no se decide a parar. Respiro hondo, dejando el vaso sobre la barra, pero ya sé lo que viene.

—¿Otro? —pregunta el barman, con una ceja arqueada, ya listo para rellenar el vaso sin siquiera esperar mi respuesta.

Dudo por un momento, mirando el vaso vacío. El calor del alcohol empieza a instalarse en mi cuerpo, relajando los músculos tensos, pero mi cabeza ya me advierte de lo que sucederá después. Lo miro un instante más, sopesando mis opciones, antes de deslizar el vaso hacia él.

—Uno más —murmuro—. Solo uno más, y ya.

El sonido del licor golpeando el cristal llena el aire, seguido por su respuesta:

—¿Qué te trae por aquí hoy? —insiste el barman, apoyándose sobre la barra, curioso.

—Huir, supongo —respondo, antes de llevarme el vaso nuevamente a los labios.

—¿De qué? —pregunta él, como si realmente le importara, mientras seca un vaso con un trapo.

—De mí mismo —contesto con una sonrisa amarga.

La música me empieza a taladrar los oídos como un martillo implacable, golpeando una y otra vez, sin tregua. El murmullo del bar, las risas, las conversaciones del resto, todo se mezcla en un ruido caótico que amenaza con desbordar mi mente. Cada sonido parece entrelazarse con mis pensamientos, empujándome al borde del abismo.

Me paso la mano por la cara, como si eso pudiera borrar el malestar que se va acumulando en mi interior. El licor, que hace un rato parecía una buena idea, ahora me pesa en el estómago.

El bar, que al principio era un refugio, ahora se siente como una trampa, una en la que cada segundo que paso aquí, me acerca más a perder el control.

—¿Todo bien? —pregunta el barman, su voz apenas rompiendo la confusión de mi mente.

Abro los ojos y lo miro, incapaz de ofrecerle una respuesta clara. ¿Todo bien? Ni siquiera estoy seguro de lo que significa eso ahora.

—Todo bien... —respondo, aunque ni yo me lo creo. Mi voz suena apagada, distante, como si perteneciera a otra persona.

El barman me observa por un segundo más, como si estuviera evaluando si debería insistir o dejarlo pasar. Finalmente, asiente lentamente y sigue con lo suyo, dándome el espacio que claramente necesito pero que, en el fondo, me asusta.

Apoyo los codos en la barra, paso una mano por mi cara y suelto un suspiro largo, intentando encontrar algo de alivio en el aire denso del bar. Después me levanto del taburete dispuesto a abandonar el bar y volver a casa.

Al salir, el aire fresco golpea mi rostro, una bienvenida que me despierta de golpe. Aunque en Oakville es verano, las temperaturas a las dos de la mañana apenas rondan los 15 grados. Me quedo parado en la acera por un momento, dejando que el viento frío acaricie mi rostro, intentando disipar la niebla que el alcohol ha dejado en mi mente.

Las luces de la calle proyectan sombras largas, distorsionadas, sobre el pavimento, y las pocas personas que aún deambulan a estas horas parecen fantasmas, perdidos en sus propios pensamientos. Oakville es una ciudad tranquila, al menos en la superficie, pero en noches como esta, siento que también es un lugar lleno de secretos, como si cada esquina escondiera historias no contadas, de gente intentando escapar de algo, igual que yo.

Me encojo de hombros, hundiendo las manos en los bolsillos de mi chaqueta, mientras empiezo a caminar en dirección a mi apartamento. Intento enfocarme en el camino, en los edificios que bordean las calles, en cualquier cosa que me distraiga, pero, como siempre, mis pensamientos me alcanzan.

Casi de manera inconsciente, saco mi móvil del bolsillo de la chaqueta y entro en WhatsApp. Mis dedos se deslizan sobre la pantalla hasta que doy con el contacto de Hazel. Me muerdo el labio, la cabeza todavía nublada por el alcohol, pero el impulso de mandarle un mensaje es más fuerte. No debería hacerlo, lo sé. Este no es el momento, y lo que sea que diga probablemente no tendrá sentido mañana por la mañana, pero, aun así, empiezo a escribir.

Caleb. 2.10a.m.

¿Por qué siempre tienes que poner mi vida patas arriba?

Miro el texto en la pantalla, el cursor parpadeando al final, esperando a ser enviado. Mi corazón late más rápido de lo que me gustaría admitir. No debería estar haciendo esto. No debería estar buscando respuestas en personas a las que ya dejé atrás, pero mis dedos ya se están moviendo y presiono el botón de enviar antes de que la lógica o la duda puedan detenerme.

El silencio de la noche parece volverse más denso mientras observo la pantalla, esperando algo que ni siquiera estoy seguro de querer. ¿Qué espero que diga? ¿Una disculpa? ¿Una explicación? Ni siquiera estoy seguro de qué quiero de Hazel en este momento. Solo sé que ella siempre ha tenido esa habilidad de alterar mi mundo, de hacer que todo lo que parecía estable de repente se tambalee.

Observo la pantalla en silencio, sin esperar realmente una respuesta de Hazel. Ya es tarde y, siendo sinceros, tampoco sé qué haría si me contestara. Además, lo más lógico es que por las horas que son, esté durmiendo.

La pantalla del móvil se apaga, pero yo sigo mirando hacia la nada, preguntándome por qué me sigo aferrando a algo que ya no tiene sentido. Suspiro, meto el móvil de nuevo en el bolsillo y empiezo a caminar hacia mi apartamento.

🐚

Toda mi tranquilidad se esfuma cuando siento algo impactando contra mi cara. Cuando abro los ojos lentamente, me topo con la figura de Theo, parado frente a mí, y mirándome con una sonrisa que se extiende de oreja a oreja, su mirada brillante como siempre, disfrutando del momento. En sus manos sostiene una almohada.

—¿Qué demonios haces aquí? —respondo, sorprendido y algo molesto.

Que te despierten dándote un almohadazo no es nada agradable, aunque para Theo resulte la cosa más divertida del mundo. Se ríe con esa risa contagiosa que siempre ha tenido, ignorando completamente mi tono molesto. Para él, todo es un juego, y a juzgar por la expresión en su rostro, la idea de despertarme de un almohadazo debe haberle parecido una brillante forma de hacerme «espabilar».

—Vamos, no te pongas así —dice, sin dejar de sonreír—. Parecías un zombi, y alguien tenía que sacarte de esa nube de depresión en la que te metes cada vez que te veo. ―Hace una pausa y me mira de arriba abajo—. Además, cuando llegué, ni siquiera te diste cuenta. Eso ya es preocupante.

Sigo frotándome la cara, el golpe ha sido suave, pero combinado con el aturdimiento del alcohol y el sueño, me ha dejado más confundido que enfadado.

—¿Cómo entraste? —repito, con algo más de firmeza, ignorando su comentario. Theo tiene la costumbre de aparecer en mi vida de manera intempestiva, pero esta vez parecía haber superado su récord de invasión no solicitada.

—¿Otra vez con lo mismo? —se burla—. De verdad, deberías cambiar la cerradura. O al menos dejar de esconder la copia de la llave de tu cuarto en lugares tan obvios. Pero no vengo a hablar de tus pobres habilidades de seguridad. Vengo porque me enteré de algo que va a dejarte con el culo roto.

Me incorporo en la cama, observándolo con la cabeza todavía algo embotada, aunque todo mi cuerpo me pide volver a tirarme y olvidar que está aquí. Theo no tiene filtro, nunca lo ha tenido, y aunque me saca de quicio a veces, hay algo en su despreocupada forma de ser que me hace admirarlo. Pero ahora mismo no tengo ni la paciencia ni la energía para seguirle el juego.

—Theo, no estoy para tus dramas ahora mismo —murmuro, aunque mi comentario suena más como una pequeña advertencia.

—Lo digo en serio, tío, esto te va a dejar flipando —insiste, con los ojos brillando de emoción—. Y no, no es ninguna tontería, esto es de nivel «se avecinan curvas».

Mi instinto es rodar los ojos y pedirle que se largue, pero algo en su tono me hace detenerme. No suele ponerse tan serio, al menos no sin exagerar para luego soltar alguna broma. Esta vez, sin embargo, hay algo distinto.

Suspiro y me paso una mano por el rostro, resignado.

—Vale, suelta lo que sea que tienes que decirme y lárgate —respondo con un tono entre irritado y curioso—. Pero si es una de tus bromas, juro que te echo a patadas.

Se acomoda en el sillón, dejando la almohada a un lado y apoyando los codos en sus rodillas, preparado para soltar su bomba.

―Hazel está de vuelta en Oakville.

Su confesión no me pilla para nada por sorpresa, porque él no sabe que ahora, ambos somos socios igualitarios de la floristería de Elise. Theo frunce el ceño, notando la falta de reacción intensa en mi parte. No parece entender por qué mi sorpresa no es más evidente.

—¿No estás sorprendido? —pregunta, confundido—. Pensé que esto te afectaría más.

―Y me afecta, pero vi a Hazel el otro día. En la notaría ―especifico―. Ahora ambos trabajaremos juntos en la floristería de Elise.

Theo se queda boquiabierto por un momento, claramente sorprendido por la revelación. Su confusión se mezcla con curiosidad, y se recuesta en el sillón, cruzando los brazos mientras trata de procesar la información.

—¿En serio? —pregunta, su tono reflejando un interés genuino—. ¿La viste en persona? ¿Y qué? ¿Cómo fue?

Voy a responder, cuando añade:

―¿Perdona? ¿Acabas de decir que trabajaréis juntos? ¿Hazel y tú?

Me paso una mano por el cabello, sintiendo el peso de la situación sobre mis hombros y asiento levemente. Sus ojos se abren de par en par, y su expresión de asombro es casi cómica.

—Entonces, además de tener que lidiar con el regreso de Hazel, ahora también tienes que compartir un espacio de trabajo con ella. Eso suena como una mezcla explosiva.

―Oh, Theo. Gracias por tus ánimos.

Se ríe con un toque de nerviosismo.

—Lo siento, tío, no era mi intención ser sarcástico. —Se recuesta en el sillón, su tono volviéndose más serio—. Solo que no puedo evitar imaginar lo complicado que debe ser para ti. ¿Cómo planeas manejarlo?

―No lo sé...

Después de salir anoche a tomar algo, pensé que hoy despertaría con las ideas algo más claras, pero todo sigue borroso en mi mente. Mañana la volveré a ver en la floristería después de nuestro encuentro en la notaría y del mensaje que no respondió. Toda esta situación me genera un nudo en el estómago.

Con Hazel de vuelta en la ciudad, parece que todo lo que intentaba controlar está a punto de volverse aún más complicado.

🐚

¡Hola!

Esta vez me he tardado algo más en actualizar, pero he estado con la cabeza en mil cosas. Espero que hayáis disfrutado el capítulo.

Todo se está complicando en la vida de Caleb con la vuelta de Hazel.

¿Cómo llevarán todo el tema de la floristería?

¿Saldrán a la luz sentimientos del pasado?

¿Serán capaces de trabajar juntos?

Nos leemos pronto con más 🤍

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro