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Capitulo 7


—Si vienes a molestar no estoy de humor —controlo mis ganas de voltear y lanzarle alguna de las piedras que tengo en la mano y continuo con el lago.

—No vengo a eso, no es lo único que se hacer —responde y me lo puedo imaginar rodando los ojos.

—Oh por supuesto que sí, eres una molestia cada que nos cruzamos.

—Al parecer no lo recuerdas pero fuimos buenos amigos, solo es mi forma de mostrar cariño.

— ¿Cuál cariño Logan?, dejamos de ser amigos desde que me empezaste a molestar, negaste nuestra amistad de la manera más humillante y todo por la gente popular, por ser uno de ellos así que no me vale tu excusa —me siento en el césped aun dándole la espalda.

—Supéralo.

—No, no lo quiero superar, te repito que mejor te vayas, no estoy de humor para tu estúpida presencia.

—Aun no entiendo porque te molesto tanto, tú eras la que me cambio primero por Harry y Vanessa —responde haciendo el intento de sentarse a mi lado.

Oh no, claro que no, giro el torso para poder verlo y comienzo a atacarlo con mis pequeñas piedras evitando se siente, pero inevitablemente se acaba mi método de defensa.

—Maldita loca, tienes un serio problema con lanzarme cosas —se queja.

Y por poco logra hacerme querer llorar o gritar al recuerdo de cada mañana de cuando niños donde acudía a él lanzando lo primero que encontrara de poca importancia a su ventana, la cual estaba justo en frente de la mía.

Fueron buenos tiempos no lo negare, recibí muchos regaños por la cantidad de cosas que quedaba en el pequeño patio que separaba nuestras casas, pero era divertido.

—Yo no te cambié por nadie imbécil, te alejabas solo, nunca te han agradado acéptalo.

—Son algo molestos —acepta al fin logrando sentarse a mi lado.

— ¿Qué quieres? —cuestiono ignorando a donde se dirigía la conversación, demasiado para mi humor, solo me falta ponerme a gritar.

—Solo hacerte compañía, además me divierte cuando estas así —responde señalando mi rostro molesto —. Es entretenido ver como la tranquila Sam enloquece de vez en cuando.

—Así que vienes a reírte de mí, ya, largo.

Lo empujo tumbándolo de la roca donde estaba sentado.

—Eres una agresiva, no puedo creer que la gente piense que eres un ángel con tu rostro perfectamente lindo y alegre, bonito.

Lo miro con una sonrisa burlona formándose en mi rostro, cruzo las piernas como mariposa girada hacia él, quien al percatarse de mi sonrisa pierde la suya.

— ¿Qué?

—Diciendo eso parece que te gusto —contesto dándole un empujoncito con la intención de molestarlo.

—Quisieras, antes beso un sapo —me mira con fastidio, ja, que fácil es hacerlo rabiar.

—Si claro, como quieras, si te hace feliz...—continúo picándolo.

—Perdón y tú cuando te hiciste tan narcisista, hace quince segundos me estabas atacando.

—No es narcisismo tu eres el que básicamente me llamo bello ángel, no yo —ignoro la parte donde recordó mi molestia.

—Yo-no-dije-eso —dice con pequeñas pausas entre cada palabra.

— ¿Y tú cuando te hiciste Dory, Logan?

Abre y cierra la boca como un pez sin saber que más decir, lo miro con una ceja alzada esperando su gran defensa pero nada llega.

—Déjalo Logan solo juego contigo, relájate.

— ¿Tu eres bipolar o algo así? —Cuestiona con el ceño fruncido —hace diez minutos estabas a punto de sacar humo por las orejas y ahora me estas molestando —se levanta haciendo movimientos con las manos como buscando que decir.

—Relájate —repito arrancando pasto distraídamente.

Bufa y toma piedras para comenzar a lanzarlas al lago como yo, vaya no sabía que un simple jueguito para picarlo lo haría sentir claramente fastidiado.

—Te he visto muy unida a Caleb últimamente —levanto la mirada de golpe mirándolo mal.

— ¿Eres idiota? Él es la sanguijuela que no se cansa de molestar, él está unido a mí, no yo a él y te agradecería si le dices que me deje en paz, no me interesa ser su amiga o su blanco de burlas —bufo dejándome caer en el pasto quedando acostada.

—Hazle caso al chico, de por sí ya es molesto y que solo sepa hab...—se interrumpe solo quedándose callado.

—Termina tu frase.

—No.

— ¿Hablar de qué? ¿Por qué no me dices?

—Oh mira se hace tarde, adiós —mira su muñeca carente de reloj —. Nos vemos en la fiesta mañana —se despide y sin darme tiempo a rechistar se va.

— ¿Y quién te dijo que iré? —grito demasiado tarde

Suspiro y devuelvo mi atención al lago frente a mí, vaya familia de molestias que es la suya, más que nada su primo y el... y su hermana, esa niñita me da miedo, los demás me caen bien.

...

Han pasado un par de días de mi encuentro en el parque con Logan, él me ha evitado y fingido que no existo, como si de pronto me fuera a dar por acercarme a hablarle, si claro, como si no tuviera como experiencia lo que pasara si lo hago, con esa vez fue más que suficiente.

Además parece que Caleb entendía mis muy directas señales de que me deje en paz por lo que de a poco mi vida ha regresado a la misma invisibilidad que era antes tal como me encantaba.

— ¡Sam! ¡Samantha! —me grita Diane agitando los brazos como si su rubio cabello y gritos no fueran suficientes para encontrarla entre la multitud de estudiantes en las gradas.

Los juegos de hockey, a pesar de haber crecido en una casa donde los días donde el equipo local jugaba era el día más familiar y divertido del año, encima de navidad sinceramente, en realidad nunca ha sido mi cosa favorita este deporte, ni ninguno realmente, no termino de comprenderlos y termino solo gritándole a quien se cruce en mi vista por mera diversión junto con mis hermanos.

Me gustan más los lugares solitarios y silenciosos, me agrada estar con mis amigos pero entre ellos no terminan de llevarse, es cansado ser la pelota de pingpong saltando de un lado a otro para que ninguno se sienta excluido, cosa que me llevó a ese gusto por la paz que me produce el silencio.

Que mejor plan para un fin de semana lluvioso que sentarte en tu cuarto con una taza de café y ver Netflix todo el día, leer es agradable con este clima pero soy más de pelis, ¿qué puedo decir?, crecí con la lectura y moriré por la depresión de un mal final de serie, raro pero cierto.

Camino entre la gente pronunciando permiso cada diez segundos, mas la gente parece ser es sorda, así que termino dejando la amabilidad y paso como puedo entre empujones y un par de pisotones que reparto por "accidente".

— ¿De qué me perdí? —cuestiono en cuanto logro llegar y sentarme al lado de la rubia quien luce un maquillaje con los colores del equipo, azul y blanco.

Cuando su mano se precipita a mi rostro con los dedos pintados de los mismos colores que ella lleva en dos líneas en sus mejillas bufo, genial me obliga a ponerme un jersey del equipo de la escuela el cual me regaló ella luego del décimo juego al que la acompañe y en sus palabras, me faltaba fanatismo y apoyo hacia el equipo de la escuela.

No dispuesta a discutir, sabiendo que igual perderé, le permito pintar mis mejillas.

—No entiendo porque te gusta este deporte —gruño aburrida cuando el partido está en sus últimos minutos.

—Primero, es como deporte nacional, es mi deber como buena canadiense, y segundo es divertido. Además Logan y Caleb juegan, ¿qué no son amigos tuyos? O alguna relación extraña, que aún no averiguo. Así que mi siguiente deber es educarte en este deporte, así dejas tu cara de amargada y te divertirás —explica tomando las pocas palomitas que quedan en el bote.

—Primero no son mis amigos, Logan algún día lo fue, sí, pero ahora es solo un ser humano, con el ego más grande que su cabeza y Caleb nunca lo ha sido ni será —declaro cruzándome de brazos —. Segundo me gusta mi forma de verlo, entendiendo lo más básico, dejémoslo así.

El resto del juego nos la pasamos gritando, celebrando, yo consolando a Diane cada que empieza a ir mal a nuestro equipo y haciendo la ola cada quince minutos.

—Bueno entonces creo que debo avisarte de la razón de porque te traje hoy —volteo a verla confundida, con el ruido de la gente esperando el desenlace del juego poniéndome más nerviosa— para que vayas haciéndote a la idea de la presión social que viene —comienza a mover su pierna nerviosa con una sonrisa de culpabilidad.

—Ay no.

—Quizá alguien tenga una sorpresa para ti y quizá le ayude a planearlo y bueno quizá cuando el juego acabe suceda que... —se queda a media frase ya que por todo la cancha resuenan los altavoces silenciándola.

—Pero que tenemos aquí, ¿quién es la afortunada, Sam? —la voz de la mujer que ha narrado el partido suena convenciéndome que mataré a Diane, quien suelta en un susurro perdóname y se levanta jalándome con ella bajando de las gradas.

Y cuando veo a lo que se refería la mujer el aire se escapa de mis pulmones y la sangre se va de mi rostro, leo una y otra vez los carteles que dirige mi pesadilla.

Maldito sea el día que acepte venir, ¿qué está pasando?

Algunos pocos jugadores llevan carteles con distintas palabras formando la pregunta que no se ni que pensar, en definitiva no sé qué hacer, estoy en una especie de shock.

¿Quieres salir conmigo, Sam?

Pestañeo mirando los carteles y luego a Caleb quien me mira sin su casco, dejando libre su cabello rebelde, sus ojos azules y sonrisa ladeada entretenido por mi situación, ¿Qué se supone que haga?

Los gritos estúpidos diciendo que acepte me presionan y el claro reto en sus ojos me provoca aunque en realidad no sé porque me mira de esa forma pero lo odio, mas aun funciona mi cerebro y se la respuesta.

No.

Nunca saldría con él, no sé porque de la nada parece tener ese interés hacia mí, al fin me deja en paz y pasa esto, todo orquestado por él y mi amiga a quien ya le había dejado en claro que no me terminaba de agradar y hace esto.

Diane me da un empujoncito regresándome al momento más horroroso que he experimentado en mis diecisiete años respirando en este mundo cruel.

—Dime que estoy en una pesadilla y esto no esta pasando —le susurro sobre mi hombro.

—Recuerda cuanto te quiero y tu me quieres a mi cuando salgamos de aquí —responde haciéndose para atrás, dejándome sola con ojitos de corderito.

Sip, algo muy malo le pasara en cuanto esto se acabe.

La presión me comienza a ahogar y siento mis mejillas calientes de la vergüenza, nunca he sido la mayor fan de ser el centro de atención, y bueno... mi cerebro, el que hace cinco segundos iba perfecto parece haberse quedado tan quieto y expectante como todas las gradas.


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