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Capítulo 47

Sabía que no era correcto, pero de igual manera acerqué el oído a la puerta para saber de qué estaban hablando. Al menos no eran gemidos lo que se escuchaba.

—No puedo creer que todavía no haya sucedido —dijo la voz femenina, incrédula y burlona.

Era Millie.

—Pues créelo —rebatió Aiden con una voz indiferente y hastiada. Parecía que no le importaba mucho el asunto.

—¿Será que estás perdiendo el toque? —bromeó la pelirroja.

—Piensa lo que quieras —replicó él con el mismo tono seco.

—Creo que estás olvidando algo, Aiden. Esto no se trata de mi opinión, sino de tu actuación. —Ahora el tono de ella había cambiado, parecía... ¿una amenaza?

—Millie… —masculló como si intentara calmarla.

—Te estás demorando demasiado para mi gusto —se quejó ella, subiendo el tono como si estuviera comenzando a enojarse de verdad.

—Millie, no hace falta que me amenaces —aclaró él.

—Yo creo que sí porque si me abstuve hasta ahora no fue por caridad ni por paciencia. Quiero hechos, Aiden —exigió, severa.

Él se quedó en silencio.

—No me hagas… —empezó a decir ella.

—¡Está bien! —exclamó él—. Solo... ten paciencia… —le pidió.

—¿Sabes algo? Lo único que me ha ayudado hasta ahora ha sido ver su cara de estúpida enamorada mientras tú te ríes a sus espaldas. Pobrecita Mia, me da tanta lástima.

Al escuchar eso, le di un fuerte manotazo a la puerta, abriéndola completamente con un sonoro estruendo.

—Mia... —murmuró Aiden al girarse y verme. Sus ojos estaban desorbitados, como si no esperara mi llegada en lo absoluto.

—Ups —dijo Millie, fingiendo inocencia, pero vi cómo hundía un celular en su bolsillo. Era el teléfono de Aiden. Fue ella la que me mandó el mensaje. Ella quería que escuchara todo.

—¿De qué estabas hablando con esta? —escupí, ceñuda.

—Eh, eh, eh. "Esta" tiene nombre —emitió Millie, provocando que la fulminara con la mirada. Ella levantó las manos en señal de rendición mientras una sonrisa atravesaba su rostro. Luego tomó asiento cómodamente en la cama de Aiden, como si estuviera a punto de deleitarse con un gran espectáculo.

—Mia, calma —pidió, haciendo un ademán con las manos—. No sé lo que escuchaste, pero no saques conclusiones precipitadas —habló pausadamente, como si quisiera tranquilizar a una bestia salvaje.

—Aiden, si no me he ido y te hice esa pregunta, es porque no quiero precipitarme. Te estoy dando la oportunidad de explicarte —articulé en un gruñido.

—Es todo un malentendido —aseguró, acercándose unos cuantos pasos a mí y haciéndome perder la paciencia en el acto.

—Repetiré la pregunta. ¿De qué estaban hablando? —mascullé. Un incipiente enojo se estaba apoderando de mí. No me gustaba que me hablaran como si fuera lenta o estúpida.

—A esto lo único que le hacen falta son palomitas —comentó Millie desde la cama. Se veía muy entretenida.

—Millie, cállate —gruñó Aiden.

—No evadas la pregunta, Aiden —replicó ella, divertida.

—Mia —se pasó las manos por el rostro—, yo… esto no es… lo que tú piensas…

—Tú no sabes lo que estoy pensando, así que habla de una vez y deja de darle vueltas al asunto —exigí entre dientes.

—No quiero que me malinterpretes…

—Deja de tratarme como estúpida —le espeté.

—Eso es un poco difícil, querida —comentó Millie. Estaba boca abajo con los codos apoyados en la cama y las manos sosteniendo su cara. También movía sus pies como una niña pequeña—. Ya que todo este tiempo has sido una estúpida —agregó.

—Millie, si no cierras la boca… —le advirtió Aiden, chirriando los dientes.

—Millie, Millie, Millie... Ahora todos le echan la culpa a Millie —se quejó con dramatismo—. Solo estoy intentando ayudarte, ingrato.

—Aiden, habla —le exigí, ignorando el teatro de la pelirroja.

—Eso es Mia —me "animó" ella—. ¡Presiónalo!

Era más que evidente que ella estaba disfrutando mucho mi incertidumbre.

—Millie —volvió a mascullar Aiden.

—Aiden, deja a Millie tranquila y habla de una vez —insistí en un gruñido.

Él bajó la mirada, luciendo avergonzado.

Ante su silencio Millie se puso en pie.

—Ya que parece que no hablarás, yo lo haré —anunció ella alegremente.

—Millie, no, por favor… —le pidió él con expresión suplicante.

—Tuviste tu oportunidad, querido —canturreó la pelirroja—. Pudiste contárselo a tu manera, pero ahora yo le diré toda la verdad.

—¿Cuál verdad? ¿De qué están hablando? —pregunté, entre ansiosa y temerosa.

—Aiden no te quiere, Mia —aseguró ella.

—¿Qué? —murmuré.

—Te lo explicaré mejor, bonita. Todo este tiempo estuvo fingiendo que estaba perdidamente enamorado de ti solo para que le abrieras las piernas.

—Millie… —gruñó Aiden, mirando cualquier cosa menos a mí.

—Eso… no es posible —rebatí, más insegura de lo que pretendía sonar. Me negaba a creer sus palabras. Él me había demostrado tantas veces sus sentimientos. Aquello no podía ser cierto.

—Créeme, sé que él puede ser muy convincente, pero, ¿en serio piensas que todo lo que hizo salió de su cabeza? Los viajes románticos, los detalles dulces, las hermosas frases de amor… ¿en serio crees que un chico que de lo único que entiende es de follar podría volverse de un día para otro el príncipe de cuentos? —preguntó con burla—. ¿Sabes quién lo ayudó todo este tiempo? Yo —anunció con orgullo y satisfacción.

Busqué el rostro de Aiden para confirmar la historia de la pelirroja y, ante mi firme mirada, él desvió la vista con una expresión de vergüenza y culpabilidad. Eso me pareció prueba más que suficiente. Millie estaba diciendo la verdad. Sus palabras eran desgarradoras, pero ciertas.

—¿Recuerdas aquel día que vine a invitarte a la casa en la playa? —Sí lo recordaba—. ¿Recuerdas que Aiden me pidió que lo acompañara a su habitación? Fue en ese momento que me habló de su plan para acostarse contigo —relató.

—Millie, cállate… —musitó Aiden con un hilo de voz. Parecía que sus cuerdas vocales no funcionaban.

—Ya sabes, su estúpido orgullo —prosiguió la pelirroja, indiferente a la petición de Aiden—. Toda la vida se ha follado a la que le ha dado la gana para que ahora venga una sirvienta de quinta a intentar resistirse.

Apreté mis puños y mi mandíbula. Me daba rabia la forma en la que se refería a mí, pero quería escuchar hasta el final, así que aguantaría.

—Cuando él me contó todo fui a hacer mi papel de buena chica y te conté toda una historia dramática de un amor antiguo que era imposible por tu causa, porque el chico que amaba estaba enamorado de ti —contó con burla y dramatismo. Luego soltó una sonora carcajada que metafóricamente hizo sangrar mis tímpanos.

Aiden tomó asiento en la cama, como si hubiera perdido la fuerza en las piernas, como si el peso de la situación no lo dejara mantenerse en pie.

Eso me demostraba que las palabras de Millie realmente eran verdaderas y que yo había sido una idiota.

—Fui muy convincente, ¿verdad? —opinó con orgullo—. ¿Realmente pensaste que una chica como yo —señaló su cuerpo— iba a dejarle el camino libre con tanta facilidad a alguien como tú? —Me miró de arriba abajo con desprecio—. "Ay, el chico no me quiere —puso una voz aguda y dramática— voy a apartarme para que sea feliz con otra". Ese no es mi estilo, querida Mia. Yo doy la pelea hasta el final —comentó con tono venenoso.

—Decirte aquello fue el primer paso para que confiaras en él. Luego estuvo aquella discusión en la casa de la playa donde yo fingía que Aiden me rompía el corazón por ti. Soy una gran actriz, ¿verdad? —se regodeó—. Incluso me atrevería a asegurar que la reaproximación con Sam fue algo para quedar bien ante tus ojos —opinó, pensativa—. Eso no estaba planeado, pero fue una buena improvisación, aunque hubo algo con lo que definitivamente no conté: Carter. No me esperaba que te empezaras a follar a mi primito, querida Mia. Tenía la sospecha de que entre ustedes había algo, pero preferí no contarlo. Quería ver explotar la bomba y así fue.

Estalló en risas nuevamente, llevando sus manos a su estómago mientras se doblaba, divertida ante sus propias palabras.

—Fue la Navidad más divertida e interesante que he pasado en toda mi vida. Aiden, he de reconocer que tienes grandes dotes actorales —emitió, girándose hacia él—. Son casi tan buenos como los míos. Jamás hubiese esperado que le partieras la cara a tu mejor amigo por ella, pero bueno —se encogió de hombros—, yo soy de la opinión de que el fin justifica los medios. Si tenías que montar ese espectáculo para que ella te creyera, por mí estaba bien.

¿En serio Aiden era capaz de hacer todo eso?

¿Ese chico del que me enamoré me había engañado todo este tiempo?

¿De verdad podía mentir tan descaradamente?

Sentí que los ojos comenzaban a escocerme, pero me negaba a llorar frente a ellos. Ya se habían reído demasiado de mí. Todo el tiempo mantuve la vista fija en la pelirroja, pero cuando la desvié hacia Aiden se encontraba con los codos en las rodillas mientras miraba con fijeza el suelo. Parecía que estaba en trance, aislado de la escena que estaba teniendo lugar a pocos pasos de él.

—Y cuando la agarraste de la muñeca y te la llevaste por aquella puerta... —rememoró Millie, sonriente. Luego aplaudió—. Fue espectacular, simplemente magistral, ¡digno de un Óscar! —exclamó, doblándose de la risa.

—Millie, ya. Creo que te has reído bastante —escupió Aiden, interviniendo finalmente.

—¿Qué? Pero si ahora viene lo mejor.

¿Ahora?

Sentí una opresión en el pecho mientras tragaba en seco, asustada. Por la cronología de los hechos ahora debía venir el asesinato que cometí y que Aiden me ayudó a encubrir.

Él no sería capaz de contarle eso a ella, ¿verdad?

—No sé qué pasó entre ustedes esa noche. Aiden no quiso contarme, pero de algo estoy convencida: esa noche ocurrió algo que los unió, pasó algo que te hizo confiar en él. Hasta llegué a pensar que finalmente había conseguido follarte, pero no fue el caso. Luego fueron a nuestra casa a pedir disculpas. Qué ridículo. "Vengo a pedirte disculpas por haberte traicionado con tu mejor amigo" —realizó una barata imitación de mi voz mientras ponía un puchero exagerado—. Recuerdo que Aiden estaba esperando en la sala mientras tú estabas arriba con Carter haciendo sabrá Dios qué, así que decidí divertirme un poquito. Le susurré una que otra cosita al oído y se fue como una fiera, pero, al parecer, la molestia se le pasó mientras subía las escaleras porque no escuché gritos ni objetos rompiéndose. Fue un día aburrido, la verdad —narró con decepción la última parte.

Al escucharla hablar así, recordé a alguien: a Logan.

Ella era igual a su hermano.

No.

Era peor que él. Era incluso más manipuladora, calculadora y maquiavélica que Logan.

—Bueno, para no quitarle la emoción a la historia, te lo simplificaré. —Se acercó a mí—. Cada detalle que Aiden tuvo contigo, cada palabra linda, cada declaración; los gestos delicados en el parque de atracciones, la confesión en el restaurante, el patinaje, la declaración bajo los fuegos artificiales, el viaje a la montaña a esquiar, las velas en el cuarto —citó cada momento que viví con Aiden como si hubiera estado ahí observándonos en todo momento—. Todo. Yo siempre estuve ahí, hablando en el oído de Aiden, moviendo los hilos para que finalmente te abrieras de piernas, él te enterrara la polla y se le pasara ese capricho ridículo que tenía contigo de una puta vez —alzó el tono de voz—, pero eres tan difícil, por Dios. ¿Hasta cuándo ibas a hacerte la dura? ¿No te cansas de ser virgen? —preguntó con lástima.

—Cállate… —gruñí con la mandíbula tensa, apretando los puños. Ese tema era delicado para mí. No iba a permitir que hablara de eso como le diera la gana.

—Bueno, Mia, hermosa —emitió, uniendo sus manos frente a su pecho—, el punto es que si llegaste hasta aquí, fue porque a mí me dio la gana. Solo porque decidí esperar para burlarme al ver tu cara patética llorando cuando Aiden te diera una patada, pero ¿sabes qué? Ya me harté de esperar a que le abras las putas piernas, me aburrí de ti, de él, de ustedes —masculló con repudio—, así que ya iba siendo hora de que te enteraras. Ya me da igual si Aiden te folló o no. Es más, ¿te cuento un secreto? Este era mi regalo de cumpleaños.

Ante esa última frase recordé su fiesta de cumpleaños en la que ella le pedía con insistencia algo a Aiden, pero él estaba esquivo y reacio a dárselo. Había pensado que era algo material y por ello me extrañó que Aiden, heredero de una familia millonaria, no pudiera proporcionarle a la pelirroja eso que tanto quería; pero no era un objeto, era un deseo: deshacerse de mí de la forma más cruel posible e imaginable.

—Eres despreciable —sentencié, asqueada.

—Despreciable, ¿yo? —repitió, haciéndose la ofendida—. Pero si es pura solidaridad femenina, querida Mia. Estoy evitándote un sufrimiento mayor en el futuro. —Tenía una expresión de fingida aflicción, como si realmente le importara—. Claro, tú no lo entiendes porque no puedes ver la ridícula cara de estúpida enamorada que pones cuando estás con él y como yo soy tu amiga —se puso las manos en el pecho—, te estoy ahorrando seguir haciendo el papel de idiota mientras Aiden me folla a mí y a medio instituto —explicó y la risa se le escapó al final.

—¡¡¡Cállate, Millie!!! —bramó Aiden después de mucho tiempo en silencio. Se puso en pie para avanzar hasta ella, dando grandes zancadas. Tenía la mandíbula tensa y sus ojos verdes fulminaban a la pelirroja, la furia que emanaba de él era casi palpable.

—¿Por qué? ¿Acaso he dicho alguna mentira? —se hizo la inocente, sosteniendo su mirada.

—¡Tú sabes que sí! —gritó a centímetros del rostro de Millie, severo.

—¿Acaso no quieres que Mia se entere de que mientras ella estaba feliz pensando que te había conquistado, tú ibas a follarme contra la pared?

Eso me había dolido demasiado. Tenía la esperanza de que, al menos, me hubiera respetado en ese sentido. Las lágrimas que me esforcé por contener durante todo este tiempo descendieron ante aquella escena, pero las sequé rápida y bruscamemte con el dorso de mi mano. Afortunadamente ellos no se percataron de mi acto. No quería desmoronarme frente a esos dos, no podía, no debía.

—¡¡¡Eso es mentira y lo sabes!!! —rugió, agarrándola bruscamente del brazo—. Retira lo que dijiste —ordenó entre dientes.

—No pienso retirar algo que es verdad —refutó ella.

—¡¡Habla, maldita sea!! —gritó, zarandeándola por los brazos—. ¡¡¡Di toda la verdad antes de que pierda la paciencia contigo!!!

Ella sonrió, satisfecha ante el arranque de ira de Aiden.

Definitivamente era peor que su hermano.

Fingió ser mi amiga para ejecutar ese retorcido plan. Por eso es que nunca terminó de convencerme. Siempre me pareció cínica, siempre vi algo falso en el fondo de sus ojos grises, pero no tenía mucho de que jactarme porque Aiden sí había logrado engañarme.

Hizo que me enamorara de él y nadie tiene una idea de cuán valioso fue para mí eso. Pensé que él era mi luz, pero solo fue un espejismo.

—Aiden, basta —musité para evitar que siguiera zarandeando a Millie—. Ya me da igual todo —admití con un hilo de voz—. Si ella reconoce o niega la última parte, no hará diferencia alguna.

Dicho eso, di media vuelta para salir de la habitación. Mientras avanzaba con pasos vagos por el pasillo escuché pasos persiguiéndome.

—¡Mia, espera! —Aiden me agarró del brazo, obligándome a girarme para verlo—. No… no puedes irte así. No puede acabar así…

—El único culpable eres tú —sentencié con la voz neutra y la mirada vacía.

Vacía...

Así me sentía.

No tenía deseos de llorar, ni de gritar, ni de pedir explicaciones. Parecía que era un cuerpo sin alma. Ya todo me daba lo mismo. Sentía que estaba en un punto en el que no podía sufrir más.



* * * * *

Holaaa, mis estimados lectores!! :D
Cómo les va todo?
Son las 2:20 a.m. y aquí estoy yo actualizando para que vean cuánto los aprecio :') porque aunque no lo diga mucho yo los aprecio con todo mi riñón, los aprecio con mis dos riñones :") porque ustedes son mis nefronitas. Lo pillan? :D
Los aprecio con todo mi riñón porque son mis nefronitas :")
Ese será mi apodo cariñoso para ustedes a partir de ahora :)
Sé que es una mierda :v pero va con todo el aprecio, va con todo lo que siento :)<3
Ya les he dicho que esto del sentimentalismo no es lo mío :')
Perdón si no soy tan cariñosa :')
Pero nunca olviden que yo :) <3333
En fin, esto de publicar por la madrugada me pone rara XD
Qué les pareció el cap?
Aiden, que hiciste, mijo? :'(
Y la actuación de Millie...
Pobre Mia :c
Ya veremos qué pasa a continuación.
Hasta el siguiente cap.
Sayonara.

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