Capítulo 4
Finalmente en casa.
Aunque era buena en los estudios, la preparatoria era extenuante.
—¡Mia, al fin llegaste! Esta casa está patas arriba.
—Buenas tardes para ti también, Sue.
—Ve a cambiarte y regresa rápidamente que necesito tu ayuda.
—Sí, señora. —Le hice un saludo militar.
Fui a mi cuarto, me cambié, saludé rápidamente a mi madre y volví con Sue.
Por suerte, ya había hecho la mayoría de los deberes en el instituto.
—Dime, Sue.
—Llévale esta bandeja al señor Thunder y ayúdalo a empacar sus maletas. Se irá de viaje una semana.
—Sí, señora.
Me dirigí a la habitación del jefe, cumpliendo las órdenes de Sue. Al llegar, di unos ligeros golpes en la puerta.
—Adelante —lo escuché decir.
—Con permiso, señor —emití, entrando a su inmensa habitación.
Él estaba sin camisa. Para su edad se mantenía bastante bien.
—¡Mia, finalmente! Deja la bandeja en la mesa y ven a ayudarme. Soy un desastre para empacar.
—¿Desea que empaque algo en específico? —le pregunté, incómoda. Al parecer, lo percibió porque se puso una camisa.
—Solo trajes y algunos pijamas.
La maleta estaba encima de la cama. Comencé a hacer mi trabajo mientras mi jefe comía lo que le había traído, sentado en la cama.
Me estaba observando.
Yo estaba muy tensa y me movía lo más rápido que podía para salir cuanto antes de allí.
Había un silencio espeso.
Por el rabillo del ojo pude percibir que continuaba mirándome.
No sé si miraba la maestría con la que guardaba ropa o a mí específicamente.
Lo que sí sé es que no soportaba aquella situación.
La puerta se abrió de momento.
Qué alivio.
—Hola, amor. —Genial, la arpía; pero ella era mejor que estar a solas con ese hombre.
—No era necesario llamar a la empleada, querido. Yo podría haberte ayudado con las maletas.
—Pero si tú no sabes empacar, Vanessa. —Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no soltar la risa.
—Siempre hay una primera vez para todo, mi amor —la bruja intentó disimular su enojo ante el hecho de haber sido humillada por el patrón en mi presencia mientras le rodeaba el cuello con sus brazos para luego darle un beso que me revolvió el estómago.
Sorprendentemente él se apartó, interrumpiendo el beso.
—Contente, Vanessa. No hagas cosas así frente a Mia —la regañó con el entrecejo hundido.
—¿En serio, mi amor? —preguntó con una sonrisa incrédula—. ¿Vas a despreciar mi beso por la presencia de una criada?
—No le hables así. ––Ella lo miró con una mezcla de enojo y escepticismo––. Todos merecen respeto independientemente de la labor que realicen.
—Tienes razón, amor. —Bajó la cabeza, fingiendo obediencia—. Mia, ¿podrías, por favor, dejarnos solos? —pidió ella.
—Sí, claro. Con permiso. —Salí de la habitación, agradecida de que me lo pidiera.
Aunque era divertido ver la humillación de la arpía, aquella situación se estaba subiendo de tono.
—¿Qué significó todo eso? —escuché preguntar a la pelirroja al otro lado de la puerta.
—No sé de qué hablas —respondió el señor Thunder.
—¡¿Cómo que no sabes?! Defendiste a la sirvienta. ¡Me humillaste frente a ella! —reclamó Vanessa, alzando un poco el tono.
—Estás exagerando, Vanessa —terció él, entre despreocupado y hastiado.
—¿Te gusta esa niña? ¡Contéstame!
—Eso es absurdo, Vanessa.
—Vi la forma en que la miraste, James.
—No es momento para tus ataques de celos.
—Sé por qué estás así. Porque esa chica…
—Escuchando detrás de la puerta, ¿eh?
—¡Qué susto, Sue!
Sin precio aviso, me agarró de la muñeca para arrastrarme hasta la cocina.
—¿Qué hacías espiando, niña? —exigió saber.
—Es que estaban discutiendo porque la arpía de Vanessa sintió celos de mí, ¿lo puedes creer?
—¡Mia! —me reprendió––. No digas eso de la señora.
—¿Por qué no? Es una bruja. —Se asomó una pequeña sonrisa en su rostro, pero la disimuló. Eso significaba que estaba de acuerdo conmigo, pero obviamente no lo reconocería.
—La señora es una mujer muy celosa. Cree que el señor Thunder es de su propiedad y tiene pánico a que la abandone. Como habrás podido observar, ella es una trepadora y una inútil. No sabe ni freír un huevo.
—Pero, ¿el señor Thunder es un mujeriego? Quiero decir, ¿ha mostrado indicios de que la va a dejar?
—Por desgracia, no. Ella es la única mujer con la que ha estado desde que murió la señora.
—¿La señora?
—La madre de Aiden y April, la señora Clarissa. Ella sí era una verdadera patrona, una mujer excepcional y muy hermosa.
—¿Qué le sucedió?
—Murió en el parto de Aiden. A veces creo que el señor aún no la ha olvidado y Vanessa está consciente de ello. De cierta forma, él culpa a su hijo de la muerte de su amada Clarissa por eso no le ha dado la atención que debería. Siempre está trabajando. Aiden prácticamente fue criado por mí y por su tío Michael, que, a diferencia del señor James, es un auténtico mujeriego. Tiene 43 años y vive como si tuviera 20, sin esposa, sin hijos. Por eso Aiden es así. No sabe cómo tratar a una mujer porque la figura masculina que tuvo de ejemplo ha dejado su semillita por todo Estados Unidos. Además, sin una madre que lo guíe. A veces es un poco cavernícola, pero es un buen chico.
—Y, ¿por qué no hay fotos de la señora Clarissa?
—Vanessa no soporta ni oír su nombre y para el patrón es muy doloroso, así que prefieren hacer como que ella ni siquiera existió. Incluso le han pedido a Aiden que le diga mamá a Vanessa. Obviamente, mi pequeño se ha negado rotundamente. Dice que no puede llamar madre a una mujer que le lleva 6 años. El señor Thunder se esfuerza por mejorar la convivencia y que sus hijos se lleven bien con su esposa. Ella incluso llama hijo a Aiden, pero eso solo lo empeora todo. Siempre hay mucha tensión en el ambiente, por eso Aiden come en su cuarto. Solo hay cenas en familia cuando viene April, la hija mayor del señor. Este es un tema muy delicado en la casa. No debí contarte. Nunca lo menciones frente a nadie, ¿entendiste?
—Entendí —me limité a decir con un asentimiento.
Así que esa es la razón de Aiden para haberme hecho lo que me hizo, pero no es justificación.
Una cosa es ser cavernícola y otra es comenzar a dar indicios de ser un violador.
Después de las esclarecedoras revelaciones de Sue lo único que hice fue trabajar, trabajar y trabajar.
Ser ama de casa es lo peor del mundo. Me di cuenta de algo: el día que deba ocuparme de una casa, me cuelgo.
Ayudé a cocinar y llevé los platos a la mesa para que los señores comieran.
A diferencia de lo que me había contado Sue, Aiden estaba allí.
—Aiden, hijo, qué alegría que hayas bajado a cenar con nosotros —comentó el señor Thunder, genuinamente sorprendido, pero con una emoción evidente.
Aiden caminó hasta sentarse en la larga mesa justo en frente de su madrastra. Su padre estaba en el típico sitio del jefe de familia.
—Sí, Aiden. Me alegro tanto de que nos hagas compañía —emitió la venenosa.
—¿A qué debemos el honor? —preguntó el señor Thunder. Aiden se tensó, apretando los puños en señal de molestia.
—Si vas a comenzar a cuestionarme, me iré —masculló, ceñudo.
—No, hijo. Es solo que no me esperaba tu repentina presencia en nuestra mesa, pero aun así me alegro.
—Tenía ganas de ver a las personas de por aquí —explicó Aiden, elevando la comisura de sus labios mientras me miraba con una intensidad que me hizo sentir como la presa a punto de ser cazada.
Vanessa se dio cuenta.
—Mia, querida, ya puedes retirarte —habló la arpía con una amabilidad falsa y una sonrisa forzada.
Ella odiaba que los hombres de su vida me prestaran atención, pero yo lo odiaba mucho más.
—Con permiso.
—Espera, Mia. Mantente cerca por si te necesitamos —pidió el señor James.
—Sí, señor —me limité a obedecer.
Vanessa miró a su marido, soltando fuego por los ojos y a mí me fulminó con la mirada. Yo direccioné mi visión hacia el suelo, fingiendo que no sentía la tensión que había en el aire. Aiden tenía una sonrisa divertida en su rostro. ¿Qué le hacía tanta gracia?
—¿Cómo está tu madre, Mia? —La pregunta del señor me sorprendió. Su preocupación parecía sincera.
—Está mejor, señor. Los cuidados que ha recibido aquí la han ayudado mucho. ––Él me miró directamente con sus penetrantes ojos verdes.
—No tienes una idea de cuánto me alegra oír eso. ––Su mirada me ponía nerviosa. Era demasiado íntima, como si fuéramos cómplices en algo.
Si los ojos de Vanessa arrojaran rayos láser, ya estaría muerta.
Debía decir algo para romper esta incomodidad.
—Gracias por todo. Mi mamá y yo estamos muy agradecidas. —No puedo creer que haya dicho eso, soné como mi madre.
—Lo hago con gusto, Mia.
—Así es. Mi marido es un hombre muy generoso. —Ya te habías tardado en entrometerte, bruja.
Ella colocó su mano de forma posesiva en la de su marido.
Aiden continuaba observando con una de las comisuras de sus labios elevada, como si estuviera evaluando la situación.
De pronto, sonó un teléfono móvil.
—Lo siento, debo contestar. Es del trabajo ––se excusó el señor Thunder. Se puso de pie y se alejó para atender su llamada.
—Déjanos solos, niña ––soltó la pelirroja.
Me estaba retirando cuando escuché que los dos comensales que se mantenían en la mesa comenzaron a hablar.
No suelo escuchar conversaciones ajenas, pero esta familia me intrigaba.
Al parecer, no soy la única con secretos.
Además, son peligrosos. Necesitaré armas para defenderme.
—Esta situación es tan divertida ––opinó Aiden, sonriendo. No esperaba que fuera él el que iniciara la conversación. Pensé que detestaba a su madrastra.
—A mí no me hace gracia —escupió ella, cortante.
—Siempre fuiste tan segura, ¿a qué viene esto?
—No quiero perder a tu padre.
—Oh, vamos. No te hagas la esposa enamorada que nos conocemos demasiado bien.
—Esa niñata mosca muerta se le quiere meter por los ojos.
—Sabes que él sería incapaz de traicionarte. Ha estado contigo desde que tenías 19. Eras joven, pobre e inexperta y aun así no te dio una patada. Está enamorado de ti.
—Ella también quiere enredarse contigo.
—No armes una escena de celos, por favor. Ese no es tu estilo.
—No te le acerques, Aiden. Lo digo en serio.
—Sabes perfectamente que ella no es mi tipo.
—La mirabas de una forma…
—Es linda y ese uniforme le queda… pero no quiero una relación con ella.
—Qué raro que no quieras hundir tu polla en la boca de esa chica.
—Me ofendes, mi querida Vanessa. Tú sabes que soy hombre de una sola mujer.
—Sí, claro. Por cierto, ¿cómo está tu noviecita Daphne?
—Daphne no es mi novia. Solo me divierto con ella. Mi mujer es otra...
—Siento la demora. Era una llamada urgente —llegó el señor Thunder, interrumpiendo la conversación.
—No te preocupes, papá. Vanessa y yo nos estábamos poniendo al día.
—¿Dónde está Mia?
—Sue la llamó y tuvo que ir a ayudarla ––mintió la pelirroja.
—Estás demasiado pendiente de la criada, ¿no crees, papá?
—Solo procuro que mi familia reciba un buen servicio.
—¿Será? Porque te importa más la presencia de ella que la de tu propio hijo.
—Aiden —articuló el señor Thunder a modo de advertencia.
—¿Qué tal si la adoptas? ¿Quieres otra hija o prefieres meter tu polla en una vagina más joven? Y así dices que amas a tu esposa y que recuerdas a mamá. —Después de eso, solo escuché una silla arrastrarse de forma rápida y violenta. El señor Thunder había atacado a Aiden con un fuerte puñetazo en la cara.
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