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Capítulo 37

Las vacaciones navideñas habían terminado y, por ende, ya teníamos que volver al instituto, ya saben, a las clases, los deberes, la monotonía y a sobrevivir con la idea de que se acerca el fin de semana.

Los pocos días que pasaron después de fin de año fueron raros; buenos, pero extraños. No terminaba de acostumbrarme a la idea de que Aiden y yo éramos novios.

Hoy era el primer día de clases después de la semana navideña.

—Qué horror tener que volver a clases ––se quejó Sam mientras buscaba algo en su casillero––. ¿Por qué no hay diez meses de vacaciones y dos de clases?

—Porque saldríamos del instituto con 30 años ––respondí con obviedad.

No era fanática a las clases y los deberes, pero me defendía bastante bien. Era una de las mejores de mi clase, por lo cual no odiaba tanto el tema estudios.

—Hola, hola ––saludó una voz animada a mi espalda.

—Qué hay ––dijo Sam a modo de saludo. Me giré para ver quién era, aunque ya lo sabía por la voz.

—Hola ––dije sin mucha emoción.

Él me tomó del rostro y plantó un casto beso en mis labios. Yo di un paso hacia atrás automáticamente y lo aparté sin mucha brusquedad.

Miré hacia todas partes para asegurarme de que no nos habían visto. Por suerte, había poca gente en el pasillo, aunque Sam se quedó con los ojos más abiertos que un plato, ya que no le había contado nada aún.

—¿Qué haces, Aiden? ––lo reprendí con un tono ligeramente escandalizado.

—Besarte... ––respondió con un tono que parecía más una pregunta que una afirmación.

—Ya, pero no deberías ––hablé en voz baja, como si no quisiera que nadie nos escuchara.

—¿Por qué? Eres mi novia, ¿o no? ––Su tono se había vuelto firme y su mirada, fulminante. Parecía molesto.

—Es que… ––intenté justificar mi comportamiento, pero sonó el timbre que indicaba que debíamos ir a clase. Salvada por la campana.

—Me tengo que ir. Hablamos luego ––dije y me fui rápidamente. Escuché cómo Sam dio pasos rápidos para poder alcanzarme. Cuando estuvo a mi lado dijo:

—¿Por qué nunca me cuentas nada? ––No sonaba enojada y tampoco parecía estar quejándose, sino más bien, parecía una criatura que ansiaba y se alimentaba del chisme.

*

Cuando finalizaron las clases Sam se adelantó para ir a la cafetería, pues yo me quedé en el laboratorio terminando los deberes. Cuando concluí recorrí el corredor rumbo a la cafetería y me detuve un segundo a observar mi celular, ya que había recibido un mensaje.

Cuando desvié mi atención de la pantalla del móvil vi a Aiden al final del pasillo, justo a la entrada de la cafetería.

Se encontraba recostado de la pared con un pie sobre ella y los brazos cruzados. Tenía una media sonrisa ladina en el rostro.

—¿Qué haces ahí? ––pregunté, desconfiada, cuando estuve frente a él. Él dejó de recargar su peso en el concreto y metió sus manos en los bolsillos.

—Esperándote, obviamente ––recalcó esa última palabra––. ¿Entramos? ––preguntó con un tono animado y relajado. Lo miré con los ojos entrecerrados, pero luego decidí dejar de lado mi paranoia. Es la fuerza del hábito, siempre desconfié de Aiden.

—De acuerdo ––accedí.

Al entrar, vi que la cafetería estaba repleta (como siempre). De repente, sentí que Aiden tomó mi mano y, como si fuera un acto reflejo, lo solté con cierta brusquedad.

Él me miró con confusión y yo lo miré con cara de ¿qué haces?

Aún estábamos parados a pocos pasos de la puerta, así que Aiden me agarró del brazo y me arrastró fuera de la cafetería. Nadie nos vio o al menos eso creo.

Su agarre era intenso, casi doloroso. Al atravesar la puerta, él me impulsó un poco para que caminara delante y luego me soltó en el corredor desierto.

Al girarme para verlo, me percaté de que tenía la cabeza alzada y los dedos índice y pulgar en los ojos en un gesto de total frustración y en búsqueda de paciencia.

—Mia ––me habló como a una niña de 5 años––, sé que soy nuevo en esto de tener novia, pero siempre pensé que eso de tomarse de la mano, darse tiernos besos, mostrar su cariño al mundo… ––enumeró con cierta burla–– y todas esas cosas que siempre me importaron una mierda… ––alzó la voz de repente–– eran cosas de pareja ––volvió a bajar la voz, hablando despacio y en un tono fingidamente dulce.

—¿Cuál es tu punto? ––pregunté para saber a dónde quería llegar––. ¿Quieres que nos metamos la lengua frente a todo el mundo?

—Quiero demostrar lo que somos.

—Metiéndonos la lengua frente a todo el mundo ––completé por él en un tono ligeramente irritado.

—Bueno, si tengo que escoger entre tu frialdad y meternos la lengua, elijo lo segundo. ––Él también estaba subiendo el tono––. Parece que te avergüenzas de mí ––se quejó.

—No es eso ––le aclaré––. Es solo que no quiero ir por ahí exhibiéndome frente a todos ––expliqué.

—Frente a todos… ¿o frente a tu ex? ––me soltó. Dio en el punto exacto, pero no lo iba a reconocer porque no quería que estuviera inseguro y mucho menos que se enojara.

—No seas absurdo. Simplemente no quiero andar manoseándonos frente a los demás ––intenté razonar con él sin perder la paciencia.

—No es manosearnos, es poner en evidencia que estás conmigo ––explicó.

—Entonces lo que quieres es marcar tu territorio ––hice un gesto de comillas con los dedos en la palabra "tu"––, como si yo fuera una de tus putas. ––Mi paciencia se fue por el desagüe.

—¿Una de mis putas? ––repitió en voz baja––. ¡¡¿Una de mis putas?!! ––bramó––. ¡Sabes perfectamente que no eres una más para mí! ¡¿Por qué carajos crees que estoy esforzándome por hacer todas estas estúpidas cursilerías?! ¡¡¿Porque te veo como a una puta?!! ––Evidentemente mis palabras lo habían ofendido.

Me pasé.

—Disculpa. No es que dude de tus sentimientos, es solo que no quiero…

—Exponerte ––completó en tono seco y sombrío mientras miraba el suelo.

—Exacto ––musité. Él levantó la mirada del suelo y la clavó en mi rostro. Luego comenzó a dar lentos pasos en mi dirección hasta que me arrinconó contra los casilleros, colocando sus manos a ambos lados de mi cara.

Tragué en seco. Parecía estar haciendo un esfuerzo sobrehumano por contener toda la furia que lo carcomía por dentro en estos instantes. Se detuvo un momento y suspiró levemente, como si buscara las palabras adecuadas.

—Entonces, déjame ver si entendí, ¿quieres mantener esto en secreto? ¿Es eso?

—Quiero… esperar hasta que todo esté más calmado ––respondí con cautela.

—Y mientras tanto, ¿seremos un secreto? ––inquirió de una forma que parecía una afirmación. Debía contestar con cuidado.

—Seremos discretos ––fue lo que respondí. Aiden se inclinó un poco hacia delante para hablar más cerca de mi cara. Su expresión reflejaba una ira controlada, pero presente.

—Escúchame bien, Mia ––habló pausado––. Yo no soy Carter. No pienso esconderme ––dijo entre dientes. Decidí arriesgarme y tomé con delicadeza su rostro.

—No es escondernos, es esperar, dejar que las cosas fluyan, no poner presión, ¿entiendes? Solo hasta que estemos seguros. ––Al escuchar mi última frase, hundió el entrecejo en una expresión confundida y creo que ofendida. Se separó de mí, dio unos pasos hacia atrás y se puso de espaldas.

Tardó unos segundos en hablar. Yo lo miraba, expectante.

—¿No estás segura de esto? ––Se volteó y alternó su mano entre ambos al decir esto. Tenía una expresión dolida en el rostro.

Yo cerré mis ojos, coloqué mis manos en la sien y suspiré.

Este chico siempre entiende todo al revés.

—Lo estoy ––respondí con la mirada ya puesta en él––. Es simplemente lo que ya te expliqué. Cuando aceleras las cosas todo se arruina.

Por su expresión parecía convencido, pero aun así preguntó:

—¿No es por Carter?

—No ––aseguré con firmeza.

—Disculpa, es solo que me suprimí por tanto tiempo y ahora todo salió de golpe. Disculpa. ––Sonó bastante sincero.

—No te preocupes. ¿Entramos? ––le dije, mostrándole mi mejor sonrisa. Él asintió.

Aiden.

Cuando pone esa sonrisa me desarma, simplemente no puedo negarme a nada de lo que me pida. No puedo decirle que no a esos ojos brillantes y exóticos, a esa blanca y deslumbrante sonrisa, a esas mejillas sonrojadas, a esos labios carnosos y rosados que me dan ganas de... ya, Aiden.

Bueno, el punto es que ella sabe usar muy bien sus encantos cuando es necesario. Algo me dice que voy a ser de esos chicos a los que su novia los domina en dos días.

Qué decepción, Aiden.

¿Y tú quién eres?

Soy tu decepcionada conciencia.

¿Tengo una conciencia? Wow.

Mia tiró de mí hasta que atravesamos la puerta de la cafetería. Una vez dentro mantuvimos una distancia prudencial. Después de tomar muestras bandejas con comida nos dirigimos hacia la mesa donde se encontraban Millie y Sam. Ellas eran mis amigas, así que nadie encontraría demasiado raro que me sentara a comer con ellas. Lo que sí debía llamar la atención de todos era que Carter y yo no andábamos juntos.

Por cierto, no lo había visto en todo el día.

Sé que nuestra amistad estaba deteriorada y por mi culpa, pero no teníamos por qué ser enemigos o dejar de hablarnos.

Por mí podríamos volver a como estábamos antes siempre y cuando él estuviera lejos de Mia.

Millie, Sam, Mia y yo comíamos, conversábamos y nos reíamos de cualquier cosa. Llamábamos un poco la atención porque en los años que llevaba de instituto no había sido muy cercano a Sam, pero Millie estaba con nosotros, así que supongo que eso camuflaría un poco mi presencia en aquella mesa.

Mia lucía serena, relajada e incluso dispersa.

Se veía hermosa con esa apariencia sosegada y despreocupada.

¿Me pregunto en qué estará pensando?

Te tiene idiotizado.

Tú cállate. Toda mi vida sin tener conciencia y te apareces en el momento más inoportuno.

De pronto llegó alguien que hizo que varios cuellos se giraran.

—¿Puedo sentarme con ustedes? ––No sé para qué preguntaba si se iba a sentar de todas formas.

—Claro, hermanito ––canturreó Millie y él tomó asiento junto a su hermana y frente a Sam.

Logan se había transferido desde Londres, puesto que su madre y hermana estaban aquí y culminaría los estudios en este instituto, aunque faltaban pocos meses para que eso sucediera, pues, al igual que yo, estaba en último año.

Muchas chicas lo miraban con la baba corriéndoles.

El muy cabrón tenía talento. Desde niño fue así. Por cierto, hay una chica de cabello negro y puntas moradas en la mesa que se puso un poquito tensa cuando Logan llegó.

Aún quedaba algo ahí.

—¿Cómo estás, Samantha? ––preguntó Logan con los antebrazos sobre la mesa. Sonaba cínico, como si quisiera provocarla.

—Bien ––respondió entre dientes––, hasta hace unos segundos ––agregó. Si la idea era molestarla, lo estaba logrando. La verdad es que Sam es una persona de sangre caliente, es muy temperamental, lo que hace súper sencillo sacarla de sus casillas. A eso solo resta agregarle que ellos dos no tienen muy buena relación.

Logan esbozó una media sonrisa ladina.

—Yo también te extrañé ––dijo. Sam se limitó a lanzarle dagas con los ojos.

El resto del almuerzo transcurrió relativamente tranquilo. Logan y Sam se lanzaban indirectas y se fulminaban con la mirada mientras nosotros nos limitábamos a intentar aflojar la tensión o simplemente fingir que no existíamos.

—¿Y tú qué, Mia? ––habló Logan de repente.

—¿Yo qué de qué? ––preguntó ella, confundida.

—Háblame sobre ti. Eres la única a la que no conozco en esta mesa. Todos somos viejos amigos, pero tú sigues siendo un misterio y, sinceramente, no me gustan los enigmas, me dan deseos de descifrarlos ––respondió en un tono bajo, como si estuviera intentando ser seductor.

Me tensé en el asiento y apreté la mandíbula.

¿A qué mierda vino eso?

¿Qué le importa Mia?

Cálmate, criatura. Solo fue una pregunta.

—No tengo nada importante que decir sobre mí ––respondió Mia con indiferencia.

—Algo me dice que infravaloras tu relevancia, Mia ––comentó Logan ante su respuesta esquiva––. ¿En serio quieres que crea que eres tan insignificante como para que no haya pasado nada interesante desde tu llegada? Yo estaba en la cena de Nochebuena también, ¿recuerdas? ––Una indirecta directa. Obviamente se estaba refiriendo a la situación entre Mia, Carter y yo.

Ella no dijo nada, solo se limitó a mirar lo que quedaba de su comida en la bandeja.

—¿Dónde está tu amigo, Aiden? No lo he visto en todo el día ––me soltó al ver que Mia no iba a caer en su juego, pero yo no era tan impasible como ella. Iba desenfrenado a caer en su provocación.

—No lo sé, tú eres su primo y vives con él ––respondí entre dientes y apretando en un puño la mano que tenía sobre mi muslo.

—Pero tú siempre has sido su amiguito del alma, eran casi hermanos, ¿o ahora que comparten la novia ya no se llevan tan bien? ––Tenía un tono de fingida inocencia y preocupación, pero yo sé que es veneno. Desde pequeño ha sido así. Solo quiere ver el mundo arder—. ¿Cómo hacen ahora? ¿Tienen un trío? ––Estaba a punto de explotar––. ¿O tú estás con ella los días impares y Carter los pares? ––Ya exploté. Cuando estaba a punto de ir a romperle la cara sentí la mano de Mia (que estaba a mi lado) sobre mi puño apretado. Ella se mantenía ecuánime, las palabras de Logan no parecían afectarle en lo más mínimo.

—Si estoy con Aiden, o con Carter, o hacemos un trío, no es de tu incumbencia ––le espetó ella en un tono neutro, carente de emociones. A Logan no pareció molestarle su respuesta, al contrario, mantenía esa media sonrisa ladina en su cara.

—Tienes razón. A mí no me incumbe. Es un tema entre ustedes tres. ––Mia lo fulminó con la mirada y se puso en pie para marcharse.

—Ten cuidado, Aiden. Carter puede quitártela en cualquier momento ––me advirtió.

—Solo porque voy a ir tras ella, no te parto los dientes ahora mismo ––gruñí y caminé con pasos rápidos tras Mia.

Por suerte, aún no había salido de la cafetería.

—Mia, espera. ––La sujeté por el brazo para detenerla––. No le hagas caso, solo sabe decir estupideces.

—Yo no le hago caso. Me fui para no tener que seguir escuchando sus impertinencias. Solo espero que tú no le hayas hecho caso.

—Claro que no ––aseguré––. Sé que Carter es cosa del pasado para ti.

—Bien ––comentó ella con alivio.

De repente entró en la cafetería el motivo de todo este tormento: Carter. Nosotros estábamos a pocos pasos de la puerta frente a la cual él se encontraba de pie mirándonos, bueno, mirando a Mia.

Como una ráfaga de viento todo regresó a mi cabeza: la discusión que tuve con Mia, las palabras de Logan, mis miedos, mis inseguridades, el hecho de que ella no quiere admitir que estamos juntos y ahora más que nunca se reafirmó en mi mente que el motivo era Carter. Ella me negaba por él.

Mi lado de novio enamorado, bueno y dominado se fue a la puta mierda.

Después tuve un impulso que me fue imposible controlar: al cruzar la mirada con Carter, agarré a Mia por el brazo y con mi otra mano la tomé por la nuca y le planté un beso en la boca frente a todo el instituto, pero, en especial, frente a Carter.

Sé que parezco un cavernícola marcando territorio, pero es más fuerte que yo.

El beso duró algunos segundos. Ella intentó liberarse en todo momento y, finalmente, logró hacerlo con un fuerte empujón. Ambos miramos hacia la puerta. Carter ya no estaba.

De fondo se escuchaba el bullicio que generaban los chiflidos y comentarios de los demás estudiantes, pero lo que ellos pensaran me importaba media mierda.

—¿Qué hiciste? ––Ella tenía una expresión horrorizada en el rostro. De pronto, caminó con pasos rápidos hacia la salida de la cafetería para buscar a Carter. Yo fui tras ella.

Cuando salimos no había ni rastro de él.

Mia estaba de espaldas a mí con las manos en la cabeza. Luego se giró bruscamente y me empujó.

—¡Eres idiota! ––gritó. Por su cara estaba enojada, muy enojada.

—Mia, cálmate ––intenté hacer que se tranquilizara utilizando un tono sereno y pausado.

—¡No me pidas que me calme! ¡¡No quiero calmarme!! ¡Quiero que revientes! ¡Por idiota y egoísta! ––rugió, enfurecida.

—Soy un egoísta, sí ––reconocí––. No voy a dejar que Carter vaya por la vida mirándote como si tuviera alguna oportunidad contigo.

—Pero, ¡¿te estás escuchando?! ¡¿En qué siglo se quedó tu cabeza retrógrada?!

—¡No voy a dejar que Carter se siga haciendo ilusiones contigo! ––perdí la poca paciencia que me quedaba.

—¡Pero no fue solo frente a Carter! ¡¡Me metiste la lengua frente a todo el instituto!! ––gritó, señalando la puerta de la cafetería.

—¡¡Y lo haría de nuevo!! ¡Para que todos ahí dentro se enteren de eres mía! De que sales con Aiden Thunder y al que se atreva a tocarte un pelo, ¡lo mando al hospital!

Ella se acarició la sien mientras me miraba con espanto a la par que retrocedía lentamente hasta chocar con los casilleros.

—Por Dios, no sabía que esto iba a ser así. Que ibas a querer sacarle los ojos a los demás solo por respirar cerca de mí. ––Avancé hasta estar un paso frente a ella.

—¡Y yo no sabía que ibas a querer esconderme como un puto secreto! ––grité, dándole un fuerte puñetazo al casillero justo al lado de su cara. Ella no respingó, no se espantó y tampoco parecía asustada. Ya comenzaba a conocerme, ya sabía a qué se enfrentaba––. Muchas chicas en este lugar matarían por estar en tu lugar ––mascullé––. Podría haber escogido a cualquier otra, ¡pero no! ¡Te escogí a ti porque la que me trae loco eres tú!

—Tu arrogancia no tiene límites, ¿verdad? No sabía que sería un privilegio tan grande estar contigo ––se burló con sarcasmo mientras yo retrocedía un par de pasos para darle un mínimo de espacio. Ella se mantuvo recostada de los casilleros, pegándose a ellos como si quisiera maximizar la distancia entre ambos.

—¡Y yo no sabía que iba a tener que meterme al cuarto de mantenimiento para poder darte un puto beso! ––Cada palabra suya me hacía enojar más. Parecía estar menospreciando mis sentimientos y todo mi esfuerzo para llegar a ella.

—Pero si no tuviste que ir hasta mantenimiento para besarme. ¡Ahí mismo en la cafetería casi me follas sobre una mesa frente a todos los demás!

—Y por todos los demás, ¿te refieres a Carter? ––dije en un tono que pareció más una afirmación que una pregunta.

—¡Olvídate de Carter! No entiendo tus celos dementes. Yo estoy contigo, no con Carter, ni con ningún otro.

—¡No me pienso olvidar de él! Hasta Logan se da cuenta de esta situación que hay entre los tres y para rematar tú te niegas a que el resto sepa que estamos juntos. ¡Ni a Sam se lo habías dicho! ––Me percaté por su expresión de que eso último la ofendió.

—No intentes voltear la tortilla, Aiden. ¿Ahora resulta que tus celos estúpidos y excesivos son culpa mía? ––replicó, señalándose a sí misma, incrédula.

—No digo que sean tu culpa. Simplemente no ayudas con todo este secretismo.

—Ya te había explicado eso. Lo hablamos aquí mismo no hace ni una hora.

—Por favor, Mia. ¿En serio piensas que me tragué ese cuento de "dejar fluir las cosas"? Ve a que te crea eso otro idiota. Sé que es por Carter.

—¡Bueno sí! ¡Es por él! No quería que se enterara como lo hizo, no quería lastimarlo más aún; pero a ti eso no te importó, ¿verdad? No dudaste en restregárselo en cuanto tuviste la oportunidad. Y encima lo hiciste de la forma más sórdida. No pudiste contárselo o simplemente dejar que se enterara con el tiempo. ¡Tuviste que besarme frente a él!

Exhalé con fuerza. Tal vez ella estaba en lo cierto.

—Puede que tengas razón. Quizás no fue la mejor manera.

—Quizás no ––me interrumpió––. No fue la mejor manera ––afirmó en un tono severo.

—Fue un impulso idiota. No pensé en las consecuencias ––intenté justificarme ahora que había pasado un poco mi rabia. Ella miraba hacia otra parte.

—¿Sabes qué es lo peor de todo? ––emitió, mirándome nuevamente. Su rostro reflejaba tristeza y aflicción, incluso decepción––. ¿Sabes qué es lo que realmente me molesta? No son tus celos enfermizos, ni tu lado excesivamente posesivo. Es que hayas ignorado mi voluntad, que hayas pasado por encima de lo único que te pedí, que me pisotearas como lo hiciste. Lo arruinaste el primer día y sé que me dijiste que no eres un chico fácil, que sería difícil tratar con tus celos, pero si esto va a ser así siempre no sé si quiero seguir contigo. ––Se separó de los casilleros, dispuesta a marcharse hacia el lado opuesto a la cafetería.

Sus palabras me cayeron como un balde de agua fría.

Justo cuando pasó cerca de mí para largarse, la tomé por el brazo y la hice mirarme para intentar rebatir sus palabras. Su mirada era asesina, fulminante, severa, como si me odiara.

—Si este es el respeto y el valor que estás dispuesto a darme, estoy fuera. No pienso permitir que ningún otro hombre vuelva a hacer conmigo lo que le dé la gana. No lo voy a hacer. ––Al decir eso, se zafó con un fuerte y brusco tirón de brazo sin dejarme hablar siquiera.

Sus palabras me atravesaron el pecho como una lanza. Fuertes, directas, cortantes, hirientes, dolorosas… así fueron sus palabras.

Vi cómo se alejaba de mí por aquel corredor infinito. Quería gritar su nombre, llamarla y pedirle perdón por haber sido tan imbécil, pero no encontraba mi voz. Parecía que mis cuerdas vocales se habían deteriorado, no conseguía hacer salir las palabras.

En ese momento me pareció que nada había tenido sentido.

Nuestra discusión no tuvo sentido.

Mis celos no tenían sentido.

Yo no tenía sentido.

—A este paso vas perderla ––escuché una voz a mis espaldas. Me giré para ver de quién se trataba.

Era Carter.

Estaba recostado de los casilleros con las manos en los bolsillos mirando hacia enfrente.

¿De dónde había salido?

—Sé que eso de ser idiota es más fuerte que tú... ––dijo como si fuera un gran sabio. No había un ápice de burla en su voz. No lo decía para ridiculizarme, sino como un simple hecho––... pero intenta regularte ––prosiguió con un tono sereno––. Al parecer, hubo un gran imbécil en su pasado, no creo que esté dispuesta a soportar otro. ––Giró el rostro para mirarme por primera vez en lo que llevaba ahí parado.

¿Qué quería decir eso?

¿Mia había estado con alguien más además de Carter?

—No creo que si vuelves a meter la pata te dé otra oportunidad ––añadió, impasible––. Usa bien la que te queda. ––Dicho eso dejó de recargar su peso en el casillero y comenzó a alejarse.

Sus palabras fueron las de una persona sabia e imparcial, no las de alguien que busca hacer daño.

Fueron el consejo de un viejo amigo.

—Gracias ––logré decir y él se detuvo en seco para luego girar un poco el rostro mientras se mantenía de espaldas a mí.

—¿Por?

—Por el consejo.

—De nada ––emitió después de unos segundos y siguió su camino.

—Y perdón ––añadí en un tono sincero, desprovisto de soberbia. Él volvió a detenerse y a mirarme por el rabillo del ojo—. Por haberla besado frente a ti ––agregué.

Carter se mantuvo inerte unos segundos, como si meditara lo que había escuchado. Luego miró hacia delante nuevamente sin emitir palabra alguna y continuó caminado hasta entrar en la cafetería.

Yo me quedé en aquel desolado pasillo, acompañado únicamente de mis pensamientos.










Nota de la autora: Wenasssss.
Ya lo lindo se fue a la mierda :(
Ya la primera pelea :(
Pero bueno, así es esto. Así es Aiden, así es Mia.
Ya veremos cómo evoluciona la relación de ambos.
Espero que hayan disfrutado el cap.
Nos vemos en el próximo.
Hasta entonces, pequeños saltamontes :D

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