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Capítulo 36

No entiendo por qué lo hice, simplemente… lo hice.

En ese momento desconecté mi mente. No pensé en absolutamente nada. Solo seguí mi repentino impulso.

En un inicio Aiden se quedó quieto. Obviamente estaba muy sorprendido, incluso me había sorprendido a mí misma; pero luego su impresión pasó y se entregó como solo él sabía hacerlo.

Con una mano rodeó mi cintura con firmeza y posesión y con la otra me agarró por la zona del cuello con la misma fuerza. Al parecer, eso del amor gentil y delicado no era lo suyo, pero en estos precisos instantes no me importaba mucho. Por mi parte no tenía mucha idea de dónde colocar mis manos, así que me limité a ponerlas sobre la zona de sus costillas.

Haciendo referencia al beso en sí, ehh... bueno... pues… no me puedo quejar.

La primera vez que Aiden me besó sentí una completa repugnancia y un asco total. Aquel beso, a pesar de haber sido el primero para mí, me pareció grotesco y digno de morir en el olvido. Esta vez fue diferente, esta vez sentí deseos de entregarme y recordarlo siempre.

Aiden me besaba con vehemencia y demanda. El movimiento de sus labios era apasionado, ágil y placentero. Su lengua buscaba la mía y se entrelazaba con ella como si lo necesitara para respirar, como si lo hubiese deseado mucho, como si hubiera esperado toda su vida para este momento. Con solo un beso me expresó tantos sentimientos, espero que a él le hayan llegado los míos.

Dejando un poco de lado el sentimentalismo, Aiden era bueno en esto. El chico sabía lo que hacía y, aunque Carter se defendía bastante bien también, la diferencia la hizo lo que he estado sintiendo hace tiempo y me he esforzado por reprimir.

¿Conoces la sensación de cuando estás con esa persona especial? Esa que sabe llegarte como ninguna otra y aunque estés con alguien atractivo no será igual por mucho que te esfuerces porque lo que realmente define es todo lo que sientes. 

Eso fue lo que me pasó con Carter y, sinceramente, me siento muy mal por haber tenido que lastimarlo para darme cuenta.

Volviendo al momento… ahí seguíamos nosotros como si no hubiese un mañana.

De repente escuché el sonido del picaporte. Alguien iba entrar.

Como pude empujé a Aiden. Al parecer, él estaba demasiado concentrado y no había escuchado porque se enganchó como una garrapata, fue difícil despegarlo.

Me giré hacia la puerta para ver quién era.

—¿Qué estaban haciendo? ––preguntó con su tono curioso y su mirada inocente.

—Nada, Elliot ––me apresuré a decir antes de que Aiden soltara algo que traumatizara al pequeño, el cual se encontraba de pie mirándonos con atención con un brazo ligeramente levantado para sujetar la manija de la puerta.

—¿Y por qué se ven como agitados? Y Mia está un poco despeinada y Aiden tú… ¿qué te pasa ahí en el pantalón? ––Señaló "ahí en el pantalón."

Dios mío.

—Estábamos haciendo cosas de gente grande ––respondió Aiden con una expresión pícara. Le importaba un rábano que Elliot hubiese visto… aquello que, a pesar de ser incipiente, era notorio.

—¿Qué cosas? ––prosiguió indagando el pequeño.

Elliot, por tu bien, no preguntes.

Aiden me miró con esa sonrisita tan característica suya y esa expresión pícara en el rostro. Yo le puse mi mejor mirada suplicante en plan por lo que más quieras, ¡no vayas a decir nada! Él se limitó a ensanchar su sonrisa.

—Estábamos a punto de darte un amiguito para jugar ––fue lo que dijo.

—¿En serio? ––preguntó Elliot, entusiasmado.

—Pues sí ––le aseguró Aiden.

—Bueno, entonces me voy para que sigan ––emitió y cerró lentamente la puerta. Me giré para fulminar a Aiden con la mirada. Él se mantenía con esa sonrisa radiante en el rostro.

Qué ganas de romperle todos los dientes.

—¿Qué fue todo eso? ––inquirí un poco molesta.

—Tranquila, él no entendió nada. Es solo un niño. ––Me crucé de brazos y miré hacia otra parte fingiendo estar enojada. La verdad es que la situación me pareció hasta divertida, pero aun así, qué vergüenza.

—¿Y por qué mejor no proseguimos con lo que estábamos en lugar de enfadarte? Ya sabes, por Elliot. Está muy solo, necesita un amigo. ––Se acercó lentamente y me rodeó la cintura.

—¿Con lo que estábamos…? ––Lo miré con los ojos entrecerrados. Este chico es un pervertido incurable.

—Ya sabes, con el beso que me diste ––respondió con simpleza, como si fuera lo más normal del mundo.

—¿Yo? Fuiste tú el que me metió la lengua hasta la campanilla ––rebatí para intentar defenderme. No quería quedar como la libidinosa de la historia.

—Pero fuiste tú la que me besó ––refutó con una ligera sonrisa de victoria. Ante ese argumento no había mucho que hacer.

—No parabas de injuriarme, así que lo hice para que te callaras ––proseguí con mi inútil defensa.

—Deberíamos discutir más. Me gusta cómo termina. ––Nos miramos fijamente a los ojos. Esa mirada de depredador acechando a la presa…

—Me voy ––emití, interrumpiendo el contacto visual.

—¿Por qué? ––me susurró al oído con voz juguetona. No podía verlo, pero juraría que estaba sonriendo.

—Es tarde ––dije para evadirlo.

—Justo cuando descubro que eres una pervertida y que me encanta que lo seas, quieres huir. No hagas eso conmigo, muñeca ––continuó diciéndome con susurros mientras su nariz rozaba mi oreja. Ese simple toque hizo que mi piel se erizara. Esa zona era bastante sensible para mí. De pronto me di cuenta de que ya no me molestaba ese apodo. Muñeca. Creo que incluso me gustaba un poquito. Él comenzó a besar mi cuello.

—En serio, debo irme. ––Intenté liberarme con la poquita fuerza de voluntad que me quedaba, la cual se fue esfumando a cada beso suyo––. Ya es muy tarde.

—Hasta Elliot sigue despierto. Vas a tener que buscarte una mejor excusa.

De repente pensé en algo. ¿Y si es este el momento que he estado esperando? ¿Y si es Aiden la persona indicada? ¿Y si es él el chico que necesito?

Ante esas interrogantes decidí dejar de lado los pretextos.

—Tienes razón. No tengo ninguna excusa ––concordé y él me miró atentamente, como si me preguntara con sus ojos verdes si mis palabras querían decir lo que él había entendido. Le sostuve la mirada y esbocé una muy leve sonrisa, expresión que él supo interpretar porque se apoderó de mis labios de una forma salvaje y demandante, como si él fuera su legítimo dueño.

Aiden, aún besándome y con las manos por todo mi cuerpo, comenzó a hacerme retroceder con pasos lentos y algo torpes hasta que cayó sobre mí en la cama.

Su forma de besarme era fuerte y exigente, vehemente y apasionada. Sus manos acariciaban todo mi cuerpo. De pronto sentí "eso de ahí en el pantalón de Aiden", estaba comenzando a… despertarse. Una de las manos de Aiden sujetaba mi muñeca justo al lado de mi rostro y la otra comenzó a explorar mi torso sin ningún tipo de inhibición, como si fuera de su propiedad. Sus hábiles dedos encontraron uno de mis pechos, lo tocaron y masajearon. Sus besos se alternaban entre mis labios y mi cuello. He de reconocer que es bueno en lo que hace.

Cuando se aburrió de la zona superior de mi anatomía su mano comenzó a descender, se introdujo en mi short y luego en mis bragas. Sus dedos buscaron mi entrada y justo cuando estaba a punto de introducirse algo me pasó.

Esa sensación.

Todo mi cuerpo se puso rígido. Todo el placer, el éxtasis, el torrente de sensaciones maravillosas se esfumó. Estaba completamente tensa.

—Aiden, para ––le pedí en voz baja. Él me miró, ligeramente ceñudo.

—¿Por qué? ––preguntó, confundido. Había detenido sus caricias, pero aún estaba sobre mí, con sus manos en mi cuerpo y con aquello tocándome.

—Solo detente ––dije sin más.

—Pero…

—Quítate de encima de mí ––le dije con la voz seca y mirando hacia otro lado. Él se quedó en blanco unos segundos, pero después se paró rápidamente. Yo me levanté lentamente de la cama.

—Lo siento, yo… no quería incomodarte ––se disculpó, apenado. Su expresión era de desconcierto total. No entendía por qué lo había detenido si, al parecer, lo estaba disfrutando tanto como él. 

—No, no es eso ––me apresuré a aclararle en un balbuceo.

—¿Hice algo que no te haya gustado? ––me preguntó para intentar comprender la situación, pero yo no sabía cómo explicarle. No podía explicarle.

—No es eso… ––Mi mirada estaba postrada en el suelo. No tenía valor para mirarlo a los ojos. Estábamos parados uno frente al otro y nos separaba alrededor de un metro de longitud, pero la distancia se sentía dolorosa y abismal.

—¿Entonces? ––Su tono no era fuerte ni reclamante. No era de exigencia o molestia. Simplemente buscaba que esclarecieran sus dudas.

—Yo… me tengo que ir. ––No sabía qué responderle. Con la mirada en el suelo me alejé hacia la puerta con total intención de marcharme. Cuando coloqué la mano en el picaporte Aiden murmuró:

—Si fue mi culpa… lo siento. En serio. ––Sin separar los labios le mostré un intento de sonrisa y salí. Una vez fuera, cerré los ojos y exhalé con fuerza como una forma de liberar toda la tensión que sentía.

El gran problema era que esto no era su culpa. Antes al menos podía culparlo y odiarlo, pero ahora no…

Estoy consciente de que de una forma u otra Aiden terminó gustándome y mucho, motivo por el cual pensé que este era el momento, pero no fue así.

***

31 de diciembre.

Fin de año.

Una celebración que todos esperan y adoran.

Yo no.

Las celebraciones familiares y las festividades en general no me gustan. ¿Por qué las personas esperan un día específico para mostrarle a sus seres queridos cuánto los aman? Era algo que nunca entendería.

La magia de este día es dejar atrás todos los sucesos funestos del año que pasó y dar la bienvenida a todo lo maravilloso que depara el nuevo año (en teoría).

Los Thunder, como familia multimillonaria que se respete, tendrían una celebración muy especial. Supongo que el señor Thunder quería darse una nueva oportunidad con su hijo porque desde Nochebuena no habían coincidido mucho (o, al menos, no frente a mí), ya que el señor James estaba algo molesto con Aiden debido al altercado con Carter.

La festividad de fin de año tendría lugar en un restaurante, el cual había sido reservado exclusivamente para los invitados del señor Thunder, aunque no vendría mucha gente, solo la familia de Sam y la de Carter, además de la parte más allegada del servicio de la mansión, es decir, mi madre, Sue y yo. Elliot también vendría.

Para la ocasión me había puesto (corrección: mi madre y Sam me habían obligado a ponerme) un vestido holgado, medias pantis, unos botines que llegaban hasta los tobillos y un abrigo de piel. Llevaba el cabello suelto y brillo labial. Por mí habría ido en vaqueros, tenis y abrigo, pero Sam no me habría dejado tranquila, así que, para que se callara, me puse lo que ella quería.

El conjunto en sí era elegante sin ser exagerado. Era bonito y sencillo y, lo más importante, me protegía del frío sin perder el aire sofisticado porque, aunque este no era uno de los estados más fríos, me congelaría sin las medias y el abrigo.

El restaurante estaba ubicado en el último piso de un edificio súper alto, cuya cantidad de plantas me daba flojera contar. El lugar tenía un salón principal donde se ubicaban la mayoría de los comensales. También había una terraza que estaba "al aire libre". ¿Por qué las comillas? Porque no estaba directamente al aire libre: el techo, el suelo y las paredes eran de cristal, parecía una caja de vidrio.

Al ser completamente transparente, permitía ver el paisaje perfectamente sin la necesidad de exponerse a la fría brisa de la noche. En la terraza había una larga mesa en la que comeríamos porque éramos una considerable cantidad de personas. El sitio era muy elegante, agradable y espacioso, digno de una memorable velada.

—Hasta que al fin llegan ––dijo Sam al vernos. Después de saludar al resto vino hacia mí––. Menos mal que te pusiste la ropa que te escogí; si no, ibas a tener que regresar para volver a vestirte.

—Y para ahorrarme el viaje, te obedecí. Por cierto, ¿qué hace ella aquí? ––Mi interrogante hacía referencia a ciertos invitados que no esperaba ver allí.

—Ah, ellos. Tu patrón los invitó ––dijo sin más.

Era la familia de Rebecca. Jazmin también estaba allí (ya se imaginarán cómo anda Elliot). Los padres de las chicas rubias también habían venido. No sabía que el señor Thunder simpatizaba con esa familia, pero bueno, supongo que hay muchas cosas que desconozco de ese hombre.

—Ay, no ––se quejó Sam al ver a alguien detrás de mí. Me volteé con la mayor discreción posible y también pensé: ay, no.

—¿Qué hacen esas arpías aquí? ––escupió Sam. Ya se pueden imaginar de quiénes eran las familias que habían acabado de entrar. Si dijiste Daphne y Olivia, ¡acertaste! (Por desgracia).

Ambas venían solamente con sus padres. Al parecer, las dos eran hijas únicas. Con razón eran tan mimadas, estiradas e insoportables.

Todos los señores de la cena tenían la apariencia de hombres de negocio y sus respectivas esposas parecían damas elegantes y agraciadas. En conclusión, todos en la cena se veían iguales, aunque los padres de Sam tenían una expresión más afable. Portaban la apariencia de alguien que valora mucho lo que ha conseguido y el lugar hasta el que ha escalado.

Mientras esperábamos la cena cada quien estaba con su respectivo grupo en diversos lugares del local, tanto dentro como fuera de la terraza. Las señoras hablaban de sus temas (Vanessa tenía una cara de que en cualquier momento moriría de aburrimiento). Tal vez conversaban de actos de caridad, de sus hijos, de chismes, del club de lectura, de ir compras, de tomar el té o qué se yo.

Los caballeros se limitaban a dialogar acerca de los negocios, de deportes o de mujeres (son los temas clásicos). Jazmin y Elliot se reían en un rincón y hablaban de… ¿de qué podrían hablar dos niños de 6 años? Sue y mi madre vigilaban discretamente a los pequeños enamorados.

Rebecca, Olivia, Daphne y Millie se reían y conversaban animadamente (hipoooocresíaaa), aunque la hermana de Jazmin se veía menos inmersa en el tema, como si no les prestara atención realmente. Logan estaba solitario en un rincón de la terraza alternando su atención entre la llamativa y gigantesca fuente que había frente al edificio y el resto de los invitados. Lo envolvía cierto halo de misterio, como si estuviera evaluando a quienes lo rodeaban.

Aiden caminaba por todo el lugar: se reía con los niños, molestaba a Sue, hacía reír a las señoras, conversaba con Millie y las otras. Sam y yo nos limitábamos a hablar de cualquier tema banal en lo que traían la comida.

A quien no había visto en todo el rato que llevaba allí era a Carter.

Por un momento pensé que no había venido, que seguía molesto conmigo o tal vez no quería exponer su rostro lastimado (todavía no se había recuperado totalmente de la pelea con Aiden en Nochebuena) y ser el blanco de las miradas y comentarios.

Cuando ya no podía sentirme peor por ser la culpable de que Carter no pasara fin de año junto a su familia lo vi. Estaba en el área más apartada de la terraza, la cual no tenía prácticamente ninguna iluminación.

Habían pasado algunos días desde nuestra ruptura.

Dudé mucho, pero finalmente me excusé con Sam y fui hacia donde él estaba.

Carter se encontraba sentado en un sofá con la vista fija en su celular y yo, a muy pocos pasos de él.

—Hola ––saludé en voz baja, con cierta timidez, incluso con algo de miedo. Él mantenía su mirada en la pantalla del teléfono.

—¿Qué quieres, Mia? ––respondió con tono hosco. Me dolió que me hablara así. Él siempre fue afable, tierno y dulce, incluso cuando no éramos muy amigos y ahora se dirigía a mí con indiferencia y sequedad. Lo peor es que sé que lo merezco.

—Nada, solo saber cómo has estado ––me limité a contestar con el mismo tono de voz que inicié la conversación.

—Bien. Si eso era todo, ya te puedes ir. Quiero estar solo ––gruñó, cortante y directo. Sus palabras me llegaron al corazón.

—¿Sigues enojado? ––Sé que fue una pregunta idiota, pero necesitaba oír la respuesta.

—No creas que eres tan importante. Hay más chicas en el universo. ––Carter era de esas personas que tenían el poder de la palabra. Con ellas podía hacerte sentir como la chica más afortunada del planeta, pero también como la peor basura del universo.

—Eso quiere decir que sigues molesto… ––Mi tono fue más de afirmación que de interrogante.

Durante toda la conversación mantuvo su atención en el dispositivo entre sus manos, ignorándome por completo.

—Mia ––emitió, mirándome finalmente––, no te odio si es eso lo que te preocupa. Yo no sé odiar por más que una persona lo merezca. Tampoco dejaré de hablarte, no soy tan inmaduro, pero no voy a fingir que todo está bien. No soy tan falso ni tan cínico como para hacer eso. Cuando logre conseguir mirar tu cara sin sentir ningún tipo de dolor, entonces, de mi parte, todo volverá a ser como antes.

—Sabes que yo… lo siento…

—Lo sé. Ya lo habías dicho ––me interrumpió con brusquedad.

—Aun así, no me cansaré de repetirlo ––le aclaré y él devolvió la mirada al dispositivo. Como sentí que la conversación había llegado a un punto muerto decidí dar media vuelta e irme.

Cuando estaba llegando a la puerta escuché:

—Mia. ––Me volteé—. ¿Aiden y tú…? —musitó, dejando la pregunta suspendida en el aire.

—No, no estamos juntos ––me apresuré a responder. A pesar de que nos habíamos besado, no estábamos juntos.

—Entonces sufrí en vano ––emitió y luego volvió a mirar su celular.

Al ver que había dado por finalizado el tema, proseguí con mi camino.

¿Qué quiso decir Carter con eso?

Acaso... ¿quería que estuviera con Aiden?

El servicio del restaurante anunció que la cena estaba lista (¡¡¡al fin!!!).

La cena transcurrió de forma tranquila y agradable. La comida estaba excepcional. Todos parecían alegres y relajados. Conversamos, nos reímos de uno que otro chiste malo y así transcurrió el tiempo.

Estaba de pie observando el cielo, las estrellas, la luna y la fuente a través del cristal cuando sentí que alguien tomó mi brazo.

—Tengo que hablar contigo ––me dijo Aiden muy serio. Tomó mi mano y me arrastró hasta el ascensor sin que yo respondiera siquiera.

Salimos del edificio en un silencio total mientras él tiraba de mí obligándome a seguirle el paso. No tenía idea de lo que quería hablar y eso me hacía sentir un poco nerviosa.

Tal vez estaba enojado porque salí corriendo aquel día o porque ayer no hablé con él. Le di una excusa a Sue para que llevara la comida a su dormitorio en mi lugar.

La noche estaba fría, pero no nevaba. Caminamos hasta la fuente que había en la gran plaza que se ubicaba frente al restaurante.

Esta era grande y vistosa. Los efectos de la iluminación le daban a los chorros de agua un aspecto colorido, hermoso y llamativo. En la calle había una considerable cantidad de personas, puesto que aquí lanzaban fuegos artificiales a medianoche. En un edificio que estaba cerca había un gran reloj: eran las 11:57 pm.

—Aiden son casi las doce ––le dije con tono preocupado porque si demorábamos no estaríamos junto a nuestras familias cuando comenzara el año nuevo. Él estaba de espaldas a mí y se giró bruscamente al escuchar mi comentario.

—¿Qué te pasa? ––inquirió en un tono un tanto grosero.

—¿De qué hablas? ––pregunté, confundida.

—Vienes, me besas, te retractas, te vas y me ignoras ––explicó apresuradamente––. ¿Cuál es tu puto problema?

—Yo no tengo ningún problema. El que no está bien eres tú. Si no te beso, está mal y si lo hago, también. Aclárate ––respondí a la defensiva.

—Se te olvida que tu impulsivo beso terminó con una huida monumental ––me atacó con una mezcla de burla y enojo.

—Perdóname que no sea tan atrevida y te abra las piernas a la primera ––le espeté. Su actitud empezaba a molestarme. Aquel día fue paciente y comprensivo y ahora todo eso se había desvanecido.

Aiden cerró los ojos y suspiró en busca de paciencia y equilibrio.

—No es eso ––aclaró con las manos tapándole el rostro. Luego se las pasó por el cabello en señal de frustración mientras miraba la fuente––. No es eso ––repitió en voz baja.

Dio un par de pasos hasta quedar frente a mí a una distancia no muy lejana.

—Mia, no estoy molesto porque huyeras aquel día. De hecho, no estoy molesto. ––Colocó sus manos en mis brazos mientras me miraba a los ojos––. No quiero que pienses que me enojé porque te arrepentiste en el último minuto y no quisiste estar conmigo. Tampoco quiero que pienses que solo me interesa acostarme contigo. Para mí esto no es sexo, quiero decir... sí te deseo. Joder, no tienes una idea cuánto.

Yo me limité a mirarlo y a escuchar su explicación. Él lucía muy nervioso, como si no encontrara las palabras.

—Lo que quiero decir... es que lo tú despiertas en mí va más allá de todo eso. No quiero que seas un revolcón de una noche, no quiero estar con otras y contigo a la vez, mucho menos compartirte con alguien. Quiero que me aceptes y te entregues por completo a mí. Quiero estar contigo en todo el sentido de la palabra.

—Quieres que sea tu novia ––completé por él. Aiden sonrió como si me agradeciera por decir las palabras que tanto le costaban a él. Dio otro paso y ya lo que nos separaban eran escasos centímetros. Luego tomó mi rostro entre sus manos.

—Mia, yo sé que no soy fácil de tratar. Puedo ser inestable, celoso, posesivo. Incluso aunque me esfuerce no puedo ser mejor en ciertos sentidos. No soy un chico que regale rosas, peluches o bombones. Simplemente no me sale serlo, así que no voy a ofrecerte un amor de cuentos. Solo te ofreceré todo lo que siento.

Sonreí.

—Sé que puede parecer arriesgado. Sería como saltar sin paracaídas. Es casi seguro que la muerte será lenta y tortuosa…

Coloqué una mano en su mejilla y con una sonrisa en el rostro y mis ojos en los suyos lo interrumpí para decirle:

—Entonces moriré feliz. ––Su rostro se iluminó. Me regaló una hermosa sonrisa y una intensa mirada y luego me besó.

Esta vez el beso fue más lento que los anteriores. Era puro sentimiento.

Sus manos estaban en mi cintura y las mías alrededor de su cuello. Nuestros torsos estaban completamente unidos.

De pronto escuché en el fondo un fuerte y sonoro estruendo.

Aiden y yo separamos nuestros labios para enfocarnos en el cielo.

Los fuegos artificiales creaban diversas formas que iluminaban con su variedad de colores el manto nocturno. Era algo impresionante de contemplar.

—Feliz año nuevo, Mia ––dijo Aiden cerca de mi oído. Yo desvié el rostro del colorido cielo para observarlo a él.

—Feliz año nuevo, Aiden.





NOTA: Hola!!! :D
Awwwwww que leeeeendooo.
Amé este cap, wey :')
Fue tan hermoso todo :")
Finalmente estos dos pusieron de su parte y concretaron la situación.
Y fue tan lindo :")
Pero al inicio todo es lindo... Solo resta ver el final.
Espero que hayan disfrutado el cap tanto como yo.
Nos vemos en el próximo.
Sayonara.
Ig: daia_marlin

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