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Capítulo 31

Aiden.

Mia y yo fuimos a casa de la familia de Carter. En todo el trayecto no dijo una sola palabra.

Entiendo que esté enojada porque dejé la cara de su novio un poquito… pintoresca, pero no es mi culpa que sienta algo por mí y se niegue a reconocerlo. Yo no pienso detenerme hasta que lo admita para sí misma y, en especial, para mí.

Cuando llegamos nos recibió la empleada, pidiéndonos tomar asiento en el sofá de la sala de estar hasta que vinieran a atendernos los dueños de la casa.

Mia tenía la vista fija en el vacío y su mandíbula estaba tensa, señal inconfundible de su enojo.

Cuando fui a tomar su mano la apartó con brusquedad.

—No te atrevas a tocarme. Ya no puedo distraerme un segundo porque se te ha olvidado el concepto de espacio personal —me espetó.

—Auch. Eso dolió ––bromeé, colocando una mano en mi pecho y poniendo una expresión triste y dolida.

Ella me miró con un desprecio total y luego puso los ojos en blanco.

Ahora sí dolió.

—No puedo creer que tienes los huevos para venir hasta aquí después de romperle la nariz al dueño de la casa.

Esa voz burlona y sarcástica.

—Feliz Navidad para ti también, Logan ––dije al mismo tiempo que Mia y yo nos poníamos de pie.

—Viniste a desearnos una feliz Navidad. Qué considerado de tu parte ––emitió, burlón.

Logan siempre ha sido así. El sarcasmo nunca saldrá de él.

—¿Dónde está la gente de esta casa? —pregunté, obviando su forma de ser.

—Mis tíos no están en casa y Millie anda por ahí al igual que Carter.

Qué específico.

—¿Podrías, por favor, pedirle a Carter que venga? ––pidió Mia.

Se nota que aún no lo conoces, Mia.

La educación no funciona con él.

Logan es del tipo de personas que solo se quieren a sí mismos. Solo piensa en divertirse y jode a quien haga falta para que así sea. Apuesto a que no le importó que agrediera a su único primo. Es más, estoy seguro de que lo disfrutó.

—No sé si él quiera hablar contigo. Después de que te fueras durante horas y lo dejaras hecho mierda no creo que tenga muchos deseos de verte —opinó, encogiéndose de hombros.

—Por favor... Necesito disculparme ––murmuró, mirando el suelo, completamente avergonzada. Logan la observaba con su típico aire burlesco que disfruta el sufrimiento ajeno.

—Logan, llama a Carter de una puta vez —escupí. No me gustaba que se quedara mirando a Mia.

—¿Por qué? ¿También quieres disculparte después de secuestrar así a su chica? Por cierto, ¿en qué se demoraron tanto? Los esperamos un buen rato, pero nunca llegaron. ¿Tan largo y salvaje fue el sexo?

Mia no se puso roja, sino lo siguiente.

—Logan, si no traes a Carter, te dejaré a juego con su cara —mascullé a punto de perder la paciencia.

—Ok, ok. No es necesaria esa agresividad ––dijo, levantando las manos—. Normalmente la gente cuando folla se levanta de buen humor.

—Será que no follamos ––solté, exasperado.

—¡Aiden! ––me reprendió Mia con las mejillas encendidas.

—¡¿Qué?! Él empezó.

Ella se limitó a cubrir su rostro mientras Logan sonreía ladinamente.

—Voy a buscar a mi primo ––dijo finalmente, subiendo las escaleras.

—¿Cómo puedes hablar tan explícitamente de estas cosas? ––preguntó Mia, entre el reproche y la curiosidad, mientras yo tomaba asiento en el sofá.

—¿Qué? Es algo normal. Sucede todo el tiempo —respondí con total naturalidad. No entiendo por qué se escandaliza tanto.

—Ya, pero no entre nosotros. No lo digas como si fuera lo más normal del mundo porque no lo es. Para mí eso no es un juego.

—Y por eso, ¿te refieres al sexo? ––emití, mirándola con las manos apoyadas sobre mi nuca.

—Pues sí —se limitó a responder.

—Si no supiera que tienes una lujuria oculta esperando ser despertada, pensaría que eres de esas chicas que protegen su virginidad como si fuera un valiosísimo tesoro —dije, ligeramente divertido.

—No me llames lujuriosa. No soy como las muchísimas con las que te has acostado ––replicó, ofendida.

—De eso me pude dar cuenta. Después de cuatro meses ya había follado con ellas hasta el cansancio, sin embargo tú…

—Yo, ¿qué? ––me interrumpió con una ceja enarcada y cierto aire desafiante, pero a la vez ofendido.

Me puse de pie y comencé a acercarme a ella, mirándola fijamente. Mia retrocedía a cada paso mío. Su expresión valiente y desafiante se había esfumado. Finalmente la parte trasera de sus rodillas chocaron con un sillón y, como consecuencia, cayó sentada en él. Yo coloqué mis manos en los apoyabrazos, aprisionándola mientras acercaba mi rostro al suyo.

—De ti nunca voy a cansarme…

Ella evadió mi mirada, incómoda.

—Es increíble que ni estando aquí te comportes —reclamó.

—Es tu culpa, me descontrolas. Haces que pierda la razón —rebatí.

Ella me miró y luego torció los ojos fijando la vista en otro sitio, pero juraría que esbozó una ligera, casi imperceptible sonrisa.

Agarré su antebrazo para llamar su atención.

—Lo digo en serio —aseguré a centímetros de su rostro.

—Dice que solo quiere ver a Mia ––anunció Logan, bajando las escaleras. Al vernos inapropiadamente cerca, agregó:

—Ustedes dos no pierden tiempo, ¿eh?

Mia colocó sus manos en mi pecho, apartándome y luego subió rápidamente las escaleras.

—¡Pero, Mia, no conoces el camino! ––gritó Logan.

Ella ni se molestó en responder. Creo que prefería perderse entre los pasillos que mirar la cara burlona de Logan después de que nos encontrara de una forma comprometedora.

—¿Te dijo que no quería hablar conmigo? —pregunté, colocando las manos en mis bolsillos relajadamente, como si aquí no hubiera pasado nada.

—Sí. Dice que te odia y que eres el peor de los amigos.

—Eso es mentira. Carter nunca diría eso —repliqué, frunciendo el ceño. Conocía muy bien a Carter, él sería incapaz de decir algo así.

—Tenía la esperanza de que lo creyeras —admitió con tranquilidad y descaro.

—¿Quiere verme o no? —comencé a perder la paciencia.

—Tendrás que averiguarlo tú solo. Voy a comer algo a la cocina. ¿Quieres que te traiga algo?

—No, gracias.

Imbécil. Irritante.

No entiendo cómo fuimos amigos tanto tiempo y cómo lo sigo soportando.

—Hola, Aiden.

—No estoy de humor, Millie —escupí, desparramándome en el sofá.

—¿Cuándo lo estás? ––comentó, acomodándose a mi lado—. ¿Viniste a montar tu show de arrepentimiento?

—No es un show.

—Lo sé. A pesar de todo, sé que tu amistad con Carter es sincera.

—Espero que él lo piense también ––murmuré, afligido.

Nos quedamos unos minutos en silencio.

—¿Sabes? Creo que esta es la primera vez que tienen una pelea tan fuerte. Nunca habían llegado a los golpes.

—Sí, lo sé. Yo… me descontrolé.

—Y todo por causa de ella… A veces eres un poquito exagerado, muy pasional en circunstancias innecesarias —opinó.

—¿Qué quieres decir?

—Sabes perfectamente lo que quiero decir.

—No intentes adivinar qué pasa por mi mente. No lo sabes todo sobre mí.

—Yo sé todo sobre ti —aseguró—. Sé que en este momento ansías a esa chica... Estás desesperado, obsesionado con ella.

Millie comenzó a acercarse a mí y aproximó sus labios a mi oído, hablándome en voz baja.

—Es más, sé que ahora mismo estás pensando en Mia con Carter, allá arriba, solos… Tienes miedo de que se reconcilien y vuelvan a ser la parejita feliz. Tienes miedo de lo que puedan estar haciendo… ––Mi cuerpo se tensó y apreté mis puños, intentando contener la rabia—. No, sabes lo que están haciendo. Ahora mismo Carter la debe estar besando o incluso más. Quién sabe hasta dónde llegaron ya. Tal vez Carter esté follándosela ahora mismo contra la pared de la ducha, o contra la puerta, o sobre la mesa ––aventuró las posibilidades, sonriendo con malicia.

—Ya cállate, Millie ––solté, poniéndome en pie, completamente irritado.

Esta chica me conoce demasiado bien.

—Han sido muchos años de complicidad, Aiden. Yo te conozco mejor que nadie. Y estoy segura de que ahora mismo quieres subir y comprobar que estoy equivocada. Ve, pero contrólate. Mia podría enojarse tanto que nunca lograrías estar con ella. Y no queremos eso…

En su rostro había una media sonrisa que me era muy familiar.

Después de vacilar un millón de veces decidí hacerle caso y subir.

Cuando llegué frente a la puerta de la habitación de Carter me detuve y respiré hondo en busca de sosiego. Coloqué la mano en la manija, dudando por un momento, pero finalmente la giré y entré.

Lo primero que contemplé fue la cercanía entre ambos: estaban de pie uno frente al otro con sus frentes unidas mientras se miraban fijamente, sonriendo. Carter rodeaba la cintura de Mia y ella el cuello de él. Estaban tan inmersos el uno en el otro que no se percataron de mi presencia. Parecía que para ellos no existía nada más en el mundo.

La sensación que me produjo aquella imagen es el motivo por el cual siempre debemos tocar antes de entrar.

Me aclaré la garganta exageradamente para sacarlos de su mágico, romántico y repugnante momento.

—Siento interrumpir... ––mascullé, sonando más celoso de lo que pretendía, pero menos de lo que estaba.

Al verme, Mia se separó de Carter a toda velocidad.

—No interrumpes nada ––aclaró Carter, calmado.

—¿Podemos hablar?

Mia miró preocupada a Carter, como si tuviera miedo de dejarnos a solas. Carter asintió ligeramente, indicándole que podía irse tranquila.

—Esperaré abajo ––comunicó ella y se fue cerrando la puerta a su salida.

—Tú dirás ––dijo Carter.

—La verdad es que no sé por dónde empezar ––confesé con una mano en la nuca mientras miraba el suelo. Quería disculparme, pero no había pensado las palabras exactas para hacerlo.

—Por donde prefieras.

—Yo… lo siento. Lo siento mucho.

—Yo también.

—¿Sientes que te haya golpeado? ––pregunté, un poco confundido. Quien debía pedir disculpas era yo.

—No. Creo que hasta lo merecía. Siento haber pisoteado tus sentimientos.

—Anoche me dejé llevar por mis impulsos, por mi ataque de ira, por mi agresividad, pero ahora me doy cuenta de que exageré y de que no lo merecías —expliqué, avergonzado.

—Tal vez... aunque infravaloré lo que sentías por ella. Puede que yo hubiera reaccionado parecido si la situación hubiese sido al revés —emitió, manifestando la comprensión que lo caracterizaba.

—¿Significa eso que me perdonas? —pregunté, esperanzado.

—¿Me perdonas tú por estar enamorado de la chica que te gusta? ¿Por tener una relación con ella y habértela ocultado? ¿Por abrazarla, tocarla y besarla sin pensar en tu sufrimiento? ¿Por poner mis sentimientos por encima de los tuyos? ¿Por no sentir remordimiento cada vez que estoy con ella?

Sus palabras me estaban comenzando a parecer cualquier cosa menos una petición de disculpas.

—Carter, creo que mejor lo dejas ahí. No necesito tantos detalles ––gruñí, apretando los puños.

—Te conozco tan bien que tengo una idea de lo que estás sintiendo en este preciso instante. Pensar en Mia conmigo te hace reavivar la ira que sentiste anoche. Apuesto a que quieres golpearme otra vez.

—Al menos esta vez estoy intentando controlarme —mascullé.

Carter sonrió.

—No me molestaría perdonarte porque, además de ser mi mejor amigo, herí tu orgullo masculino, así que estamos a mano.

—No heriste mi orgullo —rebatí.

—Tú la viste primero, pero yo la tomé antes. ¿Qué sientes al saber que te arrebataron el juguete que tanto ansiabas?

—Mia no es un juguete para mí ––repliqué entre dientes.

—Todas son un juguete para ti, Aiden. Siempre supe que sentías atracción por ella, pero no iba a dejar que la lastimaras. No voy a dejar que la lastimes ––afirmó con mucha convicción.

—No necesito tu permiso para acercarme a ella. Vive conmigo.

—¿Me estás desafiando?

—Simplemente aclaro que Mia no es de tu propiedad. Además, yo nunca competiría por una chica.

—Mia no es cualquier chica.

—Lo sé. Tampoco golpearía a alguien por cualquier chica.

—Entonces tus disculpas no eran sinceras —no lo preguntaba, lo afirmaba—. No estás realmente arrepentido, ¿verdad?

—No me malinterpretes, Carter. Sí lamento haberte golpeado. Estoy muy arrepentido por ello, pero no me quedaré de brazos cruzados. Espero que ella te quiera tanto como tú a ella.

—Si ella me pidiera que me apartara, lo haría. No voy a acosarla sabiendo que no siente nada por mí. No soy como tú —escupió.

—Ese es el punto. Ella sí siente algo por mí —remarqué el —. Lo único que le impide aceptarlo eres tú.

—¿No has pensado en la opción de que estás equivocado?

—No lo estoy.

—En el caso de que ella quiera estar contigo, no me entrometeré.

—Es bueno saberlo ––zanjé, dando media vuelta para dirigirme a la puerta. Cuando estaba a punto de girar el picaporte me volteé para encararlo:

—¿Sabes, Carter? Espero que algún día te des cuenta de quién te conviene realmente... Creo que ese día volveremos a estar como antes.

Luego salí y adivinen quién estaba ahí.

—Mia.

—Hola —saludó, haciéndose la inocente.

—¿Estabas escuchando detrás de la puerta? ––pregunté, divertido.

—No. Solo me aseguraba de que no se mataran ––se justificó.

—Claro. ¿Nos vamos?

Después de bajar las escaleras nos dirigimos a la puerta y caminamos hasta mi auto para marcharnos.

—Y, ¿qué te dijo? ––preguntó Mia con una mezcla de preocupación y curiosidad después de que encendiera el auto.

—¿Por qué me preguntas si estabas escuchando detrás de la puerta? ––pregunté con la mirada puesta en la carretera.

—Ya te dije que no escuchaba. Solo estaba cerca para entrar en caso de que escuchara gritos o algo así.

—Está bien, fingiré que te creo ––bromeé.

—¡Es cierto! ––se exaltó, haciéndome sonreír.

Pasaron unos segundos de silencio.

—Él no aceptó mis disculpas —respondí finalmente—. Me conoce muy bien. Sabía que no eran sinceras.

—¿No estás arrepentido ni siquiera después de haber visto su cara?

—Lo estoy, pero vine con la esperanza de recuperar a mi amigo y me di cuenta de que no es posible. Al menos, no todavía…

—Entonces, ¿seguirán enemistados?

—No depende de nosotros.

—¿Qué quieres decir?

—Digamos que iniciamos una competencia un poco infantil por el juguete nuevo.

—No puedo creer que destruyan su amistad por una tontería —emitió, indignada, negando ligeramente con la cabeza.

—Tú no eres una tontería —dejé en claro.

Ella suspiró y comenzó a mirar por la ventanilla. Supongo que quería evitar el asunto porque sabía perfectamente que era la causa de todo.

—No debes sentirte culpable —la consolé.

—Me es un poco difícil ––dijo con pesar.

—Carter sabía que estaba interesado en ti desde hace mucho tiempo y, aun así, insistió en entrometerse. La culpa es completamente suya. ––Al escuchar mis palabras, giró su rostro, mirándome con el entrecejo hundido.

—Eres increíble, Aiden ––soltó con fastidio e incredulidad—. ¿Cómo te atreves a criticarlo? ¡Tú lo golpeaste!

—Y él me traicionó —repliqué, alzando un poco la voz.

—Entonces la culpa no es solo suya. Yo también quise estar con él.

Apreté el volante sin dejar de mirar la carretera mientras tensaba la mandíbula.

—¿Sabes? Estás comenzando a hacer que se esfume el poco arrepentimiento que tenía —mascullé.

—Es tu problema. Yo puedo soportar que me humilles, que te burles, que me des sustos de muerte, que te propases, pero nunca admitiré que sientas orgullo de lastimar a la gente que quiero.

En ese instante sentí una punzada en el pecho.

—Tú… ¿lo quieres? ––murmuré la interrogante con miedo e inseguridad. Algo me decía que la respuesta no me gustaría.

—Lo quiero... Quiero a Carter ––musitó de una forma que parecía sorprendida consigo misma.

Como había presentido la respuesta me dolió, más de lo que puedo expresar. Y me impresionó que así fuera. Era algo nuevo para mí.

Continuamos el trayecto sin emitir palabra.

No me quedaron deseos de hablar con ella después de lo que dijo.

*

—¡Qué susto! ––exclamé cuando entré en mi habitación y vi quién estaba allí.

—No sabía que era tan fea ––dijo, acostada en mi cama. Caminé hacia ella y me acosté a su lado—. ¿Ni siquiera me vas a desear feliz Navidad?

—Lo último que me importa ahora es la Navidad ––dije tapando mis ojos con el antebrazo.

—¿No van a celebrarla? ¿Dónde está tu papá?

—No sé, ni me importa.

—Qué humor. ¿Se puede saber por qué estás así?

—¿En serio piensas que no sé que le preguntaste a Sue dónde estaba?

—¿Quién te dejó así? ¿Carter o Mia?

—Carter y Mia. ––Destapé mi rostro, incorporándome un poco para mirarla—. Sam, ¿tú no sabías nada?

—Sí.

—¡¿Y no me dijiste?! —le reclamé.

—Mia quería mantenerlo en secreto por obvias razones... —Me reprendió con su oscura mirada—. Yo simplemente respeté su decisión —explicó, encogiéndose de hombros.

—¿Y lo aceptaste así, sin más? —La incredulidad en mi voz era notoria.

—¿Por qué no lo haría?

—Oh, vamos, Sam. Ambos sabemos el porqué. ¿Desde hace cuánto te gusta Carter? ¿Desde que eras un embrión? —pregunté, burlesco.

—Eso es cosa del pasado. Y no intentes desviar la conversación —me regañó, frunciendo el entrecejo mientras me señalaba con el dedo—. ¿Qué pasó para que estés así?

—Mia me dijo que quiere a Carter —musité en respuesta.

—Eso debió doler...

—Dolió. Mucho…

Ella se acercó y me abrazó.

—Ella te ha cambiado tanto, Aiden. Ni en mis sueños pensé verte sufrir por una chica.

—Yo tampoco pensé que llegaría a tanto... Al inicio era un simple capricho, después se convirtió en una especie de reto personal, luego en una obsesión y ahora… es más fuerte que yo… Siento que esto me consume.

—He presenciado tu cambio, Aiden. Espero que ella también lo note.

—¿Se lo dirás?

—¿Me estás pidiendo que interceda a tu favor?

—Depende. ¿Lo harás? —pregunté, arqueando una ceja, divertido.

—¡Claro que no! Ella es mi mejor amiga. Sería antiético de mi parte.

—¡Y yo soy tu mejor amigo!

—Debes ganártela tú solo, Aiden.

—Esa chica es tan difícil... —me quejé.

—Siempre te han gustado los retos y no te vas a dejar intimidar ahora, ¿verdad? Ve por ella.







NOTA
Qué tal, camaradas?!
Cómo anda la vida?
Siento la demora :)
Extrañaba narrar desde la perspectiva de mi niño :')
Bueno, que opinan del cap?
Aiden y Mia...
Esos dos me van a enterrar.
Y qué opinan de Logan?
Más adelante lo conoceremos mejor.
Y la conversación/discusión de Aiden y Carter :"(
No me gusta que estén enemistados.
Y cuando Mia y Aiden regresaban a casa, lo que se dijeron en el auto...
Mia, me confundes, querida.
Y por último, ¡eso es Sam! Tú di que sí.
Esos dos harán lo que tú ordenes, como que te llamas Samantha May McGarvey.
Bueno, me despido.
Espero que hayan disfrutado el cap.
Hasta el próximo.
Chao, chao.

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