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Capítulo 27

Hoy era Acción de Gracias, una de las festividades favoritas de mi madre y, por primera vez en mucho tiempo, no la celebraríamos nosotras solas.

La verdad es que no me gustan mucho las celebraciones familiares, bueno, en realidad no me gusta ningún tipo de celebración.

Al entrar a la cocina, vi algo nuevo y raro o, mejor dicho, a alguien.

—¿Y tú quién eres? ¿Cómo entraste aquí? ––pregunté a un niño pequeño que estaba sentado en medio del suelo de la cocina jugando con un auto rojo.

Otra cosa que no me gustaban eran los niños.

Él se puso en pie al verme y luego se acercó.

—Soy el nieto de Sue ––respondió.

—¿Sue tiene un nieto? ––pensé en voz alta.

—Sí, soy yo. Me llamo Elliot ––se presentó, extendiéndome la mano para que lo saludara.

—Mucho gusto, Elliot. ––Estreché su pequeña mano—. Yo soy…

—¡Sé quién eres! ––me interrumpió.

—Ah, ¿sí?

—Eres la muchacha linda que está con la abuela.

¿Eh?

—Oh ––fue lo único que logré a articular.

—La que abuela Sue quiere mucho y de la que no le gusta hablar ––agregó.

¿De qué hablaba?

—¡Elliot, al fin te encuentro! ––emitió Sue al entrar en la cocina.

—Estaba aquí, abuela Sue ––explicó el niño.

—Sí, ya lo veo.

—Mira, abuela. Es la que vi ––comentó, señalándome.

—¿Soy yo o tu nieto es un poquito incoherente? ––pregunté a modo de broma, pero con cierto ápice de seriedad.

—Estás confundido, mi niño. Ella es Mia ––aclaró Sue.

—Pero ella… ––protestó el niño.

—Es Mia ––zanjó Sue.

—¡¡Elliot!!

Esa voz...

—¡¡Aiden!!

Aiden tomó al niño por la cintura y lo hizo girar en el aire.

La escena era completamente adorable.

—¡Cuánto tiempo! ––exclamó Aiden al bajarlo, agachándose para estar a su altura—. Tu abuela no te trae nunca ––reclamó.

—Estaba quedándome con tía Liz, pero tuvo que viajar y me dejó con la abuela ––explicó Elliot.

El niño se expresaba bastante bien para la edad que tenía.

Me pregunto por qué se quedará con su tía.

—Bueno, lo importante es que viniste. Y hoy iremos al parque.

—¡Sí! ––exclamó el niño, emocionado—. ¿Ella vendrá con nosotros? —preguntó con curiosidad, señalándome.

Aiden me miró sin saber qué responder.

—Pues claro que iré con ustedes y haremos un picnic ––accedí para que no se entristeciera.

—¿Podemos, abuela?

—Lo último que haces es pedirme permiso ––se quejó Sue.

—¿Podemos ir? ––Esa carita…

—Está bien.

—¡Sí! ––Al lanzar su entusiasta exclamación, salió corriendo por el pasillo con rumbo a la sala de estar. Aiden lo siguió.

Era muy bueno con los niños. Algún día será un excelente padre.

—Sue, ¿de qué hablaba Elliot? ––pregunté, entre curiosa y confundida.

—No lo sé. Cosas de su cabeza. Solo tiene seis años. Puede confundirse fácilmente.

—Claro.

Decidí no darle más vueltas al asunto, después de todo, Sue tenía razón. Elliot es solo un niño y los niños se entusiasman por cualquier cosa, ¿no?

La tarde transcurrió y, finalmente, llegó el momento del picnic en el parque tan esperado por el pequeño Elliot.

Ese niño es muy querido en la casa, excepto por Vanessa, pero eso ya era obvio.

El parque era sumamente amplio. Había numerosos árboles que nos regalaban su agradable sombra. El verde césped estaba recién cortado, aunque pocas personas caminaban por allí.

Yo me encontraba sentada sobre la manta que tendimos sobre el césped mientras Aiden estaba acostado en ella con las manos detrás de la cabeza mirando el cielo.

Elliot, por su parte, perseguía a una mariposa, la cual se elevó demasiado, por lo que el niño sacó una lupa de su bolsillo, se acostó en el suelo y comenzó a arrastrarse mientras observaba algo a través de ella. Supongo que sea a las hormigas.

Elliot es un niño con una cara súper tierna. Tiene unos grandes y hermosos ojos azules como los de su abuela y un lacio cabello azabache.

—Es muy hiperactivo y curioso ese niño ––opiné.

—Sí, es un tsunami ––concordó Aiden.

—Aiden, ¿puedo preguntarte algo? ––dije mientras me acostaba a su lado.

—Claro.

—¿Por qué Elliot no vive con sus padres?

Él se quedó en silencio. Por un momento pensé que no me respondería y que me estaba metiendo donde no me llamaban, pero luego respondió:

—La madre de Elliot murió.

Me quedé en silencio. No sabía qué decir.

—Fue asesinada. Era una mujer preciosa y muy alegre. Adoraba a su hijo.

—Y, ¿su padre? ––me atreví a preguntar.

—Está en prisión. Tomó la justicia por su cuenta. Cuando encontró al asesino de su mujer no pudo controlarse y lo mató. Fue condenado a 20 años.

—Pobre Elliot… ––murmuré.

—Por eso vive con la hermana de su padre, Elizabeth.

—¿La madre de Elliot era hija de Sue?

—Sí. Era su única hija. Elliot es todo lo que le queda a Sue.

—Elliot es tan pequeño y le ha tocado sufrir tanto… ––musité.

—Pero es un chico fuerte y está rodeado de gente que lo ama. En lo que a mí respecta crecerá sano y feliz.

Me quedé observándolo mientras él continuaba mirando el cielo.

—¡Las hormigas son geniales! ––exclamó Elliot al llegar corriendo. Yo me senté para verlo mejor.

—Supongo… ––dije, encogiéndome de hombros.

¿Qué se supone que debo responder ante ese comentario?

—Elliot, mírate. Cuando tu abuela vea cómo quedaste nos matará ––le reclamé.

El niño traía la ropa cubierta de tierra. Él me mostró su sonrisa sin dientes junto a una expresión despreocupada, pero a la vez feliz.

A pesar de todo lo que ha pasado, ha seguido adelante.

Eres admirable, Elliot. Mucho.

—Tengo que ir a mear ––soltó Aiden de repente.

—¿Me vas a dejar sola con él? ––pregunté, nerviosa.

Aiden manejaba a Elliot mucho mejor que yo, así que no quería quedarme sola con el niño, puesto que no se me dan muy bien.

—¿Quieres que me orine aquí mismo? No sería un buen ejemplo para Elliot. Vuelvo enseguida. Solo quédate quieta y que no perciba tu miedo.

—Qué gracioso ––mascullé con sarcasmo mientras él sonreía y luego se marchaba. Elliot se limitó a mirarme, pues no entendía muy bien de qué hablábamos.

—¿Quieres comer algo? ––le pregunté.

—Sí, por favor ––respondió educadamente.

Saqué un sándwich de la cesta y se lo entregué.

Él estaba sentado en la manta con las piernas extendidas mientras comía su sándwich y mantenía la mirada en el césped.

Me pregunto en qué estará pensando.

Los niños siempre me han parecido un misterio.

—¿En qué piensas, Elliot? ––decidí preguntarle para no estar en este silencio incómodo.

—No te puedo decir. Abuela Sue me dijo que no te contara.

—¿Tiene que ver con lo que me dijiste esta mañana?

Él asintió.

—Entonces, ¿ya me habías visto antes?

—Sí, estás con la abuela en la foto.

¿Foto? ¿Cuál foto? No recuerdo haberme sacado ninguna foto con Sue.

Bueno, tal vez me sacó una sin que me diera cuenta.

—Ay, qué alivio ––emitió Aiden al regresar—. Meé como un caballo.

—¡Aiden, no hables así frente a Elliot!

Ellos se echaron a reír y más tarde fueron a correr y a jugar juntos.

Nunca pensé que Aiden tendría un lado así y mucho menos que me gustaría tanto ese lado de él.

*

La cena de Acción de Gracias estuvo hermosa. El ambiente fue cálido y acogedor.

La mesa estaba repleta. El señor Thunder nos invitó a sentarnos a mi madre, a Sue, a Elliot y a mí.

Como era de esperarse Carter, Millie y Sam vinieron, los cuales, por cierto, adoraban al pequeño Elliot también.

La única presencia desagradable fue la de Max Greene, pero solo tuve que tratar con él lo estrictamente necesario.

Después de la cena mi madre salió con Max, así que pude quedarme sola en mi habitación mientras la mayoría de los invitados se mantenían interactuando en la sala de estar.

Estaba acostada en mi cama escuchando música cuando vi la puerta abrirse lentamente.

Una persona se asomó.

Era un poco tarde: las 11:47 p.m.

—¿Mia? ¿Estás despierta?

—Sí ––contesté, poniéndome de pie mientras él entraba cerrando la puerta.

—No pudimos hablar mucho en la fiesta ––se lamentó.

—Fue por eso que viniste ––concluí.

—Exacto. ––Él se acercó a mí, colocó sus manos en mi rostro, me acercó al suyo y comenzó a besarme lenta y cariñosamente.

Sus manos descendieron por mi cuerpo.

Una de ellas realizó una trayectoria desde mi mejilla hasta uno de mis pechos mientras que la otra bajó por mi espalda, levantó un poco mi vestido y se depositó en mi trasero.

Este chico estaba un poquito entusiasmado hoy...

Todo lo que sus manos le estaban haciendo a mi cuerpo me dio una mala sensación, como si me diera asco y, como consecuencia, lo aparté.

—¿Pasa algo? ––preguntó con el entrecejo fruncido en señal de confusión.

—No, nada ––me apresuré a aclarar.

Luego fui yo la que lo besó para evitar que se preocupara.

Llevábamos juntos más de un mes y a estas alturas estaba harta de vivir con dudas.

Quería poner a prueba lo que sentía por Carter, así que me alejé un poco y llevé mis manos a mis bragas bajándolas por mis muslos hasta que cayeron al suelo. Luego saqué mis pies y avancé un paso hacia él. Después tomé los tirantes de mi vestido, los bajé por mis hombros hasta que la tela cayó, dejándome expuesta.

Finalmente miré a Carter directamente a los ojos, esperando su reacción.

Me sentía muy nerviosa e incómoda, pero ya estaba hecho.

Él se mantenía muy quieto.

Lo único que se movía eran sus ojos estupefactos, los cuales ascendían y descendían por mi cuerpo desnudo.

Su expresión pasó de impactada a... lujuriosa.

Tragué en seco.

Él nunca me había mirado así.

Me acerqué a él y comencé a besarlo.

Él dudó al inicio, pero luego me respondió al beso.

El movimiento de sus labios era lento, pero apasionado. Mantenía una de sus manos en mi nuca y la otra en mi cintura mientras me pegaba completamente a su torso.

Esa sensación otra vez.

Lo aparté ligeramente.

—¿Estás segura de que quieres esto?

—Sí ––musité con la mirada en el suelo, escuchándome no muy convencida.

Él tomó mi mentón para obligarme a mirarlo.

—¿Segura?

—Hazlo ––afirmé, mirándolo directamente a los ojos esta vez.

Él me besó de nuevo.

Continuaba sintiéndome extraña, pero aun así cerré mis ojos e intenté entregarme al momento.

De pronto sentí algo sobre mi cuerpo, una especie de tela. Al abrir los ojos, Carter estaba frente a mí sujetando una sábana que había colocado alrededor de mis hombros para cubrir todo mi cuerpo.

—No tienes una idea de cuánto deseo esto ––emitió—, pero no quiero que te sientas en la obligación de hacerlo porque no sería lo mismo.

—Lo siento, Carter. Es que… es... mi primera vez… ––intenté excusarme. No quería que pensara que era por él.

Él tomó mi rostro entre sus manos.

—Cuando estés lista te estaré esperando con las mismas ansias ––aseguró.

Después depositó un beso en mi mejilla y se marchó.

Yo me quedé allí de pie, envuelta en la sábana y con la cabeza llena de pensamientos.

Carter es un chico de oro, pero no sé si es lo que estoy buscando.











Hola, hola!!!
Cómo los trata la vida?
Qué les pareció el cap?
Qué les pareció Elliot?
Yo lo adoré y eso que no me gustan mucho los niños, pero es que él es tan leeeendooo, o bueno, así me lo imagino yo.
Y Aiden y Elliot...
Aiden tiene buena mano con los niños. Quién lo diría?
Y la escena de Mia y Carter al final...
Buaano...
Ya veremos qué sigue.
El próximo cap va a estar... bueno, no les voy a decir :)
#noalspoiler.
Hasta entonces,
sayonara.

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