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Capítulo 16

Al acercarnos a la casa, vi que la luz de la sala de estar estaba encendida.

¿Quién más estaba despierto?

Nos aproximamos con sigilo y, a través de la puerta principal que estaba entreabierta, pudimos escuchar a quienes allí se encontraban.

—Habla bajo. Te van a oír ––emitió una voz masculina.

—¡No me importa que me oigan! ––La chica sonaba exacerbada.

Aiden y Millie.

—¿En serio me despertaste para hacer este alboroto? Pensé que tomarías esto con madurez.

—Solo quiero que reconsideres tu decisión, Aiden. Ella nunca te querrá como yo. Ni siquiera te presta atención. ––La voz de la pelirroja sonaba débil, a punto de quebrarse.

—Tus lágrimas no cambiarán lo que siento por Mia. Deja de humillarte. Vuelve a ser la de antes, así te ves patética ––soltó Aiden con total insensibilidad.

Al ser pronunciadas esas palabras, Carter abrió completamente la puerta de un empujón y esta hizo un gran estruendo al chocar contra la pared.

—Primo ––musitó Millie, abriendo mucho los ojos al vernos.

Carter fue como un rayo hacia Aiden y lo tomó por el cuello de la camisa.

Millie salió corriendo en dirección a las escaleras que conducían a la segunda planta.

Yo me mantenía inerte en mi sitio. No sabía si correr tras ella para consolarla como forma de solidaridad femenina o evitar que estos dos se mataran.

—¿Qué clase de amigo eres tú? Ella es mi familia. ¡¿Cómo pudiste hacerle esto?! ––Carter hablaba a gritos muy cerca del rostro de Aiden, el cual se mantenía inmóvil y sin manifestar la más mínima intención de defenderse. Su expresión era vacía, indiferente, sin embargo la de Carter reflejaba una furia salvaje. Nunca lo había visto tan molesto—. ¡¡¡Contéstame!!! ––bramó a punto de perder la ínfima paciencia que le quedaba.

—Si quieres golpearme, adelante. ––Aiden mantenía su voz indiferente y postura impasible.

—¿Cómo fuiste capaz de lastimar a Millie? ––dijo entre dientes. Era evidente que su rabia prevalecía. De hecho, parecía que se acrecentaba.

—Tú, mejor que nadie, deberías saber que no escogemos lo que sentimos. ––La voz de Aiden era suave—. No fue mi elección herirla, no fue mi elección querer a alguien más. ––En ese instante fijó sus verdes ojos en mí. Carter lo liberó de su agarre poco a poco. Al parecer, comprendió las palabras de su amigo.

—Lo siento mucho ––se disculpó Aiden mientras Carter mantenía la mirada fija en el suelo como si estuviera procesando las últimas frases de su amigo. Luego el chico rubio se volteó hacia donde me encontraba. Parecía que me iba a decir algo importante, pero no me quedé a averiguarlo. Salí de allí como una flecha.

Los dormitorios se encontraban en el segundo piso. Al pasar frente al de Sam, vi una tenue luz. Giré la manija y entré.

—¿Sam? ––musité.

La habitación era iluminada por la pequeña lámpara que se encontraba sobre la mesita de noche.

Ella se encontraba parada de espaldas a mí con una mano en el marco de la puerta del balcón. Estaba descalza mirando la playa y traía el cabello suelto que, al igual que su vestido de dormir, era movido por la brisa que batía. Parecía serena, en calma total, ajena a la discusión que hubo hace unos momentos, como si estuviera inmersa en sus pensamientos, como si estuviera en su propio mundo, como si observar el mar produjera en ella el mismo efecto que en mí.

Un momento, ¡¿hace cuánto ha estado ahí?!

—La noche está hermosa ––comentó de forma inesperada con un tono suave y dulce.

—Sí. ––Mi voz sonó dubitativa. Ella continuaba sin mirarme.

Miré el reloj. Eran casi las 2 a.m.

—Sam, tengo que decirte algo…

—Mejor mañana. Tengo sueño. —Su voz sonó neutra.

—Pero… ––intenté replicar, pero me salió un débil balbuceo.

—Buenas noches, Mia. ––Con la mayor educación me estaba expulsando. Intentó sonar amable y dulce, pero no bastó para camuflar el hecho de que no quería hablar conmigo, de que no quería verme. Decidí no contrariarla. Era lo mejor.

—Buenas noches, Sam. ––Salí de allí en silencio y me dirigí a la soledad de mi habitación.

Esta situación me dejó preocupada y pensativa.

¿Y si Sam vio  mi escena con Carter en la playa y lo malinterpretó todo?

He de confesar que en el momento me sentí... diferente, sentí que aquel instante fue especial, pero jamás traicionaría a la única persona que ha estado a mi lado desde que llegué a ese instituto. Ella es lo más cercano que he tenido a una amiga en los últimos tiempos.

Con la mente revuelta y confundida fui despacio hasta mi cama, como si me sintiera débil y derrotada. Me acosté y me entregué al sueño.

Al abrir los ojos, observé el reloj: 5:21 a.m.

Cuando dormía solía destaparme y, además, la tela de mi pijama era muy fina y no abrigaba en lo absoluto, por lo que el frío de la madrugada me despertó.

Al fijar la vista, me percaté de que la puerta del balcón estaba abierta, motivo por el cual batía la brisa en mi dormitorio.

Qué raro.

Juraría que la dejé cerrada antes de irme a dormir.

Me levanté para cerrarla.

Mis ojos se salieron de las órbitas y sentí una fuerte punzada en el pecho porque en medio de la oscuridad había alguien cuya figura era iluminada tenuemente por la luna.

Comenzó a avanzar y yo retrocedí lentamente.

Mi corazón latía de forma irregular, mi respiración se volvía agitada y mi piel estaba completamente erizada.

La luz lunar me permitió divisar que era un hombre.

Desconocía su identidad y lo único que sabía es que se había colado en mi habitación mientras dormía.

Tenía miedo.

Aquel hombre podía ser un ladrón, un secuestrador, un asesino…

Llevaba un pasamontañas de color negro, al igual que el resto de su vestimenta.

Por un segundo detuvo su avance y, presa del pánico, corrí rápidamente para abrir la puerta. Al llegar a ella, giré la manija y:

—Está cerrada ––me dijo el intruso.

Su voz me resultaba un poco familiar.

Me volteé para ver sus movimientos.

—¿Qué quieres? ––pregunté con cautela.

—Tú sabes lo que quiero. ––A través de la abertura de la tela oscura que cubría su cara pude ver su sonrisa de depravado.

—Yo… no tengo nada que… ––balbuceé. El pavor que recorría mi cuerpo en ese instante no me permitía pensar.

—Oh, sí lo tienes. Desde aquí veo todo lo que tienes… ––canturreó con aquella voz de enfermo.

No puedo afirmarlo con total certeza, pero creo que recorrió todo mi cuerpo con sus ojos.

Después de pasar su lengua por su labio superior comenzó a eliminar los pocos metros que nos separaban.

—No te acerques. ¡Socorro! ¡Alguien ayúdeme, por favor! ––Golpeé la puerta con todas mis fuerzas—. ¡Sam! ¡Aiden! ¡Carter! ¡Millie! ¡¡Ayuda!! ––Me dolía la garganta y mis ojos ya habían liberado un par de lágrimas.

—No vendrán a ayudarte ––aseguró. Cuando me giré hacia él pude ver el motivo de su certeza: en su mano traía un cuchillo enorme y ensangrentado.

No.

Mis amigos no podían estar muertos.

Era imposible.

—Los maté. ––Sonrió ampliamente.

Gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas.

Esto es una pesadilla. Tenía que serlo.

Guardó el arma en la parte trasera de su pantalón.

—Eres un malnacido ––lo insulté entre dientes. Una incipiente furia se manifestó en mí.

—Tus amiguitos eran muy molestos, sobre todo la del cabello morado. Qué chica tan ruidosa ––comentó con fastidio. Olvidé el miedo y arremetí contra él.

—¡¡Maldito!! ––Le lancé manotazos, pero los detuvo sujetando mis manos con una de las suyas. Era mucho más alto y fuerte que yo. Perder el control así fue un error.

—¡Suéltame! ––Con un veloz movimiento se paró detrás de mí y acalló mis gritos, tapando mi boca con su enorme mano mientras que con la otra empuñaba el cuchillo contra mi cuello.

—No te preocupes, no te mataré. Tengo mejores planes para ti ––susurró en mi oído. Me mantuve estática. No confiaba en sus palabras. Si me movía, rajaría mi cuello.

Apartó su mano de mi boca, ya que no mostré resistencia. Luego agarró mi pelo y de forma brusca echó mi cabeza hacia atrás.

Sentía su pesada respiración muy cerca de mi piel. Después mordió con delicadeza mi oreja.

Ya había comenzado a temblar. No encontraba fuerzas para salir huyendo. Estaba paralizada.

—¿No me recuerdas? ––susurró en mi oído.

Las lágrimas descendieron de forma imparable.

—Tú y yo somos uno.

Depositó sus húmedos y asquerosos besos en mi cuello.

—Haz memoria, pequeña.

Al escuchar ese apodo, todo mi cuerpo reaccionó. Me tensé, me ericé, temblé, sentí pánico, horror, deseos de correr, de morir...

Pequeña.

No.

Era imposible.

No podía…

Esa palabra me ayudó a recuperar la conciencia y de lo más recóndito de mi ser obtuve fuerzas para golpearlo con el codo en el vientre.

El hombre llevó las manos a su estómago y se dobló del dolor.

Busqué una salida, pero no la hallé.

No tenía a donde huir. Estaba atrapada con él.

El único sitio al que correr era el balcón, pero estaba en segunda planta. No podría escapar. A pesar de ello, fui hacia allí.

La noche estrellada era testigo de mi sufrimiento y de lo que estaba a punto de hacer.

—No hagas eso. ––El atacante se acercaba con sigilo. Yo me encontraba a horcajadas en el barandal del balcón. Lo miré con todo el odio que sentía por él.

—No te acerques más. Si lo haces, saltaré ––le advertí entre dientes. Mi voz era una mezcla de rabia y dolor. Las lágrimas surcaban mis mejillas de forma irrefrenable.

—Cálmate. No quiero que te lastimes. Baja de ahí. No cometas esa locura. ––Su voz era pausada. Estaba intentando razonar con una suicida.

—Prefiero morir antes que caer en tus garras. Nadie merece pasar por una cosa así. ––Por mi rostro cayeron las que, al parecer, serían mis últimas lágrimas, pero no por ello expresaban menos dolor. De hecho, eran las que reflejaban todo el sufrimiento que he sentido durante tanto tiempo.

Comencé a elevar la pierna que se mantenía en el balcón para lanzarme al vacío.

—¡No! Mia, detente. ––Esa voz—. Soy yo, Aiden. ––Se quitó el pasamontañas.

—¿Aiden? ––musité, confundida, mientras giraba mi rostro para confirmar que realmente era él.

Lo vi de pie a pocos pasos de mí. Su expresión era de angustia, miedo y preocupación.

De pronto, mis párpados se sentían tan pesados. Mi visión empezó a nublarse. Parecía que mi cabeza explotaría. Estaba mareada, desorientada, confundida. Mi cuerpo estaba débil y sentí que comenzaba a caer.









Nota de Daia Marlin: Heeeeeyyyyy, que tal, cómo estás?
Qué capítulo más intenso.
Cuando lo leí me quedé en plan...yo creo que me pasé.
Pero bueno, de eso va escribir, de emociones.
¿Qué les pareció a ustedes?
Hasta el siguiente capítulo.

Chau, chau.

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