Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo nueve

―¡Buenas noches, Auri! ―Anna exclamó con el que parecía su nuevo apodo para mí―. ¿Estás lista para la party, bitch?

Reí ante la palabra y le devolví el abrazo. Detrás de ella entró Miguel, que me saludó con dos besos, y Alberto, saludándome con la mano.

―¿Mi hermano no ha bajado todavía?

Cierto, se me había olvidado deciros que después de que hiciéramos las paces, Alberto y yo le invitamos a esta... ¿fiesta?

Pero, ¿cómo era ahora la situación con Hugo después de que supiera, creo, que me gusta? Pues... complicada. Al menos para mí. Él seguía como si nada, comportándose conmigo igual que el primer día, lo que me confundía. Eso significaba que no le habían parecido extraños mis sentimientos hacia él. ¿Pero cómo le iban a parecer extraños? Debía estar acostumbrado. En fin, mal no le parecía, porque si le pareciera mal me hubiera comenzado a evitar él a mí. Entonces, ¿le parecía bien? ¿Eso que significaba? ¿Que yo también le gusto? ¿Qué solo quiere ser mi amigo y no quiere herir mis sentimientos?

Como veis, no era nada fácil entender todo lo que podía estar pasando por su cabeza. Y, aun así, yo no me veía capaz de preguntárselo.

―Deberíamos ir a avisarle que ya estamos aquí, ¿no?

―Enviadle un mensaje y ya, que quiero empezar a beber ―se quejó Anna.

―¿Cómo que "a beber"? ―pregunté incrédula.

Anna me sonrió inocentemente y sacó varias cajas de cervezas de algunas bolsas que habían traído. Solté una risa. Y yo pensando que eran pizzas.

―Lo mejor es que suba Aurora a avisarle ―dijo Alberto.

Volteé mi cabeza rápidamente hacia él, fulminándolo con la mirada.

Anna gruñó.

―Está bien, pero deprisa.

Asentí y salí del apartamento cerrando detrás de mí. Dejé escapar un suspiro. Después de la última conversación me daba mucha vergüenza y reparo estar a solas con él. ¡Todo sería más fácil si pudiera leer su mente! Dios, ¿por qué no me diste ese talento en lugar de saber hacer crochet a la perfección?

Subí los escalones hasta la planta de arriba y al llegar a su puerta, toqué. Escuché los ladridos de Coby al instante y sonreí. Un Hugo medio dormido apareció por detrás de la puerta.

―Hola, Aurora ―saludó―. Pasa.

Coby me saludó con unos pequeños saltos mientras se ponía a dos patas y movía la cola.

Al entrar en su apartamento observé lo ordenado que estaba todo. Ojalá yo pudiera serlo tanto. La verdad es que Hugo no tenía pinta de ser demasiado desorganizado y, sin embargo, aquí lo tenía. Con el apartamento más limpio que había visto.

―¿Ocurre algo?

Soltó un bostezo, rascándose un ojo con la mano. Solté una risa.

―Ya estamos todos para la fiesta, ¿no te acordabas?

―¡Hostia, la fiesta! ―exclamó.

Empezó a mirar a su alrededor antes de dejar caer sus ojos sobre mí. Y me sentí desnuda.

―¿Puedo llevar esto? ―señaló la ropa que llevaba puesta.

―Lo que quieras ―me encogí de hombros―. Puedes traer a Coby si quieres, Vela no tendrá ningún problema.

Él me mostró una sonrisa completa, marcándosele el hoyuelo de su mejilla.

―Hablando de velas ―levantó el dedo índice y se giró, acercándose a la mesa de centro y cogiendo una vela verde en un vaso―. Ayer te compré esto.

Me tendió la vela y estiré mi brazo para agarrarla, pero Hugo apartó la mano y negó con el dedo de su otra mano. Fruncí el ceño.

―Primero dame un beso de agradecimiento ―se señaló la mejilla.

Me mordí el labio inferior y asentí. Me acerqué a él y le di un suave y lento beso en la mejilla izquierda. Él después acarició la mía durante unos segundos mientras me miraba a los ojos.

Sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, como si estuviera conectada a él de una manera inexplicable pero poderosa. Sus ojos verdes me atrapaban, haciéndome sentir vulnerable y expuesta. La suave caricia de Hugo en mi mejilla me hace estremecerme ligeramente de placer ante el contacto. Es como si sus dedos tuvieran la capacidad de calmar cualquier tormenta que pudiera estar agitándose en mi interior, trayendo consigo una sensación de paz y seguridad que anhelaba desesperadamente.

Carraspeando se separó un poco de mí y me tendió la vela. Sonreí y la cogí, subiéndola hasta mi nariz y aspirando el dulce olor que provenía de ella.

―Gracias.

―¡Por fin llegáis! ―exclamó Miguel cuando bajamos a mi apartamento con dos bolsas llenas de pizzas y Coby siguiendo nuestros pasos.

―¿Os estabais enrollando? ―preguntó Anna, haciendo que me atragantara con mi propia saliva.

―¡No! ―chillé.

―Pero podríamos haberlo estado haciendo ―dijo Hugo―. ¿No?

Le miré perpleja. ¿Eso significaba que quería? ¿O qué significaba? ¿Que se estaba riendo de mí? Cada gesto, cada palabra, parece llevar consigo un mensaje ambiguo que me deja preguntándome si realmente hay reciprocidad en sus sentimientos o si todo es simplemente un juego para él.

―Bueno, bueno, bueno... ―Anna empezó a reír―. Y eso que todavía no hemos empezado a beber.

—Yo no bebo.

Alberto y yo hablamos al unísono.

Mientras las pizzas se hacían, decidimos jugar a un misterioso juego de cartas que propuso Anna. La pequeña caja donde se encontraban era negra con detalles rosas y unas grandes letras en ese mismo color que decían "Verdad o atrevimiento". Alcé una ceja.

—¿Verdad o reto? ¿En serio? —preguntó Miguel—. ¿Qué tenemos? ¿15 años?

—Ay venga, no seais aguafiestas.

—Yo me apunto —dijo Hugo, mirándome fijamente a los ojos. Sentí un cosquilleo en la parte baja de mi estómago, mientras jugueteaba con mis dedos intentando mantener mis nervios a raya.

Los demás voltearon a mirarme esperando una respuesta.

—Está bien —cedí.

Anna soltó un chillido infantil y empezó a barajar las cartas. Pero antes de repartirlas recordó que necesitábamos alcohol, u otra cosa en mi caso y el de Alberto, así que prepararon nuestros "zumos" y entre todos repartimos las cartas.

—El juego es sencillo. Hay cartas de dos niveles: inocentes y picantes —Anna subió y bajó las cejas de forma traviesa, haciéndolos reír. Mientras yo no dejaba de preguntarme en dónde me había metido—. Pero si no quieres responder o hacer el reto, ¡tienes que beber! No habrá cupo de pasadas para que nadie tenga que hacer algo que no quiere, pero os pido un poco de colaboración, porque sino esto va a ser un rollo.

Empezamos sacando las cartas con temas inocentes, obviamente. A Anna le tocó explicarnos la peor cita que había tenido y nos contó que fue cuando el chico descubrió que era alérgico al marisco y acabaron en urgencias. A Hugo le tocó llamar a sus padres y decirles que le habían detenido, a la pobre Inma casi le dio un infarto. Miguel tuvo que confesar su peor hábito: comerse la Nutella con ketchup. Alberto tuvo que actuar como una vaca durante toda la partida.

Y yo, por suerte, solo tuve que bailar como si estuviera en una discoteca durante un minuto. Pero durante ese tiempo, mientras yo intentaba bailar como María Valverde en Tres metros sobre el cielo, atrapé a Hugo mirándome con una sonrisa ladeada y los ojos más oscuros de lo normal.

Pero... empezaban las cartas picantes.

—"¿Cuál es tu posición favorita?"

—Joder —exclamó Miguel.

—Empezamos fuerte.

—Moo.

—La de vaquera —respondió Anna.

—Buena postura —dijo Hugo.

Me sonrojé, ¿por qué me sonrojaba? No podía evitarlo. Hugo no había dejado de mirarme en toda la noche y mi frágil corazón no podría soportarlo mucho más.

—Aurora, te toca.

Tuve la necesidad de maldecir, pero me aguanté. Nerviosa, empecé a balancearme de un lado a otro.

—"Haz una representación sensual de una película conocida con la persona que tienes a la izquierda. Los demás jugadores tienen que adivinar cuál es" —leí. Sentí los nervios en todas las partes de mi cuerpo solo al pensar que Hugo estaría viendo la escena. Alberto estaba a mi izquierda, así que le pregunté si le parecía bien, pero negó con la cabeza.

—¡Pues con el de tu derecha!

A mi derecha estaba Hugo.

Mi corazón empezó a latir con fuerza cuando sus ojos se posaron en mí. Asentí un poco trastabillada y me acerqué a él. Me señaló su oreja con el dedo y aproximé mi rostro al suyo, susurrándole la película en el oído y percibiendo cómo los bellos de su cuello se erizaban. Él sonrió y asintió.

—Ven aquí —abrió las piernas y dio una palmada en el suelo, entre estas.

Me paralicé unos segundos antes de arrastrarme hasta posicionarme delante de él. Hugo me agarró de la cintura y me empujó contra su pecho, sacándome un jadeo que solo fue audible para nosotros dos. Me reprimí por ello. Con las manos temblorosas empecé a dibujar siluetas sobre la nada con ambas manos, como si estuviera haciendo cerámica. Después, Hugo estiró los brazos y unió sus manos con las mías, empezando a dibujar siluetas también, imaginando que le estábamos dando forma a una figura de barro.

Sin que yo me lo esperara y antes de acabar con la "actuación", Hugo depositó un suave y mojado beso detrás de mi oreja. Haciendo que todas mi terminaciones nerviosas se encendieran y desprendieran descargas eléctricas por todo mi cuerpo. Giré rápidamente la cabeza, encontrándome con el rostro de Hugo a escasos centímetros del mío, haciendo que me sobresaltara y me levantara de un salto del suelo, volviendo a mi sitio.

Subí la mirada y vi a Anna, Miguel y Alberto mirándonos boquiabiertos y sentí un torbellino de vergüenza arrasándome. ¿Qué acababa de hacer? No, todavía más importante, ¿qué acababa de hacer Hugo? ¿Era necesario recrear también esa parte? Mentiría si dijera que no me había gustado, pero delante de todos... Esto solo me creaba más dudas respecto a nuestra relación.

—¡Ghost!

Asentí, con las mejillas todavía enrojecidas por la situación. Ellos parecieron no darle demasiada importancia. Pero sentía la pesada e intensa mirada de Hugo sobre mí, solo que yo no era capaz de corresponderla. No ahora. No después de lo que había pasado.

Sé que podía parecer una tontería o un simple roce en el cuello. Pero yo ni siquiera había dado mi primer beso, así que le di mucha importancia. Tal vez más de la que tenía.

Continuamos jugando sin que pasara nada más interesante hasta que le tocó a Hugo.

—Dale un beso apasionado a la persona que tienes delante.

Esa era Anna.

Sentí cómo mi estómago daba un vuelco mientras esperaba la decisión de Hugo. Para mi sorpresa, bebió. No quería darle un beso. Eso no significaba que a mí sí que quisiera dármelo, pero saber que a Anna tampoco me tranquilizó bastante.

Anna también pareció aliviada. Tenía que preguntarle si le gustaba alguien o si tenía pareja. Al fin y al cabo, las amigas tienen que saber esas cosas, ¿no? Y nosotras lo éramos, creo.

Acabamos por fin la partida con Hugo borracho y Alberto agradecido de no tener que seguir imitando a una vaca.

Mientras ellos acababan de preparar las pizzas, yo me dirigí a mi habitación a por el una chaqueta. Antes de que pudiera salir por la puerta, Hugo entró, cerrándola detrás de él.

—¿Otra vez?

Solté una risa nerviosa.

Hugo se acercó lentamente a mí, su aliento cargado con el aroma del alcohol, pero sus ojos reflejando una pasión ardiente. Me mordí ligeramente el labio inferior, sintiendo la adrenalina correr por mis venas.

Elevó el brazo y con su pulgar liberó mi labio de la presión de mis dientes. Sin dejar de mirar mi boca dijo:

—No hagas eso.

—¿Por qué? —pregunté confusa.

—Porque no sé si voy a poder resistirme más.

La tensión entre nosotros es palpable, y ambos parecíamos estar a punto de ceder al deseo que habíamos estado conteniendo. Hugo deslizó su mano de mi barbilla a mi mejilla, dando un paso más hacia delante, eliminando cualquier hilo de aire entre nuestros cuerpos. Subió su mirada a mis ojos y la bajó de nuevo a mis labios.

—Aurora... —susurró con voz ronca.

—¿Sí?

Hugo se acercó un poco más, permitiéndome notar su fresca respiración.

—Quiero besarte.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda ante las palabras de Hugo. Me mordí el labio inferior de nuevo, indecisa. Por un momento, nuestros labios estuvieron a punto de tocarse, pero Hugo vaciló y se tambaleó ligeramente, evidenciando su estado de embriaguez.

—Pero... creo que tal vez deberíamos esperar.

—¿Por qué?

—Porque quiero recordar este momento —acarició mi mejilla—. Quiero recordar cada detalle de nuestro primer beso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro