Hace seis meses estaba en esta casa. Le ayudé a tu madre a servir la cena, no porque quisiera ser amable, quería estar lejos de ti.

Me fui antes del postre, porque no podía soportarlo más. Salimos con el pretexto de dar un paseo, y en el parque nos gritamos de todo. Ya ni siquiera recuerdo por qué estaba enojado. Pero esa fue la última vez que te vi.

Volví una semana después, para entregarle a tu mamá las llaves que olvidaste en mi casa la semana pasada, y el suéter que sabía que era tu favorito.

Ahora estoy de nuevo en tu casa. Le ayudo a tu madre con los platos, no porque quiera ser amable, sino porque tu madre se desploma en el suelo, hundida en llanto, antes de llegar a la cocina.

Me siento tan culpable, preguntándome... ¿Pude haber hecho algo? Ya ni siquiera recuerdo porque estaba enojado.

Le diste una copia de tus llaves al tipo con el que saliste después de mí, y en tu ataúd veo que te enterrarán con tu suéter favorito.

Si te hubieras quedado conmigo y nunca hubieses salido con él, ¿podría haberte mantenido a salvo?