Capítulo 4. Volvemos a vernos
Después de un tiempo sin saber nada de Paula, Paula llamó a Greta, para ver como seguía y para quedar con ella. Lo que no podía intuir Greta, es que le iban a preparar una encerrona, pero no pudo darse cuenta, hasta que no estuvo completamente metida de lleno en ella.
Era otoño, a Greta le encantaba comer níscalos, pero siempre los compraba, era la excusa perfecta que tenía Paula para ver a Greta en ese preciso momento, por eso la llamó al móvil.
—Greta, tengo un plan ...
—¿Ah sí? ¿Cuál?
—Podríamos ir a pasar un día en plena naturaleza, irnos a primera hora de la mañana, recoger setas, y luego dar un paseo por allí y volvernos ...
—Paula, sabes que me gustan las setas pero compradas, siempre me ha dado miedo coger setas, yo no sé cuáles son tóxicas y cuales no ... Lo único que he llegado a coger han sido níscalos, que es lo único que conozco ...
—Bueno... Pues vente a coger níscalos ...
—¿Y quieres que vayamos tú y yo solas?¿Sabes que tengo mal sentido de la orientación no? Y tú tampoco es que vayas muy sobrada ...
—Mmm... Bueno ...
—¿Quieres que vayamos con alguien?
—Sí, quería que nos llevara Lucas.
—¿Lucas?¿Y yo que voy de sujeta velas?
—Pues no ...
—¿Cómo qué no? Ya me dirás, ir con una pareja ...
—Eres mi amiga, creo que no me he portado bien y que deberíamos hablar de todo, tampoco voy a estar todo el rato con él...
—¡Ah claro! ¿Con él al lado?
—Sí, bueno y con ... — dijo Paula, cuando cortó su propia frase, para no decir a Greta que pensaba ir con otro chico al que le querían presentar en plan celestina.
—¿Qué me estás ocultando? Es como si me escondieras algo ... No has querido terminar la frase ... ¿Es que viene alguien más? — dijo Greta, bastante mosqueada.
—No, no ... Bueno, mañana vamos a recogerte a tu casa en coche. Te dejo que tengo prisa ahora ...
Paula cortó la llamada de repente. Greta se quedó en el salón con cara de mosqueo, mientras entraba Claudia al salón.
—¡Greta!
—¿Qué quieres Claudia? ¡Vaya susto!— dijo ella mientras pegaba un salto en el sofá.
—No, no quería nada en especial ... Te he visto mirando al infinito y con cara de pocos amigos, como intentado averiguar algo ...
—No es nada, no te preocupes ...
—¿Hablabas con Paula? Ya te ha metido en algún lio de los suyos ... Como si lo viera ...
—Claudia, la tienes una manía bastante particular ...
—¿Manía yo? Lo que no sé es como consigues aguantarla y más tantos años y años ... Alguna te estará liando y más con la cara que has puesto después de terminar de hablar con ella— decía Claudia, con la boca llena, mientras se comía un bol de cereales.
—No lo sé ... Bueno... Creo que me oculta alto la verdad. Mañana he quedado con ella y Lucas y hay algo que no me cuenta ...
—Bueno, bueno ... ¿Lucas? El chico que te levantó por la cara ...
—¡Claudia!
—¡Greta!—gritó Claudia como burlándose de ella.
—Bueno, voy a seguir trabajando ...
—Sí eso, trabaja, que verás mañana que día te espera, quizás estés más relajada trabajando ...
Claudia no iba muy mal encaminada.
A la mañana siguiente, en la puerta de su casa estaba Paula, que había llamado al timbre y estaba esperando fuera, justo al lado de un todoterreno con las lunas tintadas; en su interior, en la parte del conductor estaba Lucas, que era el que sabía de una zona perfecta para recoger setas. Pero Greta, no pudo divisar al chico que estaba en la parte trasera del coche, estaba un poco lejos.
De repente, Paula agarró a Greta de un brazo y la llevó un poco apartada del todoterreno.
—¿Y estos misterios?— dijo Greta.
—No quiero que te vayas ... Pero ... Hemos traído a un amigo de Lucas que te va a encantar ...
—¿Qué? Nadie me dijo nada ...
—Venga Greta, se ha apuntado a última hora ... No seas maleducada, era para que no estuvieras sola ...
—¿Perdona? Sabías que iba a venir ... De hecho, ayer ...
—Que no Greta, venga, monta detrás con él ...— dijo Paula interrumpiéndola antes de que tuviera opción de escaparse.
—Joder Paula, primera y última que quedo con vosotros en serio ...
—Lo que tu digas Greta, además te aseguro que nos lo vamos a pasar en grande ...
—Sí claro ...
Claudia vio la escena desde dentro por la ventana, y sabía que de buenas a primeras ya Paula se la había liado a su compañera, no sabía si reír o estar apenada por ella, por lo mal que se la veía en esos momentos a Greta.
Ambas se acercaron al coche, y saludaron, fue un momento bastante incómodo, como si quisieran agenciarle sí o sí al chico que estaba en el coche; así que ella ni se molestó en saber su nombre, o no lo quería recordar después de habérselo dicho Paula.
La situación fue bastante tensa para Greta, tanto que en cuanto llegaron y aparcaron, no pudo mediar palabra, simplemente se limitó a seguirlos, caminando hacia la zona donde se suponía que era donde más setas podrían recoger, hasta el chico que trajeron vio que tenía cara de pocos amigos y se dedicó simplemente a ir buscando setas, para evitar hablar con ella.
El paraje era bastante bonito, aunque a Greta no le hacía mucha gracia la situación, aparte era un bosque bastante espeso, y había visto demasiadas películas de miedo como para pensar que si se ponía en lo peor, algún lugareño loco que viviera cerca del bosque, se podría acercar con una motosierra en mano y dedicarse a matar a todo el que se cruzara en su camino.
Mientras Greta seguía pensando semejantes locuras, vino Paula de repente.
—¡Greta!¿Qué haces? Has dejado al pobre Miguel, que va a salir corriendo ...
—¿Miguel?¿Qué Miguel?
—¿En serio? El amigo de Lucas ...—dijo ella bajito para que no le oyeran.
—¡Ah sí!¿Y por cierto qué pinta él aquí?
—Te he dicho que se ha apuntado en el último momento ...
—Mira Paula, no estoy para tus jueguecitos ahora, sabías que iba a venir sí o sí, porque ayer por casi se te escapa en la conversación que tuvimos ... No me toques las narices ...
—Bueno, es que si te lo decía, no venías, no está nada mal el chico eh ...
—Que me da igual, ¿Qué querías que me liara con él o qué? Hacer parejitas y plantes juntitos ... Venga ya ... Déjame, vete con tu novio, voy a ver si por lo menos encuentro algún níscalo.
Greta se cabreó bastante, y se adentró en el bosque ella sola, con la cesta que le habían dado; iba a toda velocidad, sabía que así no encontraría nada, pero en ese momento todo daba igual, tenía un enfado de campeonato ... Necesitaba alejarse un poco de todo ese ambiente, y disfrutar un poco del paisaje.
Mientras caminaba a toda velocidad, iba hablando ella sola en alto.
—Joder, mira que me lo dice siempre Claudia, y vuelvo a caer, estoy hartísima de Paula, pero que muy harta, y va y me trae al tal Miguel, y dice que se ha apuntado a última hora jajaja, se cree que soy tonta. Bueno es que lo soy, quien me manda a mi venir ...
Greta no se estaba dando cuenta de que se había alejado demasiado, para entonces, ya estaban pensando en ir a buscarla.
—¡Hemos perdido a Greta!¡Gretaaaaa! ¿Nos escuchas?— decía Paula, con un ataque de culpabilidad enorme.
—Pero... Paula ¿cómo has dejado que se vaya sola?— le recriminó Lucas.
—¡Quería estar sola!
—Pero no conoce la zona— siguió diciendo él.
—Alguien tiene que ir a buscarla, puede que se haya caído y no se pueda mover ...—dijo Miguel.
—¿En serio? ¡Qué catastrófico!— dijo Paula bastante enojada, aunque un poco preocupada por si tenía razón.
—Paula quédate con Miguel, si veis que se hace de noche y no tenéis noticias mías, cogéis mi coche y os vais a avisar a alguien para que nos ayude, voy a buscarla, además por aquí había una cabaña, a las malas pasamos ahí la noche, bajaros al pueblo de al lado de todas formas—dijo Lucas, que parecía controlar la situación.
Paula tuvo que aceptar la propuesta de Lucas a regañadientes, ya que era el único que se conocía la zona.
Greta comenzaba a darse cuenta de que se había alejado demasiado, empezó a gritar y nadie la escuchaba, fue entonces cuando se descuidó y cayó en una especie de hoyo, quizás posiblemente un pozo abandonado, se hizo daño de nuevo en la pierna, y ya no podía subir, aunque apenas llegaba a los dos metros el hoyo donde se había caído.
—¿Alguien me oye?— gritaba Greta desesperada.
Lucas después de mucho caminar, parecía que empezaba a escuchar los gritos de Greta, aunque ya era por la tarde, estaba caminando y sin cobertura en el bosque.
—¡Greta!— gritó Lucas.
Ella parecía escucharlo.
—¿Lucas?¿Eres tú?— gritó con todas sus fuerzas.
—¡Greta! Sí, soy yo, sigue gritando para que pueda encontrarte.
Él siguió los gritos de ella, y fue entonces cuando Lucas encontró a Greta.
—¡Joder Greta!¡Qué susto! Pensé que te había pasado algo ... ¿Qué haces ahí?—preguntó él.
—¿Cómo que qué hago? Tomar el sol, no te digo ...
—¿En serio te vas a poner así?
—Es que vaya preguntas haces, me he caído en el hoyo este, que no se quien narices lo ha puesto aquí, y me duele bastante la pierna.
—Dame la mano—dijo él, para intentar sacarla de ahí.
Los dos se agarraron de la mano y sintieron una conexión especial, que era capaz de pasar entre sus dedos, se podía notar que saltaban chispas entre ellos, a pesar de la tensión del momento.
—No te puedo subir— dijo él.
—Venga ya, que poca fuerza tienes ... Sácame de aquí, por favor, me está entrando claustrofobia ...
—Podrías poner de tu parte Greta ...
—No puedo, me molesta la pierna ...
—Intenta ayudarte con la pierna que tienes bien ...
Greta hizo caso a Lucas, y comenzó a trepar, mientras él le agarraba de la mano con sus dos manos, para poder traerla hacia la superficie. Lucas consiguió sacarla de ahí, fue entonces cuando al salir del agujero no calcularon bien, él cayó para atrás y ella encima de él.
Ambos se quedaron mirando un buen rato, Lucas apartó un mechón a Greta de la cara, parecía que iba a pasar algo más entre ellos, cuando ella se dio cuenta de que no podía hacerle eso a su amiga aunque lo estuviera deseando, así que no se le ocurrió otra cosa que apartar la mirada, y darle un gran abrazo de agradecimiento. Algo que puso a Greta peor, e incluso a Lucas, comenzaron a abrazarse de una forma tan tierna y especial, que sabían ambos que no iba por buen camino y tuvieron que pararlo.
—Se va a hacer de noche de un momento a otro— dijo Lucas, mientras intentaba apartar a Greta y ayudarla a levantarse.
—¿Qué hora es?—dijo ella.
—Tarde, bastante tarde. Habrá que avisar a Paula y a Miguel para que se vayan y vuelvan mañana a primera hora a por nosotros. Nosotros buscaremos la cabaña que tiene que estar cerca de aquí si no me equivoco ... Además se va a poner a llover de un momento a otro— dijo Lucas, mientras escribía un mensaje a Paula con escasa cobertura.
—¿Vamos a pasar la noche en el bosque?
—Sí, no podemos bajar ya, se nos haría de noche y sería peligroso.
—Más peligroso será quedarse aquí...
—Greta, relájate, no pasa nada.
—No debería estar aquí— dijo ella en alto, pensando que se metía en la boca del lobo, ya que sentía cierta atracción hacia él y no se olvidaba que era el novio de su amiga.
—Ya, ni yo tampoco ... Si hubieras hecho las cosas bien ... No entiendo porque te separaste de nosotros así ...
—Necesitaba pensar, que quieres que te diga ... —dijo ella cansada mientras se paraba.
—Greta, ¿Te molestas la pierna?¿Quieres que paremos?
—No, no ...
—Mira que eres ...
—Me da la sensación de que llevamos todo el rato dando vueltas por el mismo sitio ... ¿Nos hemos perdido? Era lo que faltaba hoy ...
—No ... ¡Mira allí! La cabaña ...
—Joder, menos mal. Pensaba que era un cuento jaja
—Jajaja ... ¿En serio?
Ambos dejaron de hablar, mientras no paraban de reírse y se dirigían hacia la cabaña de madera, por fuera era bastante hogareña, y por dentro parecía un nidito romántico, era lo que le faltaba a Greta, para complicarse más todavía la existencia. Tenía chimenea, una cocina y un sofá bastante grande; parecía que se lo montaban bien los lugareños de la zona.
—¿Esto es de la gente del pueblo?— dijo Greta sorprendida.
—Bueno no, en realidad es de mi familia. Hay otras tantas por aquí perdidas del resto del pueblo.
—Ah, ya decía yo ... Era un poco complicado que algo que se supone que pertenece a tantas personas estuviera así de bien cuidado ...
—Ya bueno, yo también hubiera pensado lo mismo.
Lucas cogió una manta y se la echó encima a Greta, que estaba en el sofá sentada atónita y muerta de frío al mismo tiempo.
—¿Tienes frío?—dijo él.
—Un poco la verdad—contestó ella.
—Voy a por alguna rama fuera, y a por leña que tiene que haber fuera en un cobertizo.
—Ni que lo hubieras preparado todo ...
—¿Qué? Pero ... Si te has caído tú y has sido tú la que se ha despistado — dijo él asombrado.
—Ya, ya... Pero no sé es todo tan ...
—¿Tan qué?
Greta no se atrevía a terminar la frase. Ella no era nunca de dar el primer paso, y por eso quizás se había perdido muchas cosas en la vida que no querría haberse perdido nunca, pero el no atreverse a decir las cosas llevaba a eso.
Él volvió a insistir.
—¡Greta!— dijo gritando, al ver que estaba metida en sus pensamientos.
—¿Qué?— dijo ella pegando un salto en el sitio y asustada.
—No has acabado la frase ...
—Ah nada, cosas mías, déjalo ...
—Bueno voy fuera, ahora vengo ...
Mientras Lucas estaba fuera, ella se quedó pensativa. No sabía cómo se tomaría Paula que durmiera una noche con su novio, así porque sí. Y lo que es peor, temía que pudiera pasar algo entre ambos, no quería comprometer su amistad por algo así.
De repente, él volvió a entrar en la cabaña, venía calado hasta los huesos, ya que había comenzado a llover muy fuerte.
—¿Está lloviendo?—preguntó ella.
—Sí, bastante ...
—Vaya día has elegido también para recoger setas ...
—Y tú para caerte y perderte en el bosque ... Podría decir yo, por echar la culpa a alguien ... De todas formas, culpa mía, no vi el tiempo la verdad, Paula quería venir, y quería presentarte a mi amigo Miguel.
—¿Para qué?
—¿Me estás preguntando eso?
—Sí bueno, es una pregunta de esas retóricas ...
—Ya veo, ya ...
Él sonrió, y se puso a montar la leña para hacer una lumbre y no helarse de frío.
—Se te dan bien estas cosas—dijo ella, viendo que había encendido la lumbre a la primera.
—Sí, claro. Voy a cocinar unas setas, tendrás hambre, o yo por lo menos tengo hambre ...
—Ok, pero por mí no hace falta.
—No vamos a estar sin comer hasta mañana ...
—¿Te ayudo?
—No, descansa. Toma esto, es una crema natural de plantas, échatelo en la pierna y mañana estarás mejor. Bueno déjalo, ahora te lo echo yo. Voy a hacer las setas— dijo mientras se guardaba el botecito de crema en el bolsillo del pantalón.
Lucas se puso a cocinar ante la atenta mirada de Greta, que no podía dejar de mirarlo, sabiendo que se metería en buen lio si seguía así.
De repente él se acercó a ella.
—Esto, ya está—dijo él, mientras sostenía en su mano un plato de níscalos recién cocinados que olían a gloria y dos tenedores para poder comerlos.
—Solo había sal, no sé cómo estará esto ...—dijo él excusándose.
Ella probó el primer bocado y le pareció que estaba riquísimo, «se conquista a la gente por el estómago, pero este chico no solo me va a conquistar por eso» pensó ella.
—¿Te gusta?—dijo Lucas, esperando un sí.
—Están buenísimos ...
Cuando terminaron de comer, él cogió de nuevo el bote con el ungüento de hierbas de su bolsillo, se acercó a su pantalón y le quitó uno de los calcetines a Greta.
—¿Me dejas que te lo eche?—dijo él.
—No hace falta, de verdad ...—dijo ella.
—No te preocupes, no me cuesta nada, esto te va a venir bien para la pierna—le dijo él mientras extendía la crema (que olía bastante bien, para asombro de Greta), al mismo tiempo que masajeaba delicadamente su pierna.
Greta estaba tocando el mismo cielo, y al mismo tiempo sentía que iba a tocar el mismísimo infierno como se enterara de eso Paula.
—Déjalo, ya me encuentro mucho mejor— dijo ella volviendo a la tierra.
—Bueno, mañana te levantarás mejor aún, ya lo verás. Cambiando de tema, ya se ha hecho de noche.
—Ya veo, ya ...
—¿Quieres dormir ya? Quédate tú en el sofá, y yo me quedo en la silla ...
—No, me voy yo a la silla—dijo ella.
—No, no, que tú estás con la pierna así ...
—Bueno... Cabemos los dos en el sofá ...— dijo Greta, mientras se ponía roja y le hacía un hueco a él.
—Bueno, puede que sí — dijo Lucas, mientras se tumbaba a su lado y parecía estar bastante cómodo con la situación.
Ambos se miraron como si solo existieran ellos dos solos en el mundo, y como si no existiera nada más, más allá de la puerta de aquella cabaña tan adorable. De repente, se hizo un silencio un tanto extraño entre ellos, por un momento, no sabían que decirse, él quiso romper el hielo, pero no podía.
—Bueno ... Esto ... —dijo Lucas, sin poder mediar más palabras que esas, en el fondo no sabía porque estaba tan nervioso.
Greta se percató de los nervios de Lucas y ella se puso peor.
—Buenas noches—dijo Greta, en un tono cortante, para salir de la situación, mientras se giraba hacia el otro lado para dormir.
—Sí eso, buenas noches, descansa. Mañana será otro día — dijo él.
Y sindarse cuenta cayeron los dos dormidos en el sofá, sin poder hablar nada más,para su desgracia.
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