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Capítulo 09

Dicen que incluso los ángeles tienen sus planes malévolos. No entendía esa frase, ahora la comprendo mejor. Significa que una persona por más que tenga una buena voluntad puede hacerte daño con eso mismo.

Abner dijo que donde siga poniendo peros iba quedarme soltera para toda la vida. Quizás sus palabras no fueron con mala intención o talvez si. Se burla de mi porque sabe como soy, mientras para él es demasiado fácil olvidar y andar de un día para otro con alguien, yo no soy así. Me cuesta demasiado superar y no sé si sea lo mejor o peor.

Además, tampoco soy buena para las relaciones. Siento que no conecto fácil con otra persona y cuando lo hago me equivoco...

—¿Perdida en tus pensamientos mi Reina?

La voz de Damien hace que vuelva a la realidad, han pasado cuatro días y está de vuelta.

—No mi Rey —contesto, demostrando una sonrisa sincera.

Si hay alguien que logra que deje de ser tan negativa ante la vida es él. No tengo en claro que tipo de relación tenemos, pero puedo sentir la conexión entre ambos. Me engañaría a mi misma si dijera que no siento nada, con unas pocas palabras hace que se me acelere el corazón y todo mi atención se preste sólo a él.

Mis padres no están en casa y ya nos hemos terminado una maratón de películas. Aunque mientras él ya se terminó la porción de la pizza que habíamos decidido cenar, yo ni siquiera la he probado por lo que me observa con una mirada represiva.

—¿En serio no has cenado?

—Es que no tengo hambre —me excuso.

Claro que para él ese no es suficiente motivo, toma un poco de ketchup y mayonesa y lo vierte sobre una porción.

—Abre —pronuncia, acercando el pedazo de pizza a mi boca—. Tienes que alimentarte bien.

No me resta más que comer, aún me avergüenza que me conscienta, pero me gusta este trato.

—¿Ves que no era tan difícil? —pregunta, una vez que me he terminado dos pedazos—. Así estás mejor.

—Sí, pero con esto me basta por hoy.

—Bueno pues vamos a la cama, mi Reyna.

—¿Y si me cargas hasta allá ah? —Hago un motín con los labios, como niña caprichosa. Algo que lejos de molestarle parece causarle gracia por la forma en que sonríe.

—Claro que sí mi reina, vamos —pronuncia, tomándome en brazos.

Por la forma en que me carga se me hace fácil abrazarme a su cuello y observar a su rostro, me gusta esta vista, podría permanecer así mucho tiempo. Aunque cuando me baja a la cama lentamente pone en duda mi situación favorita pues abre mis piernas y se coloca enmedio de ellas.

—Me gusta que me complazcas así. —Coloco una mano en su mejilla acariciándole lentamente.

Nos encontramos en una posición bastante comprometedora y cómoda a la vez. Siento total tranquilidad mientras veo a sus ojos. La relajación de sólo escuchar nuestras respiraciones, mientras nos observamos, hace que sea un momento único, hay paz y serenidad, pero también deseo. Ya he abrazado un poco más mis piernas a su cadera y con ello empiezo a sentir excitación.

Dam acerca más su rostro, aprovecho el momento para depositar un suave beso al lado de sus labios, responde a ello apegandose más. Coloca su pecho contra el mío y una ola de calor por esa acción me invade.

—Eres perfecto mi rey —susurro, contra la comisura de sus labios.

—Tu eres la perfecta mi Reina hermosa.

—Tócame —susurro aún contra sus labios. Elevo mi mirada a sus ojos, encuentro en ellos un deseo tan ferviente como el mío. Su mano ya ha descendido de mí abdomen hacia abajo.

—¿Tocarte? —cuestiona, usa un tono de voz juguetón. Mientras  nuestros labios se rozan—. Yo quiero comerte.

Al escucharlo, no me resisto más a la tentativa. Decido cerrar lentamente los ojos y empezar a besarlo con muchas ansias. Permanezco con una mano puesta en su mejilla y otra tras la nuca para acercarlo más a mi. Moldeo sus labios a mi antojo aunque pasados unos segundos es él quien toma el control de la situación, sus dedos se abren camino en mi intimidad y sin poder evitarlo me aparto del beso dando un jadeo al sentirlos dentro.

—Tus dedos, se sienten tan bien —apenas logro renunciar.

Mis ojos se desvían hacia sus labios, el deseo por volver a probarlos me está consumiendo así que vuelvo a acercarme hasta volvemos a unirlos, ahogo gemidos mientras sus dedos se mueven e incrementan la excitación, su boca forma maravillas siendo demandante con la mía, termino succionado su lengua enmedio del beso mientras le observo con los ojos entreabiertos. Una vez que le ponemos fin al beso acurruca su rostro contra mi cuello, siento su aliento cálido haciéndome un poco de cosquillas.

Es imposible parar de gemir mientras una de sus manos se adentra en mi blusa, empieza a acariciarme los pechos mientras su lengua se desliza por mi piel, trato de contenerme lo más que puedo pero me ha dejado a punto de correrme pero no sucede porque saca sus dedos y desliza su mano hasta posarla en mis glúteos, luego desliza lentamente su dedo índice hasta tocar la entrada de mi intimidad, en ese momento se me escapa un jadeo, sobretodo cuando apega más su cuerpo al mío  simulando una embestida, siento una leve erección en su entrepierna que aumenta más el calor de la situación. Sus labios se han dedicado a hacerme chupones en en el cuello, por mi parte subo una de mis manos por su espalda dándole leves apretones conforme las arqueadas que me causan sus provocaciones.

—Eres hermosa, y deliciosa —murmura, su respiración se agolpa acelerada contra mi cuello.

Sus dedos se aceleran acariciándome a este punto es imposible contener los gemidos, sus dedos deben de estar empapados ya y las caricias son excitantes pero a la vez es una deliciosa tortura porque hay un punto en especifico que desea algo más de él.

—Continúa por favor —me escucho a mi misma suplicar.

Como respuesta se incorpora subiéndose más sobre mi, aún lamiendo mi cuello, sus caricias me derriten pero hay algo que sigo deseando impaciente así que tomo la iniciativa de meter mi mano dentro de su pantalón y bóxer, aquí ambos jugaremos a los juegos malvados.

—Está bien, continuaré mi deliciosa —susurra.

Su respiración se acelera en cuánto empiezo a acariciarle, puedo sentir su erección completa al momento y sus labios pasando al otro lado de mi cuello formando un camino de besos, pero no solo eso sino que incrementa la tortura moviendo su mano mucho más rápido sólo tocándome.

—Quiero sentirte —me atrevo a decir, una vez que me siento demasiado excitada.

Ya no hay vergüenza de decirle lo que quiero, pero en respuesta eleva mi blusa dejando mis pechos al descubierto y luego de deshacerse de mi sostén sin tirantes su lengua se ocupa de lamer uno de mis pezones, luego sus dos manos se posan en mis glúteos. Arqueo la espalda como respuesta al placer que me provoca, entonces lo escucho murmurar mientras se acerca a mi otro pecho:

—Es que eres tan deliciosa que no quiero parar de comerte.

—Y no quiero que dejes de hacerlo, Continúa por favor —pronuncio, aunque ya mas parece un ruego debido a la excitación.

Sin mencionar que siento algo presionando mi entrepierna causando que pierda más la cabeza, aunque parece captar ese nivel de deseo pues aparta una de sus manos de mis glúteos, compruebo que es para sacar de entre su chort su miembro. Me quedo viéndolo llena de deseo por un momento, luego elevo la mirada hasta sus ojos, me observa con suma intensidad al momento que su boca se aloja en mi otro pecho dando una succión, gimo su nombre observándolo entonces aparta leve sus labios a tiempo que siento su punta presionar contra mi braga entrando un poquito, eso envía una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.

—¿Lo puedo meter? —cuestiona, tentandome más. Hasta la pregunta es necia.

—Sí por favor hermoso... estoy ansiosa porque lo hagas —afirmo, entre gemidos.

No duda en hacer a un lado mi roa interior, es en ese momento cuando siento lo que tanto había estado esperando. Jadeo profundo muy complacida una vez que está dentro de mí. Se detiene a ver hacia mi rostro por un momento quizás para notar mi reacción pero me avergüenzo por ello y hundo mis dedos en su cabello, atrayendo su rostro hacia mí cuello. Vuelvo a sentir sus labios contra mi piel mientras sus manos se posan en mis muslos apretandolos para mantener mis piernas abiertas.

—Eres excitante —murmura, contra mi cuello.

—Lo eres más mi rey, eres impresionante y me encantas —confieso.

—Tu me fascinas a mi, mi reina —contesta, mientras sus dedos se deslizan por mi muslo izquierdo en un toque ardiente.

Levanta un poco su torso parando el beso en mi cuello, logra pasar mi pierna por sobre su hombro y eleva sus manos hasta posarlas en mis pechos, ese acto me excita más, sobretodo porque toma impulso para entrar y salir de mi con mucha más rápidez acelerando la penetración.

Me aferro lo más que puedo a su cuerpo, por un largo momento solo se escuchan sonidos de placer de parte de ambos llenando la habitación. Todo se torna tan intenso y caliente que no quiero que este momento termine. Ya hemos cambiado de posición de nuevo ahora mis rodillas están alzadas a sus costados mientras continúa acelerando la penetración.

Ambos llegamos juntos al clímax y nos aferramos fuerte el uno al otro tratando de alcanzar respiración, terminamos como dijo la primera vez que lo hicimos, juntos y cansados.

—Que lindo fué —menciono, una vez que ha salido de mi y se encuentra tumbado a mi lado.

—Sí amor.

Volteo a verlo de inmediato, ¿escuché bien no? Me llamó amor, ¿se habrá confundido o algo así?

—Me pusiste nerviosa —pronuncio, apoyándome contra su pecho.

Me demuestra una sonrisa divertida, quizás por la reacción que tuve, eso me hace confirmar que no fué mi imaginación.

—Perdón mi amor.

—Bueno amor, te perdono pero esto es injusto —expreso, haciendo un pequeño puchero tratando de seguirle el juego.

Su tono de voz tiene cierta simpatía como si el asunto le causara gracia o no lo estuviera diciendo en serio, mientras a mi me arden las mejillas.

—Injusto es que no nos estemos besando mi amor.

—Amor pero ¿de quién es la culpa de eso? —cuestiono.

Él entonces suelta una carcajada sonora contagiosa, pero no puedo acompañarlo a reír, aún siento el corazón latiendo a mil, me pregunto si lo notará.

—Bueno ya mi tomatita que terminaré enamorándome.

Acomoda un mechón de cabello tras de mi oreja, se queda observando hacia mis ojos. Quizás y si se trate de un juego, pero no puedo evitar pensar ¿y si no lo está diciendo de broma?

—Pero si tu empezaste, mi amor —le recuerdo yo esta vez, aunque me esté muriendo de nervios por llamarlo así, quiero ver su reacción.

—Sólo estaba jugando mi amor.

La respuesta que me da me deja aún más confundida, por un lado confirmo que en ningún momento estuvo diciendo las cosas en serio, pero por otro, ¿por qué me sigue diciendo amor? ¿aún sigue jugando?

—Parecía que lo decías en serio, no ves que estamos en la etapa de enamoramiento —continúo.

Al llegar a este punto no quiero parar ante la idea de conocer que es lo que realmente piensa acerca de nosotros, aunque suene muy intrusiva.

—Amor no digas eso, que en verdad me ando enamorando de ti.

Parpadeo un par de veces un tanto perpleja, por primera vez ya no está ese tono bromista. Sólo seriedad y quizá preocupación en sus palabras.

—¿Por qué no amor? No debes de enero miedo de enamorarte, yo cuidaré de tu corazón.

Su expresión parece cambiar a una más tranquila, me sonríe leve y me envuelve entre sus brazos, ya no puedo ver su expresión pero si sentir la manera tan fuerte en que se aferra a mi.

—¿Cómo no quererte? —pronuncia luego de unos momentos.

Sus palabras me hacen sentir bonito, pero a la vez me llenan de inquietud porque querer y amar no es igual. Es como si intentara brindarme un consuelo de que me quiere demasiado pero aún no me ama, quizás es demasiado pronto y estoy exagerando las cosas ¿o es que algo le impide amar?

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