Damien parece sin palabras por un momento, ¿he preguntado algo que no debía? Por un momento me asusta pensar que es así. Sin embargo una pequeña sonrisa aparece en sus labios.
—No discutíamos —responde. Ahora ríe bajito—. Sólo aclarabamos desacuerdos.
—Es casi lo mismo.
—Con la diferencia de que en una hora, estaremos como si el tema no hubiera existido.
—Escuché que hablaban sobre una chica —digo, mientras empezamos a caminar en dirección al comedor. Dijo que hacías las cosas porque querías ayudarla.
Veo como su mirada se oscurece, quizás no debí mencionar el tema pero si no pregunto me haré ideas en la cabeza. La ansiedad suele jugar en mi contra, para lo que otras personas sería un tema insignificante a mi si me importa. Y si, me muero de temor al haber preguntado. Sin embargo, la terapeuta lo dijo: es mejor tener una respuesta así sea buena o mala que inventarse una, sigo luchando para comunicar más como me siento en lugar de guardarme todo.
—Se refiere a quien era mi mejor amiga. —Guarda las manos en sus bolsillos, me ve de reojo, antes de seguir hablando—. Ella tenia problemas psicológicos. Quise estudiar esto para ayudarla pero lamentablemente nunca pude hacerlo. Es por eso que ahora Kelvin dice que debo usar esta profesión para ayudarme a mi mismo. Superar su pérdida, no es fácil hablar sobre eso.
—Lo lamento... no debí preguntar sobre un tema que te lastima.
—No tenias forma de saber que se trataba de eso, es normal que sintieras curiosidad. No te sientas mal.
—Es solo que por un momento tuve miedo.
—¿Miedo de qué?
Observa a mis ojos con total atención, aún no sé cómo decírselo exactamente, quizás piense que estoy loca por encariñarme así de rápido. Por tener miedo de que haya otra chica de la cuál esté enamorado, si es así debería prepararme. No debo demostrar que me afecta, somos adultos, pasamos un momento agradable y ya, nada de sentir de más. Es irónico, siempre suelo prepararme para enfrentar malas situaciones, quizás porque estoy acostumbrada a que sucedan con regularidad, o porque dejé de esperar que me pasen cosas positivas.
—Miedo de... —guardo silencio. Elevo la mirada hacia él. Estoy preparada para decirlo pero una voz interrumpe.
—Lia...
Dam se voltea hacia atrás, ambos observamos a Said. Alterna la mirada entre ambos, demuestra desconcierto por un momento, pero se recupera rápidamente. Quizás no esperaba vernos juntos.
—Said —pronuncio. La mirada de él se desvía de mi y se enfoca en Dam.
—Hola Damien —le saluda. Él asiente con la cabeza, curvando los labios en lo que parece una diminuta sonrisa de saludo. Said vuelve la mirada a mi, volviendo a hablar—: ¿Podemos conversar un momento?
Observo en dirección a Dam, parece un poco incómodo con la situación o como si no prestara atención a lo que hablamos viendo al suelo. Aún con las manos en los bolsillos, patea una piedra imaginaria, luego sus ojos recaen sobre mi.
—Yo me voy —informa, eleva la mirada en dirección al comedor—. Kelvin ha de estar esperándome.
—Claro, nos vemos después —respondo, aunque mi tono de voz suena como una disculpa.
No dice nada más, voltea a ver a Said de nuevo, antes de volver a mirarme y asentir con la cabeza. Se da la vuelta y empieza a caminar alejándose.
—¿De qué querías hablar? —pregunto a Smith. Noto que aún observa como Dam se aleja.
—Ah eso... —Vuelve la mirada a mi, su rostro demuestra confusión—. ¿Hablas con Damien?
—Algo así.
Parece que va a decirme algo más al especto, me observa de forma muy cautelosa, pero sus labios solo se entreabren y el silencio queda suspendido en el aire.
—¿Pasa algo con él? —cuestiono, volviendo a hablar. Su silencio me llena de incertidumbre.
—No nada, solo me sorprendió nada más. —Encoge los hombros—. Cambiando el tema, no terminamos de hablar en clase.
Suspira pesado. Observa hacia una de las bancas que está junto a los arbustos recortados.
—¿Hablas sobre Saori? —pregunto, mientras caminamos.
—Exacto, sobre mis intenciones. No te diré que soy el mejor chico del mundo, no soy perfecto. Solo quiero hacerla feliz.
—Lamento haberte reprochado así. —Me dejó caer en la banca, él también sigue mi acción—. Es solo que no soportaría la idea de que alguien la vuelva a lastimar.
—No podría, no soy ese tipo de persona, aspiro a ser alguien como mi padrastro.
Me quedo observándolo con extrañeza, ¿acaso su historia es similar a la mía?
—¿Tú padrastro? —repito, preguntando. Quiero que siga hablando del tema.
—Sí, él ha hecho a mi madre muy feliz. A pesar de que no es mi padre nunca he notado la diferencia de como debería serlo, trata a mi madre como un caballero, la quiere y respeta en todo momento y me aprecia como un hijo. Cuando era pequeño él me llevaba a los club de fútbol, siempre me apoya en cualquier cosa que quiera. Yo deseo ser alguien así para tu amiga.
Me observa a los ojos, veo mucha decisión en él. Es lo que mi amiga tanto ha necesitado, pero ¿es lo que quiere en este momento? Romper una relación de tres años no es algo sencillo yo también lo sé. No quiero que lo use como una curita nada más. Sin embargo también sé que la fuerza de voluntad puede contra lo que sea.
—Confío en ti, algo en ti me dice que si eres una buena persona y sé que la harás feliz. En la clase te dije eso para que sepas las consecuencias eh.
—Hecho, después de todo te aprecio como una mejor amiga. Así que dadas las circunstancias, aceptaré una paliza si la hago infeliz.
—Con eso me basta —digo, levantándome de la banca—. Pero ¿que hay entre ustedes? ¿Ya son novios?
—No aún, pero no quiero que nadie se me adelante así que se lo pediré muy pronto.
—Estamos en Enero. Puedes pedírselo el uno de abril seria una linda fecha para un aniversario de novios.
—No creo poder esperar tanto, veré como van las cosas. Y tú también si te habla de mi tienes que contármelo eh.
—Sí por supuesto, ¿vienes al comedor? —cuestiono, observando a lo lejos.
—No, comeré en casa. Anda tu, seguro tus amigas están preocupadas.
—Bien, nos vemos en clase.
Agita la mano en señal de que de me apresure. Le sonrío en respuesta, negando con la cabeza. Camino guardando mis manos en los bolsillos de la sudadera. Al entrar al comedor veo a Dam y Kelvin sentados en una mesa. El primero alza un momento la vista a mi, luego vuelve a centrarse en su platillo. Parece que sigue en pie lo de no permitir que las personas de la universidad nos relacionen de alguna manera, así que avanzo hasta la mesa donde se encuentran mis amigas.
—¡Miren quien decidió aparecer! —exclama Saori, más fuerte de lo que sonaría normalmente.
—Siento tardar. —Tomo asiento, en una de las sillas vacías.
—¿Por qué tardaste? Pedimos tu bandeja de comida.
—Gracias, en serio. Quise venir antes pero tuve algunos contratiempos.
—¿Y ese contratiempo tiene nombre? —indaga Casse, levantando una ceja. A lo lejos puedo notar como Dam centra su mirada en mi.
—Sí, se llama baño —miento, centrando la mirada en mí bandeja—. ¿Me perdí de algún chisme?
—Sí, Saori tiene a alguien que parece ser lo más cercano a un novio.
—Said y no es mi novio —responde Saori—. Al menos no aún.
—Al parecer se acabó la chica liberal, pronto tendrá quien la controle —comento. Levanto la mirada hacia ellas.
—¿Y tú para cuándo? —pregunta Casse—. Lo que te sucedió está como para que tengas veinte novios no solo uno.
Miro incriminante hacia Saori, está claro que se lo comentó ella. Ella se remueve en su aciento aclararando la garganta. Se lleva una mano a la boca y susurra en tono de complicidad.
—Ella no es así, parece que ya puso sus ojos en Dam.
Abro grande los ojos, si las miradas matarán ya le habría aplicado un susano. Sin embargo ambas ríen con mi reacción. Parece que hay un chiste que aún no entiendo.
—Cuánto daría porque el papucho de Dam me hiciera caso —dice Casse, levantando la voz observando al techo—. Pero hay sueños imposibles y sueños imposibles.
Está claro que ha escuchado eso pero no levanta la mirada. Quizás es que todos acá están acostumbrados a esas bromas o a que sea el centro del deseo, nadie se sorprende o inmuta. Por mi parte solo rodo los ojos volviendo a centrarme en la comida.
Claro que me gustaría decirles que es diferente, no es solo un tipo creído y egolatra como han de pensar, sino un caballero sin armadura ni caballo o flores. Pero para decir algo así tendría que explicarles como lo sé y realmente parece que soy la única aquí que lo cree de esa manera, a cierto modo eso me hace pensar ¿lo conozco bien o no? ¿Se le da bien hacerle creer a los demás o a mi que es diferente?
La tarde transcurre lenta a mi parecer desde que hablamos en el comedor. Es otra tarde gris en donde camino hacia el estacionamiento, una vez que la mayoría de estudiantes se ha retirado. Dam ya espera sentado sobre su motocicleta pero no nota mi presencia hasta que estoy muy cerca de él, parece centrado en su teléfono.
—Hola de nuevo —le saludo.
—Miren quien acaba de llegar, la chica con casa sola por el resto del fin de semana.
—Te invitaría a quedarte, pero creo que ambos sabemos que eres muy perverso para eso —digo. Un segundo después desvío la mirada apenada.
—Claro, su fuera a tu casa no dormirías con lo que casi pasa ayer. ¿Segura que quieres garantizar tus ocho horas de sueño?
Vuelvo la mirada hacia él, me observa de forma traviesa. ¿Qué esperaba? ¿Que lo negara? Pues no señoras y señores, Damien ha enfrentado el tema.
—Invítame un café antes al menos ¿no? —respondo. Me he quedado en blanco pero no quiero demostrárselo.
—Bien vamos, conozco una cafetería agradable cerca de aquí.
—Claro, vamos caminando juntos, tomados de la mano. Que todas las personas que aún caminan saliendo de la universidad nos vean y hasta les invitamos a tomar café con nosotros ¿Te parece? —ironizo. Él se baja de la moto, guarda las manos en sus bolsillos y se encoje de hombros.
—Creí que querías compartir el momento solo conmigo, pero si es lo que quieres...
Lo dice de una forma tan pasota que no sé si lo está pronunciando en serio o no.
—Era ironía.
No sé por qué siento la necesidad de aclarar. Él da un par de pasos hasta quedar frente a mí.
—Lo sé, no pareces ser de las chicas que les gusten las demostraciones de afecto, menos en público. Son demasiado anticuadas, ya no van con hoy en día ¿verdad?
De nuevo me he quedado en blanco, mis cejas se hunden ligeramente, no puedo seguir viéndolo a los ojos por alguna razón, mi mirada se pierde en la nada.
—Cierto —contesto únicamente.
Ni siquiera sé por qué he dicho eso. Quizás sólo intento no contradecirlo, a pesar de que cada fibra de mi me dice que estoy en desacuerdo. Sin embargo, me sobresalto cuándo siento una de sus manos tomando la mía. Tengo que voltear a ver para comprobar que es real.
—Como decía —habla de nuevo, captando mi atención—. Son anticuadas, pero ¿quién decidió eso? Si quiero hacerlo lo haré, no te conozco mucho pero si no te gusta esto te aguantas.
—¿Eh? —emito, claramente confundida.
¿Dijo lo de antes solo para ver mi reacción? Había accedido a lo que dijo, pudo seguir hablando como si nada sin importar lo que quiero o no, y aún así ha decidido tomar mi mano.
—Que te aguantes —repite, centrando su mirada en mi—. ¿Sucede algo?
—Sí, ¿por qué haces esto?
—Bueno... tu querías un café, yo quería ir a tu casa. ¿Cambiaste de opinión?
—No, no me refiero a eso, sino a que accediste a lo que yo quería, incluso sin que te lo diga —explico—. Pudiste haberte negado.
—Lia, tienes que aprender a defender lo que quieres y lo que no. Incluso de mi, no debes considerar recibir malos tratos como una opción.
Me quedo sin palabras, ahora si no sé qué decirle. Utilizó la situación para darme una lección acerca de valentía e identidad. Quizás nota mi abrumación pues aprieta suave mi mano y vuelve a hablar.
—Entonces, ¿café con pastelillos?
—Sí, vamos por ese café —accedo, sonriendo un poco.
Damien comienza a caminar a mi lado, sin soltarme. Atraemos las miradas de algunas personas, quiero preguntarle si no le importa pero sigo trabajando en ser más abierta con lo que pienso y nadie dijo que seria fácil.
—Y los pastelillos —completa.
—Claro, me harás comer de más —murmuro. Lo escucho reír bajito.
Cruzamos la calle y caminamos un poco hasta llegar frente a la cafetería. Creí que entraríamos pero se detiene en seco una vez que estamos por cruzar la puerta de vidrio.
—Lia, tengo una pregunta para ti.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro