3.- Entre cafés y pasteles de frambuesa.
Alexander Campbell.
Dos días después, estoy entrando a una de mis cafeterías favoritas, pero el motivo no es el de comprarme mi habitual americano doble ni el delicioso pastel de frambuesa que es la especialidad.
No.
El motivo es: conocer a la persona que será "mi sombra", durante los siguientes tres meses.
No estoy contento ni mucho menos, pero no hubo nada que pudiera hacer al respecto. Mi madre pactó los tratos con la revista Icons, Ryan los aprobó, ambos ignorando mis negativas sobre esto y obligándome a aceptarlo.
Seguir órdenes, eso es lo que debo hacer.
Atravieso la cafetería hasta una pequeña sala privada, usualmente se utiliza para juntas, pero Ryan ha hecho la reservación adecuada para que nos permitan usarla.
Llego con varios minutos de antelación, la sala está vacía así que ingreso. Un mesero viene un par de instantes después y pido un café junto con una rebanada de pastel de frambuesa, si voy a hacer esto, al menos tengo que endulzar el momento.
Quien sea la persona que va a trabajar con nosotros, no ha llegado. Ryan no quiso darme más información, dijo que no quería darme ninguna excusa para librarme así que sus palabras fueron: conocerás a la persona en la sala.
Su motivo para hacerlo en la sala de una cafetería y no en la disquera, fue para crear un ambiente menos formal, y más "amistoso". Tonterías, a mi parecer.
Me acomodo en uno de los cómodos asientos que están alrededor de la mesa, justo al otro extremo de la puerta. Saco el celular y le envío un mensaje a mi representante para hacerle saber que ya estoy aquí, y luego compruebo la hora.
Faltan apenas unos pocos minutos para la hora acordada, y no parece que alguien tenga intención de venir.
Tal vez se arrepintió.
Por muy ridículo que eso suene, una parte de mí espera que suceda para así poder librarme de este compromiso. Sin embargo, en el segundo en el que la puerta se abre y una voz pronuncia mi nombre, esa esperanza se va por la borda.
—¿Alexander Campbell? —elevo la vista.
Me encuentro con una chica joven, demasiado joven en realidad, con una que no encaja en lo que esperaba en lo absoluto. Debe tener unos veintidós años, y no es precisamente el prototipo de "reportero" con el que esperé trabajar.
Su delgado cuerpo se desliza por la abertura de la puerta y la cierra detrás de ella. No es demasiado alta, a pesar de las botas de tacón que lleva puestas, y tan pronto como su atención vuelve a centrarse en mí, reconozco la mirada curiosa.
—El mismo —respondo.
—Me llamo Grace, Grace Baker —se presenta. Acompaña la presentación con una sonrisa, lo que me hace sonreír a mí también.
—Creo que ya sabes mi nombre, así que no hay necesidad de que me presente —respondo observándola tomar asiento a un costado de donde me encuentro.
—No, no la hay —confirma —¿te puedo llamar Alex?
Retengo la sonrisa y asiento levemente.
Me acomodo en el asiento y la observo. Mis ojos recorren sus facciones, se acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja mientras saca una pequeña agenda junto con una pluma de colores, y comienza a garabatear algo en el papel de lo cual no me fijo.
Deslizo la mirada por su rostro, es definido, pómulos altos y nariz perfilada, la línea de su mandíbula se marca levemente y es...bonita. Cuando voltea, su mirada avellana me escudriña.
—Así que Grace, tú serás mi sombra por los siguientes tres meses —echo la espalda hacia atrás, colocando una sonrisa ladeada en mi rostro.
La chica me observa sin responder, parece pensar demasiado la respuesta que dará.
—Prefiero el término compañera de trabajo, si no es mucha molestia —responde con evidente sarcasmo, eso solo me hace reír un poco más —así que tu manager no se equivocó al decir que no estás feliz con esto.
El mesero ingresa, así que me reservo mi respuesta hasta que ella ha ordenado exactamente lo mismo que yo, y solo me permito hablar cuando volvemos a quedarnos solos.
—Bueno, ¿a ti te agradaría tener a alguien preguntando aspectos de tu vida para luego publicarlos?
Grace, como recuerdo que se ha presentado, arruga las cejas. El destello curioso se va de su mirada para ser sustituido por uno de molestia.
—Si sabes que es mi trabajo, ¿cierto? —inquiere tomando el vaso de café —tú tienes el tuyo, yo tengo el mío. Así que no te des tanta importancia, superestrella, no eres del primer artista del que sacarán un artículo especial.
A pesar de que sus palabras no tienen la intención de causar una sonrisa, el gesto se cuela en mis labios.
—¿Podemos no hablar de trabajo hoy? —inquiero —no tengo cabeza para pensar en eso.
—Por supuesto —concede —podemos tratar los temas del trabajo en la siguiente reunión.
—¿Y cuando será eso? —ella se encoje de hombros —¿no lo sabes?
—Esta es la única reunión que tengo programada contigo antes de la gira, así que supongo que la siguiente, será cuando tu gira comience.
Asiento, un silencio se crea entre nosotros y no sé precisamente que es lo que tengo que decir. ¿Qué pretendía Ryan con esto? ¿Qué nos hiciéramos amigos así de pronto?
Estamos unos minutos en silencio, la leve tensión desaparece cuando el meseo vuelve dejando nuestros pedidos frente a nosotros.
—¿Deberíamos hacer eso de decir cosas el uno del otro? —inquiera mientras toma una porción de su pastel para llevársela a la boca.
—No lo creo —me encojo de hombros —supongo que, con tolerar la presencia del otro, será suficiente.
—Podrías disimular el desagrado que mi presencia te provoca —sonrío tomando un poco de mi pastel. Disfruto del sabor dulce que me provoca en el paladar, no le respondo de inmediato, me tomo varios segundos antes de mirarla otra vez.
—No me desagradas, me desagrada la idea de alguien detrás de mí, lo cual es distinto —aclaro.
No responde, se concentra en su propio postre por varios segundos como si no considerara necesario el hablar. Una leve sonrisa se filtra en mis labios al considerar la imagen que estamos dando, aunque nadie está mirando, pero si lo hicieran, seguro pensarían que somos dos amigos compartiendo un buen momento.
Es fácil creer algo cuando solo miras las cosas superficialmente.
—Alex —la miro cuando habla, permanece en silencio mientras tomo un trozo de pastel y me lo llevo a la boca —sé que pediste que no habláramos de trabajo, pero solo quiero decir que espero en serio no me consideres "una sombra", porque siento como si te estuviese acosando, o algo así.
Me río, lo hago en serio. Me río como probablemente hace tiempo no lo hago y luego, me atraganto. Toso cuando el trozo de pastel obstruye mi garganta, impidiéndome respirar. Golpeo mi pecho mientras intento respirar, pero no lo consigo y no sé en que momento Grace se ha incorporado también para golpear mi espalda.
Me pide que eleve las manos, y dice cosas que no entiendo porque solo quiero respirar. Gracias a Dios el momento de mi muerte no ha llegado porque consigo pasar el trozo de pastel y tomo una bocanada de aire, tosiendo más en el proceso.
—Ay dios —aun estoy tosiendo levemente e intetando recuperarme cuando Grace habla —¿estás bien?
—Si —hablo con la garganta raspada —Ibas a tener un buen artículo, ¿no? Superestrella muere ahogado con un trozo de pastel.
Ahora es su turno de reír, el sonido melódico se deja escuchar mientras vuelve a su asiento. Sonrío con ligereza aún sintiendo el picor en mi garganta.
—No es precisamente el artículo que deseo tener —admite.
—¿Qué edad tienes?
—Veintitrés —informa —y según el informe que me pasaron de ti, tienes veinticinco años recién cumplidos, eres la superestrella del momento y la promesa de la industria musical.
—Así que... ¿me investigaste?
Se ríe un poco, su corto cabello se sacude cuando lo hace.
—Es lo que los reporteros hacemos —admite —investigamos, para tener información y poder usarla. No pretendías que viniese aquí sin saber absolutamente nada de ti. ¿O sí?
—Oh, vamos, seguramente si sabes de mí sin tener que investigar.
—Soy nueva en la ciudad.
—Soy un cantante mundialmente conocido, señorita Baker. Me cuesta creer que no sepa nada de mí.
Arquea las cejas, claramente incrédula ante lo que acabo de decir. Una sonrisa divertida se instala en sus labios.
—Oh, discúlpeme, señor humildad —se ríe luego de hablar —tienes un ego muy grande, ¿eh?
Bebe de su café sin apartar la mirada de la mía y sonrío, tomando mi propio café y por alguna razón esto se siente...bien.
¿Hace cuánto fue que tuve una conversación tranquila fuera de mi círculo de conocidos?
—Creo que tengo motivos suficientes —admito —¿no lo crees?
Se encoje de hombros. —Supongo que sí.
No hablamos mucho después de eso, es una plática amena, tranquila y...refrescante.
Cuando el mesero llega con nuestra cuenta y ella hace el ademán de pagar, la detengo.
—Corre por mi cuenta —le entrego la tarjeta al chico y unos minutos más tarde, estamos saliendo.
—No tenías que pagar —dice ajustándose el abrigo, me encojo de hombros mientras paso la mirada tratando de encontrar a mi chofer.
—No, pero quise hacerlo. ¿Tienes como volver a casa?
—Sí, vendrán por mi —informa.
Asiento, me coloco las gafas y me acomodo la chaqueta. Debería irme, no quiero darle la oportunidad a alguien de sacar una fotografía porque entonces sería una verdadera noticia con miles de encabezados falsos.
—Supongo que nos estamos viendo —ella asiente.
—Hasta la gira —sonrío.
—Hasta la gira, Grace.
Una parte de mí dice que debería ser un caballero y esperar a que la recojan, sin embargo, sé bien que esperar afuera de una cafetería es más riesgoso de lo que parece.
Cuando subo al coche, ella aún está sobre la acera. Así que considero decirle a Jeff que espere.
—¿Nos vamos, Alex? —pregunta.
—Aún no —miro a Grace a través del vidirio —esperaré hasta que ella se valla.
Eso sucede unos diez minutos después, un auto se detiene a un par de metros de nosotros y sé que Grace se ha percatado que sigo aquí, porque mantiene la vista en mi dirección, así que, bajo el vidrio, y muevo la mano en una despedida.
Ella sonríe, y devuelve el gesto.
Solo nos marchamos cuando ella lo ha hecho en el auto que la recogió.
—Parece que no fue una reunión tan mala. ¿No es cierto?
—Es agradable —admito —aunque espero que nadie haya sacado una foto, ya sabes como son, Jeff.
—No pienses en eso, fue un buen momento, eso es lo que importa.
Compartimos una mirada y sonrío, debería considerar darle un aumento por siempre conseguir hacerme sentir mejor. Pero el sentimiento de bienestar no dura demasiado, un pinchazo me atraviesa el pecho cuando caigo en cuenta de que los momentos como este, son prácticamente nulos.
En ocasiones me resultaba verdaderamente agotador el no tener privacidad en ningún momento. Es decir, cuando te conviertes en artista, nadie advierte sobre lo duro que puede ser el que cualquier detalle de tu vida sea publicado. Con el hecho de que cualquier movimiento, por insignificante que sea, se hará público si eso quiere decir que las revistas y páginas de internet obtendrán ganancias.
Grace Baker.
Sonrío cuando la recuerdo, ojalá pudiera sentirme así todos los días, ojalá pudiera solo sentarme en un café, sin gafas, sin preocupación de que un periodista esté cerca, sin nada más que el propósito de compartir un café.
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