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15.- Ser un poco más valiente

Alexander Campbell

Estoy en problemas, en verdaderos y grandes problemas. Tamborileo mis dedos sobre el colchón de la cama en la que me encuentro, observando con impaciencia al doctor.

—Estoy bien, estoy seguro de que no tendré ningún dolor en un par de horas —murmuro con la esperanza de no seguir más tiempo en el hospital.

Ryan a mi lado me dedica una mirada que deja saber que no está del todo de acuerdo.

—Bueno, así no es como lo muestran tus radiografías —informa el doctor—. La caída ocasionó una torcedura en tu rodilla, junto con un esguince en tus ligamentos conectivos. Me temo que el dolor y las lesiones no se curarán en un par de horas. Tendrá que usar un par de parches que le ayudarán para mantener los músculos y ligamentos juntos, para no ocasionar una mayor lesión. Además, el esguince en los ligamentos es algo serio, así que no debe de estar caminando o haciendo esfuerzos, para que pueda recuperarse pronto de la lesión debe de estar en completo reposo.

Cierro los ojos mientras echo la cabeza hacia atrás, no presto mucha atención a lo que el médico dice porque solamente puedo pensar en que definitivamente seré hombre muerto.

El médico se marcha un par de minutos después, y cuando Ryan y yo nos quedamos solos en la habitación, considero que mi mejor opción es mantenerme en silencio.

—Tienes un maldito concierto en dos días Alexander ¿Cómo creer que lo darás en estas condiciones? —cuestiona con molestia.

—Para entonces estaré bien —afirmo.

—¡Quince días! ¡Quince malditos días Alexander! —Está molesto, y no quiero ni pensar en cómo se pondrá mi madre—. Dime ¿cómo planeas viajar y dar conciertos cuando prácticamente tienes que estar en cama?

—Ryan...

—¡Lo único que necesitamos es que tengas cuidado!

—Fue un accidente —declaro.

No dice nada, una mirada reprobatoria es todo lo que obtengo antes de darse la vuelta y abandonar la habitación, dejándome solo.

Cierro los ojos, el dolor en mi pierna es inmediato apenas intento moverla, sé que no hay forma en la que pudiera dar un concierto así, al menos que colocaran la camilla justo en el centro del escenario. Casi quiero reír ante la idea, sabía que mi madre estaría furiosa, pero lo cierto era que no podía imaginar cuánto.

El sonido de la puerta al ser abierta me hace abrir los ojos de nuevo, una sonrisa tira de mis labios en cuanto observo a Grace en el umbral.

—¡Lo siento muchísimo! —exclama mientras se apresura a caminar los pasos que nos separan, en cuanto está frente a mí se lanza a mis brazos. Sonrío ante la sensación que eso me provoca, la calidez de su cuerpo se siente reconfortante—. En verdad lo siento. Esto es culpa mía.

—En parte también es mi culpa —pronuncio —debí de apartarme en cuanto vi que no podías frenar. Pero no te preocupes, no pasa nada.

—Claro que pasa, he oído a Ryan hablar con tu madre —informa —no parecía una conversación agradable. No sé qué puedo hacer para compensar lo que cause.

—Seria genial si dejaras de culparte y pedir disculpas —murmuro —ya dije que no fue tu culpa.

—Pero...

—Sin peros —la interrumpo —y no menciones nada de esto ¿de acuerdo? Estaba patinando en la pista, perdí el equilibrio y caí, fue todo lo que pasó.

—Alex, lo menos que merezco por esto es hacerme responsable.

—No, de ningún modo —sentencio tomando una de sus manos—. Porque entonces sí harán que regreses a Baltimore, y siendo sinceros aún no quiero que eso ocurra.

Ella ladea la cabeza mientras una diminuta sonrisa se adueña de sus labios.

—Está bien, pero no hablaré con una condición —arqueo la ceja —que, si tu madre comienza a ser verdaderamente mala contigo, aceptaré toda la culpa.

—Grace...

—O puedo decirle a Ryan en este instante —interrumpe encogiéndose de hombros—. Tú decides.

Suelto una risa mientras sacudo la cabeza. Observo el agarre que ejerzo en su mano antes de elevar la vista y centrarla en ella de nuevo.

—De acuerdo. Tenemos un trato —sentencio.

—Tenemos un trato —concuerda sin borrar la bonita sonrisa de su rostro.

No me equivoqué al pensar que mi madre estaría furiosa, al llegar al hotel ella espera justo en la puerta, con los brazos cruzados observándome como si mi muerte hubiese llegado.

Y tal vez es así.

Cuando hace el ademán de hablar, Ryan se adelanta.

—Alexander necesita descansar —pronuncia mientras empuja la silla de ruedas en la que me encuentro—. Tal vez puedas llamarle la atención luego, por indicaciones del médico tiene que estar en completo reposo.

—¿Cómo pasó? —Me abstengo de responder y eso parece irritarla. Ryan cruza por su lado, no se detiene ni un solo momento hasta llegar al elevador.

—Haré todo lo que esté en mis manos para arreglar lo del concierto —informa una vez que nos encontramos en mi habitación—. Pero no prometo nada, es demasiado pronto y no creo que podamos cancelarlo.

—No, de ninguna manera vamos a cancelarlo —afirmo—. No podemos hacer eso a menos de cuarenta y ocho horas.

—Entonces tendremos que encontrar otra solución, porque de ninguna manera vas a subir en ese estado al escenario.

—¿Qué tan malo podría ser? A lo mucho la prensa dirá...

—No es por lo que dirán, Alex —me interrumpe —es porque necesitas recuperarte, necesitas estar bien. ¿En qué clase de manager me convertiría si te hago subir a dar un concierto en ese estado?

Sonrío ante sus palabras.

—Gracias —él se acerca, dejando un apretón sobre mi hombro.

—No es algo por lo que debas de agradecer —asegura antes de darse darme la espalda, y salir de la habitación.

Grace Baker.

—¿Le rompiste la pierna? —chilla Jane, mi mejor amiga, desde el otro lado de la línea.

—¡No! —exclamo casi con horror—. Gracias al cielo no lo hice.

Las carcajadas de mi mejor amiga no se hacen esperar, suspiro mientras aguardo por un par de segundos a que su risa se calme.

—Grace, me sorprende que no te hayan despedido aún —bromea —casi le rompes la pierna a una súper estrella. Creo que tus futuros hijos y nietos tendrán historias bastante entretenidas por parte de su madre.

—Su madre y manager no saben que yo causé su lesión —confieso —él no quiso que asumiera la culpa.

—Oh —es todo lo que responde. La línea permanece en silencio por un par de segundos antes de que la voz de Jane se escuche otra vez —¿así que él no lo dijo?

—Dice que no quiere que me regresen a Baltimore, así que, a mi parecer, es compasión.

—O que te aprecia lo suficiente como para no querer separarse de ti todavía.

—¿Qué?

—Grace, es evidente que Alexander Campbell te aprecia, no parece tener problema con que la prensa haga una relación entre ustedes, y asume responsabilidades de cosas que no debería, todo para que sigas con él.

—Por Dios, Jane. Lo hace porque somos amigos ¿Qué hay de malo en eso? ¿Crees que una persona como Alexander Campbell podría fijarse en alguien sin importancia como yo? —cuestiono.

—No eres alguien sin importancia —reprocha.

—Me refiero a que nuestros entornos son totalmente distintos —aclaro—. Coincidimos por una relación laboral, Jane. Es todo.

—Bien, como tú digas —murmura dándose por vencida. —Cambiando un poco del tema, tengo algo importante que decirte.

Ella permanece en silencio, hasta que su grito me hace tener que apartar el celular un par de centímetros de mi oído.

—¡Jason está en la ciudad! —grita con emoción.

—¡No puede ser! —grito incorporándome de la cama —¿Por qué no llamó?

Jason Davis es mi mejor amigo desde la preparatoria, no habíamos tenido mucha comunicación desde que me mude a Baltimore, más que un par de llamadas cortas y escasos mensajes de texto.

—Vino a verte gracias a las fotografías en internet —informa —dijo que tenías mucho por contarle.

—¿Y porque no me llamó? —cuestiono con algo de indignación.

—Eso no lo sé —confiesa —seguramente lo hará pronto así que no te preocupes por eso. O tal vez, podrías enviarle un mensaje de texto.

—Si, tal vez —concuerdo—. Tengo que colgar, adiós.

—Asegúrate de mantenerme al tanto si algo nuevo surge —me recuerda.

—En realidad espero que nada más surja, porque de lo contrario estaré de vuelta pronto.

Jane no se molesta en esconder su risa, lo que me hace rodar los ojos y colgar la llamada.

Suspiro mientras observo la hora en mi celular, debido a que los conciertos aún no se llevarían a cabo sino hasta dentro de un par de días, estaba algo estancada con la redacción. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que Oliver comenzara a llamar para exigir avances, así que tenía que encontrar algo con lo cual trabajar.

Me incorporo del colchón para poder buscar mi bolso en donde guardo los cuadernos y las anotaciones sobre las pequeñas entrevistas que había tenido con Alexander, cuando me aseguro de tener todo lo que necesito, salgo en dirección a la habitación de Alex.

En esta ocasión, las habitaciones están un tanto más alejadas que de costumbre, por lo que me toma un par de minutos más en llegar.

—Comenzaba a preguntarme en donde te habías metido —murmura la madre de Alexander cuando me encuentro frente a la puerta de la habitación. No habíamos tenido la oportunidad de hablar mucho, de hecho, nunca cruzábamos más de cuatro palabras sin que algo le surgiera.

—Tenía que terminar la corrección de un par de cosas —me excuso intentando darle una sonrisa amable. Ella asiente.

—Oliver me ha enviado un par de archivos sobre los avances del artículo, lo cierto es que eres bastante talentosa, debo de admitirlo.

—Hago lo mejor que puedo —pronuncio.

—Y mi hijo parece bastante feliz de trabajar contigo —no puedo descifrar la mirada que me dedica—. Así que espero que esto siga hasta el final de la gira.

—Pondré todos mis esfuerzos —es lo único que digo, ella sonríe, no es una sonrisa amable, de hecho, está muy lejos de serlo.

Me esquiva, sin decir algo más. Cuando me aseguro que se ha alejado lo suficiente, toco un par de veces la puerta.

—Adelante—. La voz de Alex se escucha desde el otro lado. Abro la puerta con ligereza, ingresando a la habitación—. Vaya, habías tardado en aparecer.

—Lo siento, tenía un par de asuntos pendientes —informo. Lo observo con detenimiento, sostiene varias hojas entre sus manos por lo que me acerco hasta el con curiosidad.

—¿Qué es eso? —cuestiono tomando asiento en la silla que está justo a su costado.

—El itinerario del concierto —informa sin mirarme —ha habido algunos cambios, así que tengo que estar al tanto.

—¿No se ha cancelado? —cuestiono. Él eleva la mirada cuando pregunto.

—Es demasiado pronto como para cancelarlo o posponerlo —informa —tiene que llevarse a cabo de una manera u otra.

—Pero tu pierna, aún no estás recuperado ¿cómo se supone que harás el concierto? —cuestiono. Alex ha dejado de mirarme, así que enciendo la grabadora del celular.

—Encontraremos una manera —masculla elevando los hombros.

—¿Ryan está de acuerdo? —pregunto.

—¿Por qué haces tantas preguntas sobre eso? —cuestiona con una pequeña sonrisa, no está molesto, en realidad parece un tanto incómodo.

—Solo quiero saber —expreso encogiéndome de hombros —no estás recuperado de la lesión, de hecho, estás muy lejos de tener una recuperación y aun así darás el concierto, eso me genera cierta curiosidad.

—No puedo deslindarme de la responsabilidad de dar un concierto por una lesión. ¿En qué clase de artista me convertiría eso?

—En uno que cuida de su salud física —comento.

—Bueno, tal vez no tendría que preocuparme por eso si no hubieses caído sobre mí en la pista—. La culpabilidad me invade de nuevo cuando él dice aquello. Alex parece notarlo, porque hace el ademán de hablar, pero elevo una de mis manos para pedirle que aguarde.

—Sentirme culpable es en realidad lo que merezco. Aunque eso no quita el hecho de que tengas que dar un concierto en esa condición.

—Grace, hay cosas que no entiendes —pronuncia —no es tan fácil como decidir dar un concierto o no, hay miles de personas esperando por eso. No puedo decir simplemente "se cancela" ¿sabes si quiera todo lo que eso conlleva?

—No, pero tu madre...

—¿Por qué siempre tienes que involucrar a mi madre? —cuestiona con brusquedad—. Hasta donde sé este artículo se trata sobre mí.

—Sí, de ti y de todo lo que te rodea. Tu madre forma parte de eso. Haces esto por ella, ¿no es cierto? Tu madre te está obligando a dar el concierto.

—Basta ¿sí? Por favor, ambos sabemos a dónde nos llevará esta conversación y de verdad no quiero terminar discutiendo contigo. No ahora.

—Deberías ser un poco más valiente, y ponerle un alto —no me creo el haber dicho en eso, no en voz alta. Alex eleva una de sus cejas, sorprendido ante mis palabras.

Sin embargo, se recompone. Ahí está de nuevo, la misma frialdad que lo envuelve cuando el tema surge, la misma barrera se alza a su alrededor.

—Y tú deberías limitarte a hacer tu trabajo —espeta. El silencio se adueña del ambiente, mientras proceso lo que ha dicho. Una ola de vergüenza me invade, tenía razón, no debía meterme en su vida, él es lo suficientemente mayor como para decidir qué hacer.

Me incorporo del asiento, tomando mis cosas mientras lo observo.

—No te preocupes, que así será a partir de ahora —aseguro antes de darle la espalda y abandonar la habitación.

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