14.- Un gran problema.
Alexander Campbell.
Nuestras fotografías están por todas las redes sociales, y un par de revistas se habían aprovechado de eso para poder sacar varios artículos sobre una supuesta relación amorosa entre Grace y yo, estaba acostumbrado a esto, no era la primera vez que ocurría, pero me preocupaba el hecho de que ella no lo tomara de la manera más tranquila.
—Bueno, al menos han dejado a Katherine a un lado —pronuncia Paul mientras sostiene una revista en una de sus manos—. Y no son tan malos con ella.
—Sí, bueno para Grace parece ser que el hecho de que mencionen su nombre es algo realmente malo —le confieso—. Y es entendible, no está acostumbrada a esto porque...
—¡Mi bandeja de entrada está repleta! —El grito de Grace nos sobresalta a ambos—. No sabía que podía existir tanto odio hacia una persona que es totalmente desconocida.
—Sí, y por lo visto tus seguidores en Instagram han aumentado —informa Paul cuando ha tomado el celular que Grace le ofrece—. Ya eres toda una influencer.
—No soy influencer —se defiende—. Por Dios, ¿por cuánto tiempo más seguirá así?
—Un par de meses tal vez —responde Paul —o hasta que tengan la oportunidad de fotografiar a Alexander con otra chica—. Le lanzo el cojín que está a mi costado con fuerza para callarlo.
—¿Así que tendré que soportar esto por un par de meses más?
—La gira está a punto de acabar. Tranquila, con suerte cuando lleguemos a casa otra vez este asunto estará olvidado.
—Yo no estaría tan seguro...
—Paul ¿Quieres por favor cerrar la boca? —pido con una sonrisa forzada. Mi amigo ríe, eleva las manos antes de alejarse de donde nos encontramos, dejándonos solos.
—Lamento esto, de verdad. Sé que en el contrato nada de esto estaba incluido. —Ella sonríe. Juega con un mechón de su cabello antes de suspirar y observarme.
—No es culpa tuya, solo no imaginé que algo como eso sucediera—extiende su celular en mi dirección, la bandeja de entrada de su Instagram muestra una gran cantidad de mensajes recibidos.
—Oh —pronuncio mientras deslizo la pantalla. No era necesario abrir los mensajes para saber qué es lo que contenían—. Lo lamento, hablaré con Ryan para saber si hay algo que podamos hacer ¿de acuerdo?
—Creo que no se puede hacer nada ¿cierto? —pregunta. Hago el ademán de responder, pero no consigo decir alguna palabra. Ella cierra los ojos por un par de segundos, la punzada de culpa me atraviesa el pecho porque sé que, aunque ella no me culpa de esto, la responsabilidad es mía.
Sabía que algo como esto podía suceder, Grace no está acostumbrada a lo que sucedía en el mundo artístico, ella ama su privacidad, lo ha dicho en varias ocasiones y yo soy el responsable de haberse arrebatado.
—Hey, no le des tanta importancia, pasará, así es siempre —añado intentando reconfortarla—. Encontrarán algo más y entonces se olvidarán de esas fotos.
—Sí, bueno, en realidad lo espero —pronuncia sin mirarme—. Escuché que hay un ensayo esta noche.
—Así es. ¿Quieres venir? Te servirá para...
—Prefiero quedarme a terminar el trabajo que tengo pendiente —interrumpe. Se incorpora, tomo una de sus manos en el momento justo en que hace el ademán de comenzar a caminar.
—Grace —ella se detiene y voltea, observa el agarre que ejerzo en su mano por algunos segundos antes de centrar su atención en mi rostro. Me incorporo del asiento, pensando si en realidad es buena idea decir lo que quiero en este momento, no quiero soltarla, pero termino haciéndolo.
—El hecho de que las fotos en donde estamos juntos ahora estén en las redes y en revistas, no afecta en nada nuestra relación ¿verdad? —ella frunce las cejas, observándome en silencio.
—¿Qué relación?
—Somos amigos, ¿verdad? Sé que la prensa puede ser un dolor en el trasero, pero no quiero que decidas alejarte, no quiero...
—Alex, solamente tengo mucho trabajo —me interrumpe—. ¿Por qué pensarías que...?
—Porque siempre es así —confieso —todo marcha bien hasta que las fotos se revelan, nacen los artículos y todo se va al carajo —ella hace el ademán de decir algo, abre la boca y la cierra un par de veces antes de poder continuar hablando.
—No —sentencia—. Alex, lo que te dije la otra noche, en el parque, fue verdad. Estaré para ti durante el tiempo que se me permita, o al menos, hasta que volvamos a casa.
—¿Hasta que volvamos? —me sonríe, extiende una mano para tomar la mía y centro mi atención en el agarre de nuestras manos antes de mirarla de nuevo a los ojos.
—Alex, eres una súper estrella —murmura como si hubiese olvidado ese detalle—. Y yo una editora de revista. Lógicamente tendrás más giras, más conciertos y no creo que en cada uno de ellos, Oliver y tu madre decidan incluirme. Tenemos mundos diferentes. Ahora estamos juntos todo el tiempo por trabajo, una vez llegando a casa dudo mucho que tengas tiempo para hacer las cosas que hacemos ahora, sin embargo, eso no quiere decir que dejaré de estar para ti. ¿Si lo entiendes?
Asiento. Es todo lo que puedo hacer.
—Nos vemos después —ella se despide, me dedica una pequeña sonrisa y me obligo a corresponderle el gesto. Una vez que se ha marchado, me dejo caer sobre el sillón.
Un largo suspiro brota de mis labios. Grace es lo más cercano que tengo a una amistad lejos de Paul, Katherine y los chicos, no recuerdo la última vez que conseguí mantener una relación como esa, y no quería que acabara.
Grace tiene razón, y por eso mismo no tengo que acostumbrarme a su presencia, ella no estará aquí para siempre.
Y eso era algo que, con el simple hecho de pensarlo, hace que mis ánimos cayeran hasta el suelo.
No he visto de nuevo a Grace desde que mantuvimos nuestra última conversación, no quería preguntar por ella porque lo que menos necesito es que Ryan piense lo mismo que la prensa.
—Este ha sido el último ensayo —informa Ryan cuando acabamos. —En dos días es el siguiente concierto, así que espero que estés listo —pide—. Gracias al cielo tu madre no ha programado más entrevistas así que puedes estar tranquilo. Procura descansar, ¿de acuerdo?
Asiento, lo observo marcharse y cuando decido irme también, Paul llega.
—¿Tienes tiempo para un poco de diversión? —cuestiona —he reservado un lugar en un restaurante cercano al hotel, podemos tomar algo antes de volver.
—Si, tengo tiempo. ¿Le has dicho a Grace? —no me pasa desapercibida la mirada que me dedica —no me mires de esa manera, somos amigos.
—Si, claro —dice con sarcasmo —amigos.
Pese a su respuesta, lo miro teclear algo en su celular y un par de minutos, me lo enseña. Retengo la sonrisa cuando leo el mensaje de Grace, diciendo que le gustaría venir con nosotros.
Grace Baker.
Los toques en la puerta me indican que Paul y Alexander probablemente han llegado. Tomo mi bolso, asegurándome de traer todo lo necesario antes de encaminarme a la puerta.
—Son puntuales —bromeo mientras cierro la puerta detrás de mí.
—Es nuestra mejor cualidad —responde Paul —¿estás lista para divertirte?
—Definitivamente, creo que lo necesito después de pasar varias horas sentada frente a la computadora.
Centro mi atención en Alex, quien luce más callado de lo habitual.
—¿Todo bien con el ensayo? —cuestiono cuando Paul se ha adelantado varios pasos.
—Todo salió bien. ¿Y tú qué tal? ¿Has acabado tus pendientes con el trabajo?
—Así es, eso me da un par de días de descanso antes de poder enviar otras páginas a Oliver.
Caminamos en silencio, él no dice nada más durante el trayecto hacia el auto que espera por nosotros afuera. Siento la necesidad de hablar, pero no encuentro algo adecuado para decir. Paul es el único que habla, me sorprendía la habilidad de palabra que poseía, parecía no cansarse nunca.
—Según las reseñas en internet, este es el mejor restaurante de la ciudad —informa mientras bajamos del auto—. Espero que no hayan comido antes de venir porque el menú es verdaderamente exquisito.
Él empuja las puertas de cristal para permitirnos el acceso, Alex y yo compartimos una mirada antes de seguirlo hacia el interior. El restaurante luce elegante, demasiado, a decir verdad.
Una chica se coloca frente a nosotros, Paul intercambia un par de palabras con ella antes de que nos conduzca hacia una de las mesas que están en el lugar. Alex se coloca a un costado, toma una de las sillas mientras me observa y entiendo lo que hace.
—Gracias —respondo con una sonrisa.
Toma asiento justo a mi costado, y Paul se coloca frente a nosotros. No tenemos mucho tiempo de hablar porque el mesero llega, deja los menús frente a nosotros mientras explica cada cosa que se encuentra escrito. Alexander y Paul ordenan casi de inmediato, mientras que yo intento decidir porque platillo ordenar.
—¿Acepta una sugerencia? —Él chico me cuestiona logrando que lo mire.
—Por favor.
—La trufa blanca es nuestra especialidad —comenta —y cabe mencionar que es el platillo favorito de nuestros comensales, estoy seguro de que te encantará —me sonríe.
—Oh, en ese caso creo que merece la pena probarla —murmuro devolviéndole la sonrisa.
—Creo que quiero cambiar mi orden —observo a Alexander hablar —para mí también será una trufa blanca.
—A ti ni quiera te gus...—no pasa disimulado el golpe que Alex le da a su amigo bajo la mesa. Retengo la risa mientras regreso mi atención al chico.
—Serán dos trufas blancas entonces. —El chico asiente, escribe algo en el papel que sostiene en las manos y luego se marcha.
—¿Qué fue eso? —cuestiono con una sonrisa. Él se encoge de hombros, restándole importancia.
—Bueno, creo que nos lo debió de haber ofrecido a todos, sobre todo si es la especialidad de la casa —comenta sin mirarme.
—Tal vez fue porque ambos estaban decididos por lo que ordenar —respondo—. En todo caso ¿te gusta la trufa blanca?
Paul y Alexander comparten una mirada.
—Lo compartiré con Paul —dice sin responder a mi pregunta.
—Trufa blanca, delicioso —añade Paul haciendo un movimiento de manos. En este punto la risa es incontenible así que termino riendo frente a ellos.
Nuestra comida llega un tiempo después, al parecer Paul no mintió al decir que Alex no es particularmente afecto a la trufa blanca, por lo que es él quien termina comiéndolo y su amigo pide un platillo distinto.
Cuando terminamos de comer, creo que volveremos inmediatamente al hotel, sin embargo, los chicos tienen otros planes porque cuando estamos en el auto, informan que iremos a una famosa pista de hielo en la ciudad.
—Suena como una idea estupenda —expreso —pero creo que me quedaré de apoyo afuera.
Ambos me observan con confusión.
—Nunca he patinado en hielo —confieso.
—De eso no hay problema, Alex puede enseñarte ¿no es cierto? —cuestiona dejando una palmada en la espalda de su amigo —es un excelente patinador.
—Él no miente —concuerda con una sonrisa—. Ven con nosotros, será divertido.
—Con una condición.
—¿Cuál? —cuestionan ambos chicos al mismo tiempo.
—Que, si sufro una caída, ninguno tome fotografías de aquello—. Ambos ríen, Alex extiende una de sus manos en mi dirección y la tomo sin pensarlo, olvidando lo que había pasado con las fotos, olvidando el hecho de que probablemente mañana habría muchas más, simplemente la tomo.
—Creo que es una mala idea, por completo una mala idea. Tal vez debería regresar y esperarlos en las gradas.
Hemos llegado a la pista, pero mis intentos de patinaje están fracasando terriblemente.
—No, de eso nada —afirma Alex—. Toma mi brazo, anda.
Me acerco a él, me sorprende no caer en el intento y me sujeto a su brazo como si mi vida dependiera de aquello.
—Iremos lento ¿de acuerdo? Solo deslízate —pide—. Tienes que elevar uno de tus pies cuando te deslices, luego asentar el otro y así sucesivamente.
—¿Y cómo freno? No quiero estamparme contra el barandal.
—Tienes que patinar con los pies separados, luego sacas el patín hacia un lado —indica señalando el movimiento—. No mires hacia abajo, eso puede ocasionar algún accidente.
Los siguientes veinte minutos se resumen en múltiples caídas, y en Alexander empeñado en enseñarme a patinar. Lo consigo después un largo rato, o al menos, eso era lo que creía.
—¡Lo hice! —exclamo con emoción mientras me deslizo por la pista, ambos chicos ríen mientras me observan.
—¿Lo ves? No era tan complicado —exclama Alexander—. Ahora frena —pide mientras me deslizo hacia él. Intento hacerlo, pero no sale como debería—. Grace tienes que frenar —repite mientras extiende las manos hacia adelante.
—Lo intento —exclamo bajando la vista, olvidando lo que dijo al inicio. Mi descuido hace que no me percate que estoy muy cerca de ellos, demasiado que Alex no puede apartarse del camino y termino chocando contra su cuerpo.
Ambos caemos sobre el hielo, las risas de Paul no se hacen esperar mientras se acerca.
—¿Están bien? —cuestiona mientras extiende una de sus manos para ayudarme.
—Supongo que si —murmuro. El quejido de Alexander nos hace mirarlo.
—En realidad creo que mi pierna no lo está —pronuncia con una mueca de dolor en el rostro.
—Vamos amigo, no bromees —murmura Paul. —Venga.
Se acerca hasta Alex para ayudarlo a ponerse de pie, y cuando él no lo consigue, me doy cuenta de que estamos en problemas.
En un enorme problema.
____________________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro