Harriet
Estaba nerviosa.
Después de una gran lucha interna consigo misma, decidió dejar su miedo y dejar la carta en la mesa de Aylan.
La puso cuidadosamente en su pupitre, y la acomodo debajo de sus libros de texto para evitar que cualquier otra persona decida leerla.
Ayer paso casi la noche entera buscando las palabras exactas que iba a escribir, después de 10 intentos pudo hacer una carta decente o al menos eso pensaba. Metida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que Aylan ya se encontraba leyendo y de que estaba mirando todo el salón como si estuviera buscando a alguien.
¡Dios santo! Nunca había notado que el tiempo pasaba tan lento, sentía de que había pasado horas en vez de minutos. Cuando ya parecía que ya había terminado de leer, pudo notar que con una rapidez impresionante guardo la carta en su bolsillo trasero mientras se sentaba.
También pudo notar, antes de que él se diera la vuelta completamente, el gran sonrojo que cubría toda su cara.
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