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Para repetir el baño

Género: E (contenido sexual explícito).

Tema: Praise Kink (Kinktober 2022, Día 9).

Resumen: Al llegar a casa, Baji tiene ganas de entrar a la ducha con Chifuyu. Encontrarlo recién bañado no va a ser ningún impedimento para alcanzar sus objetivos.

Notas: Debí publicar esto ayer (que solo lo he logrado en AO3, antes de editarlo), pero la luz no colaboró en lo absoluto yéndose y viniendo a cada rato ;-;)9 Y como trataré de publicar en el día más a menudo, aquí lo tienen en la mañanita(? En fin, que esto iba a ser un drabble (iba) y surgió de la nada luego de pedirle a Layla_Redfox un contexto para usar este tema DKSHGSDKHG.

La variedad del tiempo de vuelo hace que no tengan una rutina fija al regresar del trabajo, aunque lo usual es que Baji sea el primero en llegar a casa. Por eso, cuando ve los zapatos de Chifuyu en el genkan y su uniforme colgado un poco más adelante, sonríe. Decide no anunciar que ha vuelto para sorprenderlo, ya que parece no haber sentido la puerta. Dos opciones: se ha dormido o está duchándose.

Oh. Si es la segunda, habrá una excelente coincidencia. Opta por ir desvistiéndose. Le dará una sorpresa como sea, no importa si de verdad está donde cree o si se lo encuentra a medio camino con solo los pantalones puestos. De hecho, eso es casi lo que acaba ocurriendo.

A ambos se les escapan pequeños sonidos de asombro cuando coinciden en la puerta del baño, habiéndose adelantado Chifuyu en abrirla. En un par de segundos, ya superado lo inesperado, sus ojos escanean lo que tienen enfrente.

—Y yo que venía a bañarme contigo, pero te encuentro mojado y en solo una toalla. —Desliza la punta del dedo índice justo por encima del borde de la tela, sintiendo lo húmeda que sigue su piel y cómo se estremece bajo ese tacto tan superficial en la cadera—. No es que me queje. —Se inclina a lamer su cuello desde el medio hasta alcanzar esa zona sensible detrás de la oreja, entonces susurra allí, apenas despegándose—: Verte así me recuerda a cómo acabas cuando nos tomamos varias rondas.

—Kei —suspira. Le encanta que haya inclinado la cabeza por sí solo para darle más acceso a su mandíbula, mismo que no duda en aprovechar. Que el goteo insistente de su cabello se escurra en hilos hasta sus clavículas es un punto extra—. ¿Venías a bañarte o a tener sexo conmigo?

—A ambas, pero ya te bañaste. —Le muerde un hombro—. Tendré que ensuciarte de nuevo.

Al no haber objeciones, lo empuja de regreso al baño. Se percata de que todavía ni siquiera se ha terminado de bajar la bragueta de los pantalones luego de cerrar la puerta, así que solo se separa de Chifuyu en lo que se los quita bien, junto a su ropa interior.

—Incluso estás algo rojo. —Ya desnudo, camina hacia él hasta acorralarlo contra la pared—. Usaste agua caliente, ¿eh? Te ves tan apetecible así —deja otra mordida a un lado de uno de sus pezones—, como recién revolcado, pero no es sudor ni estás agitado por todo lo que te he hecho. Limpio.

Mira abajo. Ya hay un ligero bulto haciéndose notar en la toalla que lo cubre. Con cuidado de no zafarla, lleva la mano derecha hasta su muslo, desde donde serpentea hacia arriba para colarse bajo la tela y frotar la erección naciente.

—Nunca me aburre lo rápido que reaccionas a mí. —Con los ojos entrecerrados, junta sus frentes para conectar sus miradas tan cerca como puede sin ser incómodo—. Es lindo.

Hmm —gime sin separar los labios.

—¿Y que intentes sostenerme la mirada aunque quieras cerrar los ojos del placer? Encantador.

—Dame un descanso. ¿Quieres matarme? —protesta, mas no hace nada por detenerlo.

—Para nada. Quiero avivarte.

Le concede la pausa, mas solo de sus halagos, ya que su boca ahora se dedica a marcar su paso por la base del cuello, sus clavículas y parte del pecho. No para de masturbarlo por debajo de la toalla hasta que esta cae luego de un movimiento involuntario de caderas de Chifuyu.

—Apenas te he hecho esperar, creo yo.

—Quiero más.

—Lo siento, pero aún quiero ver más de tu linda cara desesperada...

Ngh.

—... así que dejaré de tocarte. —Alza las manos a la altura de la cabeza.

—¿Qué?

—Siéntate en el banquillo. —Lo señala con un gesto de la cabeza.

Amaga una protesta, pero le hace caso sin pronunciar palabra alguna. Baji se para justo frente a él en un instante.

—Tan obediente. —Lo premia rascando la parte rapada de su cabello, ligeramente menos rasposa de lo usual por la humedad. Sonríe por lo plácido que luce al inclinarse hacia el contacto, sus ojos cerrados y las mejillas con restos rojizos de la estimulación previa. Casi le da pesar irrumpirlo, casi—. No vayas a usar las manos ahora.

Toma la mayoría de su flequillo y tira de él hacia arriba. Sus ojos se abren en el proceso, mientras que opta por ocupar sus manos en ganar algo más de equilibrio al agarrarse del borde del banquillo.

—Ni siquiera tuve que pedirte que me vieras —lo felicita. A su vez, se masturba con la zurda para terminar de endurecerse—. La quieres, ¿verdad?

—Hm. —También asiente con la cabeza como puede.

—Abre grande. —En un segundo, incluso su lengua sobresale lo más mínimo de su labio inferior—. Por ser tan bueno, te la daré ahora.

Hay un pequeño sonido de aprobación desde su garganta que queda silenciado por la intromisión de su miembro. Al ser él mismo quien marca el ritmo, primero tantea un poco despacio sin demasiada profundidad. Lo hala solo lo suficiente para cubrir un par de centímetros más allá de la punta al inicio, lo que le da la oportunidad de lamerla y hacer succión. Cuando él es quien comienza a gemir, lo atrae más hacia sí mismo.

Lo oye respirar por la nariz. Sus ojos están a nada de cerrarse, pero no hay reclamo; le concederá un descanso a su mirada hasta nuevo aviso. Al chocar con la garganta, retrocede hasta casi salir por completo, para luego volver a llevarlo hacia su capacidad máxima —inicial, porque puede ir aún más lejos si se lo propone, solo que prefiere dejarlo para cuando Chifuyu tiene el control—.

Lo repite un par de veces antes de desocupar su boca, aunque la mirada turquesa le dice que no quiere parar, por como se fija en su erección.

—Lame por ahora.

Y eso hace. Insiste sobre todo en la punta, en caza de cualquier gota de líquido preseminal que se escapara, mas no se olvida de recorrer de arriba abajo con la lengua, de chupar por los costados ni de delinear el límite del glande con una precisión que le saca más de un jadeo. Ese lugar le hace arder en cuestión de segundos cada vez, Chifuyu lo sabe muy bien.

—Suficiente. —Tira de nuevo de su cabello para alejarlo—. Eres muy bueno y no quiero correrme ahora mismo.

—Pero... —En lugar de decirlo, se limita a abrir la boca como antes, expectante. Baji solo puede sonreír con una mezcla de hambre y orgullo.

—Me entiendes perfectamente. —Le acaricia la mejilla una vez con la mano libre. Se pregunta si la ligera humedad de su piel sigue siendo agua o si ya es sudor—. Ahora sí, no dejes de mirarme.

Esta vez, sostiene su cabeza para que se mueva lo menos posible y encargarles todo el trabajo a sus caderas; lento al principio, acelera conforme aumentan las embestidas. De Chifuyu resaltan los sonidos ahogados de su garganta y su respiración pesada, también se le enrojece la piel.

—No duraré mucho, al final. —Su voz ya se oye afectada por el placer—. Tu boca es tan cálida y húmeda, hmm, me gustaría aguantar más.

—Nggh. —En lo que batalla por no cerrar los ojos, las lágrimas se acumulan en ellos hasta caer solas.

—Me dejaste muy cerca antes de lo bien que te sientes, ah... Ya casi.

Un gemido que zumba alrededor de él es todo lo que necesitaba. Antes de derramarlo todo en su boca, hala su cabello hacia atrás hasta incluso inclinar su cuerpo, lo que provoca que su semen manche su torso. No vuelve a enderezarlo hasta después de descargarlo todo.

—Y ahora estás sucio. —Sonríe, complacido.

—Así que esto era lo que querías. —Su voz suena un tanto rasposa. Anota mentalmente darle un vaso de agua en cuanto salgan del baño.

—Sí, pero no voy a dejarte así. —Dirige la mirada hacia la desatendida erección de su pareja.

—Ah... —suelta al también echarle un vistazo—. Acabaré todavía más sucio, ¿verdad?

—Cien puntos. —Hace una señal de perfecto con la mano—. Ponte contra la pared.

Chifuyu se levanta a cumplir la orden sin reclamos. De espaldas a él, primero apoya ambas manos contra los azulejos, luego voltea hacia la derecha para pegar la mejilla opuesta de allí también. Lo mira de costado; arquea la espalda y abre las piernas en una clara invitación.

—Hm, perfecto. —Al acercarse, le da una nalgada. El eco del impacto y del gemido consecuente es delicioso, así que la repite del otro lado. Sus manos se quedan masajeando la carnosa redondez—. Rojo es aún mejor.

—Kei...

—Me quieres aquí ahora, ¿verdad? —Expone su entrada al separar cada cachete con una mano entera.

—Sí —exhala.

—No demoraré.

Junto a las botellas de productos para el cabello, a veces disponen de un tubo extra de lubricante para casos como este. Baji lo toma y aplica lo suficiente en sus dedos para comenzar a dilatarlo enseguida.

A Chifuyu le gusta cierto toque de brusquedad, por lo que introduce el primero sin tanto preámbulo, un único movimiento invasivo hasta el nudillo. Enseguida, lo flexiona hasta tocar ese punto especial que le regala sus mejores gemidos —la acústica del baño lo hace aún más irresistible—.

—Kei...

—Sigue —susurra cerca de su oreja—, me estoy poniendo duro de nuevo de solo oírte decir mi nombre.

—Hm, tú tampoco eres muy fuerte a mí, entonces. —Se atreve a decir con una sonrisa orgullosa. Joder, cómo ama esa cara.

—¿Y qué tal es ser mi punto débil?

Aah... —Hace coincidir la pregunta con la aceleración del vaivén de su dedo.

—Tomaré eso como que te encanta.

Nnngh.

El segundo dedo no se hace esperar. Es más sonoro en cuanto simula el movimiento de las tijeras en su interior. Su mano libre le da una nalgada más, luego sube a pellizcar sus pezones. Su lengua, en cambio, lame la línea de su mandíbula y la de la columna vertebral; comprueba que la humedad de su piel ya es sudor por el toque salado en su gusto.

—Kei... ya.

—Impaciente, ¿quieres apretarme mucho hoy?

—Solo te quiero ya.

—Apretado será.

A diferencia del lubricante, no cuentan con preservativos aquí, por lo que solo cubre su pene de una capa del líquido para deslizarse mejor. Ya todo listo, se sostiene de la base en lo que se alinea.

—Voy a entrar.

—Hm. —Asiente.

Ambos sueltan algo similar a un gruñido en cuanto inicia la intromisión. Baji suele prepararlo con tres dedos, así que el que se hayan apresurado esta vez vuelve el camino más estrecho. Chifuyu querrá pasar lo que queda de día acostado, puede verlo venir.

—Ngh, qué apretado —masculla una vez todo dentro—. Deberíamos hacerlo así más a menudo.

—Necesito estar sentado por horas en el trabajo, no.

—¿Qué hay del piloto automático?

—Hay que supervisarlo, Kei.

—Pero pasarías menos tiempo sentado, supongo.

A Chifuyu se le escapa una risilla.

—No suelo hacerlo, pero podría dejarle más trabajo al otro piloto.

—Así que estás rompiendo tus propias reglas ahora por impaciente, travieso.

—Una vez no me hará mal. —Vuelve a sonreír con esa picardía que tanto le mata y le baja la guardia.

—Maldita sea, te amo. —Le besa el hombro derecho.

—Y yo te amaré más si te mueves ahora.

—Lo que tú pidas —acepta, risueño.

¿En qué momento se invirtieron los papeles?

Se agarra de sus caderas justo antes de iniciar a un ritmo moderado. La calurosa fricción aumentada por la dilatación menor a la usual y la falta de un condón amenazan con hacerle durar poco. De todos modos, no es que crea que Chifuyu vaya a resistir más de unos minutos si él ni siquiera se ha corrido una primera vez ahora.

El ruido de sus pieles colisionando repiquetea por las paredes, le da la sensación de que dura más de lo que parece. Es igual con sus voces. Tal vez ya no sea necesario esforzarse en pensar más halagos, tiene más que suficiente con sus estocadas y su respiración a centímetros de su oreja.

—Kei, cárgame.

—¿Hm?

—Dame la vuelta y cárgame.

—¿Estás cerca?

—Un poco.

Son pocas las veces que no le complace algún pedido en medio de la acción, y esta no va a ser en la que le falle. Se detiene solo para girarlo. Se besan al instante y, sin despegar sus labios, lo aprisiona de nuevo contra la pared con un agarre firme que se vuelve más fuerte cuando Chifuyu lo abraza con las piernas.

—Aah... —Solo rompen el beso al continuar.

—Siempre es mejor ver tu cara —comenta, sus frentes juntas.

—Ngh, sí. —Siente sus uñas clavarse en sus hombros.

Se dicen eso, pero Chifuyu ha escondido su cara entre su hombro y su cuello un minuto más tarde, demasiado jadeante como para soltar algo más largo que monosílabos. Da igual, que lo haga tan próximo a su oído que incluso pueda percibir su aliento contra su piel es casi tan bueno como mirarlo justo frente a él. En una de esas exhalaciones más largas, su cuerpo se estremece a la vez que moja sus abdómenes con su clímax.

—Hm, ya casi llego también.

Acelera. Con la presión extra de un orgasmo reciente, es cuestión de segundos que Baji se una a él con un gruñido de su nombre.

Permanecen inmóviles, solo recuperando la respiración, por alrededor de un minuto. Entonces, Chifuyu vuelve a pisar el suelo y Baji sale de su interior.

—Ahora sí que necesitas otro baño —señala, su mirada puesta en el nuevo fluido que se escurre por sus muslos.

Chifuyu intenta mirarlo como si no le hiciera gracia, lo intenta, porque su sonrisa lo delata.

—Espero que te encargues de eso también.

—Te dejaré tan limpio como estabas. —Besa su mejilla antes de irse a abrir la regadera.

Luego de un exhaustivo baño y de un rato de relajo en la tina, prefieren ordenar la cena y acurrucarse bajo las sábanas de su cama.

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