Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

No es solo mirar

Género: E (contenido sexual explícito).

Temas: Creo que lo principal sería masturbación y Chifuyu power bottom(???? Le metí mucho al fic, je.

Sinopsis: Aunque ya ha pasado un tiempo desde su primera vez, Chifuyu sigue sin atreverse a tocar a su novio de más, por lo que Baji decide tratar de ponerle fin a su cohibición.

Notas: Y este es el segundo~ Es de hace solo unos días, así que está fresquito. Lo gracioso es que originalmente iba a ser algo bastante distinto, pero se me descontroló y acabó en esto, así que puede que luego haga otro que se apegue más a lo que pretendía aquí. Aunque no especifiqué edades (solo pone que se conocen hace años), lo escribí pensando que tienen 18-19.

Lo han hecho unas pocas veces, pero son las suficientes para que Baji notase unos cuantos detalles. Es fácil saber cómo se está sintiendo Chifuyu porque, aun si no es en voz demasiado alta, es muy expresivo. Lo que más repite es su nombre. La nuca es de sus zonas más sensibles y sus muslos son aún mejores de lo que imaginaba. En general, los momentos a solas que aprovechan para amoratar sus pieles sin que una pelea sea el motivo son asombrosos, pero hay algo que no puede seguir pasando por alto.

—Chifuyu... —lo llama a tan solo un centímetro de los labios que ha estado besando los últimos minutos.

—¿Hm? —Entreabre los ojos. Puede que la corta distancia le impida percatarse del ceño fruncido del mayor.

—¿Por qué no me tocas?

—¿Ah? —Eso lo hace retroceder. Ahora sí se ven bien las caras, y la confusión es muy obvia en el rubio—. Pero te estoy abrazando por el cuello.

—Y no haces más que sostenerte así. Siempre —agrega cuando solo recibe la misma mirada de regreso.

—También te beso, ¿qué hay de eso?

—Es en lo que tienes más iniciativa, pero de resto... —se toma un instante para ordenar las palabras de una forma que no arruine el ambiente—, de resto solo reaccionas a lo que yo haga. Pensé que solo te estaba costando tiempo perder el pudor, pero ¿hace cuánto que lo hacemos?

—Unos meses...

—¡Y todavía me tocas lo mínimo o solo si lo pido! —Chifuyu está más rojo que cuando se separaron del beso. Ah, debe estar avergonzado.

Ya pasaron por algo similar cuando su relación se transformó de amigos a amantes. El respeto que incluso hoy sigue profesándole luego de años como su subcapitán provocó que durase semanas en acostumbrarse a un contacto físico más despreocupado que el que apenas mantenían antes, y Baji está muy seguro de que están enfrentándose a lo mismo otra vez en un contexto diferente. Su novio debe haberse dado cuenta de eso también, de ahí su rubor.

—No lo había notado-...

En ese entonces, lo solucionaron a pequeños pasos. La paciencia de Baji ya no da para esta revancha.

—Si estás bien tocándome tan poco, imagino que dará lo mismo si solo me ves haciéndome una paja.

—¿Qué? —Abre los ojos en grande. Oh, esa perplejidad le encanta.

—Si me tocas tan poco, debería servirte solo verme —insiste. A la vez, empieza a apartarse por completo de él.

—No, Baj-...

—Solo quiero probarlo —dice en un intento por no alarmarlo. Funciona, porque Chifuyu permanece sentado en la cama mientras él retrocede—. Puedes hacer lo que quieras, pero mírame.

Se detiene a pocos pasos del escritorio. Es un día cualquiera, así que no lleva ropa especialmente provocativa debajo de su atuendo, pero decide desnudarse con gracia de todos modos. Su idea es volverse irresistible para que Chifuyu se le lance encima en cualquier momento sin pensarlo dos veces. Aunque es consciente de que su reclamo debería ser suficiente para animarlo a pasear sus manos por su cuerpo con más libertad, sabe que él no actuará al instante con la barrera preestablecida de no tocar durante un striptease, y esa tardanza es justo lo que desea ahora.

El único momento en que el contacto visual se rompe es mientras la sudadera pasa por su cabeza en su camino fuera. Siempre queda despeinado al hacer eso, mas no se molesta en devolver su cabello a su lugar; además, aún falta la camiseta de abajo.

—También puedes quitarte tu abrigo o lo que quieras. —Le recuerda—. No pienso hacerlo yo.

—¿Tampoco me tocarás?

—No. —Deja la sudadera sobre el espaldar de la silla del escritorio—. Haz lo que te haga falta por tu cuenta.

Chifuyu luce como si se hubiese metido en algo que no creía tan complicado hasta después de perder el punto de retorno. Baji simplemente sonríe de lado.

—¿Sabes? Normalmente, solo lo hago en la ducha para que mamá no se entere si lavo algo mal, así que me verás hacer algo distinto —comenta mientras retira la camiseta, aunque la forma en que Chifuyu mira sus abdominales le da una idea que cambia sus planes—. Creo que, por ahora, estaré bien así. —En lugar de deshacerse de la prenda, atrapa su parte inferior con los dientes para solo exhibir parte de su torso. Le costará hablar, pero valdrá la pena si el mantener piel oculta causa algún efecto en su novio.

Deshace con calma los agarres del cinturón, botón y cierre. Solo baja sus jeans un poco más rápido al no ocurrírsele una manera de hacerlo interesante; de paso, ya se está aburriendo de no ir a la verdadera acción. Es más, mueve la silla del escritorio para sentarse a sus anchas en ella viendo a Chifuyu de frente. Su expresión le dice que qué ha pasado con la ropa interior, que no se la ha quitado, solo que pronto eleva la mirada a su rostro, como si se hubiese percatado de que era muy obvio que abriría un agujero en la tela si fuese posible.

—Ya iré ahí. —Oh, bien, se le ha entendido.

Se fija en las manos de Chifuyu. Mientras una está quieta a un costado, la otra se ha posado contra la entrepierna y, aun si es sutil, le parece que la presiona a intervalos. Sonríe. Decide imitarlo sin la discreción que él le está poniendo. Los ojos verdosos se abren más, siendo la única señal que da de haber sido atrapado.

Su pene apenas está un poco más despierto que antes, pero sigue más suave que nada, así que le toca desocupar la boca para escupir en la mano que se cuela por la abertura de sus interiores a sacarlo de ahí y frotarlo para que adquiriera vigor. Debe admitir que se siente extraño hacerlo ante la intensa mirada a un par de metros, no porque sea incómodo, sino porque preferiría que estuviera sobre él, acorralándolo al asiento, a pesar de que la posición en su mente no termine de encajar sin que resulte agotadora para Chifuyu... Ahora no sabe si es su imaginación —con todo y fallas— o el masturbarse lo que calienta sus mejillas.

El rubio se quita el abrigo, y no es hasta ver que lo tira al suelo que se acuerda de que su camiseta había vuelto a cubrirlo parcialmente. El relativo silencio lo está descolocando, así que no tiene muchas ganas de volver a retenerla con la boca; por eso, se encarga de subirla hasta el pecho con la mano libre.

—Chifuyu —sabe que no debería sacarle conversación porque eso sería contradecir su objetivo de atenderse como si estuviera solo, pero no puede evitar querer algo de él si está justo ahí, no solo como la imagen que envía gemidos de su nombre a sus labios—, ¿también lo haces así?

—¿Hm?

—Cuando estás solo.

—Uh, sí... aunque a veces uso los dedos también.

—¿E imaginas que soy yo? —Chifuyu asiente con la cabeza—. ¿Siempre encima de ti?

—Es difícil imitar que te monto sin-...

—Eso no —interrumpe. Jadea un poco, ya que no ha parado de masturbarse, y preguntarle estas cosas ha sumado una idea a su plan—. ¿No te has imaginado haciéndome algo?

—¡Eso...! —Luce avergonzado de ser culpable, o al menos así describiría a la reacción que hace relucir a una de sus sonrisas socarronas.

—¡¿Lo has hecho?! —Suena más emocionado de lo que quería, por lo que es su turno de abochornarse. No se dan cuenta, pero ambos desvían la mirada por más o menos el mismo tiempo. Cuando vuelven a verse cara a cara, es con ojos titubeantes y mejillas más sonrosadas—. ¿Qué... qué me haces?

—Te... —Sus labios forman una línea tensa.

—Vamos, seguro me gusta.

—¿Me has imaginado así?

—Lo hice hace un momento.

—Oh. —Sus hombros se relajan y percibe cierto brillo en sus ojos. Quizás buscaba alguna clase de permiso innecesario, porque siempre lo ha tenido—. Bueno... a veces pienso si podría dejar una marca en tu cuello que apenas puedas cubrir con tus chokers.

Ngh —ejerce más presión alrededor de su miembro—, ¿qué más?

—Hm... —Parece tratar de elegir una parte de su cuerpo recorriéndolo con la vista—. Mis manos... —Se traba, pero intuye que la zurda subiendo por su abdomen es un ejemplo de lo que diría. Se le ocurre imitarlo, así que solo saca la cabeza de la camiseta desarreglada para que no le estorbe más. Descubre a Chifuyu relamiéndose los labios después.

—¿A dónde irían? —pregunta una vez con la mano justo debajo del pecho.

—Más arriba. —Nota que sus ojos se fijan del mismo lugar que toca en su propio cuerpo. Baji hace lo suyo, como espejo, y también se toma un pectoral, el que su novio mira—. Y no sé si te guste que sea más insistente aquí... incluso con la boca.

Suspiran a la vez al atrapar el pezón entre sus dedos, aunque el efecto es más fuerte en Chifuyu si luego se ocupa en quitarse el pantalón y el bóxer simultáneamente. Por un momento cree que ha alcanzado su límite, que vendrá a mostrarle el resto de sus fantasías porque se ha cansado de solo relatarlas a medias, pero vuelve a sentarse donde estaba al quedar desnudo. No sabe si está más decepcionado por tener que seguir esperando o asombrado por su gran aguante.

—Yo te he imaginado halándome del cabello. ¿No quieres hacerlo? —Echa su flequillo hacia atrás con la mano, comenzaba a molestarle que se pegara a su rostro.

—¿No lo he hecho ya?

—No se valen los tirones cuando quieres respirar en medio de un beso.

—Ah... —Cierra los ojos, respira hondo y empieza a masturbarse también—. Quiero probarlo.

—Escondes mucho, ¿eh? —Intenta mantener su característica sonrisa, pero acaba siseando con los dientes apretados y el ceño fruncido. Mover su mano allí abajo se vuelve más fluido. Tiene que hacerlo reaccionar pronto—. Lo peor es que me encantaría todo.

—Baji-san... —Cuando sus ojos se abren, identifica el deseo de más apoderándose de su expresión.

—A que incluso te preguntas cómo sería estar dentro. —Los jadeos de Chifuyu se mezclan con algunas vocales y, aunque eche la cabeza hacia atrás, el contacto visual se intensifica—. Podrías hacer todo lo que me has contado desde mi espalda, pero, conociéndote, preferirías verme de frente. —Arquea una ceja.

Baji-san. —Es más firme, casi como una advertencia.

—¡Esa voz me gusta! —Lo señala—. Háblame más.

—Lo siento.

—¿Hm? ¿No? —Ladea la cabeza. No se percata de que la mano del rubio se ha detenido—. Pero si no sueles quedarte callado.

De pronto, Chifuyu está de pie, da pasos agigantados —¿o apresurados?— y, en cuanto procesa lo que está sucediendo, ya se ha inclinado sobre él lo suficiente como para que Baji sienta su cálida respiración chocar con su oreja.

—Ya no puedo seguir por mí solo mirando.

Inhala sonoramente al sentir dientes delinear una zona de su cuello a la que succiona. A la vez, lo agarra de la muñeca para detener el vaivén y retomarlo él mismo.

Chifuyu... —Su ritmo es un poco torpe, quizás porque debe acostumbrarse a su forma o siquiera a estarlo manoseando ahí, pero la novedad basta para que Baji lo llame.

Luego de lo que de seguro será un chupetón cuando se mire al espejo, Chifuyu se toma unos instantes para verlo a los ojos muy de cerca. Es un alivio que lo bese, porque Baji sentía que se hacía más y más pequeñito, por irónico que fuera.

Uno de sus prófugos gemidos se alarga más que el resto por coincidir con un tirón a su cabello que lo separa de sus labios, solo que es mucho más fuerte que en otras ocasiones donde lo ha hecho, pues queda mirando hacia arriba. Con lo difícil que es echar un vistazo desde ese ángulo, es toda una sorpresa percibir la lengua de Chifuyu trazar un sendero recto desde el esternón hasta la barbilla.

¡Mierda!

—¿Oh? —Se escucha curioso, y con razón. Baji ni siquiera quiere abrir los ojos; es más que consciente de que algo comentará al respecto, sobre todo si deja una sensación tan desastrosa en su entrepierna cuando lo suelta por completo—. ¿Tanto querías que te tocara, Baji-san?

—¡Hice casi todo el trabajo! —Se defiende, aunque resopla en breve—. Ah, justo cuando se ponía interesante.

—Tampoco quiero detenerme o acabar en el baño solo.

—¿Oh? —Es su turno. Su comprensión logra que la moral regrese a él y sea capaz de darle la cara, aun roja como debe estar—. Vaya, sí que te gustó, ¿eh? ¿Cuánto contenías?

—Es que no sabía si te iba a gustar- uh, quiero decir, sé que esto es ensayo y error en buena parte, pero...

—Lo peor que podía pasar era que te mordiera y a ti te gusta eso.

—Lo sé —lo reconoce con el rubor más intenso—, es solo que... —Es evidente que le cuesta ponerlo en palabras, mas cree entender. Ser más dominante con él era el problema.

—Ya no importa si seguirás como ahora. Anda, que tienes que levantarme. —Apunta a su pene con un gesto de la cabeza.

—De hecho, iba a decirte que aquí es incómodo.

—Oh. —Capta el pedido implícito, por lo que se muda de la silla a la cama.

Chifuyu se desvía a buscar la caja de pañuelos para limpiarse la mano sucia de blanco, un tubo de lubricante y un condón. Baji pasa buena parte de ese tiempo fijándose en sus muslos, desea hincar los dientes ahí. Vuelve a ver su rostro al tenerlo frente a él.

—Gracias. —No le queda claro por qué; no le interesa descubrirlo, no si tira las cosas detrás de él en la cama y lo empuja suavemente con ambas manos contra su pecho hasta acostarlo.

De solo pensar que es la primera vez que Chifuyu está encima de él de esa manera, su erección empieza a resurgir; sin embargo, parece que ha perdido el impulso, porque no se mueve luego de posicionarse así.

—Tenías mucho que hacerme, ¿no? No te contengas. —Acaricia sus brazos. Ah, se siente bien tocarlo de nuevo.

—Estoy pensando por dónde empezar.

—No te demores.

Por lo que ve, decide que sus manos vaguen por ahí mientras lo besa. Inician solo como palmas que tantean sin mucha seguridad, pero luego se atreven a presionar sus pectorales y hasta un par de dedos pellizcan sus pezones a la vez. Conforme aumenta la fuerza, Baji ahoga reacciones entre sus lenguas.

Ah. —No evita que se le escape un gemido cuando retuerce uno justo al tomar aire. Chifuyu desciende repartiendo besos por el camino hasta encerrar ese mismo pezón en su boca. Lame, apenas chupa—. Hmm, ya veo por qué te gusta.

—Baji-san... —murmura con un toque de queja. Baji solo ríe por lo bajo. Que por fin se deshaga de la ropa que se dejó mal puesta parece venganza en ese momento.

Lo siguiente es algo que ya conoce, pero en una pose distinta: Chifuyu agarra la base de su pene para guiarlo al interior de su boca. Gruñe; lleva una mano al cabello rubio. Solo juega con los mechones o rasca el área rasposa inferior como premio —de paso, hacer eso también resulta gratificante para Baji por las vibraciones que genera desde la garganta—. Lo habitual es que lo hagan con él sentado y el otro de rodillas, además, les gustó esa vez en que sostuvo su cabeza y embistió hasta saciarse. Hoy será más tranquilo, a menos que le pida lo contrario.

Ahora lo masturba con más confianza durante las pausas en que su lengua se aplana contra la base o incluso se aventura a estimular sus testículos, a diferencia de la mano que antes se quedaba quieta en un solo punto.

—Vas muy bien —suspira.

—Ah, pero ya voy a parar.

—¿Qué?

—Pásame el tubo. —Señala su ubicación. Baji le hace el favor, aun si está confundido por lo impredecible que es Chifuyu al mando—. Ya te pusiste duro, así que...

Contiene la respiración al verlo acomodarse sobre sus piernas y mojarse los dedos con el lubricante. ¿Va a...?

—¿Qué? —pregunta con el ceño fruncido. Baji desvía la mirada a la izquierda por un par de segundos, hasta que vuelve a hablarle—. Tal vez ya no esté haciendo todo por mi cuenta, pero sí hay cosas que puedo hacer por ti aún.

En eso, la mano lubricada se va a su espalda y, poco después, Chifuyu fracasa en retener un gemido.

Oh, vale.

Muy en el fondo, teme preguntar si puede hacer algo mientras se prepara porque es posible que le devuelva la jugada. De todos modos, prueba posar las palmas sobre sus muslos. Chifuyu voltea abajo, luego lo mira a él, que esta vez no se percata de que ha vuelto a aguantar la respiración. Le preocupa que lo tome de la muñeca, más aún cuando la levanta, pero termina llevando esa mano a su rostro y deja la otra en paz.

—Por un momento pensé que ibas a meterme los dedos a mí —confiesa.

—¿Por eso me veías así?

—¿Así cómo?

—Como intrigado, incrédulo, asustado y emocionado a la vez.

—¡¿Todo eso?! —Alza una ceja, también siente ardor hasta las orejas.

—Quizás se me escape algo.

—Ah... —Alarga, ligeramente avergonzado. O fue muy obvio o Chifuyu de verdad lo lee con experticia.

—Será otro día. —Gira un poco la cabeza para besar la mano que sigue ahí. Baji siente que no debería enternecerse tanto. Masajea un muslo cuando supone que ha ingresado el segundo dedo, pues cierra los ojos con fuerza por un instante—. De seguro no has intentado hacer esto en ti.

—Ah, ya cállate. —Por impulso, aprovecha la cercanía para meterle el pulgar a la boca. Chifuyu abre los ojos de más, pero acepta al intruso, a juzgar por la succión que ejerce.

Y pensar que él lo habría mordido si le hubiese hecho eso sin previo aviso.

El siguiente par de minutos transcurren entre Baji variando los dedos, Chifuyu sin soltar más que sonidos placenteros por su boca ocupada y la impaciencia que es probable que ambos compartan. Considera que es hora de colocarse el preservativo, así que tantea la cama hasta encontrar dónde cayó.

—No, dame eso. —Chifuyu extiende la mano. Vuelve a hacerle caso, y no pierde tiempo en sacar los dedos de su interior para abrir el envoltorio, aunque sí tarda más de lo que habría demorado si se lo hubiera puesto él mismo.

En cuestión de segundos, el rubio ya está en posición. Respira hondo, sostiene a Baji por la base para alinearse y desciende despacio en cuanto lo logra.

—Ngh... —Repite unas cuantas veces en el proceso—. Ah, Baji-san.

—Chifuyu. —Le acaricia una pierna con suavidad para alentarlo.

Al quedar ya sentado sobre él, aguardan. Chifuyu apoya las manos a cada lado de ellos, mientras que Baji usa las suyas en no desperdiciar la oportunidad de recorrer su cuerpo como él mismo se negó al inicio. Provoca que su novio sonría y que se le contagie.

Sin advertencia, Chifuyu da un tentativo movimiento de caderas circular; sus voces se hacen escuchar y repite, más seguro ahora. A la tercera, es vertical.

—¡Ah! —Escapa de ambos.

Acabado el testeo, se aferra a sus caderas para darle más estabilidad mientras establece el ritmo. Acelera de a poco, un nuevo jadeo cada vez que se hunde.

—Iría más rápido —dice cuando la velocidad se mantiene uniforme—, pero no duraría mucho.

—¿Te cansarías tan rápido?

—Por eso no. —Le parece ver una mueca avergonzada, aunque se muerde los labios demasiado pronto como para asegurarlo.

—¿No...? —La explicación llega tardía a su cabeza—. ¡Ah! Porque sigues sin correrte, ¿hm? —Roza la punta de su pene con la yema del dedo.

—Ba- ah... —Es una reacción fuerte. Por más que ahora lo haya acariciado por aquí y por allá, la mayoría de sus atenciones han sido más cariñosas que ardientes. No es de extrañar que Chifuyu esté sensible a su tacto—. Dije... que no aguantaría mucho —reitera. Su voz tiene una buena parte de aliento en ella—. No hagas eso.

—¿Ahora tú no quieres que te toque? —Juguetea. También nota su tono más rasposo.

—N-... —Boquea—. Solo ahí. Tal vez luego.

—¿Y aquí? —Desliza las manos subiendo por sus costillas. Se estremece en respuesta.

—Mejor.

—Bien, porque te ves perfecto montándome, pero no quiero solo observar.

—¿Dices eso después de solo dejarme mirar hace un rato? —Algunas palabras se mezclan con pequeños gemidos; ni las caricias ni su cabalgada paran.

—Tenía mis razones.

—Bueno, no puedo quejarme si accedí a todo y ni siquiera resistí. —Se encoge de hombros.

—Eso estuvo genial, la verdad. —Hace brillar los ojos de Chifuyu, y eso que se guarda que todo desde ese instante ha sido lo máximo.

—Baji-san. —No suena a que conteste, sino simplemente a un llamado por placer, de esos que forman una buena proporción de su vocabulario al recibirlo dentro—. Llegas más profundo así, ¿lo sientes?

Siempre lo mata cuando se le antoja describir alguna sensación. Gemir sin reparo es inevitable, así que solo lo confirma asintiendo con la cabeza.

A partir de ahí, continúan más que todo con sus nombres siendo los sonidos más coherentes que emiten. De vez en cuando, Chifuyu cambia el ángulo en lo más mínimo con algún meneo o inclinando más el cuerpo, por lo que da con su punto débil unas tres veces que acaloran aún más al mayor. Tras la última, pierde por completo el ritmo; acelera, se ralentiza y se mueve sin separarse demasiado de la base sin orden alguno.

Baji estuvo a punto de embestir hacia arriba, pero logra contenerse al identificar sus acciones erráticas como la señal de que le falta muy poco. Él también está cerca, así que decide intervenir de otro modo.

—Te ayudaré.

—¿Huh?

Una ruidosa versión de su nombre se fuga cuando Baji no duda en masturbarlo a toda velocidad. Chifuyu casi se detiene, aunque nota que más bien cambia sus movimientos para una mejor fricción con su mano. Después de todo lo que ha hecho hoy, merece un clímax intenso.

—Mírame —ordena. Aun con los ojos un tanto aguados, obedece. Le fascina esa expresión, sobre todo cuando solo puede acompañarla de jadeos, llamados y suspiros.

—Ba... ji-s... —Queda incompleto, un siseo en su lugar. A la vez que su cabeza se va hacia atrás, moja de blanco el abdomen ajeno.

—Sigue mirándome.

El rubio consigue restablecer el contacto visual, ahora jadeante y sudoroso, si no cuenta su color. En ese momento, Baji lo sostiene con fuerza de la cadera para empezar a mover las suyas hacia él. Chifuyu suelta un sonido extraño, agudo, mas no de rechazo, por lo que no se detiene por los segundos que le toma derramarse también.

—Ah —exhala, agotado, al dejarse caer sobre Baji. Si se da cuenta del desastre que eso ocasionará en sus abdómenes, no lo demuestra.

Se abrazan en lo que recuperan el aire. Chifuyu lo besa cada tanto sin realmente fijarse dónde están sus labios, Baji traza suaves figuras abstractas en su espalda.

—¿Qué habrías hecho si me hubiese quedado sentado antes? —Rompe el silencio un par de minutos más tarde.

—No me hagas pensar cosas complicadas ahora —gruñe. Chifuyu ríe bajito.

—¿No tenías algo pensado?

—No pensé tan lejos, solo quería provocarte —murmura.

—Gracias. —Sonríe. Baji le contesta con un sonido confundido—. Fue un tratamiento algo drástico pero con resultados instantáneos, así que está bien.

¿Cómo es tan lindo ahora? Solo se le ocurre acomodarse para poder besarlo en los labios. Se distraen en eso, aun si es evidente que están cansados en la escasa intensidad que le ponen.

—Deberíamos limpiarnos.

—Hm, sí —concuerda, aunque de todos modos rezonga.

Sale del menor —sin que falte una queja de su parte— y gira sobre sí mismo para bajárselo de encima. Busca la caja de pañuelos para solo remover lo necesario; ninguno tiene voluntad de ir a la ducha ahora. Al acabar, regresa a su sitio junto a él.

—Durmamos un rato —dice a la vez que los arropa.

—¿Deberíamos poner una alarma para despertar antes de que vuelva mi mamá?

—Uh, buena idea. —Baji estira el brazo para alcanzar el celular de Chifuyu y pasárselo, pues el suyo se quedó en algún bolsillo de su ropa.

A pesar de que ajusta la alarma para dentro de hora y media, despiertan en menos de sesenta minutos por la llegada de Peke J por la ventana.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro