La última carta
Género: G.
Tema: Angst, canon compliant.
Resumen: Si lo hacen pensar en cartas, lo primero que viene a la mente de Chifuyu son las que solía corregir.
Notas: Esto lo escribí para el desafío semanal de saltos temporales (sin marcar) del grupo de Facebook Club de Lectura de Fanfiction. ¿Por qué casi todo lo que escribo por retos del grupo acaba siendo angst? No tengo idea 😅 En realidad, este ya tiene unos diez días, solo que quería publicar el lemon primero para que quedaran las dos partes seguidas y lo guardé hasta ahora, je.
Si alguien que sepa de su afición por el manga shoujo supusiera que las primeras cartas en las que piensa al oír la palabra son en las de confesión, no se sorprendería, pero estaría completamente equivocado. Con precisión, se acercan a los dos años desde que esa respuesta es errada.
Chifuyu jamás ha escrito o recibido una carta, no una formal con todo y su sobre, al menos. Por asignaciones de la escuela sobre los protocolos de la epístola lo ha hecho, mas no las cuenta al no haber sido enviadas o siquiera dirigidas a un destinatario real. Aun así, conoce muy bien el formato que debería seguirse en ellas. Tantos meses corrigiendo una caligrafía desordenada no pasaron sin marcarlo.
Suspira. Todavía recuerda la última revisión ortográfica. Quizás sea exagerado decirlo como si hubiesen transcurrido años desde entonces, pero, si lo piensa, fue poco después de ese día que el flujo del tiempo empezó a torcerse hasta correr tan despacio como lo solitario que le hace sentir. Las cosas son más claras ahora que solo quisiera poder leer una vez más esos trazos que debía organizar, incluso si, en ocasiones, un pinchazo de celos se inmiscuía en su pecho.
—Chifuyu, esta es la última carta que me corregirás —le informó con una sonrisa que, a su parecer, era orgullosa junto a tintes de algo cálido que no pudo nombrar.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Crees que ya puedes escribir sin equivocarte sin mi ayuda? —preguntó con un toque juguetón para disimular que le dolía la idea de perder una de sus tantas costumbres.
—No, idiota, aún te necesitaría para eso o perdería demasiado tiempo con solo el diccionario. —Tuvo que tragarse la risa. ¿Qué clase de defensa era esa?—. Ya podremos vernos en persona la próxima semana.
—Oh. ¿Lo conoceré?
Si acaso fueron dos segundos, pero que Baji demorase en su respuesta lo puso alerta.
—Él... va a mudarse. —Desvió la mirada de vuelta al papel.
—¿O sea que solo podrán verse cuando salga y luego se irá?
—Sí, luego se irá. —Apretó el agarre en su bolígrafo, todavía sin verlo.
—Bueno, pero ahora podrán hablar por mensajes, eso es mucho mejor, ¿no? —Se sentó al revés en el puesto de al frente para tratar de mirarle la cara.
—Es mucho mejor. —Funcionó, porque elevó la cabeza—. Tendré privacidad.
—Hm, pero va a descubrir que no escribes tan bien-...
—Hey. —Le dio un puñetazo en el hombro. Chifuyu solo rio un poco, sabía que lo tenía merecido.
Había mostrado las primeras señales de que estaba por lanzarse a una misión peligrosa sin la guía de nadie más, pero las interpretó como la mezcla de emociones resultante del próximo reencuentro. Baji amaba a sus amigos más que a nada, tenía sentido. ¿Cómo iba a imaginar que solo le decía la verdad a medias? La mudanza era de pandilla, él también se iría. Quiere pensar que pretendía regresar, entonces aún podría corregir la ortografía de sus tareas, al menos, o soñar con que algún día le entregaría una —probablemente imposible— carta con los sentimientos que habría amado saber si eran correspondidos.
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