Él
Hacía años que no tenía un fin de semana tan extraño. Me desperté el domingo a eso de las 11 a.m. y no había ni rastro de Elisa en el apartamento, todo estaba impecable, como si nadie hubiera salido, supuse que ella no estaba ya que su habitación estaba entreabierta.
Cuando bajé a la cocina, me percate de una nota pegada en la heladera que decía ¨Tuve que salir por unos asuntos de mi trabajo, volveré en la tarde. Por favor siéntete libre de tomar lo que quieras de la heladera. E.B.¨. Había que reconocer dos cosas, la primera es que su letra hacía ver a la mía como un montón de basura y la segunda era que mi teoría de ¨la bruja sociópata¨ estaba disminuyendo pero aún así la seguiría odiando.
En fin, desayuné, ordené mi habitación, leí, almorcé, leí, lloré una vez mas por mi trágica existencia, escribí y volví a leer. En la tarde llegó Elisa, me saludó con su impecable amabilidad y yo la saludé un mi impecable neutralidad/frialdad. Comencé a entender como sería nuestra relación, ella sería amable y no preguntaría demasiado, probablemente por miedo a desatar a una bola de ira y reproches, yo por mi parte seguiría siendo distante, respondería y no le preguntaría nada ya que no le demostraría jamás interés acerca de ella pero esperaría en silencio el momento indicado para por fin atacar y decirle lo mucho que la he odiado todo este tiempo.
El lunes se hizo presente rápidamente y no había cosa que deseara menos. El despertador de mi celular sonó como siempre a las 6.45 a.m. y como todas las mañanas, mi sueño parecía querer aplastar mi cuerpo contra la cama.
Arrastré mis pies hacía el placar y fue ahí cuando recordé que me tendría que poner el estúpido uniforme. Di un suspiro de frustración y comencé por ponerme las largas medias negras, luego la falda azul marino, la camisa y por ultimo la corbata que por cierto era horrenda, era del mismo color que la pollera y tenía rallas grises. Agradecía dos cosas del uniforme, la primera era que no contaba con zapatillas así que perfectamente me pude poner mis Converse y la segunda era que tampoco tenía chaqueta, razón por la cual pude ponerme una campera común y corriente.
Bajé hasta la cocina arrastrando los pies también, encontrándome allí con Elisa y, por favor, ¿es que está mujer no luce mal ni siquiera en la mañana? ¿Cuál era su secreto? ella estaba intachable, vestida con un mi delicado vestido y un muy femenino saco, perfectamente maquillada y sin ningún rastro de que fueran casi las siete de la mañana. En cuanto a mi... bueno, estaba 70% segura de que había abotonado bien la camisa.
_Buenos días... - Me dijo con una pacifica sonrisa.
_Buenos días... - Murmuré sin ganas.
_Hoy te llevaré al colegio pero necesito que prestes atención al camino, a la vuelta no podré ir a buscarte. - Me informó a lo que yo solo me limité a asentir mientras comía una manzana. - ¿Solo desayunas eso? - Sabía que la pregunta no tardaría en llagar.
_Si... - Respondí sin mirarla.
_Que curioso... me recuerda a mi cuando...- Paró de hablar repentinamente - emm... bueno... cuando estés lista nos vamos... - y cambió de tema nerviosa, ¿es posible que haya notado que no me gusta que me diga que nos parecemos? ¿o era ella misma la que no quería tener similitudes conmigo? Elisa se portaba amable pero al mismo tiempo nunca se había preocupado por verme en todos estos años así que no tenía idea de que era lo que pasaba por la cabeza de una persona cómo ella.
7:10 a.m. Nos subimos a su muy lujoso auto color blanco impecable. El trayecto no demoró mucho, aproximadamente lo que dura una canción en el MP3 de mi celular. Como ella lo pidió, memoricé el camino: la cuarta cuadra y luego a la izquierda. Elisa estacionó frente al colegio.
_Bueno, aquí es ¿te sabes el camino para regresar? - Me preguntó y yo sacudí la cabeza afirmativamente.
_Nos vemos luego... - Murmuré antes de bajarme del vehículo y oírla decir algo así como ¨Que tengas un bonito día¨.
Entré a la institución y lamenté no haberme equivocado esta vez. Era justo cómo mis odiosos prejuicios me indicaban que era: un colegio lleno de niños mimados y estirados.
Comencé a caminar por el pasillo buscando mi salón, Elisa me había dejado todo anotado en un papel que ahora se encontraba en el bolsillo de mi campera. Saqué el susodicho para recordar que decía.
_Salón 10, la primera clase es historia... - Resumí en mi interior.
Volví a dirigir mi vista hacia los salones, ignorando completamente a las chicas que me miraban de arriba a abajo con aires de superioridad, como sí yo me fuera a afligir por un par de idiotas.
El timbre sonó y el pasillo poco a poco se fue vaciando, me comenzaba a desesperar ¿Dónde estaba el dichoso salón 10? comencé a subir a toda prisa por las escaleras y estaba tan concentrada buscando el número en las puertas que cuando fijé la vista al frente casi no veía al chico que salía de lo que parecía ser el baño. Me frené a escasos quince centímetros de él.
_Perdón... - Mi voz temblaba, sus gélidos ojos celestes me quitaron el aliento, era como si me hipnotizaran. El joven me llevaba una cabeza aproximadamente, su cabello estaba todo desordenado y su color azabache contrastaba con su blanca piel. Los rasgos de su rostro eran muy suaves y tenía pecas en los costados de la nariz. Me estaba comenzando a sonrojar, era muy atractivo.
El chico me sonrió sínicamente para luego meterse en uno de los salones sin golpear la puerta primero. Había visto claramente atreves de mi, sabía que su apariencia no me había dejado indiferente. Saqué mi celular para ver la hora, eran recién las 7.31, ese encuentro que parecía haber durado horas, solo pasó en un minuto. Sacudí la cabeza dramáticamente, parecía un sueño, en ese momento no sabía si lo que había vivido hace unos segundos era real.
Caminé aturdida por el pasillo y no tardé demasiado en encontrar el malito salón. Golpee la puerta y me abrió una anciana con un semblante interrogante para luego después mirar su reloj de pulso ¿le parecía que había llegado tarde?
_Lo siento, soy nueva y me perdí. - Le susurré a lo que la anciana suspiró.
_Weber... Nina ¿correcto? - Me preguntó y asentí. - Adelante. - Entré al salón, todos me estaban mirando con muecas de enfado, como sí el hecho de haber interrumpido su amada clase de historia les molestara. Me senté en el primer asiento libre que encontré y mi mirada se cruzó una vez mas con el enigmático chico que ahora estaba sentado al fondo del aula, desvié la vista al instante.
La clase comenzó como si nada hubiera ocurrido aunque durante esos cuarenta y cinco minutos atrapé a unos cuantos compañeros mirando en mi dirección.
El timbre volvió a sonar, diez minutos de recreo. Decidí salir un poco para explorar el colegio y talvez encontrar un lugar tranquilo para leer.
_Escuché que es huérfana... - murmuraban unas chicas entre ellas pero las ignoré, no soy huérfana, Elisa esta viva así esa información es incorrecta. - ...y no es de la ciudad, de hecho nadie sabe de donde es... - murmuró la otra. - Wow, así que soy todo un misterio, no pude evitar ahogar una risa.
_¿De que te ríes? - Una voz provocadora me hizo darme la vuelta. La voz provenía de una chica morena que encabezaba un grupo de cuatro mas.
_¿Perdón? ¿Qué te importa? ¿Es que acaso no se puede ni respirar sin tu aprobación? - Le respondí. Y yo que pensaba que esto estaba lleno de idiotas inofensivos.
_¿Y tu te crees especial por estar en boca de todo el mundo? - Se acercó a mi intentando ser imponente.
_No. Me da exactamente igual, por el contrario a ti te interesa de otra forma no estarías fingiendo murmurar para que te oiga y reaccione, buen truco. - Todos a mi alrededor se rieron.
_¡Te voy a enseñar modales! - Se acercó a mi a paso ligero y yo retrocedí, nunca había peleado en mi vida. Cerré lo ojos esperando un golpe que jamás llegó.
_Ya basta, Alana. Si empiezas a lanzar ataques gratuitos de la nada no te enfades sí te ponen en tu lugar. - Una voz masculina sonó a mis espaldas, su aliento golpeaba mi cabello.
_Yo... yo... - La chica se sonrojó al extremo y retrocedió junto con su sequito. Cruzó una mirada irritada conmigo antes de salir corriendo por la dirección contraria. Yo me voltee para ver a quien me había salvado el pellejo pero este no me dejo mirarlo, se volteo y tomo mi brazo firmemente para comenzar a caminar a paso decidido. Volvimos al área de las escaleras y comenzó a subir conmigo a rastras hasta llegar a una azotea que yo no sabía que existía.
_Estás loca... Si le ibas a responder así mínimo espera cubrirte de un golpe... - Habló el joven.
_¡No esperaba un ataq... - No pude terminar la frase, ahora que veía bien su rostro me di cuenta que era el joven de antes. - ...ue... - El chico revoleó los ojos.
_No me volveré a meter la próxima vez... - Me advirtió.
_Gracias por intervenir... - Tenía la impresión de parecer una idiota cuando él estaba cerca y eso que lo había visto dos veces hoy y que antes de hoy jamás lo había visto.
_Puedes quedarte aquí si quieres... es un buen lugar para leer ... - Comentó señalando con la mirada mi libro y yo lo imité.
_Gracias, de verd... - Cuando desvié mi vista hacia él, él ya no estaba.
Pasé el resto del recreo ahí sola y tranquila, nadie entraba allí por suerte. Me crucé con Alana y sus amigas un par de veces mas ese día pero no me volvió a dirigir la palabra, solo miradas asesinas que ignoré. Tampoco volví a hablar con mi salvador y aunque trataba a cruzar mi mirada con él, él nunca me miraba a mi.
A la salida no me hice esperar y comencé a caminar hacia el apartamento, en el camino me encontré varias cosas interesantes como que en frente al parque había una biblioteca y al lado de esta una cafetería, nada mas conveniente, tal vez uno de esos días pasara a echar un vistazo.
Llegué al apartamento y como el día estaba despejado, este estaba todo iluminado, no hacía falta prender las luces. Almorcé y subí a mi habitación.
No sabía que pensar acerca de este primer día de clase. En parte fue horrible, el lugar está lleno de idiotas de todo tipo ¿y que fue eso de la tal Alana? ¿A que vino ese ataque así porque si? yo no tenía la culpa de las estupideces que estaba diciendo sobre mi y peor aun ¿Cuál era la necesidad de provocarme si no me conocía de nada? mi conclusión era que esa tipa estaba loca, cree que es cool meterse con los además, fue una gran suerte que ese chico estuviera por allí... y ese chico, no me lo había podido quitar de la cabeza y no es como haya intentado hacerlo. No lo voy a negar, era muy lindo, tenía que reconocer que su rostro y cabello desordenado al igual que su uniforme me atraían mucho, no lo podía evitar pero ¿Quién podría? Y no era solo su físico, no era la primera vez que veía a un chico guapo ni mucho menos pero él tenía algo que jamás había visto en nadie mas, algo que creo que es único en él. No sabía ni como se llamaba pero una mirada y una acción fueron mas que suficientes para atraer mi atención. Era tan diferente al resto de los chicos del colegio que me hacia preguntar ¿Qué hacía él ahí? no sabía nada de él pero si que no pertenecía a ese lugar.
En la tarde no pude evitar escribir sobre él en mi libreta, tenía tanto que expresar que incluso olvidé escribir sobre el problema con Alana. Titulé esa hoja en mi libreta como "El misterioso que se sienta al fondo". Sin embargo no se lo mencioné a Mia cuando me llamó, hablarlo en voz alta me parecía estúpido ya que en resumidas cuentas no había pasado nada.
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