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Capítulo 30

Wave

Hoy vuelve Dorak a Austin después de 5 días de haber estado fuera. Estoy muy nerviosa, las manos me tiemblan y el corazón se me quiere salir del pecho. Estos últimos días hemos estado hablando mucho por chat, manteniéndonos al tanto de lo que sucede en el día a día de cada uno. Pero no me parece suficiente un "te quiero" en la distancia. Necesito abrazarlo, besarlo, quiero escuchar los latidos de su corazón, así como deseo que él escuche los míos.

He tenido algunas náuseas en las noches, pero Gerald me ha asistido siempre que sabe que necesito ayuda. Él y Ben se han convertido en un gran apoyo.

Dorak me ha pedido que sea yo la que pase al aeropuerto a recogerle. Tenemos una cita y mil cosas de que hablar. Agarro la correa de mi bolso con desespero, me sudan las manos mientas enfoco mi vista en la pantalla gigante encima de la puerta por donde deben salir los pasajeros. Creo que voy a explotar por la impaciencia. El vuelo Sídney-Austin ya ha aterrizado. Me muevo de un lado a otro sin descanso, odio tener que esperar tanto.

Las puertas se abren media hora después y poco a poco van saliendo las primeras personas y no tengo la suerte de que Dorak sea una de ellas.

Comienzo a tener la sensación de que será el último en salir, por eso me toma tan desprevenida cuando lo veo en la puerta dos minutos después de ese pensamiento. Sus ojos azules encuentran los míos al instante, su cabello está revuelto y ha dejado que se le note el reflejo de la barba. Está guapísimo, nunca lo había visto así y me encanta. Me quedo quieta, no puedo moverme, solo mirarlo me provoca un vuelco al corazón. Lo dejó acercarse y con cada paso una sonrisa se dibuja en su rostro.

Tengo miedo de que pueda desmayarme en sus brazos como suceden en las películas de cuentos de hadas. ¿Se puede llegar a estar tan enamorado? ¿Puede un corazón aguantar tanto? Porque tengo miedo de que el mío reviente de alegría y de pasión. Dejar que mis sentimientos fluyan es la cosa más explosiva que he hecho en mi vida. Espero esta sensación no me abandone nunca. Que tenerlo cerca siempre sea así de enloquecedor.

Una vez frente a mí acaricia mi mejilla y en sus ojos puedo ver la duda. Creo que teme que lo que hemos hablado por chat en estos días se haya desvanecido, pero no es así, cada cosa que le he dicho ha sido cierta y no me arrepiento de haberle sido sincera con mis sentimientos.

—¿Puedo besarte? —roza con sus dedos mis labios y yo pierdo las palabras como de costumbre. No respondo, no puedo, sigo el impulso de mi corazón y me pongo de puntillas para que su boca y la mía se encuentren otra vez.

Es la única persona que he besado en mi vida, pero estoy segura de que como sus besos ninguno. No tengo que probar otros labios para saber que lo que me hace sentir Dorak no lo sentiré con nadie más.

—Te extrañé mucho, Wave, mucho. —me susurra con la voz entrecortada, y casi pierdo el equilibrio al escucharlo, su voz tiene un fuerte poder en mí.

—Yo también, Dorak. Yo también. —le susurro solo para que él pueda escucharlo.

—Vamos a comer algo. Tenemos mucho de que hablar. —Me toma de la mano y me guía hasta una de las cafeterías del lugar. Nos sentamos en una mesa apartados, con la maravillosa vista de la pista del aeropuerto, así podremos observar el maravilloso espectáculo de cuando despegan y aterrizan los aviones.

Quiero ser la primera en hablar, después de todo, era yo la que no quería dar mi brazo a torcer.
—Hablé con la doctora Marchall, y me ha hecho ver las cosas más claras. Creo que mereces una oportunidad tanto como yo también merezco ser feliz.

—No te imaginas cuan feliz estoy por eso. Estaba esperando volver para decírtelo, quiero que sepas que he sacado cita con un psicólogo para el martes, en todo lo que me dijiste tenías razón, yo también necesito ayuda de un especialista para superar mis problemas. Lamento no haber sido muy amable cuando me lo propusiste. —Me toma las manos por encima de la mesa. —Te debo mil explicaciones, Wave.

—Me puedes contar lo que sea, Dorak. Lo que sea.

—La discusión que tuve con mis padres en el coche aquel maldito día. —suspira. —Fue porque descubrí que había heredado toda la fortuna de mi abuelo, y ellos la estaban robando. Me necesitaban para que firmara un poder donde dejaba todo en sus manos. Estaban juntos por el dinero y yo no era más que un títere para ellos. Todo el tiempo me engañaron.

—Oh Dios mío, Dorak. Ellos tenían mentes...

—¿Macabras? —Me interrumpe fingiendo una sonrisa. —Lo sé, eran lo peor.

—Eso no quiere decir que haya sido tu culpa lo que sucedió. —Le recuerdo.

—Pero si me hubiera quedado cayado, si no hubiera discutido... —Ahora soy yo la que lo interrumpe.

—Hubiera pasado otra cosa, nadie sabe. ¿Qué sentido tiene pensar en "si no hubiera"? Ellos eran capaces de cualquier cosa por dinero Dorak, tanto que olvidaron que tú eras su hijo.

—Sí, comenzaron a tratarme mal cuando descubrieron la herencia. Todo tiene sentido ahora. La ambición los cegó. —Asiente con la cabeza y tiene la vista perdida en algún sitio de la mesa.

—¿Qué haces en Australia? —La curiosidad me está consumiendo.

—Mi abuelo tenía una granja allá, y varias casas en la playa que hasta el día de ayer eran utilizadas por turistas "ocupas" porque nadie las había reclamado. Tuve que contratar un abogado para que comenzara los procesos legales y reclamar todo lo que era mío. Luego de eso les di la opción a esas personas de comprarlas, pero durante todo el proceso he tenido que estar presente, y en ocasiones las cosas se complicaron un poco, porque no muchos aceptaron el trato que les propusimos. Por eso me marchaba con urgencia la mayoría de las veces.

—¿Y que vas a hacer con ese dinero? —Me encojo de hombros, siento que estoy preguntando demasiado.

—Quiero hacer una empresa de inmuebles. Vender todo tipo de establecimientos, casas, plazas de garaje, y demás. Gerald me va a ayudar con ello, y estoy intentado vender las propiedades de mi abuelo aquí en Austin, aunque pretendo quedarme con la casa a la que siempre fui cuando lo visitaba, en las afueras.

—¿Eso quiere decir que eres millonario? Eso suena loco, lo sabes ¿no? —Se hecha a reír.

—Suena muy loco, Wave. Todavía no sé qué hacer con todo ese dinero.

—Siempre hay causas a las que se pueden donar. —Doy ideas.

—Lo sé, y ya lo hago. —Hace una pausa antes de mirarme a los ojos. —Se siente tan bien tenerte cerca.

Nos quedamos en silencio por unos segundos, mirándonos como siempre lo hemos hecho, como si no hubiera nadie alrededor. La mesera llega por nuestra orden. Dorak pidió una hamburguesa con queso mientras que yo me decanté por un sándwich de atún. Para beber una coca-cola normal para él y para mí una coca-cola light.

—¿Conoces esa canción que les gusta a todos de Celine Dion? —Le doy una mordida a mi sándwich.

—¿La del titanic? —Arquea una ceja.

—No, Dorak. La otra.

—Son muchas, Wave. —dice con la boca llena.

—La que es inspirada en Cumbres Borrascosas.

—¿Esa que bailamos en el baile de invierno? Otra de esas canciones antiguas, dijiste que no te gustaba.

—It's All Coming Back To Me. —suspiro.

—¿Qué pasa con ella? —Toma un sorbo de su coca-cola.

—Que con 16 años no lograba entender la letra, aunque la cantaba con pasión, pero cuando volviste, después de nueve años. Sentí realmente lo que fueron esos años en un segundo. Una canción antigua que describió perfectamente cómo estaba mi corazón una vez que nuestros ojos se encontraron. No somos perfectos, no tenemos la historia de amor más bonita del mundo, y ha pasado tanto tiempo entre nosotros que podría hasta dudar de si esto es para siempre, pero los sentimientos son más fuertes que en el pasado. Y ya no hay marcha atrás.

—No me voy a ir esta vez, en mí volverás a encontrar paz y libertad, seré para ti un sitio donde no preocuparte de absolutamente de nada, un lugar donde reine la felicidad, te lo prometo. Estaré a tu lado hasta que tú me quieras aquí, cerca de ti y de nuestro bebé. —Me toma de las manos y se inclina para besarme en la frente. Se me eriza la piel y tengo ganas de llorar por sus palabras. Volveremos a ser Wave y Dorak contra el mundo.

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