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No sabría decir si los años en Venezuela pasan muy rápido, o si se siente así porque suceden tantas cosas que uno no tiene el tiempo ni la capacidad de asimilarlas todas a la vez, o peor aún, el nivel de trauma no procesado o no diagnosticado hace que actuemos como que si lo que vivimos es completamente normal. Y sí, es o sería normal para países como Cuba, Nicaragua o Corea del Norte.
Tengo recuerdos vagos de la impotencia de haber perdido las elecciones del 2012, recuerdo la muerte del empresario venezolano Franklin Brito en 2010 por una huelga de hambre motivada a que el Instituto de Tierras de Chávez supuestamente entregó cartas agrarias que les da derecho sobre parte del terreno de Brito, o sucedió lo que los venezolanos llamamos "lo expropiaron". Recuerdo que su muerte me dejó consternada y con un miedo profundo, ya que mi familia toda su vida había trabajado en el área agroalimentaria. También puedo rememorar la confusión que me generaba ver el cierre de RCTV en el 2007, no entendía porqué los productores lloraban o porqué mi familia estaba preocupada por lo que estaba sucediendo. Confieso que ahora que les escribo esto se me viene la voz de mi abuela diciendo "estamos en una dictadura", no importaba que le explicaras a una niña de 8 años el significado de la palabra dictadura o el por qué estamos en ella, y no es que no lo puedan entender, es que no lo pueden dimensionar.
En este sentido, remontémonos como podamos en el 2013. Aún Venezuela no vivía la crisis hiperinflacionaria en la que está sumida hoy (2025), se anuncia la muerte del expresidente Chávez debido a un "cáncer en las entrañas" frase que no olvido, el cual pronunció Maduro el 5 de marzo de dicho año, quien para ese entonces era el vicepresidente de la República. Recuerdo que ya odiaba o detestaba en lo que se había convertido en Venezuela, pero, ¿en qué se había convertido Venezuela hasta ese momento? no lo sé, no lo recuerdo, tenía 14 años para ese entonces, tuve compañeros que no asistieron a clase para ir al velatorio de Chávez a lo que apodamos "el muñeco" porque duró muchos días de velatorio, lo que pasó de tres a casi 15 días. Nuevamente me sentí consternada, confundida, por supuesto nunca había vivido la muerte de un presidente durante su mandato, por tanto, no sabía qué iba a pasar ahora y creo que era la pregunta que muchos se hacían. Mucha gente lloraba salían buses para ir a ver al muñeco, cosa que tampoco entendía. En mi casa nunca me han cultivado el fanatismo por ningún político, ni siquiera por un artista, pero años después aprendería qué significa realmente la canción "Chávez corazón del pueblo", qué era el movimiento chavista y porqué tanta gente sufrió tanto por la muerte de Chávez.
Si pudiera definir desde mi perspectiva la historia contemporánea venezolana diría que es un espectro entre angustia e incertidumbre continua que se apodera de todo pensamiento y entusiasmo. Años más tarde aprendería a llamarla "desesperanza inducida", y es que la desesperanza no llegó, o al menos en mi, el día de la muerte de Chávez.
Para que tengan una idea de quién he sido a lo largo de mi historia hasta 2003, les digo que fui una niña de clase media nacida en el 99, primera nieta, única hija (hasta el 2009), en el caso de mi familia materna fui la primera sobrina, y mi infancia se desarrolló así, aunque sola la mayor parte del tiempo, siempre estuve llena de disfraces y muñecas. Y digo todo esto porque la realidad venezolana no me tocó o no me afectó sino hasta el 20 de octubre del 2013.
Aunque no era ignorante a la crisis hospitalaria en el país, ni tampoco era indolente con ello, así como también la crisis en los servicios básicos, luz, agua, gas. No obstante, mi vida transcurría normal, totalmente aislada de la realidad, a fin de cuentas, no me faltaba nada y vivía en un pueblo en el que nada anormal y/o político ocurría. Sin embargo, el domingo 20 de octubre un hecho ensombreció mi mirada y dio vida a una llama que ignoraba si ardía en mi. Ese fatídico día muere a quién aún considero como la persona a quién más he querido en mi vida, un primo a quien estimo y a quien guardo en mi memoria como algo que atesoro.
Henry tenía 14 años cuando pierde la vida, vida que pudo no haber corrido ningún riesgo si la crisis en los servicios públicos, empobrecidos, corrompidos y desgastados en ese momento hubiese funcionado.
La mañana viernes 11 Henry y yo salimos del liceo donde estudiábamos, y cómo iba a viajar a otro municipio para mi cita con mi ortodoncista mi abuela paterna le dio el aventón, o como los venezolanos le decimos comúnmente "la cola" ya que íbamos a pasar cerca de su casa el cual queda a unos 15min del hospital más cercano. Vale la pena resaltar que tanto el pueblo donde crecí como la zona residencial donde vivía Henry son zonas rurales, lo que hace que las distancias sean largas y el transporte público ineficiente o difícil. Recuerdo la sonrisa de Henry al despedirse y no olvido jamás que me dijo "cuadra con los muchachos y se vienen para bañarnos en la piscina el domingo", ese mediodía, la madre de Henry, Isabel, llamó a CORPOELEC para que mandaran al servicio técnico porque un poste cercano a su casa estaba desprendiendo electricidad y la respuesta fue "ya es muy tarde, vamos el lunes en la mañana".
Llegado el domingo en la mañana recibo un mensaje de Henry donde mi pregunta si había coordinado todo con nuestros amigos para ir a visitarlo, por lo general nosotros cocinábamos nuestras comidas, nos bañábamos en la piscina y disfrutábamos de la música durante la tarde. Yo siempre era quien organizaba esas salidas, los convocaba todos, organizaba el transporte y la comida, pero ese domingo no tenía ánimo para ello y le dije: "No, no tengo ganas. Vamos el otro fin. Hay que hacer la tarea de contabilidad", su respuesta fue algo así como "ok". Henry, un muchacho muy activo y colaborador, pasó la tarde trabajando con su papá a quien ayudaba a lavar los camiones. Llegada la noche y terminada la faena, descalzo y mojado cuando fue a cerrar la llave del agua su hermana le grita: "Negro*, cuidado al pasar porque ese poste está pasando corriente", y Henry que siempre fue bromista asintió con la cabeza pero su hermana mayor le responde "No juegues con eso Henry Alejandro" y Henry volvió a asentir con la cabeza. En ese momento comienzan los gritos de desesperación, su hermana mayor no se atrevía a "desconectarlo", pero la hermana que le sigue valientemente lo hizo. Hay una cultura popular donde se cree que si se corta a la persona electrocutada la electricidad sale del cuerpo ya que esta debe salir por algún lado. Esta cultura hizo que llovieran cuchillos desde la parte alta de la casa para que lo cortaran, pero nadie se atrevía a hacerlo. Otros primos agarraron el primer carro y salieron lo más rápido que pudieron por un camino lleno de curvas peligrosas para llevarlo al hospital. Una de sus tías, quien iba sosteniéndole la lengua para que no se la mordiera o que esta se le enrollara y se ahogara le iba implorando que no nos deje. Según lo que cuenta la tía una de las cosas que dijo fue "Piensa en tus amigos, piensa en Naomi" y en ese momento se le escapó una lágrima, acto seguido, tuvo un reflejo como si fuera a vomitar y cayó. Aún Henry no había llegado al hospital y cuando llegó no había nada que hacer. Ya se había ido.
Yo estaba sentada empezando a hacer mi tarea de contabilidad cuando llamaron para darnos la noticia. Esa llamada la atendí yo, pero mi tío no pudo decírmelo a mi, sólo me preguntó dónde estaba mi papá. Recuerdo que mi papá entró molesto a la casa y nos pidió que nos reuniéramos en el comedor, dentro de mí decía: "yo no hice nada, ¿por qué está así?". Al reunirnos todos nos dice: "Murió el negro" y yo, sinceramente, pensé en el esposo de otra prima, hasta que mi mamá me ve y le pregunta a mi papá "¿Qué negro?" y mi papá responde "El negro pues, el negrito, el hermano de Daniela", al confirmar que fue mi primo Henry quien había fallecido el mundo se me vino encima. Recuerdo haber gritado y llorado, que le pegaba a mi papá diciéndole que era mentira, pero mi mamá me dice que sólo me quedé callada sentada en mi lugar de la mesa y que cuando me paré me tiré en el piso. No hablaba.
Fui al hospital donde estaba el cuerpo de Henry, mi mejor amiga si fue a ver su cuerpo y abrazarlo en la sala de emergencias, yo no me atreví a hacerlo, sólo me guardé mis lágrimas y me dediqué a consolar a mis amigos. Y así fue por al menos 2 o 3 meses según las cuentas que saco. Me dedicaba a consolar a mis amigos mientras yo lloraba en silencio al llegar del liceo hasta quedarme dormida.
Ese domingo creí en los cuentos de hadas donde el amor verdadero besaba -en este caso- al príncipe, aunque no lo besé yo esperaba que alguien lo hiciera para que reviviera, asimismo, quise creer en los milagros y cualquier vestigio de fe se esfumó al aceptar el hecho de que ya no volvería.
No fue hasta el día siguiente durante su velorio que supe la historia de CORPOELEC, porque allí estaba el servicio técnico arreglando el poste que se habían negado a arreglar aquel viernes y que le arrebató la vida a un ser que amo profundamente. Henry fue mi primo, mi amigo, mi hermano y mi confidente.
Nunca había tenido un sentimiento tan profundo como el odio que le tuve a CORPOELEC ese día, pero no se comparó con el rencor que sentí cuando internalicé que esto era un daño colateral que tenía que ver realmente con lo escueto y corroído de todo el sistema institucional de Venezuela, por ende, todo era culpa de Chávez y su comitiva. Chávez me arrebató a mi primo.
Henry era un joven alegre y bonchero, le gustaba bailar y me estaba enseñando porque al año siguiente eran mis 15 años, lo cual en Venezuela o Latinoamérica sigue siendo un evento social importante en la vida de la joven mujer. El sueño de Henry hasta ese entonces era ser ingeniero petroquímico y estudiaría la carrera en la Universidad de Oriente como solía decir, tocaba el saxofón y era parte de la banda del colegio donde estudiábamos juntos. Era responsable con las tareas y casi siempre me llevaba algo dulce a mi casa debido a que en las tardes nos reuníamos a hacer las tareas después bailar y merendar.
Después de la muerte de Henry le prometí -o me prometí- que esto que viví yo no lo volvería a vivir más nadie, que ninguna familia volvería a pasar por esto, que haría todo lo que tenga que hacer para que este sufrimiento y este letargo en el que está sumido Venezuela se acabase.
Aún no defino si ese poste me encendió una luz o la apagó, sólo sé que algo dentro de mi sucedió en demasiados ámbitos, quizá en unas cosas y en otras la apagó, sólo sé que hasta ahora no ha cambiado. Mi promesa sigue intacta
*En Venezuela llamar a alguien como "negro" o "negra" no obedece a un acto o trato racista o peyorativo, es un mero sobrenombre que suele ser incluso de cariño entre las personas, por ende, no es tomado como ofensivo.
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