— ¿A quién buscas? —Mi semblante ha cambiado por completo, al notar que sus piernas temblaban— ¿Qué te pasa, niña?

—Yo... bueno...

Su maldito titubeo me volvía loco. Si algo me molestaba era que me titubearan y no me dijeran las cosas de una vez. Pero... Por alguna extraña razón ella titubeaba, después de todo, pasó de una boca sucia a una boca confundida.

Me he levantado de mi escritorio, lo rodee y finalmente me acerqué a cerrar la puerta y hacerla entrar de lleno.

—No me vas a venir con que quieres una joya en 30 dólares por que eso no es posible, ¿Qué crees que vendo dulces?, ¿Hola?, ¿Estás aquí o qué?

— ¿Dónde es que estabas hasta hace un rato?, tenías que estar con tu hijo en esa junta ¿no? (Aquello me tomó por sorpresa. ¿A dónde quería llegar?)

—Bueno pero eso es algo que a ti no te importa niña, y no sé dónde pueda estar, quizá se fue a ver a su esposa o qué se yo, no me interesa, él ya está grandecito.

—Bueno pues no lo estaba... no estaba camino a verla...

La niña se ha puesto a sollozar, entonces comencé a entender lo que quería decir.

— ¿Estuviste con mi hijo?, ¿Eso quieres decir? —Pregunté antes de pensar cualquier cosa.

Ella asintió con vergüenza cubriéndose el rostro. Y no sé por qué pero eso me levantó y me dejó caer.

— ¿Y por qué me importaría?, tú eres la tonta que le abre las piernas a un cualquiera.

— ¿¡Cómo!? ¿¡Le llamas a tu hijo así!? ¡Tú me dijiste que fornicara!

— ¿Yo te estaba quitando la ropa?, niña tienes mucho que aprender, además según veo, ya perdiste gracia. —Me voltee bastante enfadado. ¿Por qué era tan imbécil?

— ¡Dile a tu hijo que esto no se quedará así! ¡Voy a joderlo! ¡Incluso si tengo que volver!

La niña me intentó tomar el brazo pero me zafé. No quería saberla aquí, me dolía su voz y ahora todo lo que sabía de Zein. ¿Yo había criado un maldito? Siempre le fui fiel a su madre y ahora...

—Lárgate de aquí niña.

— ¡No! ¡VA A ESCUCHARME! ¡Y TÚ TAMBIÉN!

Sin poder soportar más el amargo encuentro me he volteado y le he tomado las manos para alzarlas sobre su cabeza y, sobre la puerta he pegado nuestros cuerpos antes de besarla y acercarme a su oído.

—Aléjate de nosotros, porque el odio... se puede convertir en maldad niña...

La he soltado de golpe y la he dejado caer antes de abrir la puerta y jalarla fuera.

El desorden que me provocaba era monumental, ¿quién se creía? Encima de todo me daba que pensar esa niña tonta. Mi vida está bien, no la necesito para divertirme ni para pensar. Puede irse por estúpida. ¿y para qué sigo gastando pensamientos en una tonta?

Tome un cigarrillo y lo encendí, luego otro, y otro. ¿Qué demonios?

A la mañana siguiente, he visto el grupo de colegialas salir del hotel con sus maletas, pero no he visto subir a Agatha al transporte. Fui a su habitación (De hecho porque quería ver la habitación, no a ella, que quede claro.) Y no la encontré. Se marchó...

República Dominicana- Santo domingo

—Agatha, ¿estás bien? —Volvió a repetir angélica cerca de mi oído cuando bajamos.

—Sí, estoy bien... ¿Puedes dejarme?, no quiero estar con nadie por ahora... discúlpame.

Me dirigí directo a casa, necesitaba lanzarme a la cama y patear infinitas veces a la nada. Tenía mucha impotencia. Aquí mirando el techo de la habitación, dónde sólo habían pósteres de los anime que veía me repasé los labios y pensé en los encuentros con el mayor. ¿Por qué mi cuerpo reaccionaba pensando en él?, mi vientre bajo se contraía, y mi entrepierna se humedecía. ¡Joder! ¡Con él no! ¡ES UN IMBÉCIL DE TALLA MAYOR!

—Agatha, ha venido Eric a verte. —Gritó mamá desde la escalera, como pude me acomodé el uniforme y he bajado con la mejor sonrisa fingida que tenía.

— ¿Cómo estuvo tu viaje pequeña?

—Tenemos que hablar Eric. —Tomé una de sus manos y subimos a mi habitación donde por supuesto no podía cerrar la puerta.

— ¿Por qué tanta prisa? Por favor Agatha, dejemos las cosas dónde están, me equivoque, es obvio que me equivoque y a quien prefiero es a ti.

—Estuve con otro hombre. —Dije seca.

— ¿¡Qué!? ¿Estás bien?

— ¿¡No te importa nada!? ¿¡Por qué no te importa!? —Aquello me sorprendió en demasía.

—Agatha, es que... me es difícil imaginarte haciendo algo así. Lo que quiere decir, que si lo hiciste... No te molestaría señalarme con quién. —Dijo desafiante.

Enseguida tomé mi teléfono busqué en las redes a Mohammed. Me iba a vengar de él y de su hijo, y también, iba a hacer arder un rato a Eric. Antes de enseñárselo me he sorprendido, ¿Qué era eso en su estado sentimental de Facebook?

Casado... ¿¡El maldito también está casado!? Bueno... es obvio que lo está, por algo tiene un hijo. Pero sin ninguna vergüenza me andaba rondando. ¡Mira que jodido!

Pero como soy una perra cotilla masoquista, le he enviado una solicitud.

—Él. Es un empresario dueño de un hotel, y déjame decirte que estaba bien bueno.

Eric ha reído y finalmente me ha tomado la mano.

—Haremos como que nada pasó cariño. No tengo ánimo de pelear contigo.

Con Eric no se podía llegar a nada nunca, era muy poco confiado, tendría que ver la oportunidad de traer a esos dos a república y hacer que, de algún modo, se encuentren con Eric.

JavieraJames2604