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Capítulo 20


Me detuve a responder una videollamada de Agatha, confundido me estacione, cuando un par de palabras he quedado boquiabierto ante el pequeño desfile de lencería que me proporcionaba ¡Maldita! Observarla así, sexy, coqueta y desinhibida, me ponía, vaya que sí lo hacia.

—¡Vístete! Estoy ahí en 5 minutos, saldremos de paseo, llegó el momento que conozcas los gustos.

Dicho eso colgue, maneje de vuelta como alga que lleva el diablo, esto se lo haría pagar, pero de buena manera, con placer, uno que jamás se hubiese imaginado experimentar, antes de detener el auto la miré saliendo de su casa, abriendo la puerta le indique que subiera, en cuanto lo hizo acune su rostro.

—¿Estas segura de esto?— No era tonta, sabía lo que acababa de ocasionar en mi con su llamadita, y más aún que quería hacer, una vez asintió nerviosa la besé con efusividad— entonces te llevaré a un sitio especial.

Mis palabras quizá la hicieron pensar en un hotel lleno de velas y esas cosas, pero no, lo cursi no me pega, minutos después yacíamos entrando a un establecimiento llamado "Gozadera" su fachada era un lugar de ambiente para bailar y convivir, pero su trastienda era lo que me importaba, rodeamos la entrada hasta una puerta custodiada.

—Mi esposa y yo venimos a pasarla bien— seguridad la escaneo, mira que a pesar de estar por cumplir 18, tenía una cara muy aniñada, pero como no quería perder tiempo le he sobornado hasta dejarnos entrar

—¿Tu esposa? ¿Que es este sitio?— Su curiosidad e inocencia me enternecía

—Esta sala es un bar, y solo por hoy te dejaré beber para celebrar tu titulación— sus ojos brillaban emocionada

—Quiero un martini, siempre que miraba esas películas donde la mujer sexy y guapa estaba en un bar la bebía con coquetería.

—Un wisky doble y un martini— ordené al barman a la parte que nos acercábamos, tomé de la cintura a Agatha situándola en una de esas sillas altas y giratorias —Ese conjunto ¿Lo has comprado para mi?

—¡Aja! Tenia planeado invitarte a subir, y cuando cai en cuenta, ya te habías marchado, no creí que regresarías

—Tampoco creiste que me pondría como una Piedra. -sostuve su mano llevándola por encima de mis pantalones, sus ojos de agrandaron al sentir mi erección.

—¡Mohammed! Este no es lugar para eso, pueden detenernos por faltas a la moral en via publica.

En cuanto el barman volvió rei por lo bajo ante su comentario, bebí de una dejando que Agatha tomara su trago, pero dispuesto a divertirme de varias formas me acerque a su oído para susurrar. 

-Este es un club de sexo pequeña ¿Recuedas esa vez en Dubai? ,Tras esas puertas hay varías antes salas donde la gente disfruta practicando diversas técnicas sexuales, solté una ronca carcajada cuando ella escupió su bebida inaudita por lo que escuchaba.

—¿Me trajiste a un putero?

—¡No! Te traje a un club swinger, vamos— prácticamente tuve que tirar de ella para pasar a la sala comunal, calor, su cuerpo ardía, lo podia percibir y eso me excitaba aún más, de pronto nos detuvimos antes una cama redonda donde dos parejas se entregaban al placer.

—Mohammed, yo no...

—Shhh... Hoy no haremos nada de eso aquí, pero quiero que veas lo que hacen— la abrace por la espalda apoyando mi mentón en su hombro, los hombres penetraban en duo a la chica, mientras la otra le mordisqueaba los pezones, los jadeos en la habitación no se hicieron esperar, avivado recorrí el menudo cuerpo ante mi hasta amasar sus senos— un día quiero verte a ti ser filmada por dos mientras observo y me masturbo.

—Yo... ¿Quieres que otro me toque?

—No sin mi consentimiento, en estos lugares solo importa una cosa,"sexo" eso sí, siempre consensual y precavido— seguimos observando hasta que un par de jadeos bajos me dejaban saber que Agatha disfrutaba de lo que veía, sus botones endurecidos levantaban el escote, señal de su excitación — cuando seas mi esposa, no solo te llenare de lujos y comodidades, también te haré disfrutar de tu cuerpo como nadie —un nuevo jadeo, pero en cuanto sentí su mano tocar mi bulto la aparte— es hora de marcharnos.

—¿Por que? Creí que...

—tranquila, otro día, hoy eres solo mía y puedo jurar que tu sexo pide a gritos ser tocado, pero no aquí.

Después de pagar las bebidas regresamos al auto, Agatha se notaba excitada, ansiosa con ganas de ser poseida, sonreí por aquello manejando hasta el hotel en donde me hospedaba, una vez llegar, de su mano y con prisas subimos a la habitación donde me abalance sobre sus labios dándome un festín.

—¡Desnúdate! Muéstrame en vivo y directo lo que tienes debajo.

—¿Te gusta?— cuestionó dejando caer el vestido a sus pies

—Es muy bonito, pero sobra, dije... desnuda —esta niña no era muy agraciada en curvas, pero su trasero era redondo, sus senos firmes y eso junto a su deliciosa boca me bastaba— eres hermosa pequeña— corte la distancia sosteniendo su espalda baja guiándola a la cama donde la senté —Quiero mostrarte otro mundo, mi mundo.

—¿Que quieres decir?

—Quiero decir que te volveré loca de placer —mencioné acercándome a la mesilla de noche sacando un pequeño maletín del cual extraje una venda— estimularé tus sentidos, te dejaré tan receptiva que cuando te posea no dejarás de pedir más y más —noté como tragaba saliva debido a los nervios— todo estará bien ¿Te fías de mi?— dudo un poco pero al final asintió, llamé a servicio de cuerpo ordenando algunas cosas, colgando fui donde ella.

—Debo admitirlo, tengo algo de miedo Mohammed

—No temas a lo nuevo, nunca haré nada que tu no quieras, tu placer será mi placer, ahora... —la besé con mimo antes de comenzar, quería hacerla mía ya, pero era consciente que el sexo en sí, era nuevo para ella, al separarme cubrí sus ojos, instantes después se escucho la puerta y recibiendo mi pedido volví a lo nuestro— Te deseo, y saber que mi imbécil hijo recorrió tu cuerpo me enferma, pero yo borraré de tu piel su recuerdo y de quien te haya solo tocado.

Lo admitía, era un hombre posesivo, probablemente esa sea una de las razones por las cuales nunca tomé más esposas, me incline a su altura abriendo sus piernas, cosa que la hizo dar un leve salto, sonreí ante su reflejo para posteriormente llevar su pezón a mi boca para lamerlo, estaba duro, tiré de el, lo succione y saboreé como el más exquisto caramelo, su respiración se aceleraba a cada caricia mía y eso me incitaba.

—Recorrete— obediente, subió un poco más a la cama, una vez a la altura que quería, mordí mi labio ante la morbosa y alucinante escena, sin que lo notara debido a la venda, tomé una foto — ¿Cómo estás?

—Nerviosa, pero... yo... También me siento excitada.

Saber eso me encantaba, acercándome al carrito tomé un cuenco de chocolate caliente y fundido.

—Sentirás calor, pero no quiero que te enfoques en dolor, solo ten presente que lameré todo tu cuerpo— afirmó con un sutil movimiento, con cuidado, vertí el chocolate en sus senos, su ombligo y monte de venus, su querido de excitación era música para mí, inmediatamente me lance a pasar mi lengua por el reguero de cacao, disfrute, vaya que si lo hice, pero ansioso de más me desnude, mi pene estaba hinchado, erecto y ansioso.

—¿Te has marchado?

—No, sólo te admiro, ahora voy a hacerte mi mujer Agatha —pero antes di un trago de vino que detuve en mi boca, con una mano presione sus mejillas abriendo su boca y dejando bebiera de mí —si tienes la boca seca, solo dilo.

—Pero parece que no necesito hacerlo, me leíste el pensamiento.

Tomé un preservativo colocándolo en mi dureza y acomodándome entre sus piernas, levante su cadera lo suficiente para con solo inclinarme probar su sexo, sus fluidos eran un selecto manjar del que no podría cansarme nunca, busque con la lengua su hinchado clítoris tirando de el con los labios, eso la estremeció, podría pasar horas aquí, pero no aguantaba la urgencia, sosteniendo mi miembro lo coloque en su resbaladiza hendidura, poco a poco entre en ella ¡Mierda! Que gusto, tan estrecha, tan caliente, tan mía.

—Me vuelves loco exhibicionista —mi comentario la hizo sonreír.

Decidido a todo entre de lleno, deje que mi grosor y longitud se amoldaran a su vagina, lujurioso comencé mi asalto, entraba y salía como si no hubiera un mañana, sus gritos y jadeos no hacían si no encenderme, tomando su cintura y sin salir de ella me puse de pie apoyándola en la pared para retirar la venda.

—¡Mírame! De ahora en adelante, el único que puede poseerte seré yo, el único que verás en tus sueños más húmedos sera mi rostro.

—¡Dios! Que rico... No pares... Dame más...

Empotrada a la pared le di aquello que pedía mientras sus pechos se bamboleaban siguiendo nuestro ritmo, una vez entre en ella lo sabía, estaba perdido, no la dejaría escapar.

Cambiando de postura baje su cuerpo llevándola al sofá donde la coloque en cuatro, sosteniendo sus caderas me ensarte de una, sus nalgas rebotando en mi pelvis era un delirio, un azote, dos y su piel se enrojecía.

—Correte pequeña, correte para mí.

Mis palabras provocaron su estallido, su interior me succionaba antes sus palpitaciones, unos empellones más y un gemido finalizó mi clima dejándome caer a su espalda, nos tomó unos minutos recuperarnos, saliendo de ella tiré el condón a la papelera y levantando su tembloroso cuerpo fuimos a la cama quedando ambos dormidos.

SantVict

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