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Capítulo 14


Miré y miré él mensaje, sin duda alguna sus padres ya habían hablado con ella, también queria y debía hacerlo, pero no por medio de textos, esto era algo serio y antes que nada, tenía que hacerle ver que era mi forma de protegerla, suspire tecleando en el computador ya que tenía Whatsapp web.

Mohammed Alauî 22:20

En ningún momento te vi o te veo como moneda de cambio, pero me niego a entablar dicha conversación por este medio, mañana pasaré por ti, como dije esta tarde, te llevaré a otro sitio, hasta entonces descansa niña»

No espere respuesta, al enviarlo inmediatamente apagué el teléfono lo que desconecto la sesión, no le permitiría que se negase, me levante del escritorio, había vuelto a la joyería para ultimar unos detalles de sesión de derechos a los kellerman, hoy era un día agotador, así que dando por finiquitado regrese al hotel para darme una ducha después de una una hora de gimnasio ¿Quién dijo que los de mi edad no nos cuidábamos?

La mañana siguiente empezaba con el pie derecho, miré las acciones de bolsa por las noticias, invertir en las petroleras fue muy arriesgado, pero innegablemente gratificante económicamente, mi buen humor era evidente y esperaba se mantuviera así, tenía que dejar todo en orden antes de volver, pero no a Dubai, iría a Marrakech al aniversario luptuoso de Mandira, en 3 días cumpliría 8 años de su partida.

—Necesito pedirte perdón ante tu tumba querida— mencioné a mi reflejo terminando de acomodar mi corbata, sin desayunar baje al deportivo, el cual conduje hasta el barrio de Agatha, probablemente trataba de esquivarme, estaba saliendo más temprano de lo habitual, me alegra haberla pillado, toqué el claxon repetidas veces hasta hacerla girar a mí.

—¡Demonios! Es que tú debes tener pacto con el diablo.

—¡Oh! Quizá el diablo sea yo ¿A dónde crees que vas? ¡Sube!— Ordené como era mi costumbre, no me refería en si a la cultura, si no a mi modo de ser.

—En realidad eres un dictador y tirano —era consiente que huir no serviría de nada, así que resoplando y diciendo de todo menos bonito, he subido a su jodido auto, que sea de cada quien era una pasada.

—¡Buenos días!— tomé su mano llevándola a mis labios.

—Lo que digas— lo admitía, su galantería lograba enternecerme, pero no le dejaría saberlo— ya conoces mi respuesta, y así mis padres me encierren en un psiquiátrico, no me casaré.

—Ya hablaremos de eso, pero no aquí, ahora estoy famélico, vamos a desayunar.

Dicho eso nos puse en marcha hasta un restaurante ubicado en la zona colonial, nos detuvimos frente al lugar llamado "Navarricos" No era precisamente un 5 estrellas, pero lo google y sus reseñas eran buenas.

—Este lugar tiene buenos cócteles

—Cosa que no deberías saber, eres todavía menor de edad, entremos— Descendí tras estacionar y fui directo a ayudarle, entramos directo a una de las mesas y ordenamos un desayuno decente— Agatha, quiero dejar claro algo, no te estoy comprando, quiero lo mejor para ti y sinceramente Zein no lo es, en nuestra tierra uno debe hacer frente a sus acciones y no esposar a la mujer en cuestión.

—¿Qué pasa si ella no quiere? ¿La obligan?

—El hombre de familia decide por las mujeres de su casa, así que no hay opción a negarse.

—Mira Mohammed, yo no sirvo para ser la mujer de un árabe, marroquí o lo que sea, la sumisión no va conmigo, me gusta bailar, vestir a mi modo y solo imaginar que me arranquen las alas, yo...

—Eso no tiene por qué ser así, solo seré tu instrumento para mantener tu honor intacto, los beneficios que pueda tener tu familia te libera de ellos, te permitiré continuar tus estudios y vivir a tu modo, pero... Tengo ciertos gustos, que poco a poco te dejaré descubrir cuando seas mi mujer ¿Qué dices?

—Que estoy loca por aceptar esto, si puedo seguir siendo yo, acepto.

Suspire aliviado, por difícil que pareciera esto era el inicio de todo lo que nos deparaba el destino, sin perder los buenos modos, saque de mi solapa una pequeña caja de terciopelo rojo, lentamente lo abrí dejando ver un costoso y exclusivo anillo de tres ojos con un enorme diamante en forma de gota.

—Agatha Kellerman, gracias por aceptar ser mi esposa— le he colocado la joya en el dedo y besado por primera vez con castidad, probablemente no era precisamente amor, pero si atracción.

—Esto debió ser muy caro.

—No olvides que serás la esposa del dueño de una serie de joyerías, esto no es nada, pero ahora es tu turno, en unos días regreso a Marruecos y quiero conocer Santo Domingo— al explicar el motivo que me llevaba de vuelta lo entendió y salimos de tour.

SantVict

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