Capítulo 13
—La graduación se efectuará dentro de un mes, para eso quiero saber, ¿Desean que se contrate un DJ? O ¿Prefieren música en vivo? —Dije a la sección en voz alta.
—Traer un DJ sale en toda la extensión más económico. —Opinó angélica a mi lado.
—No, mejor música en vivo. ¿Por qué no traen a Ha ash? —Dijo Luisa, una de las nuevas.
—El presupuesto tiembla, pero vamos... podríamos intentar eso, o traer a Chayanne
Todas han reído a lo que dije, incluso yo. No iba a decirles que internamente lo amaba, era mi Dios ese tipo.
Finalmente todas se han inclinado por Ha Ash, y un DJ local. Aquello nos costaría un poco más, así que esperaba que del cielo nos cayese una barra de oro o algo así.
Cuando sonó el timbre de salida Angélica y yo nos hemos ido caminando hasta fuera de la escuela, ya no tenía remedio, le solté todo lo que había pasado, incluso que aquel tipo me había traído en aquel caro deportivo.
— ¡Pero chica! ¡No me digas así que no me la creo! Imagínate... ¿cuántas empleadas tendrías?, Joder... ¡Incluso yo me comía al pastelito si fuera por todo lo que ganas! No me digas que no vas a comértelo porque entonces te mato. —Comentó angélica con era sonrisa de loca que tiene.
—La verdad no quisiera perder mi juventud en aquello. Él a un está enamoradísimo de su esposa muerta, y yo no... no voy a dejar a Eric. Es decir, sé que es un imbécil, que me engañó, pero yo también lo hice.
—Agatha ¿Pero me vas a decir que no te da ni un suspiro el hombre ese?
—No digo que sea así, pero me lleva muchos años, y no me imagino toda sumisa, ¡Vibro bailando! No pienso andar toda la vida siendo tironeada.
—Pero ganas mucho...
—Pero no me hace feliz. —Sentencié.
—Oh no, ¡Demonios! ¡Ha venido!
Angélica me hizo levantar la mirada hacía un lado, y efectivamente, aquí estaba... ¿Zein?
— ¿¡Pero qué mierda haces aquí!? —Me adelanté a decir mientras él sostenía la puerta del deportivo.
—Súbete de una vez chulita, vas a trabajar y yo me piro. —Se ha quitado las gafas y ha observado a angélica. — ¿Cómo has estado?
La horda de mujeres se ha quedado charlando cerca, vigilando lo que pasaba mientras hablaban por sobre los hombros. ¡Qué cotillas!
—Me has dejado con ganas del helado que prometiste antes de irme. —Dijo angélica.
—Pues, acompáñame a dejar a esta niña al trabajo y luego tú y yo nos divertimos preciosa. —Zein le ha guiñado y Angélica pareció desfallecer.
Los tres íbamos camino a la joyería, Zein estaba acariciando las manos de Angélica en sus muslos, e irremediablemente me he tenido que contener para no perder mi trabajo. Maldito sea Zein.
Llegando a la joyería Mohammed se ha molestado al verme bajar sin Zein y finalmente ver como se alejaba el deportivo.
— ¿A dónde fue?
—Bueno... fue a darle un helado a mi amiga... se lo había prometido. —Dije viendo hacía dentro de la joyería que parecía demasiado ostentosa.
—Zein jamás va a aprender. Estoy cansado de su maldita idea de comer todo lo que ve.
Aquello me hizo reír a carcajadas, y sin pensarlo dije:
— ¡Ah del tal palo tal astilla!
Entonces por primera vez vi cómo pasó de su semblante enfadado a una sonrisa algo atrapada por no soltarse. ¿Qué demonios? ¿Nunca reía?
—Agatha, esta tarde estarás sola, y posiblemente no pueda venir por ti al término así que necesito que cuando cierres la caja cuentes todo lo que hiciste, excepto, lo que ya he dejado.
—Bien, ¿Algo más viejo?
— ¿Cómo me llamaste? —Preguntó alzando una ceja.
—Disculpe... —Por esa milésima de segundos me sentí una cucaracha, me iba a aplastar.
Entonces recordé las palabras de angélica, aquello de "¿No vas a comértelo?, ganas mucho" ¿Qué podría ganar?, si encima de todo iba a salir todo al revés si lo intentaba... ¿O quizás no?
Le he seguido dentro, ha cerrado por un momento para enseñarme la bodega, y aquí se me han soltado los cables, quiero saber....
— ¿Qué se siente estar con usted?
— ¿Cómo? —Se ha volteado a verme confundido.
Venga ya... ¡Pensamientos en voz alta por Agatha Kellerman!
—Qué cómo se siente estar con un huésped.
—No seas mentirosa niña. —Se ha volteado completamente esta vez y ha mirado por sobre mí la puerta cerrada de la bodega— Te aclararé un poco de dudas si es lo que quieres.
Antes de que pudiese decir algo, me ha alzado desde el trasero y me ha sentado sobre unos paquetes donde, definitivamente he quedado tan dura como cemento seco al sentir como sus manos exploraban debajo de mi falda.
El maldito momento en el que no sé dónde ver me ha hecho encontrarme con su mirada pardo de lleno. Mi corazón se ha acelerado y sin desearlo sentía como en mi entrepierna se tejía un calor despiadado y la maldita humedad que, aunque no quisiera se podía palpar. Su mano se detuvo entonces y me ha sonreído sobre los labios.
—Que jugosa eres niña... ¿Quieres que me detenga?
Su pregunta me ha hecho cortarme, ya que su mano ha comenzado a bajar lentamente mis bragas debajo de mi falda. ¿Estaba bien? Una vez lo hice y terminó todo mal, pero por alguna razón ahora no quería decir que no.
Entonces negué sin titubear. Instantes después sentí como las arrancaba y las dejaba caer.
¿Pero qué era todo esto? Mi cuerpo reaccionaba a nada, sentía como mi pecho se inflaba y se desvanecía, ¿Estaba agitada?
Reuní valor, y deslicé mi mano hasta el borde su pantalón y sin pensármelo mucho más introduje la mano llevándome una sorpresa que no creía. Angélica tenía razón, ¡Sí que ganaba mucho!, la extensión y el grosor de la erección me dejaba muerta mientras sentía sus besos en mi cuello. ¡No quiero detenerme!
Me he bajado de los paquetes sorprendiéndolo, y esta vez, he dejado caer mi falda viéndolo. No deseaba pedírselo, tenía mucha vergüenza, ojalá y entendiera con mi silencio.
Pero cuando iba a acercarse alguien ha llamado a la puerta.
—Papá, ¿Dónde demonios dejaste las llaves del apartamento?, necesito ir con una amiga.
A Mohammed se le descompuso el rostro y se ha acomodado la ropa, enseguida lo hice yo y cuando él ha salido le ha soltado las llaves en la cara a Zein.
—Ve a revolcarte tranquilo, pero por favor a mí déjame en paz, no me vengas con tus problemas después. ¿¡QUIERES!?
Zein pareció obviarlo, cuando se ha ido he terminado de salir de la bodega con los colores en la cara. Mohammed me ha observado fríamente y finalmente ha dicho:
—Niña, perdóname, de verdad que a un no es tiempo para esto.
— ¿Aun? —Pregunté extrañada.
—Ya sabrás, te veo mañana.
Se estaba alejando de mí cuando se volteó y preguntó:
—Mañana te recogeré antes de que entres a clases, no vas a ir, en lugar de eso te llevaré a otro lugar.
— ¿Me está pidiendo una cita? —Dije con mi maldita sonrisa delatándome.
—Sí claro. —Dijo con algo de risa. ¿Qué fue eso?
Se ha marchado y yo con los malditos cocodrilos por mariposas en el estómago me he quedado allí. El día era largo... horas y horas en este lugar, atendiendo. A ratos sola, y sin tener que hacer me he comenzado a probar los collares.
— ¿Hola? —Pregunté a mi reflejo en el espejo mientras tenía un collar en mi cuello— Ah ¿esto?, me lo ha dado mi novio, sí, sí, soy la novia de Mohammed, el dueño. Claro. —Me he echado a reír sobre el mostrador ante mis ilusiones que me estaban quedando preciosas.
Más tarde, cuando cerré me he ido caminando, y mientras lo hacía Eric me envió un mensaje en el cuál adjuntaba una foto, nuestra primera foto con un mensaje: "Nunca olvides que aunque nos enojemos estamos juntos, y que los sentimientos siguen aquí"
Demonios... claro que le quería, pero Eric debía de tener un tiempo sin mí y yo sin él. Ahora necesitaba pensar, no sabía que quería... o si lo sabía pero aun no decidía.
— ¡Agatha! —Mamá salió a recibirme y aquello me dejó helada. Nunca salía a hacerlo.
— ¿Mamá?
—Entra hija, entra. ¿Quieres un pedazo de pastel?
— ¿Por qué compraste pastel?
—Hoy es un día muy especial. —Dijo papá.
— ¿Por qué?
—Tu jefe ha venido por la mañana mi niña, y no sabes... nos ha pedido tu mano, ¡Quiere casarse contigo!
— ¿Qué? —Dije extrañada.
—Vas a ser la novia más bella mi niña, tendrás todo lo que quieras, él nos ha regalado tantas cosas... Oh Agatha, ¡Has hecho algo increíble!
— Mamá, yo no quiero casarme... ¿De qué hablas? Estoy muy joven...
Confundida me he acercado a papá quien estaba ya cambiando semblante.
—Niña debes de casarte. No podemos darnos el lujo de perder todo el dinero y las cosas que nos ofreció.
— Papá, ¡que no soy una moneda de cambio!
— ¡Te vas a casar y punto! —Gritó por sobre mí.
— ¡CLARO QUE NO! ¡NO QUIERO CASARME CON NADIE AUN!
Enfadada he subido las escaleras y le he escrito un mensaje antes de que esta locura fuese más lejos. Sí que me gustaba, ya era un hecho. Pero de ahí a casarnos... no le sabía ni el plato favorito.
Agatha Kellerman 22:17 pm
¿De verdad crees que viniendo a ofrecer tus riquezas vas a conseguir que yo olvide lo que ha pasado con el idiota de tu hijo?, No soy ninguna moneda de cambio... No me casaré contigo.
JavieraJames2604
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