— Perdóname, no puedo hablar ahora.

He cortado la llamada completamente deshecha, y cuando todo parecía ir mal, se ha puesto aun peor.

— ¡AGATHA! ¿¡QUÉ HICISTE NIÑA MALCRIADA!?

— ¡PAPÁ! —Me he levantado de golpe y he bajado las escaleras con prisa, tanto que me he caído en los dos últimos escalones.

— ¿Cómo es eso de que estuviste con un hombre mayor? ¡RESPONDE!

A penas podía articular palabras, era como si mi voz se hubiese ido de paseo y un nudo tomara el lugar de ella. Mamá acarició el hombro de papá que cubrió su rostro con una de sus manos.

—Me decepcionas niña... no te crié para que hicieras algo así... ¿Qué no lo entiendes?, ¡Eres una niña! ¡Eres una niña de casa! ¿Qué eres ahora? ¿Una cualquiera? Iré a hablar con ese tipo. —Dijo tomando su abrigo— No puedo dejar que un maldito venga aquí y te planche como ropa vieja.

—Papá, por favor no hagas eso ¡De verdad que no ha sido con él! ¡No ha sido con él! —He cerrado los ojos con fuerza, salía de un problema, y me acababa de meter en otro.

— ¿¡Con quién entonces!? —Gritó mamá horrorizada.

—Con su hijo, él... tiene sólo ¿veinte? —Asentí convenciéndome y mirando tras de ellos, no podía sostenerles la mirada.

—Venga... ¡Con más razón iré a hablar! ¡Ese bastardo y su hijo no van a hacerte trabajar por un error de ambos! ¡Tendrás que dejar de ir Agatha, porque si me entero que trabajas allí, ese hombre va a salir mal, muy mal!

—No, Daniel —Intervino mamá— vamos a demandarlo, aquello que sucedió no está bien, Agatha a un tiene diecisiete, es menor de edad y ese hijito ya es un adulto, podemos hundirlos.

Aquella disputa me hizo levantarme a la mañana siguiente con un dolor de cabeza horrible. Tomé mi morral y sin maquillarme ni peinarme he salido de casa. No deseaba comer, papá se rehusaba a verme... y sin él los desayunos no sabían igual.

—Agatha.

Me he volteado y me encontré con el AudiR8 de Mohammed y sus ojos angustiados. ¿Qué le habría pasado a él?

Me señaló el otro asiento para que entrase y finalmente dentro, me observó con detención.

— ¿Qué sucede? —Pregunté tratando de omitir lo de anoche.

—La pregunta es, ¿Qué sucedió contigo?, la he cagado con decirle aquello a tu... esa cosa, porque estamos en acuerdo, no se le puede llamar novio a ese renacuajo.

Cuando iba a contestar, Papá ha salido de casa y me ha visto, sin esfuerzo charlando dentro del deportivo con Mohammed. Enseguida se ha acercado a pasos agigantados.

— ¡Dios no puede ser! ¡Arranca, Arranca ya! —Grité horrorizada pensando qué sucedería si llegaba.

— ¿Qué? —En cuanto vio a papá me ha observado extrañado y sin preguntarme porqué sentía tanto miedo arrancó— Agatha, ¿Qué te pasó? —Su mirada ha bajado rápidamente a mis piernas donde estaba algo moradita por la caída de la escalera.

—Papá quiere demandarte... Eric, mi novio, le ha dicho que tú y yo... —Aquello me hizo ponerme tensa y mirándole dije:— estuvimos juntos, que lo hemos hecho.

Aquello lo hizo palidecer a un más y entonces sus nudillos se tensaron.

— ¿Y tú que has dicho?

—Que no... que realmente fue con tu hijo... la verdad. —Observé con pesar por la ventana polarizada y suspiré— Desearía retroceder el tiempo, lo he hecho con el hombre equivocado.

Mohammed alzó una ceja extrañado y tragó deteniéndose a unas calles de la escuela, donde por supuesto le indiqué como llegar.

—Eres muy tonta Agatha, no entiendo cómo es que te dejas llevar por los impulsos y luego logras seguir viviendo... Yo jamás he sido así.

—Es que los impulsos son los que me han hecho conocerte, no puedo obviarlos, si al final son los impulsos los que me han dado trabajo... Y un buen jefe. —Dije esto último algo avergonzada, pero dispuesta a dejar aquello me voltee en el asiento a verlo— ¿Cuántos años llevas viudo?

—No preguntes estupideces. Ya bájate, no deseo hablar de mi vida privada con una niña. En cuanto salgas de aquí vete a la joyería a trabajar. Zein debería estar allá, pasaré a verles y si veo que no están produciendo te despides del trabajo. Y con respecto a la demanda, será mejor que lo piensen dos veces. Buen día.

Aquello me sacó de onda. ¿Qué mierda le pasaba?

—Buen día entonces. —Enfadada me desaté el cabello despeinado y salí del deportivo como quien lleva el diablo.

Agatha se ha ido a la escuela al fin, y sabiendo que no volvería a decirme algo como "Viejo imbécil" he abierto el cajoncillo del copiloto y he sacado la fotografía de Mandira, mi esposa fallecida.

Era demasiado difícil verle en papel, acariciar su rostro, y simplemente sentir frío.

—Mandira tengo que decirte algo, y es que me estoy volviendo loco... Agatha, la niña dominicana, me está haciendo olvidarte, y no quiero olvidarte nunca.

Me recargé en el volante y observé a mi costado, una liga, con la que Agatha llevaba su coleta. La he tomado y me la he guardado en el bolsillo. Necesitaba aire, y una mujer. No podía pensar en ella como mujer... ¡Claro que no!

JavieraJames2604