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cap 1

Aquí estaba yo, junto a Todoroki y Bakugou, sudorosos y jadeando. ¿Cómo es que habíamos terminado en esta situación? Parecía surrealista, pero así estábamos, encerrados en el pequeño y sofocante armario del conserje, sin mucho espacio para movernos. Lo peor de todo es que, de alguna manera, esto era parte de un maldito juego.

Unos minutos antes…

Estábamos todos tirados en la sala común, aburridos. Yo me entretenía con mi celular, enviando mensajes a mi mamá. Desde que se mudó a Londres, se preocupaba más de lo normal por mí. A decir verdad, suena cursi, pero amo a mi mamá. Siempre ha sido mi mayor apoyo, aunque su preocupación constante me sofoca a veces. Le escribía para tranquilizarla, asegurándole que estaba bien, que todo estaba tranquilo.

Suspiré mientras me levantaba del sillón, intentando estirarme para despejarme un poco, cuando la puerta se abrió de golpe y entraron Uraraka y Iida, con esa energía contagiosa que siempre traían.

—¡Chicos, tengo una idea! —exclamó Uraraka con una sonrisa tan amplia que sabías que no había escapatoria.

Ya sabía lo que venía. Mi tarde tranquila se había esfumado por completo.

—¿Qué cosa, Uraraka-san? —preguntó Momo, siempre educada, pero con un aire de resignación.

—¡Juguemos verdad o reto! —dijo ella con un entusiasmo que era casi aterrador. Los demás, extrañamente, aceptaron la idea casi de inmediato. Bueno, no todos. Kachan, por supuesto, no estaba de acuerdo.

—Yo no voy a jugar esa mierda —espetó, cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

—Yo tampoco le veo lo divertido —murmuró Todoroki, con esa calma habitual suya. Y bueno, ahí sí que estaba de acuerdo con él. Ya había tenido la mala experiencia de jugar "verdad o reto" con Hitoshi una vez. Los recuerdos aún me hacían estremecerme. Maldito Hitoshi y su mente perversa.

Kaminari, en su clásico estilo provocador, miró a Bakugou con una sonrisa burlona.

—¿Qué pasa, Bakugou? ¿Tienes miedo? —le lanzó, claramente buscando encender la mecha.

Bakugou gruñó, evidentemente molesto por el desafío, y se sentó pesadamente en el sofá. Todoroki fue más difícil de convencer, pero al final, Momo logró persuadirlo con un par de palabras. No supe qué le dijo, pero el caso es que, de alguna forma, también terminó cediendo.

Lo que me puso realmente nervioso fue cuando noté la mirada de Hitoshi. Me sonrió de una forma que me recordó al Gato de Cheshire de "Alicia en el País de las Maravillas". Eso no auguraba nada bueno. Él sabía muy bien lo que yo sentía por Kachan y Todoroki, y el hecho de que tuviera esa sonrisa me hizo entender que tenía algo planeado.

—Yo no le tengo miedo a nada —gruñó Bakugou, como siempre retador, sentándose finalmente.

—Pues que empiece esta mierda —añadió, cruzándose de brazos.

El juego comenzó. Al principio, todo fue relativamente normal, con preguntas y retos inocentes. Pero cuando llegó el turno de Hitoshi, supe que mi paz había terminado.

—Izuku-chan —dijo, con esa voz suave y melodiosa que siempre usaba cuando tramaba algo. Oh, mierda. Lo vi venir desde kilómetros de distancia.

—¿Verdad o reto? —preguntó con su sonrisa de villano en pleno apogeo.

Sabía que si elegía reto, estaba condenado. No me quedaba otra opción más que escoger verdad, esperando que no fuera tan malo. Le guiñé un ojo, intentando mostrar confianza.

—Verdad —dije, cruzándome de brazos para darle a entender que no tenía miedo.

Vi la frustración cruzar su rostro por un breve segundo antes de que una sonrisa maliciosa se extendiera por su cara.

—Bueno… ¿Es verdad que eres gay?

La pregunta cayó como un balde de agua fría. Sentí el peso de todas las miradas sobre mí. No es que me avergonzara de mi sexualidad, pero nunca lo había dicho abiertamente, no fuera de mi círculo cercano. Mamá lo sabía, claro, siempre me había apoyado, al igual que Uraraka, Iida y, por supuesto, Hitoshi. Pero no era algo que anunciara a los cuatro vientos.

Suspiré, resignado.

—No soy gay. Soy pansexual.

El silencio que siguió fue incómodo, pero antes de que pudiera procesarlo, Kaminari, con su clásica torpeza, preguntó:

—¿Te gustan los panes?

Si no fuera porque Hitoshi estaba enamorado de él, probablemente lo habría golpeado en ese instante. Hitoshi le lanzó una mirada exasperada antes de aclarar las cosas.

—Las personas pansexuales son atraídas por todo tipo de géneros —explicó con paciencia. Los demás asintieron, procesando la información. Después de eso, el ambiente se relajó un poco.

El juego continuó, y luego fue el turno de Uraraka para hacer una pregunta. Con esa chispa traviesa en los ojos, se dirigió a Bakugou.

—Bakugou, ¿verdad o reto?

Él, por supuesto, no iba a retroceder.

—Reto —dijo con arrogancia.

Uraraka sonrió de oreja a oreja, claramente disfrutando de lo que estaba a punto de hacer.

—Te reto a quedarte encerrado en el armario del conserje… con Todoroki-kun y Deku-kun.

El impacto fue inmediato. No supe si fue la idea de estar tan cerca de Bakugou y Todoroki en un espacio tan reducido o el hecho de que todos nos miraran con ojos expectantes, pero sentí que el corazón se me iba a salir del pecho. La sola idea me aterrorizaba.

Me debatía internamente, rezando por una salida, cuando sentí una mano en mi hombro. Miré hacia arriba y vi a Todoroki.

—Tranquilo, Midoriya —dijo, con su voz suave y una pequeña sonrisa en los labios—. Será divertido.

Su sonrisa me calmó un poco, aunque mi corazón seguía latiendo a mil por hora. Desde el otro lado de la habitación, noté que Bakugou nos observaba de reojo antes de darse la vuelta con un bufido.

—Supongo que tienes razón, Todoroki-kun. ¿Qué podría salir mal?

Oh, lo equivocado que estaba…

Espero que les guste ^^

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