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XIX

Trate de no sentirme mal de que Miguel no deseara hablarme en estos días por algo que había hecho mal ¿Estaría enojado que le deje un momento solo? ¿Se enfermo por estar hasta tarde? ¿Confundí mi pronóstico al decir que se había dormido cuando en verdad se desmayó? Eran las preguntas que se me cruzaba cuando lo miraba y no negaban que eran más seguidos especialmente cuando estaba en el colegio. No falta mencionar que de esto no he hablado con nadie, especialmente con Hansel que sospecha algo y respetaba cuando cortaba el tema, ni bien se zanjaba. A Liliana cuando me preguntó sobre el chico con "cara de niño" según sus palabras, le he dicho que estaba bien y que agradece la invitación, la conozco e iría a confrontarlo de su actitud aunque pareciera exagerado.

El faltó un día luego de la fiesta que me invitó Liliana, los demás asistió pero no me dirigía la palabra, y las pocas veces que quise conversar con él parecía ser que hablaba con una pared, fui invisible, hasta hoy.

Apareció a mi costado en la caminata hasta el colegio saludándome. Luego, en la clase de ciencia y tecnología en un trabajo del aula en grupo se acercó a preguntarme si quería ser parte de su grupo, acepte aunque puse en sobreaviso que también iba Hansel, no se negaron. Desde que Hans entró a este colegio era su tutora, y uno de mis papeles era no dejar que lo excluyeran de los trabajos.

No entendía ese cambio de actitud, la verdad; hay veces se acercaba y me pedía un lápiz, un plumón o tijeras, tocando por más segundos de los que se debería mis dedos, aunque una parte mía me decía que era solo ideas mías y que debo estar agradecida de que me hablara ¿Por qué eso es lo quise?¿verdad? y la otra decía que tenía derecho a sentirme incómoda al estar como dos semanas sin hablarme y ahora hacía como si no hubiera existido una regla de hielo de su parte.

Salí del aula cuando toco el timbre con una bolsa con la lana de un cojín que estábamos tejiendo a crochet en la clase de EPT cuando en la puerta choque con Andrea que me dirigió una mirada rápida como si no fuera digna de estar en el mismo espacio que ella, estaba acostumbrada a ese comportamiento que claramente me lo gane de alguna manera y me pregunte porque estaba en la puerta del aula.

—Apártate de mi camino. —habló Andrea con altanería. La estorbaba, estábamos frente a frente y con todo ese odio que solo me tenía a mi, hizo que escupiera esas palabras con el mismo tono de voz.

—No tengo porque a su majestad, dejarle el paso. —Si le sorprendió mi tono de voz, no lo mostró. Aunque claramente no esperaba esa valentía mía, donde lo miraba sin parpadear, harta que ella fuera una de las que me pisotearan a su gusto por una razón que no lo merecía.

—Eres una estúpida si crees que me vas a retar con público —se acercó para hablarme al oído y me di cuenta que no solo nos observaban mis compañeros de clase que todavía no salían, sino algunos de los salones contiguos y otros chicos que no reconocí a primera vista pero luego recordé que eran compañeros de Andrea que llevaban un cuaderno en la mano.

—No te tengo miedo. —dije.

Ella solo mostró una sonrisa burlesca que deje de contemplar cuando otro brazo me jalo, golpeando a Andrea en el camino, era Miguel que me soltó cuando me paré a unos metros de su acción. Me voltee y pude ver como entraba a mi aula entre murmullos que no le provocaba nada, me daba cólera que no pude decirle todo lo que guardaba en su cara, todo el mundo sabía que era mi ex-mejor amiga, la chica con la que andaba en el colegio como si fuéramos siameses y ahora ni siquiera me miraba.

—Deja de verla, si te la enfrentas vas a terminar mal parada.

—Eso no te incumbe.

—Lo es cuando la chica que... —se callo unos segundos —que es mi compañera — se enfrenta a la brigadier general del colegio.

—Miguel, no disimules que te importo. —exclame sin importar que otros me escuchen. —Nunca me enfrentaría a una mujer, como tu y todos de acá piensan y más a ella, ¿pensabas que nos íbamos agarrar de los cabellos? No, no daría tal espectáculo para que luego me expulsen. —Hable con un tono de voz más alto.

—Quiero hablar ¿vale? —entendí que no se refería a lo que pasó hace unos minutos.

—Y yo también, pero ahora no.

—¿En la tarde?

—Tengo clases.

—No creo que pase algo malo si faltas unas horas. —le observé como si le faltara un tornillo, e hice un esfuerzo enorme para hacerme la que no escucho.

—Mañana, a las tres.

—No voy a poder, tengo el ajedrez. —¿El también podía faltar? ¿No? Una práctica no le iba a ser mejor y peor jugador, pero obviamente yo no le diría esas absurdas palabras para voltear la sopa.

—Sábado.

—¿No puede ser antes?

—Tengo libre el jueves, te parece mejor ese día —dije con ironía.

—Vale, domingo a las tres ¿Cafetería Delicias? —acepto sabiendo que era mejor no contradecirme en estos momentos.

—Buen lugar. —estábamos al costado de las escaleras. —luego de una corta despedida baje los escalones y Miguel no se acercó. Hansel no estaba, ese chico desaparecía cuando lo necesitaba y me pareció curioso que fuera cuando Miguel se acercaba a hablarme, en lo demás me di cuenta que si esta conversación se hubiera dado más temprano o sin tener antes un encuentro con Andrea hubiera aceptado la salida con Miguel.

Y si, eso daba miedo.

El martes encontré a mis padres parados en la cocina tomando chicha de jora como si fuera un hábito, causándome gracia de que no cambiaran esa costumbre luego de un viaje. Abracé primero a mamá como cuando era una niña y necesitaba esconderme en sus brazos luego de una transfusión de sangre, en voz baja ella dijo "mi niña", nos soltamos y me lance a papá luego que disimuladamente tosiera exigiendo muestra de afecto, escuche un quejido "mi espalda", solté una risotada que al comienzo le hizo poner serio pero al final se rió, también. Mamá se acercó y nos abrazó a los dos, sintiéndome acogida y protegida en ese espacio, por esos minutos.

Corrí rápidamente a cambiarme el uniforme, iba a reunirme con Liliana. Mamá me informó que la abuela se fue ni bien llegaron y que nos iba a visitar en unas semanas. No iba a dejar que mi buen humor se apague por esa noticia, solo le dije que me agrado estar con ella estos días.

Me esmere en escoger mi ropa para esa tarde, ya sabía que la mamá de mi papá se iba a ir y eso me hizo sentir un poco mala de alegrarme de que una persona mayor que a pesar de todo no merecía ser tratada como un estorbo. Claramente ese pensamiento se acabó cuando encontré un papel doblado en mi cama que pulcramente estaba dirigido hacia mi persona.

Estimada Olympia:

La verdad me pareció correcto escribirte esta carta antes de mi partida. En este momento se que no es de tu agrado saber mas de esta vieja al tomar el papel de villana en tu historia ¿cierto?

Te entiendo, o bueno un poco ya que deberías estar viendo este papel con desagrado por las exigencias que te pedí y más si te digo comprenderte "ojala hubiera sido para elegir una carrera universitaria y no un marido", resumiré .

Escuche esa noche tu conversación con aquella amiga tuya y no voy a negar que sus ideas fueron acertadas si fuera una especie de gurú que hace creer al mundo que el poder está en las manos de las personas, hasta podría decir que es un poco romántico si lo asociamos a la perspectiva de la vida ¿vocación hacia la carrera? ¿amor al trabajo? ¿talentos? Son solo patrañas que utiliza como excusas la gente idealista. Se que una nieta mía no es esa clase de persona, o no observas cómo fue tu crianza. Quiero que mientras leas esto recuerdes todas las necesidades que vivió y vive tus padres y por ende tu por la decisión de tus progenitores en su juventud al decidir estudiar carreras de sus "vocaciones", no tengo que agregar que tienen el sueldo de un profesor. Observa los gastos de tu familia, que cada día aumentan pero sus ingresos no por esas decisiones.

Entiende que esto lo que te pido es por tu bien y el de la familia, tenemos una empresa textil querida, una que la vas a heredar, un trabajo seguro donde no vas a tener que empezar desde abajo, un futuro exitoso, una economía estable, una vida con las necesidad cuerdas y lo más importante, tus padres no van tener que preocuparse en estirar el dinero a fin de mes. Sé que esto último parece repetitivo al primero, pero no, no es lo que quieres que tus padres puedan estudiar y trabajar a gusto sin que la enfermedad les aceche o poder pagar esos tratamientos.

Eres una buena niña, y se que vas a tomar la mejor decisión para que tu madre al fin pueda realizar su maestría en la "Villareal". Me despido, sin olvidar mencionar que tus padres son capaces de pedir la custodia (si estoy enterada de eso) ocasionando más desbalance en la familia ¿Curioso, no?

Tu abuela.

Arrugue el papel enojada, las lágrimas no salían de mis ojos y eso me hacía rabiar más, la abuela era ese tipo de persona que para conseguir lo que desean eran capaz de tocar lo más importante de uno y luego decir que uno lo hace voluntariamente.

Tocaron la puerta.

ー¿Si? —pregunte.

—Olympia, quiero hablar contigo ¿puedo pasar? —era papá.

—Estoy cambiándome. —me excuse, si bien no lloraba mi rostro desencajado me delataría.

—Bueno, entonces solo dime una cosa ¿utilizas maquillaje para ir a la escuela? —no sabía a qué se debía esa pregunta.

—-No, pa.

—Te creo, pero es extraño. La blusa de tu mamá está manchada con base y ella dice tenerla limpia en la calle.

—Yo no fui. —Volví a contradecirlo. Si bien algunas chicas y chicos se maquillan para ir al colegio especialmente al echarse base, estaba en el reglamento prohibido y con una anotación en incidencia si te descubren.

—Está bien, termina de hacer tus cosas. Le diré que fue errada su creencia —hubiera querido verlo, cuando a mamá se le metía una cosa, difícil se le contradecía sin buenos argumentos.

Se retiró de la puerta y agarrando mi teléfono, cambié de destino a un lugar donde creí no regresar nunca.

Se podría decir que fue el presentimiento algo de lo que no me dejaba llevar por lo que mejor diré que influenciada por las probabilidades en el camino acepté que podía verlo, y como siempre las matemáticas no fallaron a pesar que hubiera querido que lo haga por primera vez.

Capitulo nuevo, todavía desde la perspectiva de Olympia.

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