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14.Un demonio espontáneo

Lucia Ferrey:

Última noche….

En la última noche quería estar en la orilla de la playa todos reunidos en círculos  alrededor de una fogata, cantando junto al sonido de la guitarra, contando historias de terror o simplemente riéndonos de cualquier broma hecha por los chicos. Podríamos haber estado recordando ese primer encuentro de cada uno o diciendo cual fue la primera impresión que nos dio al conocer a cada uno de ellos. Un momento único para tenerlo en los recuerdo por toda la vida.

Si eso era lo que yo quería hacer hasta que el magnífico de Rafael se le ocurrió la grandiosa idea de dirigirnos para una casa desolada y desbastada que se ubicaba a unos cuantos kilómetros de las cabañas, la cuál todos al pasar por ahí pensamos que era una casa embrujada y que por la noche sería más emocionante visitarla.

En estos momentos siento que mis manos me tiemblan del miedo y ver que la mayoría ya había entrado, detesto este suspenso de no saber que va a pasar si entro a ese lugar. Las paredes de esta casa por fuera tienen una muy mala impresión de noche y el techo está cubierto por enredadera de plantas, el sonido del búho y de los grillos hacen como si de verdad estuviera viviendo en una película de terror.  Cuando de pronto alguien se me acerca por detrás y me susurra al oído.

―Tienes miedo, Ángel.

Doy un gran brinco haciéndome erizar la piel y cuando me giro veo el rostro de Andrés sonriendo a  lo amplio, a veces yo me pregunto cómo puede disfrutar molestando a los demás.

―¿Ángel? ―le pregunto, no lo quiero aceptar, pero creo que estoy a pocas horas de salir corriendo de este lugar.

―Sí, tu eres mi Ángel. ―me lo dice con tanta firmeza.

―Yo nunca voy a pertenecer a un demonio ―le digo, tomando un pequeño impulso para entrar en aquella casa. Creo que lo estoy haciendo para demostrarle que no tengo miedo.

Cuando entro me encuentro con una completa oscuridad, yo tengo un mal desde muy pequeña es que me aterra la oscuridad haciéndome perder completamente mi visión. Así que saco mi móvil y enciendo la linterna para que me sean más fáciles mis movimientos, a pesar que aún me tiemblan las manos.

Empiezo a observar con detalle cada objeto que tenía la casa, pero es extraño que siendo una casa desolada los adornos no tengan ni una telaraña o una pizca de polvo. Cada uno se ven como si tuvieran algún valor antiguo, hasta tienen un tocadiscos. Los muebles no están cubiertos por una sábana como salen en las películas, ni tampoco existen muñecos moviéndose como en las películas de terror. Estoy comenzando a pensar que alguien vive en esta casa.

La luz de pronto refleja una sombra que proviene detrás de mí.

¿Si es Andrés tratando de asustarme?

Está vez no lo voy a perdonar así que me giro tratando de asustarlo, pero cuando lo hago me encuentro a un hombre alto que en sus manos agarraba un hacha.

Doy un grito de miedo y salgo corriendo de aquel lugar, sin querer mirar para atrás. Por dios en mi cabeza solo pensaba que no quería morir tan pronto y mucho menos por ese hombre con hacha, esto sí que es una película de terror extremadamente sangrienta.

Me siento en la orilla de la playa para tranquilizar mis nervios, viendo el reflejo de la luna llena en el mar. Mi corazón esta agitado a toda velocidad hasta llegue a pensar que se me salía del pecho sin previo aviso.

―Oye saliste corriendo de ese lugar disparada como una flecha. Tanto miedo le tienes al dueño de la casa ―dice Andrés acercándose con un tono lleno de burla.

―No me digas que ese hombre con hacha es el dueño de ese lugar ―asiente con la cabeza― ¿tú lo sabías?

―Lo acabo de conocer y la verdad que me he divertido mucho viendo la expresión de ustedes.

―Realmente eres un completo demonio.

―Sabes cuál es la mayor maldad es que he grabado a cada uno de ustedes y eso es realmente una comedia.

No lo puedo creer me acaba de grabar y todo, cuando yo apenas estaba corriendo para salvar mi vida, se debe de estar burlando de cuando quise asustar a ese hombre pensando que era él. Primera y última vez que le hago caso a Rafael, por poco me provoca un infarto y su primo lo único que hace es grabar. Por lo que veo los Brivers están más enfermos de lo que pensaba.

―¿Quieres ver tu cara? ―me dice sentándose al lado mío brindando su móvil.

La gran curiosidad mía me hace querer recoger su celular cuando de pronto él lo aleja de mí, haciendo que quede más cerca de lo normal, haciendo que nuestros cuerpos choquen entre sí.

Rápidamente reacciono y me separo de él.

―¿Lucia a qué le huyes? Ya hemos pasado por muchas cosas juntos y sabemos que existe una gran química entre nosotros. ¿Por qué todavía sigues rechazándome? Lo normal sería proceder a lo contrario.

Tienes razón, pero el problema es que yo no soy normal porque si lo fuera desde la primera vez que te conocí ya hubiera caído en tus garras. Desde que me quisiste retar ya hubiese perdido a la primera, en vez de darte un gran pisotón que por poco te dejo cojo. Si yo fuese normal ya estuviera con él para que me destroce la vida en polvos cuando ya no me necesite. Pero a mí tampoco me gustaría ser normal.

―Yo no soy normal y es por eso que estas tan obsesionado conmigo porque no consigues lo que quieres ―mis palabras se salieron de control, pero tiene algún efecto en él, ya que me empieza a mostrar esa sonrisa cautivadora. A penas puedo hablarle directamente mirándole a los ojos, pero su rostro tiene un todo incluido que me hace explotar de los nervios.

Trato de levantarme antes que sea dominada completamente por mis nervios, pero él me tira del brazo haciéndome enfrentarlo cara a cara.

―Tienes razón, me gusta esa actitud excepcional tuya que me confunde pero a la vez me liberas de los estereotipos, pero no me vuelvas loco tratando de averiguar porque huyes de mí sin previo aviso.

En estos momentos no sé ni que sentir, porque unas de sus cualidades que tanto me gusta de él es esa sinceridad que lo caracteriza. Pero eso me motivó a que tan solo por esta vez sea yo quien hizo el primer movimiento de besarlo.

Lo tomo de sorpresa besándolo sin control mis cuerpo todavía seguía agitado de tanto correr y me faltaba el aliento, haciendo una breve pausa en nuestros movimientos para tomar un poco de aire.

―Tienes razón, pero en algo te equivocas yo no quiero volverte loco es que yo soy tu angelita imprudente ―me da por decir palabras que nunca pensé que diría en mi vida y estoy viviendo una intensa pasión en estos momentos.

Me devuelve las palabras con un intenso beso que me hace derrumbar cayendo sobre la fina arena, cubriendo todo mi cabello de ella y parte de mi cuerpo. Pero…

Creo que esto ya lo he vivido de alguna forma.

Es cuando recuerdo aquel sueño que tuve de nosotros dos en la playa.

Jamás pensé que de verdad se me fuera hacer realidad porque si fuera el caso no hubiese empezado a provocarlo con el beso ni con esos comentarios que de alguna forma me nacieron decirle.

Mis latidos del corazón cada vez se aceleraban a toda velocidad mis manos fueron las que no perdía el tiempo y le tocaba el abdomen con mucha intensidad detallando cada definición de su musculatura. Sus manos siempre estuvieron sujetando mi rostro para profundizar nuestro beso hasta que sus labios se despegaron de los míos para dirigirse hacia mi cuello sintiendo su aliento con una leve acaricia y después me lo empezó a besar con mucha lentitud, excitándome por completo y haciéndome perder el control de mis nervios.

Hasta que siento un fuerte pellizco en esa zona haciéndome gemir del dolor.

―¿Andrés qué has hecho?

―Te acabo de dejar un chupón para que todos sepan ahora que tienes dueño ―me dice levantándose para sacudirse y después me brinda su brazo para ayudarme a levantarme.

De algún modo me siento decepcionada, no me digas que de verdad esperaba que sucediera lo mismo del sueño. Y yo que ya estaba pensando de que Tani tenía toda la razón, pero resultó ser lo contrario.

De verdad que eres un demonio espontaneo.

¿Por qué me ha dejado con las ganas? Cómo si yo fuera quién quisiera que ese sueño se me haga realidad.

¿Estás enamorada de él o es solo una atracción?

Esa pregunta me vino a la mente levantándome con la ayuda de Andrés. Creo que si tengo tanta duda sobre mi decisión lo mejor sería comprobarlo personalmente, eso es algo que nunca me ha había sucedido ya que siempre he sido muy determinada con mis decisiones.

―No te entiendo Andrés no hay necesitad que me dejes esto en el cuello siendo tan doloroso ―le digo tocándome lentamente ardiéndome más que antes, es posible que hasta tenga una tonalidad morada.

―No sabía que sería tan doloroso ―se me acerca y me quita la mano que tenía sobre la herida, y empieza a soplar lentamente el cuello haciéndome sentir un poco más relajada― ¿está bien así? ―me pregunta deteniendo su movimiento y mirándome directamente a los ojos.

Damas y caballeros me acabo de perder.

No puedo con tanta dulzura que él en estos momentos me brinda, un poco más y me derrito en sus brazos, este chico tampoco es normal.

―Todavía no ―le digo tragando grueso― también te lo tengo que hacer para que sepan que tienes dueña.

Me acerco dirigiéndome directamente a su boca para besarlo con todas mis fuerzas y le agarro fuertemente de los hombros para levantarme y cruzar mis pies rodeándole por su cintura.

Menos mal que no le tengo miedo a las alturas porque tengo el presentimiento que desde aquí puedo alcanzar hasta las estrellas.

Es ahí cuando me doy cuenta de que desde hace mucho tiempo ya sabía la respuesta, pero siempre he tenido miedo a que dañen mis sentimientos. Porque cuando me gusta mucho una persona no tengo fecha de vencimiento.

Nota de la autora

Bueno de verdad que nuestra Lucia ya se le está aclarando la mente porque ya me estaba volviendo loca con su indecisión.

Aquí les traigo un extra de un personaje que me pidió mucho participar en este capítulo.

Dueño de la casa:

Los jóvenes de hoy en día quieren aventurarse hasta en casa ajena.

Estuve cortando leña en el patio cuando de pronto oigo varios ruidos dentro de la casa y cuando entro me encuentro a un grupo de jóvenes que pensaban que era una casa embrujada. Pero lo que más me molestó a mí fue que se asustaron al ver mi presencia.

Solo me vino a la mente que ya es hora de remodelar la casa y cambiar de estilo, para que ya nadie se asuste al verme.

Al final de todo creo que les tengo que agradecer a esos jóvenes.

       

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