Prólogo
Si los no hombres no reconocen de donde vinieron,
los no hombres no reconocerán hacia donde ir,
ellos no saben del sentir,
ellos no sentirán.
Habían dicho que éramos fuego, fuego seremos,
habían dicho que éramos nada, nada ante el fuego haremos,
de cenizas no levantarás,
ni siquiera en la más mínima brisa
del rocío intermitente en los campos,
del sentimiento encontrado en familias,
de lagrimas raspando gargantas,
no levantarás.
Sus muñecas temblaban y sus tibias,
huesos doblados de ira,
rodillas conocieron el suelo, boca el metal,
dolor sobre dolor, ardor sobre ardor.
Pedazos de niña, pedazos de mujer,
pedazos de vida, ¿de dónde vienen?
El no hombre tuvo vientre,
el no hombre tiene rostro.
Habían doblado su sentir, habían doblado su alma,
arde el corazón, arde la razón,
Todo arderá.
Y sin importar que estemos todos en un mismo infierno,
todo arderá.
Alguien de Non future.
Era de color oscuro, por dentro y por fuera. Habían estado rondando raros pensamientos en su cabeza, en el aire. Había permanecido entre las sombras, sin inquietarse. De donde salía su voz, sostuvo una diminuta rama y la dejó caer en el bosque. La rama encendida consumió el bosque y el ave observó como todo moría. El ave, por fin, cazó a su presa. El ave soy yo.
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