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4. El Del Favor

—¿Y… cómo es él?, ¿a qué dedica el tiempo libre? 

     —Oli, por Dios, no hace falta que lo cantes, ya he pillado tu lado cotilla. 

     Él me golpea con un cojín que yo le arrebato a tiempo de que Seven lo  muerda creyendo que estamos jugando. 

     —Pues entonces cuéntame ya, que estás insoportable. 

     —Espero la llamada de mi padre con mi destino, ¿cómo quieres que esté? 

     —Pues no sé, hija, esperanzada, confiada en tu suerte como haces siempre. ¿No me has dicho que ese Ramírez es algo así como tu padrino de graduación?, ¿qué edad tiene el hombre? —me pregunta sin mucho sentido. 

     —Supongo que cincuenta y siete, es de la promoción de mi padre —contesto desorientada, hablábamos de mi encontronazo con el tío del café. 

      —¿Ves?, ahí lo tienes —dice tras su gesto dramático de dar una palmada, la que asusta a Seven que sale huyendo de mis brazos. ¿Cincuenta y siete?, ¿en serio? 

     —Deja de beber, Oli, sabes que no funciona así. 

     Sé que él buscaba hacerme reír, y parece que lo consiguió. 

     —Vamos, y ahora en serio. ¿Cómo es ese poli estúpido que te cabrea tanto? 

     Le ha resultado extraño verme aparecer con el uniforme limpio, al llegar a casa de la tintorería. Pero no tenía alternativa. Las manchas de café son difíciles de quitar, el cabreo que yo traía con Héctor ni te cuento. 

     ¿Que cómo sé su nombre? He tenido que averiguarlo si quiero follármelo, digo, cargármelo en el curro. 

     —Es de pelo claro, no llegará al metro ochenta y tiene ojos negros. Cuerpo delgado, pero que intuyo más definido que fuerte. Por supuesto, es estúpido. Es un inmaduro y un insubordinado de cojones. Y lo peor es que no sé si se ríe de mí, o es de esos tíos que se ríe de todo porque es feliz de la vida. 

      Oliver no dice nada, me mira callado. Con una sonrisita esperanzada en su rostro, piensa, y creo adivinar el qué. Desde que me enseñó la revista, con nuestros tests de niños, él también anda pendiente de encontrar a “su chico ideal” ahora que su relación con Óscar parece haberse enfriado definitivamente. 

     —Yo también pensé que se ajusta mucho a tu chico del 4 porque tiene toda la cara de Liam Hemsworth, pero no te garantizo que sea gay, cielo  —recalco sin lugar a dudas. Si tarda un segundo más, esa mirada que me echó bien podría haberme desnudado frente a aquel ascensor. Caliente me dejó, y no por el café. 

     —Mejor, porque siempre estuvo más bueno su hermano Chris, y no estoy yo para “desorientar” a nadie ahora —dice riendo. 

     —Además se llama Héctor y no Thor, ¿verdad? —Y aprovecho para devolverle el golpe de antes con el cojín. 

     Eso nos hace reír, tanto que por un momento olvido que espero la llamada de mi padre mientras me divierto con mi amigo. 

     Hasta que el teléfono suena para dejarnos a los dos callados. 

     Escucho atentamente a mi padre y le doy las gracias, mil veces creo.  

     —¡Lo has conseguido! —Oliver me hace levantar y me abraza para pegar saltos conmigo en brazos. 

     Desde mañana tendré a mi cargo un equipo de la Unidad de Intervención que custodia a la selección de fútbol sala. 


     Llego a la comisaría central de Chamartín* a mediodía, donde se ubicará el Puesto de Mando para esta noche. Tras la reunión de ayer con el CECOP, a la que no pude asistir por mi inesperada incorporación de hoy, tan solo he de recoger la documentación del organigrama y disponer de mi equipo de agentes dentro de la Unidad de Intervención para el partido que se disputará en el Palacio de los Deportes*. Sencillo, lo que no sé es si podré dar la imagen de situación de control a través de mi rostro.  

     Tengo falta de sueño. 

     No he dormido nada en toda la noche  pensando en Manu, y no recuerdo que me pasara nada así con ningún otro tío, ni siquiera con mi relación más estable. Claro, que nunca antes estafé a medio ministerio del interior para hacerme con un puesto de trabajo a mi conveniencia. 

     Tiene que ser eso. Que lo que hice pesa en mi conciencia más de lo que imaginé cuando se me ocurrió la maldita idea, ¿y si no valgo para esto y le ocurre algo a la selección?, ¿y si dejo en mal lugar a mi padre con Ramírez?

     Vale, no tiene sentido que me martirice antes de tiempo. Puedo hacerlo, solo serán seis agentes a mi cargo, mejor dicho; cinco y un estúpido que retrasará cualquier orden con sus impertinencias. Pero no importa, puedo hacerlo, y tal vez en coordinación con el resto de oficiales y sus equipos pase desapercibida la incompetencia de Héctor. Era obvio que estaría entre mis agentes, eso fue lo segundo que mi padre le pidió a Ramírez por mí. 

      Miro el documento en mi mano, mi nombre lo preside, y a continuación de él los otros seis, hasta llegar al suyo, el último, ahí puesto a conciencia por orden de mi padrino; Héctor Camacho, Comisaría de Madrid–Puente Vallecas*. 

     —Buenos días, oficiales —dice el inspector jefe de la unidad, que entra a la sala de reuniones. Con eso consigue nuestro saludo formal—. Pueden sentarse. 

     Nos presenta a los subinspectores que serán nuestros jefes directos y pasa a enumerar los grupos. 

     —Debido a la repercusión que está teniendo el equipo nacional de fútbol sala, y a su avance en el campeonato europeo, se ha procedido a añadir un tercer grupo a la unidad por jugar en casa. 

     Sonrío disimuladamente, seguro que si Manu no estuviera viviendo su gran momento deportivo nada de esto sería necesario, sus goles hacen que pasen de ronda, complicando así la seguridad del equipo y de los aficionados, que se han triplicado desde el inicio del campeonato cada día de partido, dicen que acuden de toda España como si del Europeo de Fútbol 11 se tratara.

     Manu. ¡Ay, de nuevo pienso en él!

     —Oficial Benítez. 

     He oído mi nombre al tiempo que recibía un manotazo de un compañero en la espalda. Me da a mí que las risas que se oyen no solo son porque el inspector espera a que me levante, creo que se me escapó un suspiro al imaginar a Manu celebrando su pase a semifinales. 

     Me levanto, llevo los dedos de la mano derecha a la visera de mi gorra y recojo los documentos que me entrega. 

     —Equipo siete, oficial Leire Benítez. 

     ¿Qué? Increíble. Los nervios y la incertidumbre que he tenido durante toda la mañana se disipan al comprobar que sigo teniendo la suerte de mi lado. Mi padre podrá estar orgulloso, esta noche su hija velará por la seguridad ciudadana sin que nada de importancia ocurra. 


     —Estás preciosa —me dice Oli a través de la video llamada que le hago a última hora—. Esa trenza tan sujeta provocará más de una fantasía. 

     —Cochino. Voy a trabajar, no a una fiesta de disfraces —le digo al tiempo que ajusto mi uniforme, y para poder hacerlo dejo el móvil apoyado en la taquilla. 

     —Pero no quita que ese uniforme te quede de muerte. Menudo culo te hace, cariño.

     —Es el puto Pollo Dorado que tanto te gusta. 

     —¿No serán mejor los números que tú eliges? —dice con tono repelente. 

     Tiene razón, y como no vamos a  convencernos el uno al otro para cambiar de opinión respecto a nuestras cenas de “cotilleo sexual” recojo el casco y me aseguro de llevar mi arma. 

     —Puede ser, por eso a partir de mañana dejo el coche en casa, y voy y vengo de la comisaría corriendo. 

     —¡No jodas, Leire, España entera te odiará por eso! 

     Me quedo mirándolo antes de apagar el móvil y salir de los vestuarios. 

     —¿No crees que te pasas un poco? ¿En qué puede verse afectado nadie porque yo haga ejercicio?

     Oliver comienza a reír como el exagerado que es para estas cosas, a ver con qué me salta ahora. 

     —Acabarás con la época dorada del fútbol sala en España, nena. Porque si Manu Torres ve ese culo duro, te digo yo que puede perder la cabeza, y la concentración en el balón. 

     —Bueno, si eso es así —le digo con un guiño de ojo, más pensando en mi satisfacción que en la de Manu—, deja que lo comprobemos  hoy. Lo llevo de regreso al hotel. 

     —No me hagas llamar a tu padre, Leire, y que movilice a los GEO*. España no puede perder, ¿te enteras? —grita cuando ya he desconectado el teléfono. Siempre me hace reír con sus locuras. 

     No esperaré a mañana, comienzo mi sección de ejercicios ahora mismo  subiendo las escaleras hasta la primera planta. Mala idea, porque de nuevo  tropiezo con Héctor Camacho al llegar arriba. ¡Mierda! 

     —Buenas tardes, oficial Benitez. Iba hacia el furgón. 

     —Pero antes ha decidido chocar otra vez conmigo, ¿verdad? 

     —Usted es la que se guía por las primeras impresiones, ¿cree que lo he hecho intencionadamente? —ironiza mientras me muestra sus manos. 

     Hoy no lleva café y reparo en ellas más de la cuenta. Son grandes, con pinta de ser suaves también. ¿Sabrá emplearlas en algo más que en… ? 

     «Stop. Manu Torres, eso es, solo puedo pensar en Manu Torres». 

     —Lo que yo piense de usted, jamás lo sabrá. Y si ya está listo, deberíamos irnos, agente Camacho. 

     Y paso por delante de él cuando me muestra el camino hacia la salida con esa mano, tan grande, con esa suavidad que se le adivina tan intensa… Mierda, ¿quién me mandaría a pedirlo en mi equipo cuando no soy capaz de controlar mis hormonas? 

     Subimos a la furgoneta que nos desplazará al hotel de la selección, con el resto de compañeros. El recorrido de escolta será tan solo de un cuarto de hora hacia el Pabellón, del que se encargarán los equipos de la tercera unidad, entre ellos nosotros. 

     Diviso la Plaza de Cuzco en cuanto hemos salido de la M30, y no es hasta ahora que me pongo nerviosa. 

     Las manos me sudan y trato de secarlas en el pantalón. Voy sentada detrás del conductor y ninguno de los agentes parece reparar en mí, mejor, no quiero que piensen que se debe a mi inexperiencia en el cargo y que los pueda poner en peligro, cuando tú y yo sabemos que se trata de mi nuevo encuentro con Manu. El trabajo por ahora lo tengo controlado porque confío en mi suerte, mi experiencia en el cuerpo y mi alta capacidad, pero ya con ese hombre la cosa cambia, todavía no veo yo que tengamos afinidad, juntos, a parte de la noche del casino. 

     Llegamos al hotel a tiempo de organizar el cordón hasta el autobús, que en breve aparecerá por la avenida. Dos de mis agentes ya cortan el paso hacia la estación de metro, el resto espera mis órdenes junto a los demás equipos de intervención. 

     Nuestra misión es que nadie se acerque al autobús de la selección, en la calle, pero no parece que podamos mantener distancias en el vestíbulo del hotel. Una multitud espera a que aparezcan los jugadores, supongo que se trata de la comitiva deportiva, algún que otro familiar y los aficionados Vips. 

     —Tranquilícese, oficial, ¿qué puede salir mal? 

     Viniendo de Camacho parece bandera blanca, pero no sé si debo aceptarla. 

     —Cierto, se ven inofensivos  —le digo señalando con la mirada a la gente del hotel. 

     —Yo hablaba de Torres. 

     Lo miro ahora a él, extrañada por su comentario. 

     —No sabía que fuera tan transparente para usted, Camacho. 

     —Quizás es porque no deja de hacerse notar. 

     No sé interpretar sus palabras, como siempre, Héctor sonríe y me confunde. 

     Pero su mirada está vez es distinta a la que ha tenido hasta ahora. Mucho más clara, y a la vez más intensa. La que detiene ahora en mis ojos.  

     —¿Quiere decirme algo extraoficial, agente? —Y por primera vez Héctor ha despertado mi sonrisa con esa actitud retraída. Tímida. 

     —No. —dice sonriendo él. A su única palabra le ha acompañado un movimiento de cabeza negativo y se ha mordido además el labio inferior. 

     —¿Leire? 

     Me giro cuando oigo mi nombre. Aquí solo hay una persona que puede llamarme así. 

     

♣️❤️♠️♦️

📝*CHAMARTIN Y PUENTE VALLECAS:

Distritos de la ciudad de Madrid. 

📝*PALACIO DE LOS DEPORTES:

Llamado WiZink Center, es un emblemático y moderno recinto que organiza conciertos, actos deportivos y ferias para hasta quince mil personas. 

📝*GEO:

Grupo Especial de Operaciones. 

Unidad de élite del Cuerpo Nacional de Policía de España, especializada en misiones de alto riesgo. 

A veces pueden trabajar en conjunto con las UIP. 

📝*M30:

Vía de circunvalación, con características de autopista, que rodea el centro de la ciudad de Madrid. 

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