16
Miraba el techo de mi habitación, apreciando las estrellitas de colores que brillaban en la oscuridad, y ahora, estando con luz, solo se veían como gomas recortadas.
Estaba acostada en mi cama deshecha, con las manos entrelazadas sobre mi estómago y en silencio.
¿Cuánto tenía que pasar para poder decir que ya había vivido bastante y tenía experiencia?
Sabía manejar desde una pistola común hasta una de largo alcance, podía hacer trucos con cuchillos de diferentes tamaños sin cortarme, y conocía con exactitud los puntos débiles de una persona para tener ventaja.
¿Pero eso era suficiente?
Nunca fui a la escuela, nos consiguieron un tutor para estudiar en casa y tener conocimiento sobre la cultura general, sin embargo, nunca nos graduamos ni tuvimos algún diploma.
A ninguno parecía importarle ya que vivíamos cómodamente y con mucho dinero, y los de arriba nunca lo prohibieron, esa puerta estaba abierta para atraversarla en cualquier momento. ¿Y si eso termina? ¿Y si la organización de hunde?
Todo lo que sube tiene que bajar.
Tal vez debería considerar el acabar con mis estudios básicos como se debe, y, si es posible, tener una carrera.
Podría tener un estilo diferente de vida.
¿Estaba dispuesta a eso? Cambiaría mi rutina, la que seguí durante años.
Tal vez solo necesitaba un pequeño cambio, y no algo tan grande, porque estaba bien como estaba.
Me levanté, decidiendo ya no pensar en eso porque habían cosas que hacer y en las que podía estar ocupada, sin darle vueltas al “y si…”.
Con todo el ánimo del mundo para seguir siendo una matona, fui a la sala de prácticas, encontrando una escena que hizo que mi mundo se pare.
A ver, lo había dicho antes, tuve citas y algunas “relaciones” con personas de otras sedes en el pasado, era humana y no podía evitarlo. Así también, Mark estuvo con chicas en relaciones amorosas.
Una de ellas, fue Yiren, de la sede en China.
La misma que ahora hablaba con Mark en una esquina de la sala, viéndose demasiado en una burbuja.
Fue hace dos años, cuando ella fue trasladada aquí por un tiempo. Mark cayó inmediatamente por ella, y quién no, si Yiren era hermosa.
Estuvieron juntos por 8 meses, hasta que ella tuvo que irse de nuevo a China, y terminaron. Volvía cada cierto tiempo, y ellos se encontraban.
No era secreto para nadie la tensión sexual que había entre ambos, y mucho menos que ambos desaparecían en el cuarto de Mark por horas. Era claro en qué situación habían quedado, y Hyuck siempre molestaba al chico por eso.
A mí nunca me había importado, pero ahora sentía que estaba ardiendo en celos.
Yiren se tocaba el cabello cada tanto, y se acercaba para decirle algo en voz baja mientras reían.
Era como si estuvieran en una burbuja, donde habían angelitos desnudos que volaban y lanzaban corazones de papel a su alrededor.
—Bueno, Mark tendrá diversión estos días. —Hyuck llegó a mi lado, tan oportuno como siempre. —Uy, ¿por qué te ves tan molesta?
Se alejó un paso, sorprendido por la cara que debía llevar en este momento, y yo volteé a ver a otro lado que no fuera la espalda de Mark.
—Alguien se acabó todo el queso picante y no compró más— murmuré, recordando mi camino antes de venir aquí. Donde paré solo para abrir el refrigerador y no encontrar mi queso favorito.
Pero no le tomé mucha importancia porque estaba determinada en una cosa, poder practicar.
—Ese fue Jeno— Haechan levantó sus manos en defensa.
Le di una mirada más a Mark y Yiren, viendo cómo ella le acariciaba la mejilla y se acercaba aún más.
—Gracias por la información.
Era bueno, ahora tenía alguien en quien sacar todo mi enojo, en vez de seguir hirviendo como un volcán aquí.
Salí de la sala de prácticas dando un fuerte portazo que me importó muy poco, y busqué a Jeno.
El pobre se encontraba jugando videojuegos en su celular, acostado en el sillón de la sala, totalmente ajeno a lo que iba a suceder.
Por un momento me dio pena, él no tenía la culpa de que yo sea una celosa de mierda. Pero volví a recordar la mano de Yiren bajando hasta la mano de Mark y volví a enojarme.
—Yah, Lee Jeno— llamé en un tono fuerte, cruzándome de brazos en frente de él, quien se sobresaltó e hizo caer su celular.
—¿Mhm?— preguntó, mirando a todos lados como si fuera una emergencia.
—¿Tú te acabaste el queso picante?
Sus hombros se relajaron un poco, pero al ver mi ceño fruncido, volvió a ponerse tenso.
—Uhm, sí.
—¿Y por qué no compraste más?
Nos quedamos en silencio unos segundos y él parpadeó varias veces, como si no esperara esta conversación.
—Estuve ocupado…
—¿Haciendo qué? ¿Jugando?— señalé al celular que estaba en el piso con la pantalla todavía encendida. Jeno se incorporó, sentándose en el sillón en vez de seguir acostado. —¿Dónde está tu responsabilidad? Sabes que vives con más personas que también comen de lo que hay en el refrigerador, tampoco avisaste en el grupo que estabas acabándote todo el queso, ¿qué va a pasar cuando te cases y tengas hijos? ¿También vaciarás el refrigerador? Yah, Jeno, ten más consciencia por los demás, la madurez y responsabilidad se aprende desde casa, ¿Ese es el ejemplo que vas a ir a dar a tu futura familia? ¿Y qué cuando tus hijos quieran queso picante y no haya? ¿Seguirás jugando en tu celular mientras tus espermas convertidos en personas se quejan porque los dejaste sin comer?
Mi voz había salido sin parar ni dar descanso, solté todo en un hilo y terminé con la respiración agitada mientras Jeno me miraba perplejo.
Chasqueé la lengua y me di media vuelta, entrando a mi habitación y tomando mis llaves y dinero para salir.
No me encontré a nadie en el camino hacia la puerta, lo cual agradecí, porque hubiera soltado otra Biblia como la que le di a Jeno hace un par de minutos.
Una ventaja y desventaja al mismo tiempo, era la ubicación de la instalación. Era ventaja porque al estar tan lejos, no nos exponíamos tanto al peligro de otras personas, y eso mismo era su desventaja, porque no habían tiendas ni civilización más que nosotros hasta una media hora a pie.
Así que estuve caminando cuarenta y cinco minutos a paso lento, guiándome por mi memoria donde sabía que se encontrarían las tiendas.
El aire frío de Seúl me hizo reflexionar un poco sobre mis acciones, y empecé a sentir culpa por haber tratado a Jeno así, sin ninguna razón buena.
Porque no era justificable el descargarme en otra persona por mis celos, él no tenía la culpa y yo iba a regañarlo como si fuera su madre.
Cuando encontré la tienda, me compré unos fideos instantáneos y comí ahí mismo, sentándome en una mesita afuera del lugar que siempre tenían estas tiendas de conveniencia.
En realidad no quería queso, ni fideos.
Solo quería poder estar tranquila con mis sentimientos, porque sentía que no podía avanzar si seguía enamorándome más del idiota de Mark.
La sopa caliente me quemó la lengua, pero no fue suficiente para que deje de pensar en Yerin y Mark, que a este punto, seguro ya estaban revolcándose en la cama del chico.
Mientras yo estaba aquí, ridículamente sentada afuera de una tiendita.
Al terminar la sopa, pasé por la caja para comprar unos dulces y miré mi rostro en el espejo que tenía la señora.
Me encontré con una mirada fría e insensible, mi piel pálida y mis cejas rectas.
Verme me hizo recordar quién era.
Ahn Eunyeong.
¿Por qué tenía tanto miedo ridículo por unos simples sentimientos?
Fruncí el ceño y salí de la tienda.
Nada me asustaba, y estaba aquí sintiéndome mal por querer a alguien, a quien conozco toda mi vida.
“Vamos, Ahn, tú no eres así.”
Fácilmente podría solucionar esto si solo le digo a Mark lo que siento, y nos convertimos en pareja.
Podría dejar de verme como una niña insegura y estar comiéndome la cabeza. La vida era corta, y eso quedó más que claro para mí cuando estuve a punto de morir hace unos meses.
Me tardé más de lo esperado, por lo que cuando volvía a la instalación, ya había oscurecido y los grillos sonaban desde diferentes lados.
Al entrar fui tacleada por un cuerpo.
—¡¿Dónde estabas?!— el grito de Haechan me dejó aturdida por unos segundos, le miré sorprendida.
—¿Eh?
—¡Te buscamos tanto! ¿Sabes cómo se puso Mark? ¡Dejó a Yiren para ir a buscarte! Creo que está yendo en barco al océano Pacífico para ver si no te ahogaste— exageró con un tono agudo.
Blanqueé los ojos por su reacción, y le alejé de mí.
—Fui a comprarme fideos.
—Pero hay fideos aquí— señaló con obviedad, yo entreabrí mi boca, buscando una rápida excusa.
—Quería de la tienda, tienen diferente sabor.
Aunque eso sonó ridículo, pude deshacerme de Haechan, quien fue a avisar a todos que había regresado en una sola pieza, y que compren fideos frescos para que yo no vuelva a desaparecer así.
Tuve que ir al cuarto de Jeno, quien lo compartía con Renjun y afortunadamente solo estaba el primero. Toqué la puerta y me dejó entrar, viendo en silencio mi figura.
—Lo siento— dije de golpe, suspirando —, no debí tratarte así, estaba enojada por-…— paré, sabiendo que eso no era algo que pudiera decirle a él —, a veces me siento enojada de repente, o frustrada, pero eso no es excusa, perdón, Jeno.
Él sonrió y palmeó la cama sobre la que estaba, invitándome a sentarme.
Cerré la puerta detrás de mí, dejándonos solo a los dos para poder hablar mejor.
N/A
Tenía mucha inspiración y este capítulo salió rápido sin querer jeje.
Quedan 1 o dos capítulos, depende de cómo lo escriba el final, ¡espero que estén atentos!
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